Alonso de Ojeda (1470–1515): Explorador y Conquistador de las Nuevas Tierras

Contexto Histórico y Social del Entorno de Alonso de Ojeda

Orígenes familiares y primeras influencias

Alonso de Ojeda nació en 1466 en la ciudad de Cuenca, aunque su origen familiar se encuentra en la localidad de Hojeda, cerca de Oña, en la merindad de Bureba, en el norte de España. Provenía de una familia noble, lo que le permitió disfrutar de ciertas ventajas sociales y educativas. A lo largo de su vida, este trasfondo influyó en sus decisiones y en su carrera, otorgándole la oportunidad de entrar en contacto con figuras importantes de la época.

Desde temprana edad, Ojeda se vio inmerso en el mundo de la corte y la nobleza. Fue paje y criado del Duque de Medinaceli, don Luis de la Cerda, en cuya casa comenzó a forjarse su carrera. El duque era una figura destacada en la corte de los Reyes Católicos, lo que permitió a Ojeda conocer a personalidades influyentes de la época, como Cristóbal Colón. Se cree que fue en este entorno donde, probablemente, tuvo su primer encuentro con el célebre navegante, un punto crucial que marcaría el futuro de Ojeda en las expediciones hacia el Nuevo Mundo.

Formación y primeros pasos en la vida militar

La familia noble de Ojeda le proporcionó una educación y formación militar que le permitió destacarse desde joven en los ámbitos de la guerra y la estrategia. En su juventud participó activamente en la toma de Granada en 1492, un episodio fundamental en la historia de España, pues marcó el final de la Reconquista. Fue en este contexto donde Ojeda pudo demostrar sus habilidades como espadachín, su audacia y destreza en el campo de batalla. Esta experiencia le valió un lugar en las primeras filas de los conquistadores que se adentraron en América.

El padre Las Casas, que conoció personalmente a Ojeda, lo describió como un hombre de complexión pequeña, pero con una gran agilidad y destreza física. Su carácter valiente y audaz lo convirtió en uno de los hombres más intrépidos entre los primeros conquistadores, dispuesto a enfrentar peligros con rapidez y determinación. Las Casas también lo retrató como una figura de gran presencia física, con una apariencia atractiva y ojos grandes que reflejaban su personalidad vibrante.

Encuentro con Cristóbal Colón y su participación en el segundo viaje

En 1493, Alonso de Ojeda se unió a Cristóbal Colón en su segundo viaje a las Américas. Aunque no está claro cómo ocurrió exactamente su incorporación, su relación con el Duque de Medinaceli pudo haber facilitado su acceso a la expedición. Fue en este viaje cuando Ojeda demostró su valía como navegante y líder, comenzando a destacar por su coraje y ambición.

Su primera misión importante fue la búsqueda del veedor Diego Márquez, quien se había perdido en la isla de Guadalupe, lo que le dio a Ojeda la oportunidad de mostrar sus dotes de liderazgo y habilidad en la exploración. Tras este incidente, Colón le asignó una tarea clave: la exploración de la región del Cibao, en la isla Española (hoy Santo Domingo), donde Ojeda logró obtener las primeras muestras de oro de las nuevas tierras. Estas muestras fueron enviadas por Colón a los Reyes Católicos, junto con un informe sobre la riqueza potencial de las islas descubiertas. Este éxito fue crucial, pues demostró la posibilidad de que América fuera una fuente de grandes riquezas, lo que fomentó el interés por la conquista y colonización del continente.

Poco después, Ojeda fue llamado nuevamente para asistir a Pedro Margarit, un capitán que se encontraba sitiado por las fuerzas del cacique Caonabó en la región de Cibao. Aunque fue también sitiado, Ojeda logró escapar y, con el apoyo de las tropas enviadas por Colón, pudo liberar a Margarit. Este episodio consolidó aún más su reputación como un hombre audaz y capaz en situaciones de emergencia.

La relación de Ojeda con Colón fue, sin embargo, compleja. Aunque en un principio compartieron intereses comunes, a medida que avanzaba la expedición, las diferencias entre ambos hombres comenzaron a salir a la luz. Eventualmente, Ojeda se distanció de Colón, lo que marcó un punto de inflexión en su carrera. A finales de 1498, Ojeda regresó a España para presentar sus logros y solicitar nuevas oportunidades para explorar el Nuevo Mundo.

Desarrollo de su Carrera y Exploraciones

Participación en la consolidación de la presencia española en América

Tras su regreso a España en 1498, Alonso de Ojeda presentó su caso ante la corte, buscando un nuevo papel en las expediciones hacia las tierras recién descubiertas. Su vínculo con el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, que había sido una figura clave en la organización de los viajes colombinos, le permitió obtener una patente para organizar una expedición propia. Así, en 1499, Ojeda se preparó para zarpar en su primer viaje de exploración al Nuevo Mundo, con el objetivo de consolidar y expandir las rutas descubiertas por Cristóbal Colón.

