Simón Tovar (¿?–1596): El médico sevillano que transformó la botánica europea del siglo XVI
Durante el siglo XVI, Sevilla era una ciudad en plena ebullición económica, cultural y científica, impulsada principalmente por su posición estratégica como núcleo comercial en las rutas marítimas hacia América. Este auge se reflejaba en todos los ámbitos de la vida urbana, desde la arquitectura hasta las artes, y especialmente en la actividad científica, médica y botánica. La ciudad, situada a orillas del Guadalquivir, se había convertido en la puerta principal hacia el Nuevo Mundo, lo que favoreció enormemente el intercambio cultural y científico con otras partes de Europa y América.
En este contexto, Sevilla atraía a intelectuales, mercaderes, científicos y artistas, convirtiéndose en un crisol de ideas y un punto clave para la difusión del conocimiento renacentista. Instituciones como la Casa de Contratación, encargada del control de los viajes ultramarinos, proporcionaron un ambiente propicio para el desarrollo de las ciencias naturales y náuticas. Asimismo, la Universidad de Sevilla, fundada a principios del siglo XVI, era un referente académico en disciplinas como la medicina, la botánica y la astronomía, ofreciendo un entorno estimulante para jóvenes estudiosos como Simón Tovar.
Orígenes familiares e influencias tempranas
Aunque se desconocen los detalles precisos sobre la fecha exacta de su nacimiento y su entorno familiar, Simón Tovar era originario de Sevilla y provenía de un entorno social suficientemente acomodado como para permitirle acceder a una educación universitaria. Las fuentes históricas no detallan aspectos específicos de su linaje, pero resulta evidente que sus circunstancias personales le permitieron dedicarse plenamente al estudio de disciplinas complejas y exigentes, como la medicina, la farmacia y la botánica.
Desde sus primeros años, Tovar mostró una curiosidad excepcional por las ciencias naturales, probablemente influenciado por el vibrante ambiente intelectual sevillano, así como por los primeros intercambios de información científica provenientes de América. Este contexto propició en él un temprano interés por la medicina aplicada, combinada con una sensibilidad especial hacia la clasificación y estudio sistemático de las plantas, campo que sería determinante en su posterior legado.
Formación académica y primeros intereses científicos
Tovar cursó sus estudios en la Universidad de Sevilla, institución destacada por formar médicos y botánicos con una perspectiva abierta e innovadora, acorde con los avances científicos renacentistas europeos. Durante esta etapa académica, consolidó un sólido conocimiento en medicina y farmacia, pero además mostró una inclinación particular hacia la botánica, una disciplina que entonces experimentaba una auténtica revolución debido a la llegada constante de especies vegetales exóticas procedentes de América.
Su interés no se limitaba solo a la medicina práctica, sino que extendió su atención hacia áreas como la astronomía y la farmacología, disciplinas fundamentales para el desarrollo científico y técnico de su época. Su formación integral y multidisciplinaria se reflejaría posteriormente en la diversidad y profundidad de sus trabajos, caracterizados siempre por un rigor metodológico y una visión claramente orientada al beneficio práctico y científico de la comunidad.
Fundación del Jardín Botánico de Sevilla
Uno de los mayores logros tempranos de Tovar fue la fundación del Jardín Botánico de Sevilla, que llegaría a ser el más importante de la ciudad durante el siglo XVI. Este jardín no era simplemente un espacio ornamental o recreativo; se trataba de una verdadera institución científica, creada con el propósito expreso de estudiar, catalogar y difundir especies vegetales nuevas y exóticas. Su enfoque difería claramente del interés superficial o decorativo, común en otros jardines europeos contemporáneos, acercándose más a un modelo moderno de investigación y experimentación científica sistemática.
El jardín botánico dirigido por Tovar se destacó por su organización meticulosa y por la realización regular de estudios detallados sobre la aclimatación y propiedades medicinales de las plantas cultivadas. Anualmente, Tovar publicaba catálogos botánicos detallados, conocidos como Index horti Tovarici, que se distribuían ampliamente entre los principales botánicos europeos. Esta actividad no solo le dio prestigio, sino que lo convirtió en un nodo central de intercambio científico a nivel internacional.
