Ida Rubinstein (1885-1960): La danza que dejó huella en el siglo XX
Ida Rubinstein fue una figura fundamental en la historia de la danza y el ballet, destacándose como bailarina y directora artística. Nacida en San Petersburgo el 18 de octubre de 1885, su legado trasciende generaciones gracias a sus contribuciones artísticas y su habilidad para fusionar la danza con el teatro y la música. A lo largo de su carrera, Rubinstein trabajó con los más grandes coreógrafos, como Mikhail Fokine, y tuvo una relación clave con las compañías de ballet más influyentes de la época, incluidos los Ballets Russes de Sergei Diaghilev. Su ambición y visión artística le permitieron crear su propia compañía y realizar contribuciones cruciales al ballet moderno.
Orígenes y contexto histórico
Ida Rubinstein nació en una Rusia imperial que comenzaba a experimentar profundas transformaciones sociales, culturales y políticas. Aunque su familia no era de la alta aristocracia, tuvo acceso a una educación rigurosa en teatro, música y danza, lo que le permitió destacarse desde joven. A los 19 años, comenzó su carrera profesional en el mundo del teatro, debutando en 1904 en la obra Antigone, y en 1908 en Salomé, una obra clave en su formación como intérprete. Esta última, con coreografía de su maestro Mikhail Fokine, fue uno de los primeros pasos que la condujeron al mundo del ballet.
Durante la primera década del siglo XX, Rubinstein tuvo un papel esencial en el auge de los Ballets Russes de Sergei Diaghilev, un movimiento que transformó la danza clásica en Europa y en el mundo. Fue en París, en 1909, donde se consolidó como una figura de renombre tras su participación en los estrenos de Cléopâtre y Schéhérazade, dos de las obras más importantes de los Ballets Russes. La combinación de su habilidad técnica y su presencia escénica hizo de Rubinstein una de las figuras más prominentes en la historia del ballet de esa época.
Logros y contribuciones
Uno de los aspectos que definió la carrera de Rubinstein fue su capacidad para llevar el arte de la danza más allá de los límites tradicionales. A pesar de ser una figura clave en los Ballets Russes de Diaghilev, Rubinstein no se conformó con ser parte de una compañía, sino que buscó forjar su propio camino. En 1911, decidió separarse de la famosa compañía y fundó su propia troupe de ballet, financiada con su propio dinero y el apoyo de su amante Walter Guinness. Este paso le permitió tener mayor control sobre sus producciones artísticas y crear espectáculos de gran opulencia, a menudo colaborando con artistas de renombre como el pintor y diseñador Léon Bakst y el coreógrafo Mikhail Fokine.
Gracias a esta independencia creativa, Rubinstein produjo varias obras notables, como Le Martyre de Saint-Sébastien (1911) y La Pisanelle (1913), ambas con coreografía de Fokine. Estas producciones marcaron un antes y un después en el mundo de la danza, no solo por su calidad técnica, sino también por su enfoque innovador en la fusión de las artes visuales, la música y la danza. Además, Rubinstein mantuvo una colaboración cercana con otros miembros de la vanguardia artística, quienes le ayudaron a crear una de las compañías más importantes de la época.
A pesar de los intentos de Diaghilev de recuperar a Rubinstein para los Ballets Russes, ella continuó su camino independiente. En 1928, volvió a crear una nueva compañía de ballet, esta vez con la participación de Bronislava Nijinska, una de las coreógrafas más influyentes de la historia del ballet. La colaboración con Nijinska dio lugar a varias obras innovadoras, como Les Noces de Psyché et de l’Amour (1928), Le Baiser de la Fée (1928) y La Princess Cygne (1928), entre otras. Estas obras consolidaron aún más su reputación como una innovadora en el campo del ballet.
Momentos clave
La vida de Rubinstein estuvo marcada por momentos clave que definieron su carrera y su legado artístico. A continuación, se presentan algunos de los hitos más importantes de su vida y trayectoria:
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1904: Debut en el teatro con la obra Antigone.
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1908: Estreno en Salomé, con coreografía de Mikhail Fokine.
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1909: Participación en el debut de los Ballets Russes de Diaghilev en París, donde interpretó el papel principal de Cléopâtre.
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1911: Creación de su propia compañía de ballet, con la ayuda financiera de Walter Guinness.
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1911-1913: Producción de las obras Le Martyre de Saint-Sébastien y La Pisanelle, coreografiadas por Fokine.
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1928: Establecimiento de una nueva compañía de ballet, con Bronislava Nijinska como coreógrafa.
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1934: Recibimiento de la Legión de Honor francesa por sus contribuciones al arte de la danza.
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1935: Retiro definitivo de los escenarios, aunque volvió a actuar en un par de ocasiones.
Relevancia actual
Aunque Ida Rubinstein se retiró de los escenarios en 1935, su influencia sigue siendo profunda en la danza contemporánea. Su capacidad para integrar elementos de diversas disciplinas artísticas en sus espectáculos cambió la manera en que se percibía el ballet. Además, su empeño en la creación de una compañía propia, que le permitió experimentar con nuevas ideas y formatos, abrió puertas para futuras generaciones de artistas que se inspiraron en su visión y valentía.
El trabajo de Rubinstein con coreógrafos como Mikhail Fokine y Bronislava Nijinska sentó las bases de muchas de las innovaciones que transformaron el ballet durante la primera mitad del siglo XX. A través de sus obras, cultivó una estética única que hoy sigue siendo un referente en el mundo de la danza. Aunque su figura es menos conocida fuera de los círculos especializados, su contribución al arte sigue siendo fundamental.
Ida Rubinstein, con su imponente legado, es una de las grandes figuras olvidadas del ballet clásico, pero su trabajo sigue siendo estudiado y admirado por la crítica y por aquellos interesados en el desarrollo de la danza moderna.
MCN Biografías, 2025. "Ida Rubinstein (1885-1960): La danza que dejó huella en el siglo XX". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/rubinstein-ida [consulta: 23 de junio de 2025].