Pedro Martínez González (1931–2021): El Innovador del Toreo que Dejó Huella con la «Pedresina»
Pedro Martínez González (1931–2021): El Innovador del Toreo que Dejó Huella con la «Pedresina»
Orígenes y primeros años
Pedro Martínez González, conocido en el mundo taurino como «Pedrés», nació en Albacete el 11 de febrero de 1931. Desde joven, Pedro mostró una profunda inclinación por el mundo de los toros, una afición heredada de la rica tradición taurina de su tierra natal. En su juventud, los campos y las fincas cercanas a su hogar fueron su primera escuela taurina. Participó en tientas, capeas y otras actividades campestres que eran populares en la región, lo que le permitió forjarse un conocimiento rudimentario de la lidia. Al principio, se trataba de una afición más, un sueño que comenzaba a gestarse en su mente de manera tímida, pero que rápidamente se convirtió en una vocación irrenunciable.
En su adolescencia, Pedro estuvo en contacto con los más experimentados de su tierra, lo que le permitió perfeccionar su técnica. En aquellos primeros años, las faenas camperas y los festejos populares en los alrededores de Albacete fueron su laboratorio. Sin embargo, fue en un evento taurino en Albacete, en octubre de 1949, donde «Pedrés» dio un paso importante. En esa ocasión, participó en un espectáculo para toreros noveles, lo que marcó el comienzo de su camino profesional en el mundo del toreo. Durante esta primera prueba, Pedro demostró sus dotes naturales como torero y logró el respaldo de su público local, lo que le otorgó el empujón necesario para seguir adelante con su carrera.
Inicio de su carrera profesional
El siguiente paso en la carrera de Pedro Martínez González llegó en 1950, un año crucial para él. Durante la campaña de ese año, se decidió a debutar en novilladas, lo que sería su primer contacto formal con la profesionalización del toreo. Fue el 2 de julio de 1950 cuando «Pedrés» se enfundó su primer terno de alamares, un paso decisivo en su trayectoria. El debut tuvo lugar en la plaza de toros de Albacete, en un festejo compartido con otros novilleros como Miguel Gallardo y «Carbonerito». La plaza de Albacete fue testigo de su valentía y su promesa como novillero, lo que consolidó su reputación en la región.
A partir de este momento, Pedro comenzó a ser contratado para diversas novilladas sin picadores. Uno de los compañeros de este viaje fue su gran amigo y compañero de aspiraciones, Juan Montero Navarro. Juntos, formaron una pareja de novilleros albaceteños que cautivó a la afición local. La gente comenzó a seguir sus pasos y a entusiasmarse con el potencial de ambos, en particular con el estilo arriesgado y audaz de «Pedrés». Estos primeros años, marcados por el sudor, los nervios y las ilusiones de la juventud, fueron fundamentales para que Pedro adquiriera la experiencia que más tarde le llevaría al reconocimiento nacional.
El ascenso en la tauromaquia
El primer paso hacia la consolidación de su carrera llegó con su participación en novilladas picadas, un tipo de festejo que requería de un nivel técnico mucho más alto y que suponía un desafío mayor para cualquier torero. Fue el 16 de septiembre de 1950 cuando Pedro Martínez González se presentó en la plaza de Albacete, en una novillada picada que marcaría su primer gran paso en el mundo taurino. En esta ocasión, se enfrentó a un encierro de la ganadería de Pío Tabernero de Paz, acompañado por los novilleros «Nacional» y Juan Montero.
Con el paso de los meses, las oportunidades para «Pedrés» fueron aumentando. Su talento y su capacidad para conectar con el público se pusieron de manifiesto en cada actuación. En 1952, «Pedrés» recibió la oportunidad de presentarse en la Plaza Monumental de Las Ventas de Madrid, la meca del toreo en España. En un festejo celebrado el 8 de junio de ese mismo año, Pedro hizo su debut en la plaza más importante de España, junto a su amigo Juan Montero Navarro. La actuación de Pedro fue un éxito rotundo: cortó tres orejas a sus toros, lo que no solo consolidó su nombre en la capital, sino que le permitió acceder a los círculos más exclusivos del toreo. Este triunfo le permitió dar un salto importante en su carrera, pues a partir de este momento comenzó a ser conocido y respetado fuera de su región natal.
La toma de la alternativa
El 12 de octubre de 1952, Pedro Martínez González vivió uno de los momentos más significativos de su carrera: la toma de alternativa. Esta ceremonia, que simboliza la aceptación de un torero en el escalafón de los matadores de reses bravas, tuvo lugar en la plaza de toros de Valencia. En esa ocasión, su padrino fue el renombrado torero Miguel Báez y Espuny, conocido como «Litri», quien le cedió los trastos con los que Pedro daría la lidia y muerte a un toro de la ganadería de Manuel Sánchez Cobaleda, llamado «Gitanillo». Ese día, la plaza de Valencia fue testigo de la consagración de Pedro Martínez como matador de toros. La jornada no estuvo exenta de simbolismo, ya que, al mismo tiempo, «Litri» anunciaba su retiro temporal del toreo, lo que convirtió este festejo en una especie de hito para el toreo nacional.
La alternativa de «Pedrés» fue un paso trascendental en su carrera. A partir de ese momento, el joven albaceteño ya formaba parte del círculo de los matadores más destacados del mundo taurino, lo que le permitió empezar a torear en las plazas de toros más prestigiosas de España. A lo largo de los meses siguientes, su nombre empezó a ser una garantía de éxito en las plazas más importantes, como Las Ventas de Madrid, donde ya había dejado claro su valor y su destreza.