Además de publicar catálogos, Tovar enviaba regularmente semillas, raíces y bulbos a sus colegas europeos, particularmente en los Países Bajos, beneficiando así a importantes botánicos como Charles de l’Escluse (Carolus Clusius) y Bernardus Paludanus. Estos envíos no eran meramente simbólicos; constituían una verdadera revolución en el estudio botánico europeo, facilitando el acceso a especies americanas y mediterráneas nunca antes estudiadas con detenimiento fuera de sus lugares de origen.
Primeros contactos científicos europeos y correspondencia temprana
La fama científica de Tovar trascendió rápidamente las fronteras españolas gracias a su prolífica actividad epistolar. Mediante Benito Arias Montano, destacado intelectual humanista, Tovar entró en contacto con una extensa red de científicos y botánicos europeos, especialmente en los Países Bajos, entonces un destacado centro científico y editorial.
Sus correspondencias iniciales estuvieron marcadas por la cooperación activa en la circulación de conocimientos, intercambiando información botánica y farmacológica de gran valor científico. Esta red europea le permitió recibir y enviar semillas de plantas que eran consideradas rarezas botánicas, lo que favoreció enormemente su reputación científica.
Entre sus primeros corresponsales destacaron Bernardus Paludanus, quien tenía una importante colección de historia natural en Enkhuizen, y Carolus Clusius, quien pronto se convertiría en su más destacado interlocutor científico. Estas tempranas relaciones resultaron cruciales no solo para la carrera de Tovar, sino también para la difusión y conocimiento de nuevas especies vegetales provenientes de América y del Mediterráneo en el norte de Europa.
Su intercambio con Clusius fue particularmente fructífero y dio lugar a numerosas observaciones y discusiones botánicas, enriqueciendo significativamente el conocimiento europeo sobre especies hasta entonces desconocidas o poco estudiadas. Esta interacción científica temprana estableció las bases para una colaboración duradera, que consolidaría a Tovar como una figura clave en la botánica europea del siglo XVI.
Desarrollo profesional y logros científicos
Simón Tovar consolidó su trayectoria científica en Sevilla a través de una prolífica producción intelectual que abarcó tres campos fundamentales: la farmacología, la botánica y la astronomía náutica. Sus trabajos, reflejo de un riguroso método científico, respondían tanto a preocupaciones teóricas como a necesidades prácticas de la sociedad sevillana, una urbe que se encontraba en plena expansión debido a su condición de puerta hacia el continente americano.
Sus obras fundamentales en farmacia y botánica
La primera obra significativa de Tovar fue De compositorum medicamentorum examine (1586). Este tratado criticaba los errores más frecuentes cometidos en la preparación de medicamentos compuestos, ofreciendo reglas claras para su corrección y perfeccionamiento. La obra tuvo gran relevancia porque buscaba elevar los estándares farmacéuticos en una época en la que la precisión y la calidad eran clave para la eficacia médica.
Un año después publicó su segunda obra, la Recognitio (1587), en la que llevó aún más lejos esta preocupación, realizando una exhaustiva revisión de las boticas sevillanas. Este texto incluía no solo una crítica detallada de los establecimientos farmacéuticos de la ciudad, sino también estudios específicos sobre los pesos y medidas farmacéuticas, así como instrucciones sobre la correcta preparación de medicamentos purgantes. En esta obra, Tovar colaboró estrechamente con otro médico destacado de la ciudad, Francisco Sánchez de Oropesa, demostrando la capacidad del médico sevillano para establecer redes colaborativas en beneficio del conocimiento científico.
Estas publicaciones colocaron a Tovar en la vanguardia de la farmacología europea, caracterizada por una marcada atención a la precisión científica y un enfoque metodológico que antecedía en décadas a las prácticas de regulación farmacéutica posteriores.
Aportaciones en la astronomía náutica
Más allá de la botánica y la farmacología, Tovar se distinguió también en el ámbito de la astronomía aplicada a la navegación, área clave para la expansión marítima de España. En 1595, publicó su tercera obra, titulada Examen, que comparaba la utilidad práctica de la ballestilla frente al astrolabio para determinar la latitud observando la altura de la estrella Polar. Esta investigación fue motivada por una orden directa del rey Felipe II, quien había solicitado la revisión de los instrumentos náuticos utilizados por la Casa de Contratación de Sevilla, organismo clave en la administración marítima y colonial española.
