Jules Romains (1885–1972): Poeta, Narrador y Dramaturgo que Defendió la Solidaridad Humana
Jules Romains (1885–1972): Poeta, Narrador y Dramaturgo que Defendió la Solidaridad Humana
Introducción a la vida y obra de Jules Romains
Jules Romains, nacido Louis Farigoule el 26 de agosto de 1885 en Saint-Julien-de-Chapteuil, un pequeño pueblo en Haute-Loire, Francia, es recordado como uno de los escritores más complejos y multifacéticos de la literatura francesa del siglo XX. Poeta, narrador, dramaturgo y pensador sociológico, su legado se extiende más allá de su producción literaria, abarcando también su influencia en las corrientes de pensamiento que surgieron durante su tiempo, especialmente el unanimismo, una doctrina que él mismo fundó y que influyó profundamente en la visión de la sociedad y la literatura de su época. Con una vida que se extiende hasta su muerte en París en 1972, Romains no solo se destacó por su prolífica carrera literaria, sino también por su pacifismo y sus posturas en favor de un mundo más solidario y cooperativo.
Primeros años y formación académica
Los primeros años de Jules Romains estuvieron marcados por una fuerte inclinación hacia el conocimiento. Creció en un entorno rural, pero su familia valoraba la educación, lo que le permitió destacar desde joven. Después de completar su educación primaria y secundaria con éxito, Romains se trasladó a París, donde ingresó a la prestigiosa École Normale Supérieure, una de las instituciones educativas más importantes de Francia. Allí, obtuvo sus títulos en Letras y Ciencias Experimentales en 1909. Aunque en sus años formativos mostró un gran interés por las ciencias, fue la literatura la que finalmente captó su atención y en la que decidiría hacer su carrera.
A pesar de la rigidez académica de su formación, la riqueza de su entorno intelectual en la capital francesa permitió que Romains entrara en contacto con algunas de las figuras más influyentes de la literatura y la filosofía contemporáneas. Fue en este ambiente donde comenzó a gestar las ideas que más tarde darían forma a su obra literaria y filosófica, especialmente la teoría del unanimismo, que no solo afectaría a su producción literaria, sino que también marcaría un antes y un después en el pensamiento sociológico del siglo XX.
Inicios literarios y el Unanimismo
La carrera literaria de Romains comenzó a forjarse antes incluso de que terminara sus estudios universitarios. En 1908, publicó su primer libro de poesía titulado La vie unanime (La vida unánime), obra en la que comenzaron a perfilarse las ideas fundamentales del unanimismo, una corriente que él mismo fundó y que giraba en torno a la creencia en la existencia de una «alma colectiva» en las sociedades humanas. En su visión, esta alma colectiva no solo reflejaba los sentimientos y emociones compartidas por los individuos, sino que también era la base para una sociedad más solidaria y cooperativa, opuesta al individualismo que prevalecía en muchas corrientes artísticas y filosóficas de su tiempo.
Este concepto de unanimismo, que también se vio reflejado en los círculos literarios en los que participaba, fue impulsado por Romains dentro del grupo conocido como la Abbaye de Créteil (Abadía de Créteil), fundado por George Duhamel. Este grupo de escritores y pensadores se centró en la idea de que la literatura debía ser un medio para alcanzar una comunión espiritual con la realidad circundante. Influenciado por pensadores como Henri-Louis Bergson, filósofo de la intuición, Romains postuló que solo a través de una actitud colectiva y solidaria se podrían alcanzar los ideales de armonía y bienestar social que tanto anhelaba.
Desarrollo de su obra poética y narrativa
Romains no solo se destacó en la poesía, sino que también experimentó con otros géneros literarios, incluyendo la novela. Tras su segundo libro de poesía, Odes et prières (Odas y plegarias, 1913), y habiendo consolidado las bases de su teoría del unanimismo, comenzó a escribir novelas. En 1911, publicó Mort de quelqu’un (Muerte de alguien) y Les compains (Los compañeros, 1912), dos narraciones que abordan temas existenciales y sociológicos, siempre desde una perspectiva analítica y a menudo considerada esquemática. A través de estos textos, Romains trató de ilustrar cómo las relaciones humanas podían transformarse a través de una comprensión más profunda de la interconexión de los individuos en una sociedad.
Su estilo narrativo, marcado por un tono frío y analítico, no dejó de lado los ideales sociales que había formulado en su obra poética. Ambos libros continuaron desarrollando la idea de que los seres humanos pueden encontrar un terreno común a través de sus emociones compartidas y que la individualidad no debía estar reñida con la solidaridad. En este sentido, las novelas de Romains ofrecían una mirada crítica a la sociedad francesa de principios del siglo XX, abordando tanto la vida urbana como las tensiones sociales que marcaban el tiempo.
Su gran novela: Les hommes de bonne volonté
Sin embargo, la obra más ambiciosa de Jules Romains fue sin duda su monumental novela Les hommes de bonne volonté (Los hombres de buena voluntad), que comenzó a publicar en 1932 y que se extendió a lo largo de 27 volúmenes hasta 1956. Esta serie, que abarcaba varias décadas de la historia de Francia, se convirtió en uno de los logros más importantes de la narrativa francesa del siglo XX.
La novela se presentó como una “síntesis unanimista de la época” y aspiraba a ser un fresco detallado de los eventos históricos que marcaron la vida de la sociedad francesa, representada en sus distintas clases. Influenciado por autores realistas como Honoré de Balzac y Émile Zola, Romains no solo proporcionó un retrato de la sociedad francesa de su tiempo, sino que también buscó mostrar cómo la historia y los individuos se entrelazan de forma colectiva, buscando que su visión fuera no solo literaria, sino también profundamente sociológica. A través de los personajes y las situaciones de su novela, Romains intentó mostrar que la historia no es solo un juego de fuerzas individuales, sino una interrelación de múltiples voluntades que convergen en un bien común.