En mayo de ese año, partió del puerto de Santa María en una carabela, acompañado por el cosmógrafo Juan de la Cosa y un joven navegante llamado Américo Vespucio, quien, en ese momento, realizaba su primer viaje al continente americano. Este viaje tenía la ambiciosa misión de confirmar las riquezas de las nuevas tierras y, si era posible, ampliar el conocimiento geográfico de los territorios ya visitados.

La expedición de Ojeda costeó las costas de África, una ruta conocida por los navegantes españoles, antes de llegar a las islas Canarias y, finalmente, a la costa de Venezuela. El 18 de agosto de 1499, Ojeda llegó a lo que hoy conocemos como la Guayana venezolana. Fue aquí donde, durante la expedición, se produjo uno de los descubrimientos más significativos de su viaje: la costa de Venezuela. Aunque ya se sabía de la existencia de la región por los viajes anteriores de Colón, fue Ojeda quien logró una exploración más profunda y detallada de la zona. Su llegada a Maracaibo, donde los españoles hallaron viviendas lacustres, fue particularmente notable. Américo Vespucio, al ver las viviendas flotantes, comparó el paisaje con Venecia y le dio el nombre de «Venecia Chica», de donde derivó el nombre moderno de «Venezuela».

Ojeda continuó su viaje a lo largo de la península de la Guajira, territorio hoy conocido como Colombia. La región era habitada por los indígenas Chichibacoa y Coquibacoa, quienes se mostraron inicialmente hostiles. A pesar de las dificultades, la expedición de Ojeda consiguió avanzar, explorando y cartografiando las costas, lo que permitió a los españoles comprender mejor la geografía de la región. Sin embargo, en el Cabo de la Vela, la expedición se detuvo y regresó al puerto de Yáquimo en la isla Española, donde arribaron el 5 de septiembre de 1499. Allí, Ojeda tuvo un breve encuentro con Francisco Roldán, un antiguo rebelde, quien había llegado a un acuerdo con Colón para reconciliarse y continuar con la exploración.

Aunque el viaje de 1499 no alcanzó todos los objetivos que se había propuesto Ojeda, sus descubrimientos fueron de gran relevancia. A su regreso a España en 1500, los resultados de la expedición fueron registrados en el famoso mapa de Juan de la Cosa, lo que contribuyó a la expansión del conocimiento sobre el continente americano y la geografía de las nuevas tierras.

Fundación de Santa Cruz y el conflicto con sus socios

En 1501, el rey Fernando el Católico le otorgó a Alonso de Ojeda la gobernación de Coquibacoa, la región que había explorado durante su viaje de 1499. Esta gobernación correspondía a las actuales zonas de Venezuela y Colombia. Con la autorización de la corona, Ojeda organizó una nueva expedición con el objetivo de fundar un asentamiento en la región y consolidar la presencia española.

Acompañado por sus socios, Juan de Vergara y García de Ocampo, Ojeda partió hacia el Nuevo Mundo en enero de 1502. La expedición, compuesta por cuatro navíos, repitió la ruta explorada en el viaje anterior. Llegaron a la región de Coro, que Ojeda rebautizó como Valfermoso, y continuaron su travesía hasta la península de la Guajira, donde fundaron un fuerte denominado Santa Cruz. Este fue el primer establecimiento español en el continente suramericano, un hito importante en la colonización de América.

Sin embargo, las condiciones del lugar no fueron favorables para la expedición. La falta de suministros, las enfermedades y las tensiones internas pronto hicieron mella en la moral de los hombres. Los socios de Ojeda, Vergara y Ocampo, se sintieron descontentos con la situación y, finalmente, conspiraron para destituir al gobernador. En mayo o junio de 1502, Ojeda fue apresado por sus propios compañeros y el fuerte fue abandonado. A pesar de este revés, Ojeda regresó a la isla Española, donde se vio envuelto en una disputa legal con sus socios, pero finalmente salió absuelto en 1503.

Aunque su primer intento de colonización en Suramérica no tuvo éxito, la expedición y la fundación de Santa Cruz representaron un paso importante en la expansión de la presencia española en el continente. A través de sus esfuerzos, Ojeda sentó las bases para futuras expediciones, como la de Vasco Núñez de Balboa, quien más tarde descubriría el Pacífico.

Últimos Años y Legado de Alonso de Ojeda

Gobernador de Urabá y la fundación de San Sebastián

A pesar de los fracasos en sus anteriores expediciones, la figura de Alonso de Ojeda continuó siendo importante para la monarquía española. En 1508, durante la Junta de Burgos, se acordó la división de la región de Tierrafirme en dos gobernaciones: la de Veragua y la de Urabá. La gobernación de Urabá, que correspondía a la zona comprendida entre el Cabo de la Vela y el golfo de Urabá, fue otorgada a Ojeda. Esta región corresponde en la actualidad a la costa norte de Colombia, una de las primeras zonas exploradas por los españoles en América.

En noviembre de 1509, Ojeda partió de Santo Domingo con cuatro barcos y 220 hombres, acompañado por el cosmógrafo Martín Fernández de Enciso y el cartógrafo Juan de la Cosa. Su objetivo era establecer una presencia definitiva en la región de Urabá y fundar nuevas ciudades en el territorio recién asignado. Al llegar a las costas cercanas a Cartagena, Ojeda leyó a los nativos el famoso «Requerimiento», un documento legal que justificaba la colonización de las tierras en nombre de la Corona española.

