Eugenio Eulalio Palafox Portocarrero (1773–1834): Un Noble Dividido entre la Revolución y la Tradición

Eugenio Eulalio Palafox Portocarrero (1773–1834): Un Noble Dividido entre la Revolución y la Tradición

Introducción a Eugenio Eulalio Palafox Portocarrero

Eugenio Eulalio Palafox Portocarrero nació en Madrid el 12 de febrero de 1773, en el seno de una familia aristocrática que marcó su vida y su carrera. Hijo de Felipe Palafox y Croy de Habré, un capitán de las Guardias Valonas, y de María de Sales Portocarrero y Zúñiga, condesa de Montijo, Eugenio heredó no solo el apellido y el estatus social, sino también una serie de responsabilidades y títulos que definirían su camino. A lo largo de su vida, fue conocido como conde de Teba, duque de Peñaranda de Duero y conde de Montijo, reflejando su alta posición en la nobleza española.

Desde joven, Palafox se vio inmerso en el mundo de la política y las intrigas cortesanas, una constante a lo largo de su vida. Su formación y su carácter lo llevaron a desafiar la autoridad establecida en varias ocasiones, comenzando desde su juventud, cuando comenzó a cuestionar las estructuras de poder que definían la España de finales del siglo XVIII. A pesar de sus inclinaciones intelectuales, que lo acercaron a las corrientes reformistas, su destino estaría marcado por las tensiones entre el absolutismo monárquico y los movimientos más liberales que empezaban a gestarse.

Infancia y Primeros Años

La infancia de Eugenio Eulalio Palafox transcurrió en el entorno privilegiado de la aristocracia española. Su padre, Felipe Palafox, fue un militar destacado, lo que le permitió a Eugenio estar en contacto con el ámbito castrense desde temprano, mientras que su madre, la condesa de Montijo, pertenecía a una de las familias más influyentes de la nobleza española. La combinación de su herencia militar y aristocrática lo convirtió en un joven destinado a ocupar posiciones de liderazgo.

Desde pequeño, Eugenio mostró inclinaciones hacia el saber y la cultura. Su educación estuvo marcada por un enfoque en las humanidades y las ciencias, lo que lo llevó a desarrollar una visión crítica sobre la España de su tiempo. Con tan solo 21 años, fue nombrado académico honorario de la Real Academia de la Historia, un título que le permitió adentrarse más en el ámbito intelectual y político del país. Su discurso sobre la autoridad de los ricos hombres en el contexto medieval, que iba en contra del absolutismo monárquico, le valió una serie de enemigos entre los círculos del poder. Este primer conflicto con el poder establecido, encabezado por Manuel Godoy, marcaría el tono de su vida posterior, llena de confrontaciones políticas.

Carrera Política y Militar Inicial

En 1794, Palafox fue reconocido como académico honorario de la Real Academia de la Historia, y su carrera parecía encaminarse hacia el mundo de las ideas. Fue en ese contexto en el que se atrevió a presentar un discurso ante la Academia en el que criticaba el absolutismo monárquico, algo muy arriesgado dado el contexto político de la época. Este acto de rebeldía no pasó desapercibido, y la respuesta de Manuel Godoy, primer ministro del rey Carlos IV, fue inmediata: el conde de Teba fue desterrado a Ávila, una ciudad distante de la corte, para alejarlo de la vida política. La acción de Godoy, sin embargo, no hizo más que profundizar el resentimiento de Eugenio, quien vio en la medida un intento de silenciar su voz crítica contra el régimen.

El destierro tuvo un impacto importante en su vida, no solo porque lo alejó de la corte, sino porque fue allí, en su aislamiento, donde comenzó a gestarse su desilusión con el gobierno de Godoy y sus políticas. En 1795, su vida personal dio un giro dramático con la muerte de su hijo, lo que afectó profundamente su estado de ánimo. Junto con su esposa, María Ignacia Idiáquez, hija del duque de Granada de Ega, se retiró a Cuenca, donde entró en contacto con personajes de ideas políticas radicales, como Pedro José Maté, quien influyó en su inclinación hacia posturas más absolutistas y conservadoras.

Matrimonio y Familia

El matrimonio de Eugenio con María Ignacia Idiáquez en 1792 fue parte de una estrategia de consolidación de poder y alianzas dentro de la aristocracia española. La unión le permitió a Eugenio acceder a nuevos círculos sociales y políticos, pero también marcó el inicio de una serie de conflictos familiares y personales que definirían su vida. En 1800, después de años de problemas matrimoniales y personales, Eugenio se separó de su esposa, quien fue posteriormente encerrada en un convento por orden del rey Carlos IV. A pesar de la separación, la relación entre Eugenio y María Ignacia fue compleja, y en 1802, después de que ella escapara del convento, volvieron a reunirse.

