Franklin James Schaffner (1920–1989): Director de cine que revolucionó el séptimo arte
Nacimiento y primeros años (1920-1930)
Franklin James Schaffner nació el 30 de mayo de 1920 en Tokio, Japón, en el seno de una familia estadounidense dedicada a la labor misionera. Sus padres, profundamente involucrados en la fe protestante, habían decidido trasladarse a Japón para llevar a cabo su trabajo pastoral, lo que provocó que Franklin viniera al mundo en la capital nipona. A pesar de este origen japonés, su nacionalidad era estadounidense, un aspecto que marcaría su vida y carrera en el futuro.
A los pocos años de su nacimiento, la familia Schaffner se trasladó a los Estados Unidos debido a los cambios en sus circunstancias personales y profesionales. Se instalaron en Lancaster, Pensilvania, donde Franklin pudo disfrutar de un entorno más estable para su educación y desarrollo. Fue en esta ciudad donde inició su educación formal, y su inclinación hacia las artes y el espectáculo se hizo evidente desde temprana edad. En el Franklin and Marshall College, una institución educativa de prestigio, Schaffner no solo destacó por su rendimiento académico, sino que también mostró un interés temprano por las artes escénicas. Formó parte de la compañía teatral del colegio y participó en varias producciones, lo que le permitió desarrollar una conexión emocional con el mundo de la interpretación y la dirección.
Formación académica e influencias tempranas (1930-1940)
Al finalizar sus estudios secundarios, Franklin Schaffner decidió continuar su educación en la Universidad de Columbia en Nueva York, donde se matriculó en la Facultad de Derecho. Sin embargo, la vida le tenía otro destino. Su carrera universitaria se vio interrumpida abruptamente debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto global obligó a muchas naciones, incluida Estados Unidos, a movilizar a su juventud para la guerra. Franklin, con su expediente académico brillante, fue reclutado y se unió a las tropas anfibias del Ejército de los Estados Unidos.
Durante la guerra, Schaffner prestó servicio en Europa y en el norte de África, pero su inteligencia y habilidades lo llevaron a un puesto más estratégico. Al final de la guerra, se unió a la Oficina de Servicios Estratégicos de los Estados Unidos, donde llevó a cabo importantes misiones que lo llevaron nuevamente al lejano Oriente. Esta experiencia marcó profundamente a Schaffner, no solo en lo personal, sino también en lo profesional, pues le permitió entrar en contacto con una variedad de culturas y situaciones que más tarde influirían en su estilo artístico y narrativo.
Primeros intereses profesionales y transición a la televisión (1940-1950)
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el regreso a Estados Unidos, Franklin Schaffner se enfrentó a la difícil decisión de reanudar sus estudios en Derecho o cambiar de rumbo profesional. El entusiasmo de su juventud por el teatro y el cine había crecido durante la guerra, y pronto optó por sumergirse en el mundo del espectáculo, un ámbito que siempre había despertado su fascinación. Este cambio de dirección fue fundamental en su vida, y en lugar de continuar sus estudios legales, comenzó a trabajar en la televisión.
A principios de los años cincuenta, Schaffner encontró su lugar en la televisión, específicamente en la cadena CBS. En estos primeros años, se dedicó a realizar documentales, telefilmes y programas teatrales, logrando una reputación considerable como director en el medio televisivo. Durante esta etapa, Franklin Schaffner también se casó con Helen Jane Gilchrist en 1949, con quien tendría dos hijos. El matrimonio no solo representó un cambio en su vida personal, sino también un ancla que lo sostuvo mientras avanzaba en su carrera profesional.
La década de los cincuenta y principios de los sesenta fue clave en su desarrollo como director televisivo. En 1954, Schaffner ganó su primer Emmy por la dirección de Twelve Angry Men, una adaptación televisiva de la famosa obra de Reginald Rose. Este éxito le abrió las puertas a más proyectos, y en 1955 volvió a ganar el premio por la dirección de The Caine Mutiny Court Martial for Ford Star Jubilee. Además, su trabajo en series como The Defenders, Studio One, Tales of Tomorrow, Startime, y Advise and Consent lo consolidó como uno de los realizadores más prometedores de la televisión estadounidense.
