García Sarmiento de Sotomayor (¿-1659): Conde de Salvatierra, Virrey de Nueva España y figura clave en la administración colonial española
García Sarmiento de Sotomayor (¿-1659): Conde de Salvatierra, Virrey de Nueva España y figura clave en la administración colonial española
García Sarmiento de Sotomayor y Enríquez, II conde de Salvatierra y marqués de Sabroso, fue una figura destacada dentro de la administración colonial española en América. Nacido en una fecha desconocida y fallecido el 26 de junio de 1659 en Perú, su carrera estuvo marcada por la controversia, el enfrentamiento con figuras eclesiásticas de gran poder y una ardua lucha por consolidar la autoridad real en un contexto de múltiples tensiones sociales y políticas. Durante su mandato como virrey de Nueva España, entre 1642 y 1648, llevó a cabo medidas fiscales drásticas que lo enfrentaron tanto a las élites locales como a la iglesia, pero también sentaron las bases para las políticas de recaudación que servirían para sostener la Corona en Europa. Este artículo desglosará su vida y legado, analizando los diferentes aspectos de su gobierno y su confrontación con las fuerzas locales que marcaron su virreinato.
Orígenes y familia
Sarmiento de Sotomayor nació en el seno de una familia noble que ya ostentaba títulos importantes dentro de la nobleza española. Hijo de una noble familia que tenía fuertes lazos con la corte, el joven García Sarmiento recibió una educación acorde con su estatus, pero su destino, como el de muchos aristócratas de la época, estaba marcado por el servicio a la Corona. A medida que crecía, se fue acercando a los círculos de poder de la corte del rey Felipe IV.
A pesar de no tener una formación académica formal ni experiencia en la administración de territorios ultramarinos, su ascendencia y habilidades en la corte le permitieron ganarse la confianza del monarca. En 1625, fue nombrado gentilhombre de la cámara del rey, un puesto honorífico que le otorgó acceso a la corte. Este nombramiento fue solo el inicio de una carrera que lo llevaría a ocupar cargos de alta importancia, como comendador de la villa de los Santos de Maimón, caballero de la Orden de Santiago y corregidor de Sevilla, entre otros. Estos puestos lo posicionaron como una figura clave en la política española y sentaron las bases para su eventual nombramiento como virrey de Nueva España.
Carrera temprana y nombramientos en la corte
El ascenso de Sarmiento de Sotomayor fue meteórico dentro de los círculos de la nobleza. Su cercanía con la corte le permitió acumular poder y prestigio, pero también le dio una ventaja significativa sobre otros aspirantes a cargos coloniales. A pesar de no tener una preparación técnica o administrativa, la corte de Felipe IV valoró su lealtad y su habilidad para manejar los asuntos internos del reino. Su nombramiento como gentilhombre de la cámara le permitió tener contacto directo con el monarca y, por tanto, le abrió las puertas a nuevas oportunidades dentro del ámbito gubernamental.
Además de estos cargos honoríficos, Sarmiento de Sotomayor ocupó posiciones claves dentro de la administración de varias regiones de España, como el corregimiento de Sevilla y el obispado de Jaén, donde adquirió la experiencia necesaria para asumir una posición de mayor responsabilidad. Sin embargo, su verdadera prueba llegaría cuando fue designado virrey de Nueva España en 1642, un puesto que, aunque de gran prestigio, representaba una tarea compleja dada la situación política y económica del virreinato.
Nombramiento como Virrey de Nueva España
La designación de García Sarmiento de Sotomayor como virrey de Nueva España en 1642 fue una sorpresa para muchos, dado que no contaba con experiencia directa en la administración de territorios ultramarinos. La situación de la Nueva España requería una figura capaz de generar rápidamente los fondos necesarios para sostener el esfuerzo militar y económico de la Corona española, particularmente frente a las crecientes amenazas de las guerras europeas, como la Guerra de los Treinta Años. En este contexto, Sarmiento fue elegido por su capacidad para manejar la recaudación fiscal y su lealtad a la monarquía.
El Consejo de Indias no dejó documentos específicos sobre las instrucciones que recibió Salvatierra para su gestión, pero su mandato dejó claro que su principal objetivo era aumentar las arcas de la Corona lo más rápidamente posible. Esto se tradujo en una serie de medidas fiscales agresivas que tuvieron un impacto profundo en la sociedad novohispana. En sus primeros años como virrey, Salvatierra se dedicó principalmente a imponer tributos y aumentar los ingresos, lo que lo convirtió en una figura impopular entre los distintos sectores de la sociedad.