Esta inestabilidad en su vida personal fue reflejo de la tumultuosa época que vivía España en ese entonces. Los acontecimientos políticos y las tensiones sociales comenzaban a tener un impacto directo en la vida de la nobleza, y Eugenio no fue ajeno a este proceso. La muerte de su hijo en 1795 y su separación de su esposa lo marcaron profundamente, contribuyendo a la formación de su carácter beligerante y su disposición a confrontar el poder en sus diversas formas.

Inicios de su Oposición al Gobierno

El comienzo del siglo XIX fue crucial en la vida de Eugenio Palafox. Tras la muerte de su madre en 1808, Eugenio heredó el condado de Montijo, lo que le otorgó un nuevo impulso en su lucha política. La figura de Godoy, a quien había rechazado anteriormente, pasó a ser su principal enemigo, y a partir de 1805, Eugenio dedicó su tiempo a conspirar contra él. Durante este periodo, se unió a los sectores más conservadores de la nobleza y de la corte, formando un bloque de oposición que iría ganando fuerza en los años venideros.

El Motín de Aranjuez de 1808 fue uno de los puntos culminantes de su lucha contra Godoy. En este episodio, Eugenio desempeñó un papel importante como uno de los principales conspiradores. Durante estos meses de agitación política, las intrigas cortesanas y las luchas de poder entre los diferentes sectores de la nobleza y la monarquía marcaron el futuro de la nación, y Eugenio se vio a sí mismo como parte de un movimiento para restaurar la autoridad de la monarquía tradicional frente a las crecientes demandas de reformas.

Eugenio Palafox, conocido también como el Conde de Montijo, adoptó una postura cada vez más beligerante, en la que defendía la monarquía tradicional y combatía las ideas liberales que comenzaban a tomar fuerza en España. Su implicación en el Motín de Aranjuez, que provocó la caída de Godoy y el inicio del reinado de Fernando VII, consolidó su lugar en la historia como uno de los principales defensores del absolutismo en el contexto de las guerras napoleónicas.

Exilio y Participación en la Guerra de Independencia

Tras el Motín de Aranjuez y la caída de Godoy en 1808, Eugenio Palafox se vio impulsado a participar de lleno en los eventos que marcarían la Guerra de Independencia española. En los primeros momentos de la guerra, su figura comenzó a adquirir relevancia, pero su postura conservadora y absolutista lo colocó en una posición conflictiva frente a los movimientos liberales que dominaban la lucha contra los franceses.

En abril de 1808, Eugenio se trasladó a Logroño, tras la muerte de su madre, quien lo dejó como heredero del condado de Montijo. Su hermano Cipriano se hizo con el título de conde de Teba. Este evento, aparentemente personal, se convirtió en un catalizador de sus ambiciones políticas y militares, ya que desde ese momento, Palafox se implicó activamente en las operaciones militares contra las tropas de Napoleón y se alistó en la defensa de Zaragoza, que se encontraba bajo el asedio francés.

Durante este tiempo, Eugenio se dedicó a fortalecer su figura como líder militar, participando en la resistencia junto a las fuerzas españolas y publicando diversos manifiestos que defendían la creación de un gobierno central y la unidad de los territorios españoles. Su implicación en las operaciones de defensa de Zaragoza y sus escritos, como los Consejos de un Patricio, dejaron claro su deseo de formar parte activa de la lucha, pero también su inclinación hacia una solución centralista y monárquica frente a las ideas republicanas que comenzaban a aflorar.

Palafox no solo fue un defensor de la lucha contra los franceses, sino que también buscó hacer valer sus ideas políticas y su influencia dentro del movimiento de resistencia. En este sentido, sus publicaciones, como El Conde del Montijo a sus compatriotas de 1808, reflejan su oposición a la Junta Central y su aspiración a ser una figura clave en la creación de un gobierno monárquico más tradicional, alejado de las reformas liberales impulsadas por la Revolución Francesa.

