Enrique Pérez Escrich (1829–1897): El Novelista que Conquistó al Público con su Sentimentalismo Moralizador
Enrique Pérez Escrich (1829–1897): El Novelista que Conquistó al Público con su Sentimentalismo Moralizador
Enrique Pérez Escrich nació en Valencia en 1829, en una época en la que España atravesaba profundos cambios políticos y sociales. Desde joven, mostró una inclinación por las letras, influenciado por su entorno familiar y la educación que recibió en su ciudad natal. Los primeros años de su vida fueron marcados por la formación académica, pero también por una creciente pasión por las artes literarias. Su interés por la escritura se reflejó en los primeros pasos dentro del mundo literario, donde mostró talento tanto para el teatro como para la narrativa.
A pesar de las limitaciones de su contexto, Pérez Escrich no dudó en seguir su vocación literaria, lo que lo llevó a trasladarse a Madrid a los diecinueve años. En la capital, el joven escritor buscó hacerse un hueco en un ámbito literario competitivo, pero le costó encontrar su lugar en los primeros años. Fue entonces cuando, con determinación y perseverancia, inició su carrera como dramaturgo y novelista, lo que lo posicionó como uno de los autores más populares de la segunda mitad del siglo XIX en España.
La Carrera Literaria: Inicios y Desafíos
Madrid, el epicentro de la literatura española de la época, fue testigo de los esfuerzos iniciales de Pérez Escrich por encontrar su estilo y espacio dentro del panorama cultural. Aunque el ambiente literario de la ciudad era vibrante, el joven escritor se encontró con obstáculos en sus primeros intentos. Sin embargo, el entusiasmo por la literatura dramática lo llevó a centrarse en la creación de zarzuelas y dramas sentimentales. Influenciado por autores contemporáneos como Luis Eguílaz, Pérez Escrich comenzó a incursionar en los géneros populares de la época, y con el tiempo, su nombre fue reconocible en los círculos teatrales.
En 1855, Pérez Escrich publicó su primera zarzuela, Cuarzo, pirita y alcohol, un debut que marcó el inicio de su carrera como dramaturgo. Sin embargo, fue en el mundo de la novela por entregas donde realmente encontró su mayor éxito. Bajo el consejo de sus editores, los hermanos Manini, se dedicó a escribir novelas siguiendo los modelos de los grandes maestros del momento, como Manuel Fernández y González. Fue un cambio que marcaría el rumbo de su carrera, pues adaptó sus obras de teatro al formato de la novela y logró captar la atención de un público cada vez más amplio.
Uno de sus primeros y mayores éxitos en la novela fue El cura de aldea (1858), una obra que no solo fue un éxito en su versión teatral, sino que, adaptada a la novela, alcanzó una fama aún mayor, convirtiéndose en uno de sus libros más leídos y admirados. La obra abordaba temas sentimentales y morales, que caracterizarían su estilo literario en el futuro, y reflejaba las inquietudes de la sociedad española de la época.
El Auge de la Fama: Pérez Escrich como Novelista Popular
El gran auge de la carrera de Pérez Escrich se produjo en la década de 1860, cuando su nombre ya era conocido en toda España. Sus novelas por entregas, que eran publicadas en periódicos y revistas, lograron una inmensa popularidad, especialmente entre las lectoras femeninas, que constituían una parte importante de su público. Pérez Escrich comprendió la importancia de dirigirse a este sector de la sociedad, lo que contribuyó a su éxito comercial. La fórmula que utilizaba en sus novelas era sencilla pero efectiva: historias sentimentales, llenas de melodrama y moralismo, en las que el bien siempre prevalecía sobre el mal.
Este tipo de narrativa, aunque criticada por algunos por su falta de profundidad y su estilo superficial, cautivaba al público de la época. Las novelas de Pérez Escrich estaban diseñadas para ser leídas de manera rápida y accesible, lo que aseguraba su popularidad. Los temas recurrentes en sus obras incluían la lucha entre la virtud y el vicio, con personajes que representaban de manera clara y sencilla estos opuestos. Los villanos de sus novelas eran fácilmente identificables como personas corruptas o malvadas, mientras que los protagonistas eran, por lo general, personas humildes y virtuosas que finalmente triunfaban en la vida.