Primeros años de gobierno y medidas fiscales
El mandato de Sarmiento de Sotomayor estuvo marcado por su enfoque en la recaudación de fondos. A su llegada a Nueva España, el virrey se enfrentó a un sistema económico que, aunque productivo, carecía de los recursos suficientes para hacer frente a las exigencias de la Corona en Europa. El virrey puso en marcha varias medidas fiscales con el objetivo de solventar las necesidades económicas urgentes de la monarquía. La composición de tierras, por ejemplo, obligaba a los terratenientes a pagar una suma de dinero para legalizar la posesión de las tierras que poseían. Aunque esta medida fue vista como necesaria por algunos, también suscitó grandes resistencias, especialmente entre las clases terratenientes, que consideraban que la medida era una forma más de aumentar la carga fiscal sobre su actividad económica.
Además de la composición de tierras, Salvatierra introdujo el papel sellado, una medida fiscal que requería el uso de un sello oficial en documentos legales y comerciales, lo que generó una nueva fuente de ingresos para la Corona. Sin embargo, tanto esta medida como la composición de tierras provocaron una fuerte oposición en varios sectores de la sociedad, especialmente en las áreas rurales, donde el impacto de estos tributos fue aún mayor.
La implementación de estas medidas no estuvo exenta de tensiones. La oposición local, incluyendo a los cabildos y a sectores de la iglesia, comenzó a manifestarse contra la imposición de nuevos tributos. Sin embargo, Salvatierra no mostró ningún reparo en reprimir cualquier forma de oposición a sus decisiones. La tensión con la Iglesia fue particularmente significativa, ya que la aplicación de impuestos a las propiedades eclesiásticas y el aumento de la carga tributaria afectaron directamente a las comunidades religiosas en el virreinato.
Conflictos con la élite novohispana: Palafox y Mendoza
Uno de los conflictos más destacados durante el gobierno de Salvatierra fue su enfrentamiento con el influyente Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla y visitador general del virreinato. Palafox, un reformista, había llegado a Nueva España con el objetivo de implementar medidas que promovieran una mayor justicia social y una reforma del sistema fiscal que afectaba a las clases más bajas y, en especial, a los pueblos indígenas. Su enfoque contrastaba directamente con las políticas impositivas de Salvatierra, quien priorizaba las necesidades económicas de la Corona por encima de las reformas sociales.
El primer gran choque entre ambos se dio cuando el virrey intentó hacer cumplir el pago de deudas por parte del cabildo de México. El cabildo debía grandes sumas de dinero a la Corona, y Salvatierra, al ver que la deuda no se saldaba, decidió tomar medidas drásticas. En 1643, después de que el cabildo no cumpliera con sus obligaciones, Salvatierra decretó que el control de las alcabalas, un impuesto sobre el comercio, pasara a manos del Consulado de Mercaderes de México. Este acto le restó poder al cabildo, una de las instituciones más poderosas en la ciudad, y fue interpretado como un acto de rebeldía contra las autoridades locales. La respuesta de los oficiales del cabildo no se hizo esperar, y pronto la confrontación escaló.
Palafox, como visitador general, abogaba por negociar con los cabildos locales para reducir la presión fiscal y evitar que las tensiones sociales empeoraran. Sin embargo, Salvatierra no cedió ante las propuestas de reforma de Palafox, quien buscaba equilibrar las cargas tributarias. Este enfrentamiento no solo fue una cuestión de política fiscal, sino también una lucha por el control del poder dentro del virreinato.
El poder de la oposición: La resistencia de los cabildos y la iglesia
El conflicto entre Salvatierra y Palafox se convirtió en una lucha más amplia por el control político y social de Nueva España. Los cabildos de las principales ciudades, como México y Puebla, jugaron un papel fundamental en la oposición a las políticas del virrey, ya que estos órganos representaban la autoridad local. Salvatierra, al ver que los cabildos se resistían a sus medidas, decidió tomar acciones más radicales para neutralizar su poder.
En este contexto, el virrey no solo se enfrentó a los cabildos, sino también a la Iglesia, que tenía una influencia decisiva en la vida social y política de Nueva España. Palafox, como líder de la Iglesia en Puebla, no dudó en utilizar su autoridad eclesiástica para movilizar a la población contra Salvatierra. La Iglesia, con sus vastos recursos y su red de contactos, representaba una amenaza seria para el virrey, quien, al no poder contrarrestar el poder de la Iglesia, buscó apoyo en otros sectores.