Schaffner no solo destacó en la dirección, sino que también dejó su huella en el formato de series y programas teatrales, demostrando una rara habilidad para adaptar distintos géneros y temas, desde dramas políticos hasta producciones más ligeras. A medida que su reputación crecía, los cineastas de Hollywood empezaban a notar su talento, y la transición de Schaffner del mundo de la televisión al cine estaba por comenzar.
Primeros pasos en la televisión y reconocimiento (1950-1960)
Con su consolidación en la televisión estadounidense, Franklin Schaffner continuó ganando prestigio como director. A pesar de que muchos realizadores de la época veían la televisión como un medio secundario en comparación con el cine, Schaffner demostró que era posible destacar en ambos campos. Su éxito continuó con proyectos que iban desde el teatro grabado hasta los documentales de alto calibre, lo que le permitió perfeccionar su estilo y mostrar su capacidad para manejar temas complejos y políticos.
Uno de los logros más importantes de Schaffner en la televisión fue su dirección de Twelve Angry Men en 1954, una producción televisiva que marcó un hito en la forma de adaptar obras de teatro al formato televisivo. La historia de un jurado que deliberaba sobre la culpabilidad de un joven acusado de asesinato fue un brillante ejemplo de narrativa contenida y de la habilidad de Schaffner para explorar tensiones humanas en entornos limitados. Este éxito lo consolidó como uno de los directores más talentosos de la televisión y le permitió ganar el primer de muchos premios Emmy.
En 1955, Schaffner continuó brillando con su trabajo en The Caine Mutiny Court Martial for Ford Star Jubilee, una adaptación de la famosa obra de Herman Wouk. Esta producción ganó dos premios Emmy, consolidando la capacidad de Schaffner para trasladar obras teatrales complejas a la pantalla pequeña con gran destreza. Además, su trabajo en la serie The Defenders fue también altamente reconocido, obteniendo otro Emmy y ganándose un lugar de prestigio en la televisión estadounidense.
El éxito en la televisión brindó a Schaffner la plataforma perfecta para dar el siguiente paso hacia el cine. Aunque Schaffner ya había dirigido algunos trabajos cinematográficos en el ámbito de los documentales y el cine experimental, fue en la década de los 60 cuando logró su verdadera transición a la gran pantalla.
Transición al cine y primeros éxitos (1960-1970)
El salto de Schaffner al cine comenzó con su película Rosas perdidas (1963), un drama basado en la obra teatral de William Inge. Aunque la película no tuvo el impacto esperado, fue un buen inicio para Schaffner en el mundo del cine, y le permitió trabajar con el compositor Jerry Goldsmith, con quien tendría una fructífera colaboración en varias de sus futuras películas. A pesar de que su primer largometraje no fue un éxito rotundo, Schaffner no se desanimó y rápidamente encontró su lugar en otros géneros.
En 1964, Schaffner dirigió The Best Man, una adaptación cinematográfica de la obra teatral de Gore Vidal. Esta película, centrada en una tensa batalla política por la nominación presidencial, fue un éxito tanto crítico como comercial. Con un guion escrito por el propio Vidal, Schaffner logró capturar la esencia de la obra original y trasladarla a la gran pantalla con gran habilidad. La película fue aclamada por su aguda crítica política y por sus interpretaciones, especialmente la de Henry Fonda, quien desempeñó el papel protagonista.
Con El señor de la guerra (1965), Schaffner demostró su versatilidad al incursionar en un drama histórico de época ambientado en la Edad Media. El filme, basado en el texto The Lovers de Leslie Stevens, presentó a Charlton Heston en un papel principal y mostró el talento de Schaffner para manejar distintas temáticas y géneros. La capacidad de Schaffner para trabajar con actores de diferentes registros y situarse en distintos contextos históricos destacó durante toda su carrera.
