Manuel Mejías Rapela (1884-1964). El «Papa Negro» que marcó la historia del toreo

Manuel Mejías Rapela, conocido en el
mundo taurino como «Manuel Bienvenida» o «El Papa Negro», fue una
figura clave en la historia del toreo español. Nacido en la localidad
de Bienvenida, en la provincia de Badajoz, el 12 de febrero de 1884, su
vida y carrera marcaron una huella indeleble en la tauromaquia del
siglo XX. Su legado perduró más allá de su muerte en Madrid el 4 de
octubre de 1964, transmitido por su extensa y talentosa familia taurina.

Orígenes y contexto histórico

Manuel Bienvenida nació en el seno
de una familia profundamente vinculada a la tradición taurina. Era hijo
de Manuel Mejías Luján, un célebre banderillero del siglo XIX, lo que
le permitió desde joven familiarizarse con el mundo del toreo. En un
tiempo en el que la tauromaquia era más que un arte, era una forma de
vida, Manuel creció rodeado de leyendas y figuras que definieron el
toreo de su época. La influencia de su padre y el entorno que lo
rodeaba lo marcaron para seguir los pasos de su progenitor.

El sobrenombre de «Bienvenida» que
Manuel heredó de su familia se convirtió en un emblema dentro del
planeta de los toros, tanto que sería adoptado por todos los miembros
de su dinastía, la más relevante de la historia del toreo del siglo XX.
Su fama trascendió más allá de su persona, ya que la dinastía
Bienvenida está compuesta por una serie de matadores de toros que
continuaron la tradición de su progenitor. Además de su habilidad en
los ruedos, Manuel también fue conocido por su temperamento y su
dedicación a la tauromaquia, que lo hicieron una figura respetada en la
comunidad taurina.

Logros y contribuciones

La carrera de Manuel Mejías
Rapela, conocida como «Manuel Bienvenida», estuvo marcada por
altibajos, pero su influencia en la tauromaquia española fue
incuestionable. Su camino en el mundo taurino comenzó en 1905, cuando,
en las arenas de Zaragoza, tomó la alternativa como matador de toros.
Ese 14 de octubre, el reconocido diestro sevillano José García Rodríguez,
apodado «El Algabeño», fue quien apadrinó a Manuel, cediéndole los
trastos de torear en presencia de otra gran figura del toreo, el «Gran
Califa» de Córdoba, Rafael Molina Sánchez,
quien actuó como testigo. Ese día, Manuel debutó en la arena con un
toro de la ganadería de Benjumea, marcando su entrada oficial en el
mundo taurino.

Un año después, el 14 de marzo de
1906, en Madrid, Manuel confirmaría su alternativa, nuevamente
apadrinado por «El Algabeño». Esta vez, le tocó enfrentarse a un toro
de la famosa ganadería de Miura y a otro de Murube. Fue en este periodo
cuando la carrera de Manuel comenzó a afianzarse, pese a los desafíos
de la profesión, y alcanzó su mayor esplendor durante la temporada de
1910.

Un hito crucial en su carrera fue
el 10 de julio de 1910, cuando se presentó en solitario en Madrid para
lidiar y matar un encierro completo de la ganadería del conde de
Trespalacios. Esta hazaña, que luego sería replicada por su hijo Antonio Mejías Jiménez,
consolidó a Manuel como uno de los grandes exponentes del toreo en su
época. Sin embargo, esa misma tarde, la tragedia tocó a su puerta: fue
herido gravemente en el muslo izquierdo por el tercer toro de la
corrida, lo que le obligó a retirarse de la plaza y a suspender los
contratos restantes para esa temporada.

Momentos clave de su carrera

  1. Toma de alternativa (1905):
    El 14 de octubre de 1905, Manuel Mejías Rapela tomó la alternativa en
    Zaragoza, apadrinado por «El Algabeño» y con la presencia de
    «Lagartijo».

  2. Confirmación en Madrid (1906): El 14 de marzo de 1906, Manuel confirmaba su alternativa en Madrid, luchando con un toro de Miura y otro de Murube.

  3. Gran tarde en Madrid (1910): El 10 de julio de 1910, Manuel toreó en solitario en Madrid lidiando un encierro completo del conde de Trespalacios.

  4. Retiro y dedicación a la familia (1924):
    Después de su última corrida en 1924, se retiró oficialmente en la
    localidad cordobesa de Bélmez y dedicó su vida a apoyar las carreras de
    sus hijos.

A lo largo de su carrera, Manuel
Bienvenida se destacó por su valentía, su estilo clásico y su técnica
depurada. Su apodo «El Papa Negro», acuñado por el periodista taurino
José de la Loma, se refería al color oscuro del terno que solía vestir,
lo que también lo vinculaba con su fuerte personalidad y su respeto por
la tradición taurina.

La dinastía Bienvenida

Manuel Mejías Rapela no solo dejó
su huella como torero, sino que, además, transmitió su legado a sus
hijos, quienes siguieron sus pasos en el toreo. Su descendencia
continuó con la tradición taurina, creando una de las dinastías más
importantes y respetadas en la historia del toreo español.

La influencia de Manuel Bienvenida trascendió su propia figura, ya que sus hijos, particularmente Antonio,
continuaron con la tradición familiar, consolidando a la familia
Bienvenida como una de las más destacadas en la historia del toreo.

Relevancia actual

A pesar de que Manuel Mejías
Rapela dejó de torear hace décadas, su legado sigue vivo en el mundo
taurino. La dinastía Bienvenida sigue siendo recordada y respetada, y
su contribución a la historia del toreo sigue siendo estudiada y
celebrada. Su vida y carrera fueron un reflejo de la pasión, el
sacrificio y el arte que caracterizan al toreo, un mundo en el que
Manuel se destacó como uno de los grandes exponentes de su tiempo.

El impacto de su familia en el
toreo español es tan grande que el apellido Bienvenida sigue siendo
sinónimo de excelencia en la tauromaquia. Su apodo «El Papa Negro»
perdura en la memoria colectiva como un símbolo de respeto y admiración
por su figura y su legado.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Manuel Mejías Rapela (1884-1964). El «Papa Negro» que marcó la historia del toreo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/mejias-rapela-manuel [consulta: 29 de septiembre de 2025].