Alfredo Pareja Diezcanseco (1908–1993): Un Narrador del Cambio Social y Político de Ecuador

Alfredo Pareja Diezcanseco (1908–1993): Un Narrador del Cambio Social y Político de Ecuador

Contexto histórico y social

Alfredo Pareja Diezcanseco nació en Guayaquil, Ecuador, en 1908, un año en que el país vivía momentos de profunda agitación política y social. En este contexto, la sociedad ecuatoriana estaba experimentando transformaciones tanto en su estructura política como en sus manifestaciones culturales. Ecuador, en ese entonces, era una nación que aún estaba consolidando sus instituciones republicanas y enfrentaba tensiones económicas y sociales derivadas de la desigualdad, la inestabilidad política y las luchas entre diferentes facciones de poder.

Guayaquil, la ciudad natal de Pareja, se erige como un punto neurálgico del país, con una dinámica urbanística marcada por la migración interna, la expansión del comercio, y un creciente interés en los temas políticos y sociales. Este fue el escenario en el que Alfredo creció, en una familia modesta que no podía permitirse los lujos de una educación privada. Debido a las limitaciones económicas, se vio forzado a abandonar sus estudios después de completar el primer curso de secundaria. Sin embargo, a pesar de las dificultades, su pasión por el conocimiento nunca se apagó. De hecho, esta circunstancia fue un factor clave que motivó su formación autodidacta, la cual sería un sello distintivo de su vida y obra.

A lo largo de su juventud, Pareja Diezcanseco trabajó en diversos oficios. Desde grumete en un barco mercante, lo que le permitió viajar a Nueva York, hasta gerente de banco, pasando por vendedor de perfumes y propietario de platerías en ciudades como Ciudad de México y Buenos Aires. Estos trabajos, aunque alejados de su vocación literaria, le ofrecieron una vasta experiencia de vida que, más tarde, contribuiría a la profundidad y complejidad de su prosa. A pesar de las limitaciones que enfrentó, la fascinación de Pareja por las letras y su afán de aprender no disminuyeron. Se sumergió en los estudios de leyes, asistiendo como oyente a las clases de Derecho en la Universidad de Guayaquil, aunque nunca pudo obtener el título de abogado debido a la falta de recursos y a los obstáculos impuestos por el sistema educativo.

Sin embargo, su incansable curiosidad intelectual lo llevó a forjarse una sólida formación autodidacta, desarrollando una vasta cultura que más tarde le permitiría brillar como periodista y escritor. A lo largo de su vida, la curiosidad por el saber y el análisis de la realidad social ecuatoriana estuvieron presentes en su obra, especialmente en su tratamiento del realismo social y la historia contemporánea del país.

A pesar de las barreras sociales y académicas que enfrentó, el trabajo arduo y la dedicación que Alfredo Pareja puso en su desarrollo intelectual y literario fueron recompensados con el tiempo. Su prestigio como escritor creció a medida que su prosa, cargada de reflexión social y política, comenzó a ser reconocida. Ya en su madurez, alcanzó el reconocimiento oficial: fue galardonado con el doctorado Honoris Causa por la Universidad de Guayaquil, ascendió a una cátedra universitaria en dicha institución y fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador en 1979.

La infancia y juventud de Pareja Diezcanseco no fueron fáciles, pero a pesar de ello, su carácter resiliente y su pasión por el conocimiento lo llevaron a construir un camino que, aunque arduo, le permitió convertirse en una de las figuras literarias más importantes de Ecuador. Su vida estuvo marcada por una continua lucha por la superación, pero también por una constante búsqueda de justicia social, lo que se reflejaría profundamente en sus obras. La pobreza de su familia, la falta de una educación formal adecuada y los múltiples obstáculos que encontró en su camino no hicieron más que fortalecer su determinación de contribuir al pensamiento crítico y a la evolución social de su país.

Caminos hacia la escritura y la narrativa

A pesar de los desafíos que enfrentó en su educación formal, Alfredo Pareja Diezcanseco logró posicionarse como una de las voces más importantes de la literatura ecuatoriana del siglo XX, especialmente dentro del movimiento literario conocido como la Generación del 30. Este grupo, que incluía a autores como Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert, José de la Cuadra y Vargas, entre otros, tuvo un papel decisivo en el desarrollo del realismo social en Ecuador. El grupo se caracterizó por su enfoque en las problemáticas sociales y políticas de la época, dando voz a los sectores más desposeídos y marginados de la sociedad.

Aunque Pareja Diezcanseco compartió la ideología social de sus compañeros de generación, su estilo y su elección de temáticas y escenarios lo hicieron destacar dentro del grupo. En particular, Pareja fue uno de los primeros autores en alejarse del ámbito rural que predominaba en las primeras obras del movimiento, para centrarse en los espacios urbanos, lo que le permitió explorar un mundo más contemporáneo y con un enfoque más directo sobre las problemáticas sociales de la vida citadina.

