Francisco Camino Sánchez (1940-VVVV): La Vida y el Arte de Paco Camino
Orígenes y Primeros Años
Francisco Camino Sánchez, conocido en el mundo del toreo como Paco Camino, nació el 14 de diciembre de 1940 en Camas, un municipio sevillano en el corazón de Andalucía. Hijo de una familia profundamente vinculada con la tradición taurina, desde pequeño estuvo rodeado de la cultura del toro, el arte que sería su vida. Aunque su familia no era ganadera ni ligada directamente al negocio del toreo, el ambiente sevillano, fértil en influencias taurinas, influyó de manera significativa en el desarrollo de su vocación.
El joven Francisco demostró desde temprana edad una inclinación hacia el mundo de los toros, influenciado por los grandes matadores de su tiempo y por el espíritu andaluz que vivía en las calles de su ciudad natal. A los 14 años, comenzó a practicar con los aficionados locales, desarrollando un arte que, con el tiempo, lo distinguiría por su destreza y valentía.
Primeros Pasos en el Toreo
A los 14 años, Paco Camino dio el primer paso hacia la fama taurina. En 1954, con apenas 13 años, se vistió por primera vez de luces en la localidad de Cumbres Mayores, una pequeña población en la provincia de Huelva. Este debut como novillero fue el principio de una carrera que marcaría un antes y un después en el toreo. Durante sus primeros años como novillero, Camino se destacó por su inteligencia y madurez frente a los astados, cualidades que rápidamente le ganaron el respeto tanto de la afición como de los veteranos del toreo.
La etapa novilleril de Camino estuvo marcada por importantes triunfos en varias plazas españolas, lo que le permitió consolidarse como una de las promesas del toreo de la época. Su elegancia, técnica depurada y valentía fueron elementos que lo hicieron destacar. No fue un camino fácil; como todo novillero, tuvo que superar dificultades y desafíos, pero su entrega y dedicación pronto lo catapultaron hacia el profesionalismo.
Primeros Triunfos
El 17 de abril de 1960, Paco Camino alcanzó un hito en su carrera al tomar la alternativa en la plaza de toros de Valencia, uno de los escenarios más importantes del toreo en España. El diestro hispalense Jaime Ostos fue quien apadrinó la ceremonia, cediéndole los trastos para lidiar y matar al toro Mandarín, un astado de la ganadería de Urquijo. La corrida fue un éxito y marcó su entrada oficial en el mundo de los matadores de toros. A pesar de ser su debut como matador, la clase y valentía de Camino ya eran inconfundibles.
El 12 de mayo de 1961, sólo un año después de tomar la alternativa, Paco Camino se presentó en la plaza Monumental de Las Ventas, en Madrid, para confirmar su doctorado. El matador Julio Aparicio fue su padrino en este importante momento de su carrera. En un acto que evidenció su audacia y madurez, Camino logró lidiar con destreza un toro de la ganadería de Antonio Pérez de San Fernando. A pesar de una temporada marcada por varias lesiones graves, Paco Camino demostró que su lugar en la cumbre del toreo ya estaba asegurado. La herida sufrida en Bilbao y en Madrid no mermó su entusiasmo y su temporada fue de las más productivas para un novato, sumando un total de 68 corridas.
Aventuras en Hispanoamérica
La temporada de 1961 también incluyó su primer viaje a Hispanoamérica, donde continuó cosechando triunfos. La plaza de toros de Lima, en Perú, fue escenario de una gesta importante en su carrera. Allí, a pesar de sufrir una fractura del maxilar izquierdo tras un encuentro con uno de los toros, mostró un pundonor y valentía que consolidaron aún más su reputación internacional. De regreso a España, y con la experiencia de las tierras ultramarinas, Paco Camino continuó su ascenso con actuaciones memorables en la mayoría de las plazas de España.
En los años siguientes, Paco Camino se convirtió en una figura esencial en el toreo. En 1962, volvió a Hispanoamérica, donde cosechó un triunfo resonante en la plaza de toros de Ciudad de México, un escenario exigente y prestigioso. Este triunfo lo catapultó aún más, y en la temporada siguiente fue galardonado con la Oreja de Oro en México, un premio que destacaba la calidad de su toreo. A pesar de las heridas y desafíos que sufrió durante sus viajes, el matador sevillano se enfrentaba a los toros con una pasión inquebrantable, demostrando su destreza y su compromiso con el arte del toreo.
El toreo de Paco Camino no era solo una cuestión de valentía; su técnica refinada, su capacidad para ejecutar las suertes con precisión y su elegante manejo de los engaños hicieron que fuera admirado por tanto los aficionados como por la crítica más exigente. La temporada de 1964, en la que sufrió una grave cornada en Málaga, también fue una prueba de su fortaleza y tenacidad, ya que logró recuperarse rápidamente para continuar con su temporada.
A medida que pasaban los años, la figura de Paco Camino seguía creciendo. En 1966, firmó un total de 95 contratos, consolidándose como uno de los toreros más importantes de la época. Con cada actuación, demostraba su extraordinaria capacidad para lidiar con los toros más difíciles, y su nombre comenzaba a estar en la boca de todos los aficionados.
En resumen, Paco Camino había logrado en sus primeros años como matador una carrera llena de éxitos y dificultades. Con su pasión, destreza y valentía, el sevillano había dejado una huella profunda en el mundo del toreo, convirtiéndose en una de las figuras más prometedoras de la segunda mitad del siglo XX.