La publicación contó con un prólogo del prestigioso arquitecto Juan de Herrera, figura central del Renacimiento español, lo que subrayó aún más la relevancia del trabajo. Tovar demostró con este estudio una notable capacidad técnica, proponiendo mejoras concretas para asegurar una navegación más precisa y segura, en línea con los intereses estratégicos y comerciales del Imperio español en plena expansión ultramarina.
Relaciones clave con otros científicos
Una de las características más destacadas de Tovar fue su habilidad para establecer redes científicas internacionales que enriquecieron considerablemente su trabajo. Estas relaciones proporcionaron un flujo continuo de información, semillas, especímenes botánicos y conocimientos técnicos que situaron a Sevilla como un epicentro científico en conexión directa con el resto de Europa.
Benito Arias Montano: puente hacia Europa
El humanista Benito Arias Montano actuó como intermediario esencial para que Tovar pudiera establecer conexiones internacionales. A través de Montano, Tovar accedió a círculos intelectuales del norte de Europa, especialmente en los Países Bajos, logrando así ampliar considerablemente su influencia científica.
Correspondencia con Bernardus Paludanus
Bernardus Paludanus, renombrado profesor y naturalista neerlandés, fue uno de los primeros científicos europeos en beneficiarse de los envíos botánicos desde el jardín de Tovar. La correspondencia entre ambos estuvo centrada en el intercambio de semillas, raíces y bulbos, muchos de ellos procedentes de América, lo que permitió el estudio y difusión de nuevas especies botánicas en Europa. Entre estas especies destacaban plantas exóticas como el nardo americano (Polyanthes tuberosa) y el narciso rojo de Indias (Sprekelia formosissima).
Charles de l’Escluse (Carolus Clusius): una relación clave
La relación más influyente y fructífera de Tovar fue con Carolus Clusius, una de las figuras botánicas más prominentes del Renacimiento europeo. Clusius conoció personalmente a Tovar durante su estancia en Sevilla, estableciendo una comunicación científica constante desde entonces. La correspondencia entre ambos, particularmente las cartas fechadas en 1596, muestra una intensa colaboración intelectual centrada en la clasificación, descripción y aclimatación de especies botánicas, muchas de ellas americanas, que enriquecieron sustancialmente el conocimiento botánico europeo.
La importancia de esta relación se refleja especialmente en los detallados catálogos y observaciones científicas intercambiadas. Clusius reconoció explícitamente en sus obras la relevancia de las aportaciones de Tovar, incluidas sus cuidadosas descripciones botánicas, destacando la exactitud y originalidad científica del médico sevillano.
Crisis, desafíos y controversias en sus actividades
La carrera científica de Tovar no estuvo exenta de desafíos significativos, especialmente relacionados con la logística del transporte de plantas desde Sevilla hasta los Países Bajos. En sus cartas dirigidas a Clusius en 1596, Tovar manifestaba con claridad las dificultades para mantener las plantas vivas durante los largos y arduos viajes, enfrentando tanto problemas técnicos como climáticos. Tovar mencionaba en su correspondencia cómo el frío y la humedad del norte europeo («vestri coeli inclementia») dificultaban notablemente la aclimatación de las especies mediterráneas y americanas en aquellos territorios.
Además, Tovar mencionó incidentes como la pérdida completa de cajas con semillas y bulbos, algo habitual en los trayectos marítimos de la época. Estos problemas logísticos no solo representaban un obstáculo práctico, sino que también suponían desafíos científicos que requerían soluciones ingeniosas. Por ejemplo, optó por enviar macetas con tierra y plantas vivas, una técnica pionera que mejoraba las probabilidades de supervivencia durante los largos viajes marítimos.
Esta lucha constante contra la incertidumbre del transporte y el clima adverso del norte evidenció la perseverancia de Tovar, que siguió realizando envíos a pesar de las complicaciones. Este esfuerzo constante fue reconocido por sus colegas europeos y reforzó aún más su prestigio científico y su imagen como un investigador práctico e innovador.