El salto definitivo de Alfredo Pareja a la escritura profesional ocurrió en la década de 1920, cuando publicó su primera novela, La casa de los locos (1929). Sin embargo, este primer trabajo no reflejaba aún la consolidación de su estilo narrativo, y él mismo llegó a repudiarlo en su madurez literaria. Esta obra, al igual que sus dos siguientes novelas, La señorita Ecuador (1931) y Río Arriba (1931), fueron de poca importancia en su carrera posterior. Sin embargo, como suele ocurrir con muchos escritores, estos primeros intentos fueron un paso necesario para alcanzar el nivel de excelencia que Pareja demostraría en sus años de madurez.

La verdadera revelación de Alfredo Pareja Diezcanseco en el mundo literario llegó con la publicación de su cuarta novela, El muelle (1933). Esta obra se aleja de las influencias sentimentales que marcaban sus primeros trabajos y, con un estilo más maduro y una prosa de mayor profundidad, comienza a explorar las tensiones sociales en la vida de los trabajadores portuarios de Guayaquil y la ciudad de Nueva York. El muelle marcó un cambio en su enfoque narrativo, ya que, por primera vez, Alfredo situó su historia en un entorno urbano, un espacio que reflejaría con mayor precisión las realidades sociales de la época. En esta obra se refleja no solo su capacidad para crear personajes memorables, sino también su habilidad para profundizar en los dilemas humanos y sociales de las clases más humildes.

El éxito de El muelle permitió que Pareja comenzara a consolidarse como uno de los principales escritores de la Generación del 30 en Ecuador. En su siguiente novela, La Beldaca (1935), retoma el escenario rural, pero rápidamente regresa a la ciudad con Baldomera (1938), en la que describe la vida de los marginales urbanos a través de la historia de una mulata vendedora de frituras. En esta obra, Pareja no solo realiza una crítica social feroz contra las desigualdades del sistema urbano, sino que también introduce uno de los elementos recurrentes en su obra: la figura de la mujer como un ser central en el discurso social y político. De hecho, en muchas de sus novelas, las mujeres son personajes que reflejan las contradicciones sociales y el sufrimiento de las clases bajas.

A lo largo de los años treinta, Alfredo Pareja Diezcanseco continuó sorprendiendo con su versatilidad narrativa. En 1939, publicó Hechos y hazañas de don Balón de Baba y de su amigo Inocencio Cruz, una novela humorística que contrastaba con el tono sombrío y serio de sus obras anteriores. Esta incursión en la comedia demostró la capacidad de Pareja para variar de registros literarios y temáticos, abriendo un espectro de posibilidades dentro de su carrera. Sin embargo, no abandonó la crítica social, y en 1941, con Hombres sin tiempo, regresó a la denuncia de las miserias humanas a través de la historia de un hombre condenado por el intento de violación y asesinato.

Es en los años cuarenta cuando Alfredo Pareja alcanza la madurez de su carrera narrativa. La publicación de Las tres ratas (1944) consolidó su lugar como una de las figuras literarias más importantes de Ecuador. Esta obra profundiza en las relaciones familiares dentro de las clases medias y bajas de la sociedad ecuatoriana, y con ella, Pareja demuestra su capacidad para reflejar las contradicciones y los sufrimientos de la vida urbana, al mismo tiempo que elabora una crítica sobre las estructuras sociales que marginan a las clases más débiles.

La publicación de Las tres ratas significó un hito en la carrera de Alfredo Pareja Diezcanseco, ya que no solo consolidó su prestigio como narrador, sino que también marcó el final de su primera etapa literaria en la que el realismo social dominaba su estilo. Después de esta obra, Pareja se apartó de la narrativa para dedicarse al ensayo y la biografía, pero el ciclo de las obras que describen las desigualdades sociales urbanas seguía siendo una constante en su mirada literaria.

Madura carrera literaria y ensayística

A medida que Alfredo Pareja Diezcanseco fue alcanzando mayor renombre en la literatura ecuatoriana, su carrera dio un giro hacia un campo más amplio y ambicioso: el ensayo y la biografía. Aunque nunca abandonó por completo la narrativa, Pareja comenzó a ver su escritura como una herramienta para intervenir más directamente en los asuntos históricos, políticos y sociales del Ecuador. Durante este período, su prosa se alejó del formato narrativo convencional y se adentró en la reflexión profunda sobre la historia del país, en la crítica social y en el análisis de figuras que marcaron la política ecuatoriana.