Sin embargo, fue El planeta de los simios (1968) la película que realmente catapultó a Schaffner al estrellato internacional. Basada en la novela homónima de Pierre Boulle, esta película de ciencia ficción no solo se convirtió en un hito en su género, sino que también revolucionó el cine estadounidense. La crítica elogió la dirección de Schaffner y la forma en que abordó la compleja temática de la humanidad, el racismo y el futuro, mientras que el público respondió de manera entusiasta. La película, que contó con el regreso de Charlton Heston y la colaboración musical de Jerry Goldsmith, dejó una huella profunda en la historia del cine de ciencia ficción.
En 1970, Schaffner alcanzó el pináculo de su carrera con la dirección de Patton, una película bélica basada en la vida del general estadounidense George S. Patton. La película, escrita por Francis Ford Coppola, fue un éxito rotundo tanto a nivel de crítica como comercial, y Schaffner fue galardonado con el Oscar al Mejor Director. Patton también ganó el Oscar a la Mejor Película y a la Mejor Interpretación Masculina para George C. Scott, quien ofreció una interpretación memorable del polémico general. Este éxito marcó la consolidación de Schaffner como uno de los grandes directores de su generación.
Consolidación como director de cine histórico y biográfico (1970-1975)
Tras el enorme éxito de Patton, Schaffner continuó explorando el cine histórico con Nicolás y Alejandra (1971), una adaptación de la novela de Robert K. Massie centrada en la última familia imperial rusa y el inicio de la Revolución Rusa. A pesar de que la película no alcanzó el nivel de éxito de Patton, fue una de las producciones más ambiciosas de Schaffner y demostró su capacidad para dirigir narrativas históricas complejas con gran meticulosidad.
El siguiente gran éxito de Schaffner llegó con Papillon (1973), basada en el libro autobiográfico de Henri Charrière. Esta película, que contaba con las interpretaciones estelares de Dustin Hoffman y Steve McQueen, fue aclamada por su emocionante narrativa y su retrato crudo de la vida en una prisión francesa. Papillon consolidó a Schaffner como uno de los mejores directores en el cine de aventuras y drama histórico, y su trabajo como productor de la película también fue reconocido.
En los años siguientes, Schaffner continuó adaptando obras literarias al cine. La isla del adiós (1977), basada en el libro de Ernest Hemingway, y Los niños del Brasil (1978), basada en la obra de Ira Levin, fueron dos ejemplos de su habilidad para tomar relatos literarios complejos y transformarlos en poderosas películas. Los niños del Brasil, en particular, fue un gran éxito y contó con un reparto estelar que incluía a Gregory Peck y Laurence Olivier, consolidando aún más la reputación de Schaffner como un director con una capacidad inigualable para trabajar con grandes actores y adaptaciones literarias.
Decadencia de su carrera y sus últimos proyectos (1980-1989)
La década de los 80 representó un período de declive en la carrera de Franklin Schaffner, un cineasta que durante las décadas anteriores había sido sinónimo de éxito y prestigio. A medida que los años avanzaron, el director parecía perder el impulso que lo había caracterizado en sus mejores momentos, y los proyectos que emprendió no lograron capturar la magia de sus obras anteriores.
En 1981, Schaffner dirigió La Esfinge, un thriller de aventuras que, a pesar de contar con una premisa intrigante, no logró cautivar ni a la crítica ni al público. A esta película le siguió Lionheart en 1987, otro filme de aventura que pasó desapercibido y fue considerado uno de los trabajos más débiles en la filmografía de Schaffner. La falta de éxito de estos proyectos, sumada a la pérdida de relevancia en la industria cinematográfica, reflejó una etapa difícil en la vida del director.