Años de Consagración y Triunfos en España
El año 1967 se marcó como un hito en la carrera de Paco Camino. Aquel año, en un gesto de confianza y valentía, decidió enfrentarse a seis toros en solitario, sin la compañía de otros matadores, en un evento que tuvo lugar en la plaza de toros de Badajoz. Esta actuación, además de ser una muestra de su arrobo y destreza, se convirtió en una de las más celebradas de su carrera. Camino, vestido de luces, cortó siete orejas y dos rabos, una hazaña que fue vista como una confirmación de su maestría. Este triunfo se unió a otros grandes logros de su carrera, como el que consiguió en 1968 en Madrid, en la plaza Monumental de Las Ventas, donde demostró una vez más por qué era considerado uno de los mejores toreros del momento.
Paco Camino no solo se destacó por su arte, sino también por la técnica depurada que mostró frente a los toros más difíciles. En 1969, en su constante búsqueda de superación, lidió en un total de 82 corridas, consolidándose cada vez más en la cumbre del toreo. Los años 1967 a 1970 se convirtieron en su período de mayor plenitud, con contratos en las plazas más importantes de España y Hispanoamérica, y con un nivel de exigencia que solo los grandes matadores podían soportar.
Los Golpes del Destino: La Pérdida de su Hermano
A pesar de sus éxitos, el año 1973 trajo consigo uno de los momentos más trágicos de la vida de Paco Camino. El 3 de junio de ese año, en una corrida celebrada en Barcelona, su hermano y peón de confianza, Joaquín Camino Sánchez, fue gravemente herido por un toro de la ganadería de Atanasio Fernández. El toro, conocido como Curioso, alcanzó a Joaquín en el muslo derecho y en el hemitórax, lo que derivó en una agonía que, tras dos días de sufrimiento, le costó la vida.
Este hecho marcó profundamente a Paco Camino. El dolor por la pérdida de su hermano, quien además de ser su familiar cercano era su mayor apoyo en los ruedos, dejó una huella imborrable en su alma. La tragedia le obligó a retirarse temporalmente de los ruedos. En ese año, apenas cumplió diecisiete contratos, lo que reflejaba la magnitud de la tragedia personal que vivió. A pesar de su inmenso dolor, su legado como torero seguía vivo, aunque la sombra de esa pérdida marcaría el resto de su carrera.
Retornos y Despedidas: Las Últimas Temporadas
A pesar de la tragedia, Paco Camino no se dejó vencer. En 1974, volvió al ruedo con renovados bríos, firmando 70 contratos ese año. En los años siguientes, continuó siendo una figura clave del toreo, mostrando que el arte del toreo no solo se trataba de valentía, sino también de resiliencia. En 1977, después de haber lidiado un total de 40 corridas, decidió retirarse momentáneamente de las plazas.
El adiós definitivo parecía llegar en 1978, cuando se despidió de la afición de Hispanoamérica en la plaza de toros de México. Sin embargo, en 1980, decidió regresar a los ruedos. Durante ese año, tras un breve periodo de reaparición, sufrió una cornada grave en el cuello y en una pierna en Aranjuez, lo que obligó a suspender la temporada. Esta herida no impidió que volviera a los ruedos en 1981, año en el que cumplió diecisiete contratos. El deseo de seguir toreando seguía latente, y su regreso era esperado con entusiasmo por los aficionados que lo veneraban.
En 1982, Paco Camino decidió retirarse «casi» definitivamente. Su última actuación en España tuvo lugar en Valladolid, el 23 de septiembre de ese año. Sin embargo, antes de colgar definitivamente el traje de luces, hizo una última gira por Hispanoamérica, donde actuó en Venezuela, Ecuador y Colombia, cerrando así su ciclo con una despedida emotiva.
Un Legado Inolvidable
A lo largo de su carrera, Paco Camino se consagró como uno de los toreros más completos de la historia del toreo. Su dominio de los engaños, tanto con el capote como con la muleta, fue sublime, y su capacidad para ejecutar la suerte suprema con elegancia y precisión le valió el reconocimiento y el cariño de los aficionados más exigentes.
En 1987, con motivo de la alternativa que su hijo, Rafael Camino Sanz, recibió en las plazas de Nimes (Francia), Paco Camino regresó al ruedo para doctorar a su hijo. Este acto simbólico, que unió generaciones de toreros, fue una muestra del legado que Paco Camino dejó en el toreo. Ese mismo día, también reapareció en la plaza el matador Miguel Báez “Litri”, quien, en un gesto paralelo, otorgó la alternativa a su propio hijo, Miguel Báez Spínola. Así, la tradición taurina se renovaba, pero siempre con la huella indeleble de los grandes maestros.
El reconocimiento a su carrera llegó en 2005, cuando el Consejo de Ministros de España le concedió la Medalla de Oro de las Bellas Artes, un galardón que reflejaba la trascendencia de su legado en la cultura española. Su arte perdura, y su nombre sigue siendo sinónimo de elegancia, valentía y maestría en el toreo. La figura de Paco Camino es un referente para generaciones de toreros y aficionados que lo recuerdan como uno de los grandes de la historia del toreo.
En la historia del toreo, pocos han dejado una huella tan profunda y duradera como Paco Camino. Su legado no solo es una muestra de valentía frente al toro, sino también de un arte refinado y una técnica depurada que siguen siendo admirados hasta el día de hoy. Con su nombre, se recuerda a un torero que fue capaz de dominar los ruedos con elegancia y pasión, y cuya figura seguirá inspirando a las futuras generaciones de toreros.
MCN Biografías, 2025. "Francisco Camino Sánchez (1940-VVVV): La Vida y el Arte de Paco Camino". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/camino-sanchez-francisco [consulta: 15 de octubre de 2025].