Bermudo I (740-797): El Piadoso Rey de Asturias que Abdicó por la Paz

Bermudo I (740-797): El Piadoso Rey de Asturias que Abdicó por la Paz

Bermudo I, conocido también como Vermudo el Diácono, fue el octavo rey de Asturias, ocupando el trono entre los años 788 y 791. Aunque su reinado fue breve, con apenas tres años de duración, dejó una huella significativa en la historia asturiana. A pesar de que no fue un monarca destacado por sus logros militares, su reinado estuvo marcado por la necesidad de mantener la paz interna del reino y la amenaza constante de las incursiones musulmanas. Su decisión de abdicar en favor de Alfonso II el Casto es uno de los aspectos más notables de su historia, lo que le permitió ser recordado no solo como rey, sino también como un hombre piadoso que antepuso la estabilidad del reino a su propio poder.

Orígenes y primeros años de vida

La familia de Bermudo I y su contexto en la corte asturiana

Bermudo I nació alrededor del año 740 en el seno de una familia vinculada estrechamente a la corte asturiana. Era hijo de Fruela, hermano del rey Alfonso I el Católico, y de Nuña, su esposa. Debido a la falta de fuentes documentales sobre su niñez, se desconoce gran parte de los detalles sobre sus primeros años de vida. Sin embargo, es probable que haya pasado su infancia en las tierras ocupadas por los vascones, en el reino de Asturias, lo que le permitió estar en contacto con los conflictos internos de la región. En un periodo tan turbulento como el siglo VIII, marcado por las luchas contra el avance musulmán, su familia jugó un papel importante dentro de la nobleza asturiana, pero él mismo parece no haber tenido una gran relevancia política durante su juventud.

La educación de Bermudo I y su formación religiosa

Desde temprana edad, parece que Bermudo I fue preparado para ingresar en la Iglesia. Su hermano, Aurelio, era el primogénito y, por lo tanto, el heredero del reino, lo que dejaba a Bermudo sin posibilidades de ocupar el trono. En consecuencia, algunos estudiosos han sugerido que fue educado con el fin de hacer carrera eclesiástica, lo que le permitió desarrollar una formación religiosa sólida. Si bien no se tiene certeza sobre dónde realizó sus estudios, algunos historiadores postulan que pudo haber iniciado su formación en Oviedo, en la iglesia de San Vicente, aunque esto sigue siendo una hipótesis sin confirmación en las crónicas contemporáneas.

De acuerdo con las fuentes históricas, Bermudo llegó a ser diácono, un cargo religioso que, junto a su sobrenombre de «el Diácono», es uno de los pocos datos comprobables sobre su carrera eclesiástica. Sin embargo, se especula que no llegó a ejercer mucho tiempo como diácono, ya que, tras la muerte de su predecesor, el rey Mauregato, se vio empujado a asumir la corona.

La elección del rey y su sorpresa ante el trono

Las razones detrás de su elección como monarca

El 788, tras la muerte de Mauregato, el reino asturiano se encontraba sumido en la incertidumbre. A pesar de las numerosas facciones nobles, fue Bermudo I quien, sorpresivamente, fue elegido rey. Su ascenso al trono fue un hecho inusual, pues no ocupaba una posición destacada en la corte y no había sido parte de las intrigas políticas previas. Este hecho ha suscitado el interés de los historiadores, quienes han propuesto varias teorías sobre las razones que llevaron a los nobles a elegirlo.

Una de las explicaciones más aceptadas es que los nobles se sintieron reacios a proclamar a Alfonso II el Casto, hijo de Mauregato, debido a la posibilidad de que tomara represalias contra aquellos que habían sido responsables de la muerte de su padre. Por otro lado, algunos consideran que la elección de Bermudo pudo haberse debido a la percepción de que era un hombre fácil de controlar, con poca experiencia en la lucha militar y una disposición para mantener la paz con los musulmanes, tal como lo habían hecho sus antecesores.

Independientemente de las razones, lo cierto es que Bermudo se mostró sorprendido por su elección. Según las crónicas asturianas, su carácter piadoso y su vida tranquila dedicada al estudio y la oración contrastaban con las duras exigencias del trono. Sin embargo, frente a las presiones de los nobles, Bermudo aceptó la corona, lo que marcaría el inicio de un breve y agitado reinado.

Matrimonio y descendencia

La esposa de Bermudo I y los posibles hijos

Aunque Bermudo I fue una figura importante en la historia asturiana, su vida personal sigue envuelta en el misterio. Su matrimonio fue una obligación más que una elección, ya que se veía forzado a conformar una familia para consolidar su reinado. Según las fuentes, Bermudo contrajo matrimonio en el año 788, pero la identidad de su esposa ha sido objeto de debate. Algunos historiadores sostienen que su esposa era una noble gallega, mientras que otros afirman que provenía de Navarra. En cualquier caso, la mayoría de las fuentes coinciden en que su nombre era Usenda.

En cuanto a sus descendientes, es generalmente aceptado que Bermudo fue el padre de Ramiro I, quien posteriormente se convertiría en rey de Asturias. Ramiro nació aproximadamente en el año 792, y su futuro como monarca parece haberse asegurado por la relación cercana que Bermudo mantuvo con Alfonso II. Además, algunas fuentes mencionan a otros descendientes, como un hijo llamado García, y dos hijas, aunque los detalles sobre ellos son escasos. Sin embargo, dada la corta duración de su matrimonio, es poco probable que Bermudo haya tenido cuatro hijos en los tres años en los que estuvo casado.

