Acuña y Cabrera, Antonio de (1597-1662). El Gobernador de Chile que marcó un hito en la historia colonial

Antonio de Acuña y Cabrera (1597-1662) fue un militar y político español que desempeñó un papel fundamental en la historia de Chile durante el siglo XVII. Nacido en una familia de ilustre linaje, su vida estuvo marcada por sus actuaciones tanto en Europa como en América. Fue especialmente conocido por su gobernanza en Chile, donde sus decisiones afectaron profundamente el curso de los eventos políticos y militares de la región. A lo largo de su carrera, Acuña fue testigo de complejas luchas de poder y difíciles confrontaciones con los pueblos indígenas, lo que hizo de su gobierno una etapa agitada y llena de controversia.

Orígenes y contexto histórico

Antonio de Acuña y Cabrera nació en 1597, en una familia con una sólida conexión con la nobleza y las esferas de poder. Hijo de Antonio de Cabrera y Acuña y de Águeda de Bayona, fue criado en un entorno que favoreció su desarrollo en el ámbito militar y político. Su tío, Fernando de Fonseca Ruiz de Contreras, fue secretario de Estado del rey Felipe IV, lo que colocó a Acuña en una posición estratégica desde muy joven. Su carrera militar comenzó en las campañas de Flandes y Francia, donde adquirió experiencia en el campo de batalla que más tarde aplicaría en el Nuevo Mundo.

Tras su paso por Europa, Acuña decidió trasladarse a América, siendo nombrado maestre de campo de El Callao y general del Perú. Este fue el comienzo de una carrera que lo llevaría a convertirse en el gobernador de Chile en 1650, cargo que le fue otorgado por el virrey del Perú, el conde de Salvatierra. Sin embargo, su mandato estuvo marcado por una serie de conflictos y desafíos que pusieron a prueba sus habilidades como líder.

Logros y contribuciones

El 26 de marzo de 1650, Antonio de Acuña y Cabrera partió desde El Callao con destino a Chile para asumir el cargo de gobernador. Desde el inicio de su mandato, su gobierno estuvo envuelto en disputas y tensiones con los diferentes sectores de la sociedad chilena. Aunque inicialmente fue depuesto por la ciudad de Concepción debido a la oposición local, la Real Audiencia confirmó su nombramiento, lo que le permitió regresar al cargo y asumir oficialmente su gobernanza el 4 de mayo de 1650.

Uno de los primeros actos de Acuña como gobernador fue convocar una entrevista con los pueblos indígenas, con el objetivo de lograr una tregua en las hostilidades que se mantenían entre ellos y los colonos españoles. En enero de 1651, logró realizar una importante entrevista en Boroa con representantes de las comunidades mapuches, lo que resultó en una breve pausa en las luchas, aunque la paz fue efímera.

Enfrentamientos militares

La relación de Acuña con los pueblos indígenas fue compleja. En 1653, a instancias de los españoles, ordenó una serie de incursiones en territorio mapuche, que no tuvieron los resultados esperados. Una de las batallas más desastrosas fue la de Río Bueno, donde las fuerzas españolas, comandadas por Juan de Salazar (hermano de su esposa María de Salazar y Palavicino), fueron derrotadas. Este fracaso militar fue uno de los primeros grandes golpes para Acuña en su gobernanza.

En 1655, la situación empeoró aún más. Acuña organizó otra expedición desde Nacimiento hacia el territorio enemigo, pero esta campaña también terminó en derrota, con importantes pérdidas tanto en tierras como en vidas humanas. Estos fracasos militares socavaron aún más su autoridad, lo que provocó una creciente oposición en su contra.

Momentos clave del gobierno de Acuña

  1. Designación como gobernador (1650): A pesar de los intentos de algunos sectores locales de destituirlo, Acuña fue confirmado en su cargo por la Real Audiencia y asumió oficialmente su mandato en mayo de 1650.

  2. Encuentro con los pueblos indígenas (1651): En enero de 1651, Acuña logró una entrevista con los representantes indígenas de Boroa, buscando una tregua en los enfrentamientos con los colonos.

  3. Batalla de Río Bueno (1653): La derrota de las tropas españolas comandadas por Juan de Salazar marcó uno de los fracasos más grandes durante su mandato.

  4. Campaña de Nacimiento (1655): Otra expedición fallida contra los pueblos mapuches que resultó en graves pérdidas tanto materiales como humanas.

  5. Confrontación con el Cabildo de Concepción (1655): Tras las derrotas militares, un cabildo en Concepción solicitó su destitución, lo que culminó en un ataque a su residencia y en su eventual refugio en el convento de la Compañía de Jesús.

  6. Destitución y juicio (1656): La Real Audiencia ordenó su destitución en 1655, y Acuña fue convocado a comparecer ante el virrey del Perú, Pedro Porter Casanate, quien asumiría el gobierno de Chile en su lugar.

La caída y el legado de Acuña

A pesar de sus intentos de mantener el control sobre su gobierno, la situación política en Chile se volvió insostenible para Acuña. En febrero de 1655, un cabildo en Concepción solicitó su destitución debido a los fracasos militares y su incapacidad para mantener la paz en la región. La multitud enfurecida atacó su casa, y Acuña se refugió en el convento de la Compañía de Jesús. Aunque fue repuesto en su cargo por la Real Audiencia, la situación continuó deteriorándose.

Acuña se negó a abandonar Chile y comparecer ante el virrey del Perú, lo que llevó a la designación de Pedro Porter Casanate como nuevo gobernador. Acuña fue finalmente destituido y murió durante el juicio que se le siguió. Su legado, aunque marcado por los fracasos en el campo militar, también estuvo marcado por sus esfuerzos por negociar la paz con los pueblos indígenas, un tema complejo que siguió siendo una constante en la historia de Chile durante los siglos posteriores.

Relevancia actual

El gobierno de Antonio de Acuña y Cabrera es un episodio complejo de la historia colonial chilena. Aunque su mandato no fue exitoso en términos de mantener la paz y estabilidad, sus intentos de negociar con los pueblos indígenas y sus esfuerzos por consolidar el poder de la corona española en Chile reflejan las difíciles circunstancias a las que se enfrentaban los gobernantes coloniales en un territorio marcado por la resistencia indígena y las tensiones internas.

Hoy en día, el nombre de Acuña y Cabrera es recordado como parte de la historia colonial de Chile, un periodo que, a pesar de sus dificultades y fracasos, fue fundamental para la configuración del Chile moderno.

En resumen, Antonio de Acuña y Cabrera, aunque no logró consolidar su poder en Chile, dejó una huella en la historia de la colonia, marcada por sus esfuerzos de gobernanza en tiempos de conflicto y su lucha por mantener el control frente a las crecientes tensiones internas y externas.