Últimos años y consolidación de su legado científico
En 1596, el último año de su vida, Simón Tovar seguía plenamente activo en su labor científica y epistolar. Ese mismo año, envió dos cartas fundamentales al botánico Carolus Clusius, fechadas en febrero y junio, que no solo constituyen un valioso testimonio de sus actividades botánicas, sino también un reflejo de su pensamiento científico y de su compromiso con la difusión del conocimiento.
En la primera carta, Tovar explicaba con detalle los métodos utilizados para conservar las plantas durante el transporte: desde semillas en cajas, hasta raíces y bulbos envueltos en cestas o plantados directamente en macetas con tierra, para evitar su descomposición. Esta preocupación logística revela no solo su experiencia práctica, sino también su ingenio técnico en una época en que los sistemas de transporte eran extremadamente rudimentarios. También advertía sobre las condiciones climáticas adversas del norte de Europa, que dificultaban el crecimiento de especies meridionales y tropicales, subrayando así los desafíos de aclimatación en los jardines botánicos del continente.
La misma carta alude a la pérdida de una de sus remesas botánicas y detalla un nuevo envío, con una lista alfabética de 50 especies solicitadas por Clusius, otras 14 plantas peninsulares y tres americanas especialmente raras: la Acacia, el Convolvulus mechoacan y la Mirabilis jalapa, conocida en castellano como Buenas noches. Tovar también informaba sobre ejemplares de Erythrina coralloides (árbol del coral) y del exótico «Narcissus Jacobaeus», nombre que él mismo dio a la Sprekelia formosissima, por la semejanza de su flor con la cruz de Santiago.
En la segunda carta, fechada en junio de 1596, Tovar daba cuenta de los resultados de cultivo en su propio jardín de las semillas recibidas de Clusius. Informaba con entusiasmo del éxito alcanzado con numerosos tulipanes, “que dieron bellísimas flores de diversos colores”, aunque también mencionaba las especies que no lograron sobrevivir. Adjuntaba una nueva lista de especies deseadas para intercambiar, demostrando así la continuidad de su labor investigadora incluso en los últimos meses de su vida.
Una descripción botánica magistral
En esta segunda misiva, Tovar incluía además una detallada descripción del «narciso jacobeo», que había florecido recientemente en su jardín. Esta especie, hoy identificada como Sprekelia formosissima, recibió una atención botánica excepcional por parte del médico sevillano, quien se anticipó incluso a las descripciones formales que serían reconocidas más tarde por autores europeos. Su descripción no solo detallaba el aspecto de la flor, sino también su morfología, coloración, hábitat y comportamiento reproductivo.
El texto fue considerado por el investigador Álvarez López en 1945 como una auténtica “obra maestra” de la botánica descriptiva del siglo XVI, aunque durante mucho tiempo fue erróneamente atribuida a Clusius. Este error de autoría refleja las limitaciones historiográficas que han oscurecido la relevancia de muchos científicos hispánicos del Siglo de Oro.
Tovar también aprovechaba sus cartas para solicitar a Clusius la adquisición de libros científicos como el Phytobasanos de Fabio Colonna, manifestando así su continua actualización bibliográfica. Esta solicitud incluía instrucciones precisas para el pago mediante un contacto en Amberes, lo que demuestra su implicación personal y financiera en la expansión de su biblioteca científica.
La conexión con otros naturalistas europeos
Además de Clusius y Paludanus, Tovar mantuvo contacto con Karel van Aremberg, un noble neerlandés interesado en la botánica, quien también había recibido ejemplares botánicos sevillanos. El conde había instalado un jardín en sus dominios de Enghien y, poco antes de su muerte, Clusius le escribió con el deseo de visitarlo para ayudar en su organización, testimonio del prestigio y de la calidad científica de los envíos de Tovar.
Uno de los ejemplares que Van Aremberg recibió fue una floración de la Sprekelia formosissima, enviada por Tovar en 1596, probablemente poco antes de su muerte. Este envío y su posterior documentación visual dan testimonio del alto nivel de precisión botánica alcanzado por Tovar y de su interés por la difusión visual y escrita de especies raras o exóticas.