Pérez Escrich también logró convertirse en un autor rentable, ganando entre 40.000 y 50.000 pesetas anuales durante sus años de esplendor. Su fama y riqueza fueron el resultado directo de su prolífica producción literaria, que incluyó más de cincuenta novelas, muchas de las cuales fueron un éxito de ventas. Si bien algunas de sus obras fueron mucho más profundas que otras, el autor se mantuvo fiel a su estilo característico de sentimentalismo moralizador.
Teatro y Drama: Las Obras de Enrique Pérez Escrich
A lo largo de su vida, Pérez Escrich también fue un prolífico dramaturgo, con una producción teatral que alcanzó casi una treintena de obras. El teatro español de la época se caracterizaba por una clara división entre los géneros populares y los más elevados, y Pérez Escrich navegó con éxito por ambos mundos. Sus obras teatrales abarcaban una variedad de géneros, desde dramas sentimentales hasta comedias y zarzuela. En sus primeros años, sus piezas teatrales fueron representadas con gran éxito, y el público disfrutaba de su estilo directo y accesible.
Entre sus obras más destacadas se encuentran Jorge el artesano (1854), Sueños de amor y ambición (1855), La pasión y muerte de Jesús (1856), y El corazón en la mano (1871). Además, sus colaboraciones con otros autores como Luis Mariano de Larra también le permitieron diversificar su repertorio y explorar diferentes enfoques en el teatro. Sin embargo, aunque sus obras teatrales fueron enormemente populares en su tiempo, el estudio académico de su teatro no ha sido tan extenso como el de otros dramaturgos contemporáneos.
En su faceta teatral, Pérez Escrich supo conectar con el público de una manera similar a cómo lo hizo en la narrativa, utilizando fórmulas literarias efectivas y accesibles. Aunque sus obras no destacaron por una gran innovación artística, sí lograron una conexión emocional con el público y se mantuvieron en cartelera durante muchos años. En este sentido, su obra teatral compartía muchas similitudes con sus novelas, ya que ambas se centraban en los mismos valores morales y sentimentales.
El Estilo Narrativo: Sentimentalismo y Moralidad
El estilo de Enrique Pérez Escrich se caracteriza por un fuerte sentimentalismo y un enfoque moralizador que definió tanto su obra literaria como su vida personal. A través de sus novelas, Pérez Escrich buscaba transmitir valores cristianos y promover un mensaje de virtud en un mundo que él veía como sumido en el vicio y la corrupción. En sus relatos, la dualidad moral entre el bien y el mal es clara, con personajes que representan el opuesto de estas fuerzas. Las huérfanas virginales, modestas y honradas, siempre se encuentran al borde del sufrimiento, pero triunfan al final, casándose con buenos hombres. Por otro lado, los villanos, generalmente ricos o poderosos, son siempre derrotados, bien por la intervención de la Divina Providencia o por sus propios actos de maldad.
Según el crítico Juan Ignacio Ferreras, la obra de Pérez Escrich se construye sobre la idea de que «el universo es solamente un tenue telón de fondo, sobre el que luchan demonios y ángeles». Esta interpretación refleja cómo el autor trató la lucha constante entre el bien y el mal en su narrativa, ofreciendo a sus lectores una visión del mundo en la que la justicia siempre prevalecía, incluso si eso significaba recurrir a la intervención divina. En este sentido, sus novelas tenían un tono moralista que apelaba a la necesidad de preservar los valores tradicionales y familiares, particularmente aquellos vinculados al cristianismo.