Su Carrera Después de la Guerra

Tras la retirada de las tropas francesas y la restauración del poder en España en 1814, Eugenio Palafox continuó su carrera en un entorno político muy cambiante. Durante los primeros años de la restauración de Fernando VII, Palafox se alineó con el absolutismo y se encargó de presentar informes sobre los diputados liberales en las Cortes de Cádiz. Su fervor absolutista lo llevó a ser nombrado Capitán General de Granada, un puesto que le otorgaba una gran influencia sobre la región.

Sin embargo, la tensión entre los sectores absolutistas y liberales en España no tardó en reavivarse, y Palafox, quien se había ganado la enemistad de los liberales por su postura autoritaria, se encontró en el centro de varios conflictos políticos. En 1817, su vinculación con la masonería se hizo pública, lo que, en un contexto de sospecha hacia las sociedades secretas, contribuyó a su destierro a Galicia. La acusación de ser masón, si bien no completamente confirmada, reflejó el aislamiento en el que se encontraba debido a sus ideas políticas y su carácter intransigente.

A pesar de su destierro, Eugenio mantuvo una vida activa en la política. Durante el período 1817-1818, fue director de la Sociedad Económica de Granada, una institución que, paradójicamente, promovía ciertas ideas ilustradas, lo que se contraponía a sus inclinaciones absolutistas. Este período de contradicciones marcaría una de las etapas más complejas de su vida, pues a pesar de sus tendencias conservadoras, seguía siendo una figura influyente en ciertos círculos de poder.

El Destierro y la Masonería

Uno de los episodios más interesantes de la vida de Eugenio Palafox fue su posible vinculación con la masonería. En 1817, durante su destierro a Galicia, surgieron rumores que lo vinculaban a la masonería, lo cual en ese contexto representaba un grave escándalo debido a la fuerte persecución que sufrían los masones en España. Se dice que Eugenio tenía un nombre masónico, «Muley Abhim», y que ocupaba el grado 29 dentro de la estructura masónica, aunque la veracidad de estos rumores sigue siendo incierta.

Lo que está claro es que Eugenio no era un hombre fácil de etiquetar. A pesar de su destierro, continuó siendo un jugador clave en la escena política española. Su supuesta relación con la masonería fue una de las contradicciones que marcaron su vida: mientras defendía un orden tradicionalista y monárquico, también se encontraba vinculado a movimientos que eran percibidos como subversivos por las autoridades absolutistas. Esto muestra cómo su pensamiento era más complejo de lo que podría parecer a simple vista.

La Revolución de 1820 y su Activismo

La Revolución de 1820 representó un punto de inflexión para Eugenio Palafox. Durante este período, las ideas liberales tomaron fuerza en España, y el regreso del absolutismo de Fernando VII fue cuestionado por los sectores progresistas. En este contexto, Eugenio se posicionó como un defensor de las causas monárquicas y absolutistas, pero también supo manejar su imagen para presentarse como víctima de la opresión liberal. Esto le permitió ganar apoyo dentro de los sectores conservadores y monárquicos que rechazaban la Constitución de Cádiz y los cambios políticos impuestos por los liberales.

En 1820, Eugenio fue nombrado Capitán General de Valladolid, pero las tensiones con los liberales continuaron creciendo. En noviembre de ese mismo año, fue destituido y enviado a Murcia, lo que desató una serie de protestas por su parte. En una de sus representaciones, fechada en noviembre de 1820, se definió como «ni realista jamás, ni demócrata», lo que reflejaba su intento de mantener una postura intermedia entre los dos polos de la política española de la época.

Últimos Años y Reflexión Final

Los últimos años de la vida de Eugenio Eulalio Palafox estuvieron marcados por la desilusión y la nostalgia por un pasado en el que la monarquía absoluta parecía ser la única forma de gobierno legítima. En 1822, después de varios años de disputas y conflictos políticos, Palafox fue apartado de la escena política, aunque su influencia nunca desapareció por completo.

Eugenio Palafox murió el 16 de julio de 1834, dejando tras de sí una carrera llena de altibajos, pero también una huella indeleble en la historia de España. Su figura representa la compleja transición entre el antiguo régimen absolutista y los primeros intentos de modernización política en España. A pesar de su carácter autoritario y sus enfrentamientos con las fuerzas liberales, Eugenio fue una figura clave en los eventos de su tiempo, cuyo legado perdura en la historia como un ejemplo de la lucha de la nobleza frente a los cambios políticos que marcaron la España del siglo XIX.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Eugenio Eulalio Palafox Portocarrero (1773–1834): Un Noble Dividido entre la Revolución y la Tradición". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/palafox-portocarrero-eugenio-eulalio [consulta: 29 de septiembre de 2025].