Impacto contemporáneo y percepción en su época
Durante su vida, Simón Tovar fue ampliamente reconocido por sus colegas europeos como un referente botánico y farmacéutico de primer orden. La frecuencia con la que su nombre aparece en las obras de Clusius, así como su inclusión en los circuitos académicos y epistolares de la época, dan prueba de su autoridad intelectual. Sus catálogos de semillas, particularmente el Index horti Tovarici, fueron objeto de consulta habitual entre los botánicos más influyentes del norte de Europa, como demuestra la referencia directa de Clusius a las ediciones de 1595 y 1596.
Tovar no solo ofrecía datos botánicos: aportaba experiencias de cultivo, observaciones fenológicas, resultados de aclimatación y documentación gráfica cuando era posible. Todo ello hacía de sus informes una fuente de conocimiento privilegiada que superaba el simple intercambio de plantas.
Además, su integración en el mundo académico europeo no era meramente testimonial. Sus recomendaciones y observaciones influían en las decisiones de cultivo y clasificación que luego aparecían en obras impresas. Esta presencia intelectual activa lo distinguió del perfil más común del médico local o del herbolario empírico, acercándolo a la figura moderna del científico experimental.
Reinterpretaciones históricas y legado posterior
Sin embargo, tras su muerte en 1596, la figura de Tovar cayó en un relativo olvido dentro de la historiografía científica, particularmente en España. Buena parte de sus contribuciones fueron atribuidas a Clusius o Paludanus, debido a que estos publicaron materiales que en realidad provenían del jardín sevillano y de las descripciones del propio Tovar.
No sería hasta mediados del siglo XX que estudiosos como E. Álvarez López, en su influyente artículo sobre las plantas de América en la botánica europea del siglo XVI, comenzaron a reivindicar el papel central que desempeñó Simón Tovar en la introducción y clasificación de nuevas especies vegetales. Posteriormente, investigaciones como las de J. M. López Piñero o G. López Andújar ampliaron esta reivindicación, subrayando la complejidad y riqueza de sus contribuciones.
Pese a esta recuperación parcial, su figura sigue siendo escasamente conocida fuera de círculos especializados, lo cual evidencia las carencias en la difusión de la ciencia hispánica del Siglo de Oro en los discursos históricos dominantes. Aun así, los documentos y cartas recuperados, junto con las referencias en las obras botánicas del Renacimiento, demuestran su lugar indiscutible en la red científica que transformó el conocimiento europeo sobre la flora americana.
Influencia duradera en la ciencia botánica europea
Más allá del reconocimiento inmediato, el legado científico de Simón Tovar se manifestó en la incorporación de numerosas especies vegetales exóticas al conocimiento botánico europeo. Plantas procedentes de América, como el nardo, la acacia y la datura (tlápatl), comenzaron a circular por jardines botánicos del norte de Europa gracias a su labor sistemática de cultivo, descripción y distribución.
Su enfoque científico integraba observación empírica, documentación escrita, intercambio epistolar y una metodología de ensayo y error que se adelantaba a los principios de la botánica moderna. Esta combinación de rigor y creatividad hizo que sus aportaciones no fueran simplemente descriptivas, sino profundamente transformadoras.
Además, el modelo de jardín botánico instaurado por Tovar en Sevilla sentó un precedente importante en el desarrollo de espacios científicos dedicados a la aclimatación de especies, anticipando instituciones similares que surgirían en el siglo XVII en Francia, Italia o los Países Bajos.
Cierre narrativo
La historia de Simón Tovar es la de un médico renacentista que, desde su ciudad natal de Sevilla, transformó silenciosamente el saber botánico y farmacológico de Europa. Sin títulos nobiliarios ni cargos universitarios prestigiosos, su labor paciente, meticulosa y apasionada generó un impacto que trascendió fronteras y siglos. Su jardín, sus cartas y sus catálogos fueron herramientas de una ciencia en movimiento, que hoy redescubrimos como una red de colaboración, experimentación y asombro ante la diversidad natural. En la figura de Tovar se encarna el espíritu del Renacimiento español más fecundo y menos reconocido: aquel que une el conocimiento práctico con la ambición universal de comprender y compartir el mundo.
MCN Biografías, 2025. "Simón Tovar (¿?–1596): El médico sevillano que transformó la botánica europea del siglo XVI". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/tovar-simon [consulta: 18 de octubre de 2025].