Uno de los momentos clave en esta transición fue la publicación de La hoguera bárbara (1944), una biografía de Eloy Alfaro, el líder político y militar ecuatoriano conocido por su lucha en pro del liberalismo radical. Alfaro, figura central del Ecuador del siglo XIX, fue el máximo exponente de las reformas liberales en el país, pero su trágico final –asesinado por una turba en 1912– se convirtió en un símbolo de las luchas internas del país. En este libro, Pareja no solo narra la vida de Alfaro, sino que también aborda las tensiones ideológicas de la época, analizando el impacto de las reformas liberales y el papel de Alfaro en la historia de Ecuador. La figura de Alfaro se convierte en un espejo de las contradicciones políticas y sociales que marcaron la historia de Ecuador, un tema que será recurrente en la obra de Pareja.

Este enfoque biográfico y político no se limitó a Alfaro, ya que Pareja continuó su exploración del pasado de Ecuador en sus estudios sobre la historia del país. En Historia del Ecuador (1954) y La lucha por la democracia en Ecuador (1956), Pareja ofrece un análisis detallado de los procesos políticos y sociales que configuraron la nación desde su independencia hasta mediados del siglo XX. En estas obras, el autor se distancia de una narrativa neutral o aséptica, adoptando una postura liberal y progresista que se refleja en su crítica a los dictadores del pasado y a los sistemas autoritarios que obstaculizaron el desarrollo democrático del país.

No obstante, la narrativa de Pareja no desapareció por completo, ya que en la década de los cincuenta regresó a la novela con un proyecto ambicioso: la serie de novelas titulada Los nuevos años, que abarcó desde La advertencia (1956) hasta La Manticora (1974). Este ciclo literario marcó un cambio significativo en su estilo, alejándose del realismo social al que había sido fiel en sus primeras obras y acercándose a formas narrativas más experimentales, que se conectaban con las tendencias literarias del Boom latinoamericano.

El primer libro de esta serie, La advertencia, está basado en la Revolución Juliana de 1925, un movimiento que buscaba impulsar reformas en Ecuador y que representaba un cambio en la política del país. En esta novela, el contexto histórico se convierte en un personaje central que influye en el destino de los personajes. Pareja logra entrelazar la historia de Ecuador con las vidas individuales, creando una trama donde los eventos sociales y políticos no solo sirven de fondo, sino que se convierten en elementos que dan forma a las decisiones y destinos de los personajes.

Con El aire y los recuerdos (1958) y Los poderes omnímodos (1964), Pareja comienza a distanciarse aún más del realismo social y a explorar nuevas formas narrativas. En estas obras, se puede percibir la influencia de autores como Gabriel García Márquez y Juan Rulfo, cuyas obras estaban marcadas por lo fantástico y lo mágico. Pareja integra elementos del realismo mágico, una corriente literaria que se consolidó en América Latina a lo largo del siglo XX, y comienza a dar un giro hacia lo simbólico y lo surrealista. En Los poderes omnímodos, particularmente, la figura de José María Velasco Ibarra, presidente de Ecuador en varias ocasiones, se convierte en un personaje literario, lo que permite a Pareja reflexionar sobre el poder y la política de una manera más abstracta y universal.

Sin embargo, el punto culminante de esta serie, y de su carrera literaria, llegó con la publicación de Las pequeñas estaturas (1970) y La Manticora (1974). En ambas obras, Pareja se adentra en el análisis de la psique humana y la complejidad de las relaciones sociales, abandonando casi por completo las estructuras narrativas lineales. Estos libros presentan una estética más cercana al surrealismo y a los juegos de perspectiva propios de las vanguardias literarias, algo que los posiciona dentro de la corriente de los grandes narradores latinoamericanos de la época.

Con Las pequeñas estaturas, Pareja crea una narrativa fragmentada que da voz a diversos personajes en el marco de una sociedad ecuatoriana fragmentada. En este sentido, la novela se erige como un examen de las tensiones sociales y políticas del país, pero con un estilo que no se limita a describir los hechos, sino que busca ahondar en el alma de los personajes, utilizando el monólogo interior como una de sus principales herramientas narrativas.

Por último, La Manticora es considerada por muchos como la obra maestra de Pareja, a pesar de las críticas que señalan un intento tardío de adaptarse a las tendencias contemporáneas. La novela es una obra altamente simbólica y experimental, donde el autor invita al lector a participar activamente en la construcción del relato. Con esta obra, Alfredo Pareja Diezcanseco se enfrenta a la modernidad de la narrativa contemporánea con un estilo que, si bien estuvo alejado de las primeras tendencias del Boom, compartió con ellas el enfoque renovador y experimental.

Últimos años y legado

A lo largo de su vida, Alfredo Pareja Diezcanseco experimentó una evolución significativa, tanto en su vida profesional como en su carrera literaria. En la década de los setenta, después de haber consolidado su nombre como uno de los grandes narradores de Ecuador, se alejó de la escritura creativa para centrarse en la investigación histórica y el ensayo. Esta transición, sin embargo, no fue una ruptura definitiva con la literatura, sino más bien una expansión de su campo de interés hacia los aspectos políticos, sociales e históricos que habían marcado la trayectoria de su país.

