Krieger, Victorina Vladimirovna (1893-1978). La legendaria bailarina y directora rusa del Ballet Bolshoi

Victorina Vladimirovna Krieger (1893-1978) fue una de las figuras más influyentes del ballet ruso, destacándose no solo como una talentosa bailarina, sino también como directora y crítica de ballet. Su vida estuvo marcada por una dedicación absoluta al arte de la danza, donde dejó una huella indeleble tanto en el ámbito nacional como internacional. Nacida en San Petersburgo el 9 de abril de 1893 en el seno de una familia de actores, Krieger estuvo rodeada desde su infancia por la cultura y el arte, lo que influyó en su futura carrera.

Orígenes y contexto histórico

Victorina Krieger nació en una Rusia de profundas transformaciones. A finales del siglo XIX y principios del XX, el país experimentaba importantes cambios políticos y culturales, lo que se reflejaba en las artes. La danza clásica rusa vivía su auge gracias a instituciones como el Teatro Bolshoi, uno de los centros más prestigiosos en el mundo del ballet.

Desde pequeña, Krieger demostró su afinidad por la danza, lo que la llevó a ingresar en la Escuela del Teatro Bolshoi de Moscú, donde estudió bajo la dirección de Vasili Tikhomirov, uno de los más grandes maestros de la época. Krieger finalizó sus estudios en 1910 y rápidamente comenzó a hacer su marca como bailarina dentro de la compañía del Bolshoi.

Logros y contribuciones

El talento de Krieger pronto fue reconocido, y en 1910 se unió oficialmente al Ballet Bolshoi, donde desempeñó el papel de ballerina durante diez años. Durante este tiempo, protagonizó diversas obras y se convirtió en una de las artistas más admiradas de la compañía. Uno de sus momentos más destacados ocurrió en 1919, cuando interpretó el papel principal de la Danza del Té en la obra Cascanueces, bajo la dirección de Alexander Gorsky.

Su destreza en el escenario no se limitaba a su presencia en el Ballet Bolshoi. En 1923, Krieger emprendió una gira por Estados Unidos con el Ballet de Anna Pavlova, y también actuó en recitales solistas junto al célebre bailarín Mikhail Mordkin. Estos viajes le permitieron expandir su influencia en el mundo del ballet y compartir el arte ruso con audiencias internacionales, consolidándose como una de las artistas más importantes de la danza clásica.

A lo largo de los años, Krieger continuó perfeccionando su técnica y explorando nuevas facetas de la danza. Regresó al Ballet Bolshoi en 1925, donde continuó con su exitosa carrera, mientras que también emprendía recitales en varias ciudades rusas. Durante esta etapa, trabajó con importantes coreógrafos, incluyendo a Assaf Messerer, con quien interpretó el papel de Carabosse en la producción de La Bella Durmiente (1936).

En 1929, Krieger asumió la dirección artística del Ballet del Arte de Moscú, una de las compañías más relevantes del país. Diez años después, esta compañía se transformó en la compañía oficial del Teatro Stanislavsky y Nemirovich-Danchenko, consolidándose como uno de los referentes del ballet en Rusia.

Momentos clave

A lo largo de su carrera, Krieger vivió varios momentos claves que marcaron su evolución artística. A continuación, se destacan algunos de los más importantes:

  1. 1919: Estreno de la Danza del Té en Cascanueces, dirigida por Alexander Gorsky.

  2. 1923-1925: Giras con el Ballet de Anna Pavlova y actuaciones junto a Mikhail Mordkin en Estados Unidos.

  3. 1925: Regreso al Ballet Bolshoi y continuos recitales en diversas ciudades rusas.

  4. 1936: Interpretación del papel de Carabosse en La Bella Durmiente, bajo la dirección de Assaf Messerer.

  5. 1945: Participación en la obra Cenicienta, donde interpretó el papel de la madrastra, en una versión de Rostislav Zakharov.

Además de estos hitos artísticos, Krieger también fue una crítica de ballet excepcional y autora de la obra Mis Notas (Moscú, 1930), que se convirtió en una importante reflexión sobre la evolución de la danza clásica y el papel de los bailarines en la sociedad.

Relevancia actual

A pesar de haberse retirado de los escenarios en 1948, Krieger continuó influyendo en el mundo del ballet. Entre 1955 y 1963, se dedicó a la dirección del Museo del Teatro Bolshoi, preservando la rica historia de una de las instituciones más emblemáticas de Rusia.

La importancia de Victorina Krieger en la historia del ballet no solo reside en su habilidad artística y su dedicación al escenario, sino también en su capacidad para ser una formadora de generaciones futuras. Al asumir la dirección del Ballet del Arte de Moscú, Krieger tuvo un impacto directo en la nueva ola de bailarines y coreógrafos que surgieron en la década de 1930, los cuales continuaron desarrollando y enriqueciendo la tradición del ballet clásico.

Krieger fue reconocida por su contribución al arte con diversos galardones, entre los que se destaca el título de Artista del Pueblo otorgado en 1951. Este reconocimiento no solo celebró su dedicación al ballet, sino también su papel en la evolución del teatro y la danza rusa.

Hoy en día, el legado de Victorina Krieger sigue vivo. Su influencia en el mundo del ballet ruso y su aporte al desarrollo artístico del siglo XX siguen siendo fundamentales para comprender la historia del ballet y la cultura rusa.

Bibliografía

Krieger, Victorina. Mis Notas. Moscú, 1930.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Krieger, Victorina Vladimirovna (1893-1978). La legendaria bailarina y directora rusa del Ballet Bolshoi". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/krieger-victorina-vladimirovna [consulta: 28 de septiembre de 2025].