Sancho I. Rey de Asturias y León (ca.933-966)
Séptimo rey de León desde el año 956 hasta el 958 y desde marzo del año 959 hasta la fecha de su muerte. Nacido aproximadamente entre los años 933 y 934 y muerto en diciembre del año 966.
Síntesis biográfica
Hijo de Ramiro II, en el año 944 se trasladó a Castilla, donde se hizo cargo del gobierno hasta la muerte de su padre. Profundamente afectado por no haber sido nombrado rey de León, se instaló a Pamplona y en el año 955 organizó una expedición militar para derrocar a su hermano Ordoño III, aunque no tuvo éxito. Tras la muerte de Ordoño III, fue proclamado rey de León, aunque muy pronto tuvo que enfrentarse a las tropas del conde de Castilla, Fernán González, que prestó su apoyo al futuro Ordoño IV. Abandonado por sus partidarios, Sancho que en los últimos años había desarrollado una terrible obesidad, decidió refugiarse una vez más en Navarra, donde contactó con Abd al-Rahman III, el cual además de enviarle a uno de sus médicos para que le ayudara a perder peso, le procuró los hombres necesarios para que se llevara a cabo su restauración. Instalado nuevamente en el trono en el año 959, a pesar de que pudo asegurar su posición, en ningún momento contó con la total adhesión de sus súbditos, sobre todo en Galicia y Portugal. Así dispuesto a acabar con la rebeldía de los notables gallegos, acudió a este territorio con un poderoso ejército, pero tras culminar la campaña murió envenenado.
De sus primeros años a la coronación de Ordoño II
Tercero de los hijos del rey de León Ramiro II e hijo primogénito de la segunda esposa de éste, Urraca Sánchez; pasó los primeros años de su vida en la corte de su progenitor, donde al igual que sus hermanos, recibió una educación esmerada bajo la atenta vigilancia del monarca, el cual en repetidas ocasiones demostró públicamente el afecto que sentía por el menor de sus hijos varones, como lo demuestra el hecho de que el propio Sancho se titulara en algunos documentos como “deleite” o “prenda del rey”. De este modo es posible atestiguar su presencia en el séquito de Ramiro II desde su más tierna infancia, ya que el primer documento en el que hayamos su firma está fechado el 9 de febrero del año 937.
En este sentido hay que destacar que durante los años siguientes es frecuente encontrar la firma de Sancho tras la de Ramiro II y la del futuro Ordoño III, lo cual ha sido interpretado por algunos investigadores como prueba, de que no debió existir ningún enfrentamiento entre ambos hermanos, hasta poco antes de la muerte de su padre. A pesar de lo cual si tenemos en cuenta la opinión de algunos cronistas musulmanes, parece que Sancho siempre sintió una gran antipatía por Ordoño, ya que en todo momento se consideró como el legítimo sucesor de Ramiro II. Pero fueran o no patentes los enfrentamientos entre ambos, teniendo en cuenta las afirmaciones de estos mismos cronistas, parece demostrado que las numerosas atenciones que le prodigó el rey no fueron del todo beneficiosas para Sancho, ya que contribuyeron en gran medida a convertir al joven en una persona arrogante y ambiciosa.
No obstante parece claro que las ambiciones de Sancho aumentaron por la decisión de su padre de enviarle a Castilla en el año 944, aunque algunos autores sostienen que Ramiro II en ningún momento alentó las esperanzas de su hijo. Así Sancho fue enviado a Castilla, debido a su parentesco con los reyes de Navarra; como último recurso para frenar la sublevación encabezada por del conde de Castilla, Fernán González, y el conde de Saldaña, Diego Muñoz. Pero la vida de Sancho quedó marcada por su traslado, puesto que no regresó a la Corte cuando finalizó el conflicto, ya que se hizo cargo del gobierno del territorio hasta que se produjo el fallecimiento de Ramiro II en el año 951.