La reconciliación entre facciones nobiliarias

Desde el inicio de su reinado, Bermudo I se encontró con la difícil tarea de pacificar un reino dividido. Asturias no era una entidad homogénea; las facciones nobles se disputaban el poder y la influencia, lo que dificultaba cualquier intento de consolidar el orden. Consciente de la importancia de mantener la unidad, Bermudo se dedicó a intentar reconciliar a los diferentes sectores de la nobleza asturiana, buscando superar los conflictos internos que amenazaban con desestabilizar su monarquía.

Bermudo I entendió que su principal desafío no era solo la amenaza externa de los musulmanes, sino también las tensiones internas que amenazaban la paz. Sin embargo, su éxito en este ámbito fue limitado. A pesar de sus esfuerzos por conseguir un consenso entre los nobles, las luchas internas continuaron siendo una constante, y los conflictos de poder fueron una parte inherente a la dinámica del reino durante su corto reinado.

El renacer de la amenaza musulmana

La llegada de Hisham I y la guerra santa

A lo largo de los últimos años del siglo VIII, la situación política en la península ibérica se vio marcada por los cambios en al-Andalus. En 788, el segundo hijo de Abd al-Rahmán I, Hisham I, ascendió al poder en Córdoba. Con un fuerte compromiso religioso, Hisham I buscaba expandir el dominio musulmán y acabar con los reinos cristianos del norte de la península, impulsando una nueva fase de agresión contra los reinos asturianos.

Este cambio en la política musulmana supuso una amenaza directa para el reino de Asturias. En 791, el califato de Córdoba lanzó una importante ofensiva contra los territorios cristianos del norte, con la intención de sofocar cualquier resistencia a su dominio. El monarca asturiano, Bermudo I, comenzó a reunir un ejército con la esperanza de defender su reino de la inminente invasión. Sin embargo, los musulmanes atacaron en dos frentes, dividiendo sus fuerzas en varias columnas y arremetiendo con gran ferocidad.

La batalla de Burbia y la derrota de Bermudo I

El ataque musulmán a Galicia y el enfrentamiento en Villafranca

El ataque musulmán de 791 fue devastador. Tras haber disfrutado de una tregua de 20 años, el reino asturiano se vio incapaz de contener las fuerzas musulmanas, que avanzaron rápidamente hacia el interior. Álava y la región de las Vardulias fueron duramente castigadas por un ejército musulmán comandado por Ubayd Allah ibn Uthman. Aunque Bermudo I intentó organizar la resistencia, la mayor parte de estas regiones cayeron rápidamente bajo el dominio musulmán.

La batalla más significativa de esta invasión tuvo lugar en Galicia. Las tropas asturianas, bajo el mando de Bermudo, intentaron frenar a los musulmanes en su avance, y aunque la defensa fue valiente, el ejército cristiano no logró evitar el saqueo y la destrucción en diversas ciudades gallegas. Los musulmanes, después de asolar varias regiones, continuaron su marcha hacia el interior, con el objetivo de conquistar Astorga. Fue en las cercanías de la actual Villafranca del Bierzo donde las tropas de Bermudo I lograron finalmente interceptar al enemigo.

La batalla de Burbia, librada en estos parajes, terminó en una completa derrota para los asturianos. Bermudo I no solo sufrió una derrota militar, sino que también se vio desbordado por las circunstancias, lo que afectó profundamente su confianza como líder.

Abdicación de Bermudo I y el ascenso de Alfonso II

Las consecuencias de la derrota y la decisión de abdicar

Tras la aplastante derrota en la batalla de Burbia, Bermudo I se dio cuenta de que sus habilidades como líder militar eran limitadas. Reconociendo su falta de preparación para enfrentar las fuerzas musulmanas, decidió dar un paso atrás y abdicar en favor de un hombre más capacitado para asumir la responsabilidad del reino: Alfonso II el Casto, quien ya era considerado por muchos como el heredero natural del trono asturiano.

Alfonso II había sido desterrado durante el reinado de Mauregato, pero tras la muerte de este y la derrota sufrida por Bermudo I, las circunstancias fueron propicias para su regreso. Bermudo, al comprender que su reinado no podía continuar y que su falta de experiencia en el campo de batalla ponía en peligro al reino, buscó a Alfonso II, quien asumió el mando con la esperanza de restaurar el orden en el reino asturiano.

La vida posterior a la abdicación y la muerte de Bermudo I

El regreso a su vida religiosa y su fallecimiento

Después de abdicar, Bermudo I regresó a su vida anterior, alejada de las tensiones políticas. Volvió a centrarse en su vida religiosa, alejándose del mundo secular y retomando su papel como diácono, dedicándose a la oración y el estudio, tal como lo había hecho antes de su breve periodo en el trono. Según las crónicas asturianas, Bermudo se mantuvo leal a Alfonso II y permaneció a su lado hasta su muerte, apoyando el nuevo reinado y sin mostrar signos de resentimiento por su decisión de abdicar.

Bermudo I falleció en 797, aproximadamente a la edad de 57 años. Fue considerado por los cronistas como un monarca piadoso, un hombre cuya bondad y humildad fueron reconocidas por sus contemporáneos. Sus restos fueron depositados en el panteón de los reyes de la catedral de Oviedo, donde descansan junto a otros monarcas asturianos. Su legado perduró a través de la influencia que tuvo en la historia de la monarquía asturiana y en la figura de su hijo, Ramiro I, quien ocuparía el trono años después.

El reinado de Bermudo I, aunque breve y marcado por dificultades militares, es un recordatorio de la importancia de la paz interna y la prudencia política. Su decisión de abdicar, lejos de ser un signo de debilidad, fue un acto de sabiduría que permitió la continuidad del reino y contribuyó a la estabilización de la monarquía asturiana en un periodo de grandes desafíos.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Bermudo I (740-797): El Piadoso Rey de Asturias que Abdicó por la Paz". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/vermudo-i-rey-de-asturias [consulta: 28 de septiembre de 2025].