Entre estos fracasos, Schaffner intentó diversificar su trabajo. En 1982, se embarcó en la dirección de un melodrama romántico titulado Sí, Giorgio, protagonizado por el famoso tenor Luciano Pavarotti. A pesar de la fama de Pavarotti y su participación en la película, Sí, Giorgio fue otro fracaso comercial y de crítica. Este fracaso fue especialmente doloroso, ya que Schaffner había logrado su mayor reconocimiento en los años anteriores al experimentar con películas históricas y de gran escala.
Para añadir más complejidad a su situación profesional, Franklin Schaffner también asumió funciones de producción en algunas de sus películas, aunque sin conseguir el impacto esperado. En 1989, Schaffner dirigió su última película, Bienvenido a casa, un drama protagonizado por Kris Kristofferson y Jobeth Williams. La película, al igual que las anteriores, pasó desapercibida y se sumó a la lista de fracasos en el tramo final de la carrera del cineasta.
Legado cinematográfico y contribuciones al cine (1989 y postmortem)
A pesar de los altibajos de su carrera, el legado de Franklin J. Schaffner perdura como el de un director que contribuyó a redefinir ciertos géneros cinematográficos. Su habilidad para abordar temas complejos y su destreza para adaptar obras literarias y teatrales al cine le permitieron dejar una marca indeleble en la historia del cine estadounidense. Su obra más recordada sigue siendo Patton (1970), que no solo le valió el Oscar a la Mejor Dirección, sino que también se consolidó como uno de los mejores ejemplos de cine bélico de todos los tiempos.
Schaffner también se destacó por su dirección de El planeta de los simios (1968), una película de ciencia ficción que se convirtió en un clásico del género. Su visión, que abordó temas profundos como la humanidad, el racismo y el futuro, y su habilidad para crear una atmósfera única, le ganaron un lugar en la historia del cine de ciencia ficción.
Papillon (1973) sigue siendo otra de sus obras más emblemáticas, en la que logró capturar la lucha por la supervivencia en condiciones extremas, mientras que Los niños del Brasil (1978) se mantiene como un ejemplo de su talento para el thriller histórico. A lo largo de su carrera, Schaffner mostró una rara capacidad para abordar temas tan diversos como la guerra, la política, la ciencia ficción, la historia y los relatos de aventura, lo que hizo que su obra fuera única y diversa.
Su contribución a la industria cinematográfica también se extendió más allá de la dirección. En 1987, Franklin Schaffner fue elegido presidente del Directors Guild of America (Gremio de directores estadounidenses), una posición que reflejó el respeto que le tenía la industria del cine. Aunque solo ocupó el cargo durante dos años, su liderazgo y su presencia en el gremio fueron testimonio de la admiración que se tenía hacia él.
Schaffner murió el 2 de julio de 1989 en Santa Mónica, California, a los 69 años, dejando atrás una carrera llena de logros, aunque también de altibajos. Fue enterrado en el Westwood Village Memorial Park, en Los Ángeles, un lugar que alberga las tumbas de algunas de las figuras más importantes de Hollywood.
Reflexión final
El legado de Franklin J. Schaffner como director de cine sigue siendo una de las piedras angulares del cine estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Su capacidad para innovar, adaptar obras literarias de gran envergadura y trabajar con algunos de los actores y guionistas más importantes de su tiempo lo convirtió en una figura esencial de su era. A pesar de que sus últimos años en la dirección no estuvieron a la altura de sus logros anteriores, su obra sigue siendo relevante, especialmente Patton, El planeta de los simios y Papillon, películas que siguen siendo estudiadas y disfrutadas por nuevas generaciones.
Schaffner fue un cineasta cuyo trabajo trascendió los límites de su tiempo, abordando con destreza temas universales y ofreciendo una visión única del cine como medio de expresión. Aunque muchos de sus proyectos no fueron reconocidos en su época, su influencia perdura, y su lugar en la historia del cine está asegurado gracias a su inquebrantable dedicación al séptimo arte.
MCN Biografías, 2025. "Franklin James Schaffner (1920–1989): Director de cine que revolucionó el séptimo arte". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/schaffner-franklin-james [consulta: 28 de septiembre de 2025].