Debió suponer un terrible golpe para Sancho la coronación de Ordoño III, tras la abdicación de Ramiro II el 5 de enero del año 951, motivo por el cual decidió abandonar los territorios que permanecían bajo su autoridad, cuando conoció la noticia de la muerte de su padre. Poco después se trasladó a Pamplona, donde contaba con sólidos partidarios, y una vez instalado comenzó a conspirar en contra de Ordoño III. Finalmente en el año 955, con la ayuda de un poderoso ejército formado por soldados navarros y castellanos, intentó derrocar al rey de León, aunque sus tropas no pudieron entrar en combate debido a las poderosas defensas de la plaza Sahagún. Así su regreso a Navarra, con un ejército totalmente desmoralizado, debió ser una amarga experiencia para Sancho, que veía como se agotaban sus posibilidades de ocupar el trono.
Muerte de Ordoño II, Sancho I rey de León
Pero la situación de Sancho iba cambiar tras la inesperada muerte de Ordoño III, en el verano del año 956. Así a pesar de que no contaba con el apoyo de los notables leoneses, pudo proclamarse rey en Galicia, donde contaba con un pequeño grupo de partidarios, los cuales eran lo suficientemente poderosos para respaldar su candidatura. De este modo a pesar de que Sancho había sido proclamado rey en Compostela en el mes de noviembre del año 956, no encontramos su nombre en la documentación de la ciudad de León hasta febrero del año siguiente, lo cual es una prueba clara de la resistencia de la capital a aceptar al nuevo monarca, aunque poco después fue reconocida su autoridad sin mucho entusiasmo. Por lo que respecta a Castilla es posible detectar desde fechas muy tempranas el nacimiento de un importante foco de oposición hacia Sancho I, puesto que Fernán González, tras concertar el matrimonio de su hija con el futuro Ordoño IV, decidió prestar su apoyo a un infante que hasta ese momento había pasado desapercibido.
Llegados a este punto es preciso tener en cuenta que a pesar de que la autoridad de Sancho I parece consolidada en el verano del año 957, muy pronto cambió la situación, puesto que por esas mismas fechas tuvo lugar un ataque de los musulmanes en tierras leonesas. Dicho ataque en el que las tropas cristianas sufrieron una dura derrota, tuvo amplias repercusiones para el rey, que vio como la mayor parte de los nobles le retiraban su tibio apoyo, ya que éstos no entendían como podían respaldar a un monarca incapaz de tomar las armas para defender sus posesiones, debido a su tremenda obesidad.
El silencio que guarda la documentación en los meses siguientes nos impide conocer el momento exacto en Sancho decidió huir a Pamplona, aunque todo apunta que este debió abandonar sus posesiones a principios del año 958, cuando Ordoño IV penetró en Galicia. Según nos indican las crónicas musulmanas fueron momentos muy duros para Sancho I, que confió la defensa de sus intereses a su abuela materna, la reina Toda, la cual decidió negociar con Abd al-Rahman III, ya que éste era único que contaba con efectivos suficientes para respaldar a su adorado nieto.
No tardó en responder el cordobés a los mensajes enviados a su territorio por Toda y García Sánchez I, ya que poco después encontramos a uno de sus hombres de confianza en Navarra. El enviado del califa pronto se ganó el respeto de Sancho, ya que además de un afamado negociador éste era un médico muy prestigioso, que consiguió curar su tremenda obesidad en apenas unos meses. Así como prueba de su gratitud Sancho viajó a comienzos del verano del año 958 a Córdoba, donde fue recibido con todos los honores por el califa, con el que concertó una alianza, por la cual éste se comprometía a restaurarle en el poder, a cambió de la devolución de algunas plazas fronterizas en la zona del Duero.