En 1978, Alfredo Pareja recibió uno de los mayores reconocimientos de su vida: el Premio Nacional de Cultura, el galardón más prestigioso que puede otorgarse a un intelectual ecuatoriano. Este premio consolidó su legado y su influencia en la vida intelectual de Ecuador. Además, fue llamado a ocupar cargos políticos importantes, como el de Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador entre 1979 y 1980, lo que lo colocó en el centro de la política internacional en un período crucial para el país. Aunque su labor política fue breve, su presencia en el gobierno reflejó su capacidad de incidir en los asuntos nacionales desde una perspectiva intelectual y crítica, algo que había venido desarrollando en su obra literaria y ensayística.

La última etapa de su vida estuvo marcada por un enfoque más reflexivo y distanciado de la escritura, centrado en el análisis de la historia ecuatoriana. Su obra monumental, Historia de la República (Ecuador de 1830 a 1972) (1974), se convirtió en una referencia esencial para el estudio de la política y la historia del país. Este texto se ganó una enorme popularidad, siendo ampliamente utilizado en escuelas y universidades ecuatorianas. La obra no solo constituye un relato exhaustivo de los eventos que marcaron la evolución de Ecuador, sino que también está impregnada de la visión liberal y reformista que caracterizó el pensamiento de Pareja. Con una extraordinaria claridad y un riguroso enfoque académico, el autor ofreció una interpretación crítica de los procesos históricos que definieron al Ecuador contemporáneo, incluyendo su lucha por la democracia y las tensiones entre los distintos grupos de poder que han dominado la política nacional.

Sin embargo, a pesar de su contribución al análisis histórico, Alfredo Pareja Diezcanseco nunca dejó de lado su vocación literaria. En la década de los setenta, retomó su trabajo narrativo con una serie de novelas que, a diferencia de las anteriores, reflejaron su interés por las nuevas corrientes literarias internacionales. Con Las pequeñas estaturas (1970) y La Manticora (1974), Pareja se adentró en terrenos más experimentales, marcando un distanciamiento definitivo del realismo social que lo había caracterizado en sus primeros trabajos. En estas obras, Pareja se sumergió en el universo del realismo mágico y el surrealismo, adoptando técnicas narrativas más complejas y adoptando un enfoque simbólico que lo acercaba a las vanguardias literarias latinoamericanas. Aunque las críticas fueron mixtas y algunos consideraron que su incursión en estas tendencias fue un tanto tardía, la audacia de su experimentación dejó claro que, a pesar de la madurez de su obra, Alfredo Pareja seguía siendo un escritor inquieto y en constante búsqueda de nuevas formas de expresión.

El impacto de Alfredo Pareja Diezcanseco en la literatura y la cultura ecuatoriana es indiscutible. A lo largo de su carrera, logró no solo consolidar su nombre como uno de los grandes narradores del Ecuador, sino también ser un punto de referencia en los estudios históricos y políticos del país. Su obra literaria, caracterizada por una profunda crítica social y un enfoque en la realidad urbana, marcó una etapa clave en el desarrollo de la narrativa ecuatoriana, especialmente por su capacidad para mezclar el análisis social con la profundidad emocional y humana de sus personajes.

Alfredo Pareja Diezcanseco falleció en 1993, dejando tras de sí un legado literario que aún sigue siendo estudiado y admirado en Ecuador y en el ámbito de la literatura hispanoamericana. Su obra es un testimonio de las luchas sociales y políticas del Ecuador del siglo XX, y su figura sigue siendo un símbolo de la resistencia intelectual y la capacidad de transformar la realidad a través de la palabra escrita. Si bien la transición de Pareja de la narrativa al ensayo y la biografía puede haberle restado visibilidad como escritor, su capacidad para capturar la esencia de su tiempo, así como su constante búsqueda de la verdad y de la justicia, siguen siendo el núcleo de su legado.

El valor de su obra no solo reside en su calidad literaria, sino en su aporte a la comprensión de las transformaciones sociales y políticas de Ecuador. Alfredo Pareja Diezcanseco sigue siendo, para muchos, un autor fundamental para entender las tensiones y los cambios que han dado forma a la nación ecuatoriana moderna. Su vida y su trabajo no solo documentan una época de luchas, sino también la persistencia de un hombre que, a pesar de los obstáculos, nunca dejó de buscar respuestas a las preguntas fundamentales sobre la justicia, la equidad y el destino colectivo de su país.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Alfredo Pareja Diezcanseco (1908–1993): Un Narrador del Cambio Social y Político de Ecuador". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/pareja-diezcanseco-alfredo [consulta: 18 de octubre de 2025].