Jules Romains como dramaturgo
El talento de Jules Romains no solo brilló en la poesía y la narrativa, sino que también dejó una huella indeleble en el teatro. Su faceta como dramaturgo lo consolidó como uno de los grandes de la escena francesa del siglo XX, y sus obras siguen siendo un referente en la comedia francesa contemporánea. A lo largo de su carrera, Romains cultivó un estilo que fusionaba la crítica social con un humor mordaz, logrando una notable habilidad para reflexionar sobre la condición humana a través de situaciones cómicas y personajes complejos.
Uno de sus primeros éxitos teatrales fue Cromedeyre-le-Vieil (1920), una obra que le permitió hacerse conocer en el ámbito teatral francés. Sin embargo, fue en la década de 1920 cuando realmente alcanzó la cima de su carrera como comediógrafo. En 1923, presentó dos de sus obras más aclamadas: Monsieur Le Trouhadec saisi par la dèbauche (El señor Le Trouhadec arrastrado por el libertinaje) y Knock ou Le triomphe de la médecine (Knock o El triunfo de la medicina), que le valieron un reconocimiento tanto de la crítica como del público. Knock en particular, una sátira corrosiva sobre los médicos franceses de la época, se considera su obra maestra. La pieza, que retrataba a un médico charlatán que utiliza el miedo para obtener beneficios, fue un éxito rotundo en la Comédie des Champs-Élysées, y la interpretación de Louis Jouvet, quien interpretó el papel principal, se convirtió en uno de los momentos más emblemáticos de la historia del teatro francés.
El enfoque de Romains en la comedia de situación y su habilidad para crear personajes complejos y a menudo desmesurados le convirtieron en el sucesor de Molière en el siglo XX. En sus obras, la crítica social y la sátira no solo eran elementos de entretenimiento, sino también de reflexión. De hecho, muchos de sus trabajos continuaron explorando la compleja interacción entre la medicina, la moral y el poder, siempre con un tinte cómico, pero con una crítica sutil a las estructuras de poder de la sociedad.
Reconocimientos y éxito en Europa
El éxito de Romains como dramaturgo pronto se extendió más allá de las fronteras de Francia. Su obra Dr. Knock, en particular, se convirtió en un fenómeno internacional, siendo llevada a los escenarios de muchas capitales europeas. En 1925, la versión alemana de la obra se estrenó en Berlín en el Deutsches Theater, con una interpretación magistral de la actriz Helene Weigel. Este éxito internacional consolidó la reputación de Romains en toda Europa, convirtiéndolo en una figura central de la literatura y el teatro en el continente.
Sin embargo, su prestigio como autor y su éxito en Europa se vieron empañados por los oscuros días de la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Las autoridades nazis, que veían en la crítica de Romains a las estructuras de poder y su enfoque humanista una amenaza a su régimen, decidieron censurar sus obras. En respuesta a la creciente represión, Romains se refugió en los Estados Unidos, donde continuó con su trabajo literario y reflexionó sobre la situación de su país natal. A pesar de este exilio forzado, su prestigio internacional se mantuvo intacto y sus obras continuaron siendo representadas en diferentes partes del mundo.
Retorno a Francia y reconocimiento tras la Segunda Guerra Mundial
Con el fin de la guerra, Romains regresó a Francia, donde fue recibido con una gran acogida tanto en el ámbito literario como en el pacifista. Su participación activa en el Comité France-Allemagne, una organización que buscaba promover la reconciliación entre Francia y Alemania tras los horrores de la guerra, reflejó su constante compromiso con los ideales de paz y cooperación internacional. La guerra y sus consecuencias dejaron una profunda marca en la obra de Romains, quien abogó por la unidad y la solidaridad entre los pueblos. En reconocimiento a sus méritos tanto literarios como pacifistas, en 1946 fue elegido miembro de la Academia Francesa, un honor que consolidó su lugar como uno de los escritores más destacados de la literatura francesa del siglo XX.
Últimos años y legado
Durante los últimos años de su vida, Romains continuó explorando temas filosóficos y sociológicos en sus escritos. En 1946, publicó una biografía sobre el emperador romano Marco Aurelio titulada Marco Aurelio o el emperador de la buena voluntad, una obra que refleja su fascinación por la filosofía estoica y por las figuras históricas que promovían el bienestar común por encima de los intereses personales. Asimismo, su obra La necesidad de ver claro, publicada en 1959, constituye una reflexión crítica sobre la historia y la filosofía de las civilizaciones occidentales.
El legado de Jules Romains, más allá de su prolífica producción literaria, radica en su visión de una sociedad solidaria y armónica. A través de su teoría del unanimismo, propugnó la idea de que los individuos, al unirse en una emoción o causa común, podían alcanzar una mayor comprensión y cooperación, abriendo camino a una nueva forma de ver las relaciones humanas. Si bien la figura de Romains ha quedado en la sombra en comparación con otros grandes nombres de la literatura francesa, su obra sigue siendo un testimonio de la búsqueda de una sociedad más unida y más justa.
Jules Romains murió en París en 1972, dejando tras de sí un legado literario y sociológico que aún resuena hoy en día, tanto en el ámbito de la literatura como en las ideas sobre la cohesión social y la solidaridad.
MCN Biografías, 2025. "Jules Romains (1885–1972): Poeta, Narrador y Dramaturgo que Defendió la Solidaridad Humana". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/romains-jules [consulta: 28 de septiembre de 2025].