Una vez firmado el tratado Abd al-Rahman III y Sancho planificaron cuidadosamente la expedición para derrocar a Ordoño IV y decidieron dividir el ejército en dos bloques. El primero de ellos, conformado por tropas navarras, debía ocuparse de derrotar a Fernán González y el segundo, en el que se encontraba el propio Sancho al frente del ejército musulmán, debía atacar Zamora, ciudad que se encontraba bajo su autoridad en el mes de marzo del año 959. En el mes de abril podemos encontrar a Sancho I en Sahagún acompañado de un importante séquito, en el cual podemos detectar la presencia de importantes caballeros cristianos adheridos a su causa, como el conde de Monzón, Fernando Ansúrez, el cual se había convertido en su cuñado, tras haber contraído matrimonio Sancho con su hermana Teresa, la cual fue la madre del único descendiente del monarca, el futuro Ramiro III. Así sintiéndose seguro, Sancho marchó a Galicia, lugar donde pretendía hacer valer su autoridad, como había hecho años antes, aunque en esta ocasión intentó congraciarse con un mayor número de nobles y sobre todo obtener el respaldo del clero agrupado en torno al futuro San Rosendo, el anciano cuñado de Ordoño II.
El año 960 se inició para Sancho I el Restaurado en opinión de Justiniano Fernández “bajo el signo de la normalidad”, aunque apenas ha quedado constancia de sus actividades. A pesar de lo cual sabemos que el 1 de diciembre del citado año, tuvo lugar uno de los actos solemnes más importantes de su reinado, puesto que Sancho convocó en Sahagún una asamblea en la que estuvieron presentes tanto miembros del alto clero, como de la alta nobleza. Dicha asamblea fue calificada en la Primera Crónica General de España como la primera convocatoria de Cortes del reino de León, aunque existen muchos motivos para pensar, que sólo se trató de una reunión en la que el monarca intentó afianzar su autoridad.
A pesar de los importantes triunfos conseguidos, apenas quedaban focos de rebeldía en contra de Sancho I; éste seguía sin ser popular en León. Pero su posición en el interior mejoró notablemente tras ser expulsado Ordoño IV de la ciudad de Burgos, una vez que quedó claro que Fernán González, encarcelado en Navarra, no estaba en condiciones de proteger a su yerno. Aunque hay que señalar que la marcha de Ordoño IV tuvo importantes repercusiones en materia de política exterior, puesto que tras la llegada de éste a Córdoba, Sancho se vio obligado a entregar a al-Hakam II las plazas fronterizas prometidas años antes a su padre, ya que temía que su adversario consiguiera del nuevo califa, lo que él mismo había obtenido de Abd al-Rahman III.
Asegurada la paz con Córdoba y una vez que el conde de Castilla fue liberado, en el año 962, parece que la atención del monarca se centró en Galicia y Portugal, donde en los últimos años se habían sucedido los enfrentamientos entre las distintas facciones nobiliarias. De este modo Sancho I con el fin de reforzar su autoridad en el territorio, organizó un poderoso ejército y se dirigió a las zonas de Orense y Braga y poco después, casi sin encontrar oposición, pudo llegar junto con sus hombres a las orillas del Duero, donde se encontraba uno de sus principales enemigos, Gonzalo Muñoz, el cual muy pronto inició las negociaciones de paz. Parece que la calma fue la nota predominante, al menos por un tiempo, motivo por el cual el rey decidió instalarse en Coimbra, donde a finales del año 966 cayó gravemente enfermo, tras ingerir una fruta que había sido inyectada con veneno, al parecer por los aliados del citado Gonzalo Muñoz. Conocidos los detalles de la conspiración, Sancho I decidió viajar a León para morir en esta ciudad, aunque no pudo cumplir su deseo ya que falleció pocos días después.
Los restos del monarca que en los primeros años de su reinado había sido conocido como Sancho el Craso y posteriormente como Sancho el Restaurado; fueron depositados en la iglesia del Salvador de León.
Bibliografía
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RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, J. Sancho I y Ordoño IV. Reyes de León. (León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1987).