Confirmación de alternativa y años de esplendor
La carrera de Pedro Martínez González alcanzó nuevas cotas de prestigio tras la confirmación de su alternativa en Madrid el 12 de mayo de 1953. En esta ocasión, su padrino fue el reconocido matador sevillano Juan Barranco Posada, conocido como «Juan Posada», quien le cedió los trastos con los que «Pedrés» lidiaría al toro llamado Testarudo, de la ganadería de Antonio Urquijo. Junto a ellos, el testigo de la ceremonia fue el torero salmantino Emilio Ortuño Duplaix, más conocido como «Jumillano». Esta confirmación en Madrid fue un paso crucial para consolidar la posición de Pedro en el escalafón de los matadores, pues la Plaza de Las Ventas es la más exigente y representativa del mundo taurino.
Con el respaldo de este éxito, «Pedrés» continuó consolidándose como una figura de gran importancia en el panorama taurino. Durante la campaña de 1953, participó en un total de cuarenta y ocho corridas, y al año siguiente, en 1954, continuó su racha de éxitos con otras cuarenta y cuatro presentaciones. A medida que su nombre se difundía, «Pedrés» tuvo la oportunidad de llevar su toreo más allá de las fronteras españolas. México, Colombia y Perú fueron algunos de los destinos internacionales en los que se presentó, cosechando grandes triunfos y recibiendo el cariño de las aficiones más exigentes.
Su paso por América le permitió no solo afianzarse como torero, sino también evolucionar en su estilo. Mientras en sus primeros años se destacó principalmente por su valentía y su toreo arriesgado, con el tiempo fue perfeccionando su técnica, lo que le permitió realizar faenas de una calidad artística cada vez mayor. En este sentido, su toreo se fue serenando, volviéndose más reposado y maduro, sin perder la audacia y la capacidad de sorprender al público con su desparpajo y creatividad.
Primer retiro y regreso triunfal
A pesar de su éxito imparable, Pedro Martínez González decidió retirarse temporalmente del toreo en 1955, tras haber participado en treinta y siete festejos esa temporada. La decisión vino impulsada por un agotamiento físico y mental, así como por una sensación de haber cumplido un ciclo. Su última corrida en activo tuvo lugar el 13 de octubre de 1955, en el circo taurino de Zaragoza, en una tarde en la que compartió cartel con grandes figuras como Francisco Camino Sánchez («Paco Camino») y Manuel Benítez Pérez («El Cordobés»). Con este festejo, Pedro cortó la coleta, anunciando su retirada del toreo profesional.
Sin embargo, el espíritu taurino que llevaba dentro no pudo mantenerse alejado de los ruedos por mucho tiempo. En 1960, Pedro volvió a vestirse de luces para reaparecer en la plaza de Santa Cruz de Tenerife, donde comprobó que su nombre seguía despertando un gran fervor en la afición. La reaparición fue un éxito rotundo, y en esa temporada, «Pedrés» firmó cuarenta y ocho actuaciones, lo que evidenció que su regreso fue tanto esperado como bien recibido. Durante la temporada siguiente, en 1961, participó en treinta y seis festejos, un número considerable para un torero que llevaba ya algunos años fuera de los ruedos.
La reaparición de «Pedrés» marcó una etapa de renovación en su estilo. En su regreso, su toreo experimentó una evolución evidente: su técnica era más depurada, más artística y menos atropellada que en sus primeros años. Este nuevo enfoque le permitió conectar aún más con la afición, que reconocía en él no solo la bravura del torero, sino también un sentido estético más refinado y una mayor madurez en el dominio de la lidia.
La retirada definitiva y legado
En 1965, tras una temporada exitosa que incluyó sesenta y cinco corridas en toda España, Pedro Martínez González decidió cortar definitivamente la coleta. Esta vez, la retirada fue irreversible, y el 12 de octubre de 1965 se despidió de los ruedos en la plaza de toros de Hellín (Albacete), tras compartir cartel con los toreros «Paco Camino» y «El Cordobés», lidiando toros de la ganadería de Flores Cubero Hermanos y de don Francisco Galache. Esta despedida marcó el fin de una de las trayectorias más brillantes y admiradas del toreo de mediados del siglo XX.
Aunque «Pedrés» se retiró definitivamente del toreo, su nombre nunca desapareció de la memoria colectiva de la afición. Tras su adiós, se dedicó a participar en algunos festivales benéficos y a vivir una vida alejada de los ruedos, pero siempre conectado a su pasión. Fue un innovador en la estética del toreo, especialmente con su célebre lance, la pedresina, un pase cambiado de muleta ejecutado con la espalda al toro, que dejó una huella indeleble en la historia del toreo del siglo XX.
Pedro Martínez González es recordado no solo por sus triunfos y su habilidad para conectar con el público, sino también por su capacidad para reinventarse y evolucionar a lo largo de su carrera. Su legado permanece en la tauromaquia española, tanto por su aportación técnica como por la huella que dejó en la afición, que siempre lo consideró uno de los grandes matadores de su tiempo.
Con su retirada, «Pedrés» cerró un capítulo importante de la historia del toreo, pero su nombre sigue vivo en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de presenciar su arte. En definitiva, Pedro Martínez González no solo fue un valiente matador, sino también un referente para generaciones futuras de toreros, que encontraron en su estilo un ejemplo a seguir.
MCN Biografías, 2025. "Pedro Martínez González (1931–2021): El Innovador del Toreo que Dejó Huella con la «Pedresina»". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/martinez-gonzalez-pedro [consulta: 18 de octubre de 2025].