Sin embargo, la expedición se vio afectada por numerosos desafíos. Durante una incursión en el poblado de Turbaco, los españoles fueron atacados por los guerreros indígenas, quienes causaron una gran mortandad entre las filas españolas. Juan de la Cosa, el navegante que había acompañado a Ojeda en el viaje de 1499, fue capturado y asesinado en el ataque. Este episodio reflejó las tensiones y dificultades que los conquistadores españoles debían afrontar al tratar de imponer su presencia en territorios ya habitados por pueblos indígenas.

A pesar de esta derrota, Ojeda no se rindió. Continuó su camino a lo largo de la costa de Urabá, en busca de un lugar adecuado para establecer un asentamiento. Finalmente, en el golfo de Urabá, fundó San Sebastián de Urabá, un pequeño fuerte destinado a asegurar la presencia española en la región. Sin embargo, el lugar no resultó ser adecuado para una colonia estable. Las condiciones insalubres, las enfermedades tropicales y los ataques indígenas hicieron que muchos hombres se enfermaran. La situación se volvió aún más grave cuando Ojeda fue herido en una pierna por una flecha envenenada, lo que puso en peligro su vida.

A pesar de las dificultades, Ojeda logró salvarse gracias a la intervención de un cirujano que le aplicó dos planchas al rojo vivo sobre la herida. Sin embargo, la situación en Urabá no mejoró, y Ojeda se vio obligado a abandonar el lugar en busca de víveres y suministros. Fue en ese momento cuando apareció una nave que lo condujo a la isla Española. Dejó a sus hombres bajo el mando de Francisco Pizarro, quien más tarde sería famoso por su conquista del Imperio Inca.

El incidente con Francisco Pizarro y el naufragio

Alonso de Ojeda regresó a Santo Domingo con la esperanza de obtener más recursos para continuar su empresa en Urabá. Sin embargo, la situación económica y política en la isla no era favorable para sus planes. Durante su ausencia, Francisco Pizarro, que estaba al mando de San Sebastián de Urabá, se encontró con la situación crítica en la que Ojeda había dejado la expedición.

Pizarro, bajo la presión de los hombres y el peligro de un inminente ataque indígena, decidió esperar un plazo de 50 días antes de tomar una decisión. En ese tiempo, Ojeda no regresó, lo que llevó a Pizarro a salir en busca de refuerzos. La llegada de un grupo de hombres enviados por Martín Fernández de Enciso trajo consigo nuevas esperanzas, pero la situación no mejoró.

Por si fuera poco, los problemas no se limitaron solo a las dificultades coloniales. En 1510, Ojeda sufrió un naufragio cuando, tras tomar una nave llena de bandidos dirigida por Bernardino de Talavera, el grupo cambió de rumbo y se dirigió hacia Cuba en lugar de regresar a Santo Domingo. Durante este viaje, los bandidos se desbordaron, cruzaron la isla a pie y finalmente fueron acogidos por los indígenas. Talavera y sus seguidores fueron capturados, y Ojeda finalmente pudo regresar a Santo Domingo, pero la miseria en la que vivía le impidió comprar nuevos suministros para sus hombres.

Declive y últimos años en Santo Domingo

Los últimos años de la vida de Alonso de Ojeda fueron marcados por el agotamiento físico y las dificultades económicas. En 1516, ya sin fuerzas para seguir adelante con sus ambiciosos proyectos, se retiró a Santo Domingo, donde pasó sus últimos días en un estado de abandono. La falta de recursos y el desgaste de sus expediciones afectaron profundamente su salud y bienestar.

Ojeda murió alrededor de 1515 o 1516 en Santo Domingo, dejando un legado mixto en la historia de las expediciones hacia América. Fue enterrado en la entrada de la iglesia de San Francisco, un lugar que simboliza tanto su participación en la expansión española por el continente como el trágico desenlace de sus esfuerzos colonizadores.

El legado de Alonso de Ojeda en la historia de América

El legado de Alonso de Ojeda es complejo. Aunque no logró establecer una colonia duradera en Suramérica, sus expediciones fueron cruciales en la expansión de la presencia española en el continente. Fue uno de los primeros en explorar la costa de Venezuela y la región del golfo de Urabá, y su viaje abrió la puerta a la posterior conquista de las tierras del Pacífico.

Además, su expedición también contribuyó al conocimiento geográfico de la región, como se refleja en el mapa de Juan de la Cosa, que registró las costas exploradas por Ojeda. A pesar de las dificultades y fracasos que marcaron su vida, Ojeda fue una figura clave en la historia temprana de la colonización de América, y su nombre sigue siendo recordado en el contexto de las grandes expediciones del siglo XVI.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Alonso de Ojeda (1470–1515): Explorador y Conquistador de las Nuevas Tierras". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/ojeda-alonso-de [consulta: 2 de octubre de 2025].