Entre estos sectores se encontraban los jesuitas, que se mostraron como una fuerza poderosa aliada de Salvatierra. A través de astutas maniobras políticas y el apoyo de los frailes mendicantes, el virrey logró reunir un círculo de aliados que le permitió reforzar su autoridad en el virreinato. La política de alianzas fue una estrategia clave para Salvatierra, ya que le permitió fortalecer su posición frente a la Iglesia y otros actores sociales que desafiaban su liderazgo.
Maniobras políticas y la consolidación de su poder
Para consolidar su poder y asegurar su posición como virrey, Salvatierra adoptó una serie de estrategias políticas que le permitieron fortalecer su control sobre el virreinato. En particular, el virrey utilizó su capacidad para nombrar a sus aliados en puestos clave dentro de la administración local. Esto le permitió asegurar la lealtad de los oidores de la audiencia, quienes, a cambio de favores y cargos, lo apoyaron en su lucha contra Palafox.
Una de las medidas más controvertidas de Salvatierra fue la distribución de alcaldías mayores entre sus aliados. A cada miembro de la audiencia se le otorgó al menos una alcaldía mayor, lo que les dio poder sobre los pueblos locales. Estos cargos, que podían ser heredados o vendidos, aseguraron que los oidores estuvieran alineados con el virrey. Esta táctica, aunque eficaz, fue completamente ilícita y una clara violación de las normas del Consejo de Indias.
A pesar de las controversias que estas maniobras provocaron, Salvatierra logró ganar el apoyo suficiente para resistir las reformas que Palafox intentaba implementar. El virrey utilizó su círculo de aliados para enviar informes a la corte, acusando a Palafox de socavar su autoridad y de poner en peligro la estabilidad del virreinato.
La caída de Palafox y el traspaso de poder
El enfrentamiento entre Salvatierra y Palafox alcanzó su punto culminante cuando el obispo intentó implementar la reforma de los alcaldes mayores. Esta reforma pretendía someter a los alcaldes mayores a la supervisión de la visita general de Palafox, lo que significaba un desafío directo a la autoridad del virrey. La respuesta de Salvatierra fue inmediata. Al convocar a la audiencia, revocó el edicto de Palafox y, con la ayuda de sus aliados, comenzó a difundir informes en los que acusaba al obispo de incitar a una sublevación.
La situación culminó en un enfrentamiento entre ambos, que se resolvió cuando los cabildos de las principales ciudades pidieron el fin de la reforma. Ante la presión, Palafox se rindió el 10 de diciembre de 1646, poniendo fin a su proyecto de reforma.
Con el éxito de su estrategia, Salvatierra logró mantener el control sobre el virreinato y asegurar su autoridad. Sin embargo, el Consejo de Indias, preocupado por la creciente tensión en el virreinato y el desgaste de la relación entre Salvatierra y Palafox, decidió tomar cartas en el asunto.
El traslado a Perú y el legado de Salvatierra
En 1647, el Consejo de Indias decidió trasladar a Salvatierra al virreinato del Perú, una medida que en teoría debía ser vista como una promoción, pero que también significaba su alejamiento de Nueva España. El virrey intentó retrasar su partida, pero finalmente, en mayo de 1648, dejó la Ciudad de México y comenzó su viaje hacia Acapulco para embarcarse hacia el Perú.
Su mandato en Nueva España estuvo marcado por decisiones fiscales controvertidas y una serie de enfrentamientos con figuras clave como Palafox. Aunque sus medidas fueron impopulares, lograron los objetivos de la Corona: la recaudación de fondos que fueron enviados a España para apoyar la guerra en Europa. Salvatierra dejó un legado complejo, en el que se combinan la eficacia administrativa y el uso de tácticas políticas astutas, aunque no siempre legales.
Al llegar a Perú, Salvatierra continuó su carrera en la administración colonial, pero nunca recuperó el poder que había ostentado en Nueva España. Sin embargo, su tiempo como virrey de Nueva España marcó una etapa crucial en la historia de la administración colonial española y dejó una huella perdurable en la política de recaudación fiscal en los virreinatos.
MCN Biografías, 2025. "García Sarmiento de Sotomayor (¿-1659): Conde de Salvatierra, Virrey de Nueva España y figura clave en la administración colonial española". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/sarmiento-de-sotomayor-garcia-conde-de-salvatierra [consulta: 29 de septiembre de 2025].