Por otra parte, el novelista Armando Palacio Valdés, contemporáneo de Pérez Escrich, lo definió con una frase que resumía la esencia de su literatura: «Las buhardillas de Pérez Escrich huelen tanto a virtud que tiran de espaldas». Esta crítica refleja cómo la narrativa del autor, aunque popular entre el público lector de la época, carecía de una profundidad psicológica y literaria que otros escritores contemporáneos sí lograban incorporar en sus obras. El estilo de Pérez Escrich, según esta visión, se centraba en lo superficial, en las emociones extremas y en los desenlaces previsibles, lo que alejaba a sus relatos de una exploración más compleja de la naturaleza humana.
Las Novelas Más Famosas de Pérez Escrich
A lo largo de su carrera, Enrique Pérez Escrich publicó numerosas novelas que marcaron su época y dejaron una huella en el panorama literario de la segunda mitad del siglo XIX en España. Su obra más famosa y emblemática es El cura de aldea (1863), una novela que no solo fue un éxito comercial, sino que también fue la causa de un extenso debate público. La obra, que inicialmente se había estrenado como obra teatral en 1858, fue adaptada a la novela con un éxito rotundo, siendo una de las más reeditadas de su autor.
En El cura de aldea, Pérez Escrich presenta la historia de un sacerdote en un pequeño pueblo que, mediante su devoción religiosa y su amor por la virtud, busca redimir a los pecadores de su comunidad. La novela presenta una visión idealizada de la vida rural y de la figura del clérigo, promoviendo una moral cristiana que chocó con las críticas del liberalismo de la época. En el prólogo de la novela, Pérez Escrich se defiende de las críticas que la obra había recibido, aclarando que su objetivo era enaltecer los valores de la religión y la moralidad, tanto en el ámbito literario como en su vida privada.
Otras de sus novelas más conocidas son El mártir del Gólgota (1863-64), La caridad cristiana (1864), Las obras de misericordia (1864-65) y La mujer adúltera (1866). En estas obras, al igual que en El cura de aldea, el autor aborda temas religiosos, morales y sentimentales, con tramas que tienden a enfocarse en la lucha entre la virtud y el pecado. Las novelas de Pérez Escrich no solo ofrecían un refugio para el público lector, sino también un espacio para reflexionar sobre las cuestiones morales y sociales de la época.
Reflexiones sobre la Vida y Obras: El Último Período de su Carrera
A pesar de su éxito temprano y de la riqueza que acumuló a lo largo de los años, el final de la vida de Enrique Pérez Escrich estuvo marcado por la enfermedad y la ruina económica. Tras más de veinte años en la cima de su carrera, el autor vio cómo sus ingresos disminuían y su salud se deterioraba. A medida que su producción literaria fue decreciendo, también lo hicieron sus ingresos. En 1897, Pérez Escrich murió en Madrid, acogido en el Asilo de las Mercedes, una institución que albergaba a personas de la tercera edad que no podían mantenerse por sí mismas.
A lo largo de su carrera, Pérez Escrich utilizó en ocasiones el seudónimo de Carlos Peña-Rubia y Tello, un nombre que reflejaba su deseo de mantener cierta distancia entre su figura pública y su vida personal. Sin embargo, su legado literario perdura hasta el día de hoy, especialmente en el ámbito de la novela por entregas. A pesar de las críticas que se le hicieron a su obra, particularmente por su falta de profundidad literaria, Pérez Escrich logró captar la atención de un público masivo y se consolidó como uno de los novelistas más populares de su generación.
El impacto de sus obras se extendió más allá de su época, influyendo en escritores posteriores que continuaron desarrollando el género sentimental y moralista. Aunque su estilo literario ya no sea tan apreciado en la actualidad, la figura de Pérez Escrich sigue siendo un referente para entender la literatura popular del siglo XIX en España. Su habilidad para conectar con el público lector y su capacidad para crear historias emotivas y moralizantes lo convirtieron en una figura central de la literatura española del siglo XIX.
MCN Biografías, 2025. "Enrique Pérez Escrich (1829–1897): El Novelista que Conquistó al Público con su Sentimentalismo Moralizador". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/perez-escrich-enrique [consulta: 18 de octubre de 2025].