Montejo, Francisco de, «el viejo» (1479-1553).
Conquistador y descubridor español apodado «el viejo»; nacido en Salamanca, en 1479, y muerto en Sevilla, en 1553, en la miseria y olvidado de todos. Acompañó a Hernán Cortés en la conquista de México y, junto con el concurso de su hijo, Francisco de Montejo el Mozo, llevó a cabo la definitiva conquista e incorporación a la Corona de la península de Yucatán.
Miembro de una familia hidalga salmantina venida a menos y oriunda de Montejo (Segovia), en 1514 se trasladó a la isla de Cuba, donde recibió varias encomiendas y colaboró en la fundación de La Habana. Al año siguiente, se unió a la expedición de Grijalba hacia el Yucatán y las costas de México, y más tarde a la de Hernán Cortés, quien le hizo responsable de buscar un emplazamiento adecuado donde fundar la futura ciudad de Veracruz, de cuya ciudad fue nombrado primer alcalde por el propio Cortés. En julio de 1519, Cortés envió a España a Montejo y a Alonso Hernández de Portocarrero como procuradores del ejército conquistador con las primeras cartas y avisos de la conquista en México, además de con un buen número de riquezas y presentes del emperador azteca Montezuma destinados al emperador Carlos V (1516-1556), con el propósito de institucionalizar la conquista de las nuevas tierras y contrarrestar cualquier influencia del gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Una vez en la Corte, la ausencia del emperador fue aprovechada por el prelado Fonseca, partidario de Velázquez, para entorpecer al máximo las diligencias de los dos embajadores. Portocarrero fue encarcelado, mientras que Montejo logró salvarse del presidio gracias a las influencias de los partidarios y familiares de Cortés. El emperador fue avisado de las intrigas urdidas por el eclesiástico, y las gestiones dieron por resultado unas disposiciones favorables a Cortés y al propio Montejo. En 1523, Montejo regresó a México cargado de buenas recomendaciones y en compañía de su hijo y varios familiares directos. En Nueva España Montejo pretendió llevar a cabo una conquista más completa de la península del Yucatán, pero sus deseos se vinieron abajo cuando, al año siguiente, fue de nuevo comisionado por Cortés para regresar a la Corte llevando al emperador todavía más joyas y presentes que la vez anterior, conseguidas tras la caída del Imperio Azteca. Esta dilatada estancia fue aprovechada por Montejo para casarse con una rica viuda sevillana, doña Beatriz Álvarez de Herrera. Retirado en su Salamanca natal, a pesar de gozar de una buena posición social y económica, Montejo determinó regresar a América por cuenta propia. Gracias a su constancia, en 1526 obtuvo la licencia deseada del emperador para acometer la soñada conquista del Yucatán. Ese mismo año se firmaron las capitulaciones en la ciudad de Granada, por las que Montejo fue nombrado adelantado, gobernador y capitán general del Yucatán y de la isla de Cozumel, más de todas las tierras que fuera capaz de conquistar para la Corona española, con plenos derechos para conceder encomiendas.
En septiembre de 1527, Montejo arribó en la isla de Cozumel al frente de 380 hombres y fue bien recibido por el cacique local más poderoso de toda la isla. Tras fundar en la costa oriental de la península del Yucatán la ciudad de Salamanca, en un lugar bastante cenagoso, Montejo procedió a adentrarse en la región; atravesó tribus y ciudades mayas hasta que llegó a Chichen-Itzén, después de seis meses de agotadora marcha en la que las debilitadas huestes españolas sufrieron una grave derrota. En vista de lo delicado de su situación, en medio de un país totalmente hostil y con escasos recursos y hombres para proseguir la marcha, Montejo se vio obligado a regresar a Nueva España en busca de refuerzos. En Veracruz, Cortés le aconsejó que colonizara la costa oeste del Yucatán mejor que la oriental. Una vez que obtuvo el gobierno de la ciudad de Tabasco, confirmado por el propio emperador por carta, Montejo hizo caso de los consejos de Cortes y procedió a la evacuación del Yucatán oriental para concentrarse en la parte occidental.
Desde Tabasco, en 1528, Montejo envió a Alonso de Ávila y a Juan Enríquez de Guzmán por la zona de Chiapas, Alcalán y Luján, hasta que ambos lograron llegar a Champotón, ciudad que fue conquistada sin apenas problemas en 1530. Mientras tanto, Montejo permaneció en Tabasco preparando una nueva conquista del interior. Para ello se internó desde Dzilam por Tcoh y Chichen-Itzén, ciudad en la que fracasó en su propósito de fundar la capital ante la manifiesta beligerancia mostrada por los indios mayas de la región. Desde allí, Montejo se retiró hacia la costa y se dirigió a Campeche, en 1533, donde se reunió con Ávila y sus hombres, los cuales venían de realizar una heroica travesía por toda la península sin conseguir apenas el control de las poblaciones mayas por las que pasaron. A pesar de la miseria, de los continuos fracasos, del desánimo de los hombres y de la manifiesta hostilidad de los mayas, Montejo no se rindió. Dejó a su hijo al frente del gobierno de Campeche e Inmediatamente regresó a Nueva España para pedir refuerzos.
Desde México, en 1535, Montejo reunió tropas y medios más que suficientes gracias a sus encomiendas y obtuvo el gobierno de Honduras, necesario para llevar a cabo su nueva estrategia de conquista, consistente en realizar una penetración coordinada desde el oeste y el este de la península. La concesión de Honduras produjo un fuerte enfrentamiento entre Montejo y Alvarado, del que salió ganando el segundo. Montejo, sin apoyos firmes en Nueva España, no tuvo más remedio que ceder a cambio del gobierno de Chiapas, en 1539, tras de lo cual delegó todo el esfuerzo militar en su hijo para que prosiguiera la conquista del Yucatán, mientras que él se dedicó por entero a la organización y administración de la parte del Yucatán ya conquistada.
En 1541, Montejo el Mozo sometió de una vez por todas a la ciudad de Campeche, desde donde se dirigió a la antigua ciudad maya de T-ho, a la que también conquistó tras pasarla por las armas y a la que cambió el nombre por el de Mérida, ciudad que en adelante se constituiría en la base de la dominación española en la zona. Montejo el Mozo y su primo, del mismo nombre, completaron la conquista del Yucatán en 1546, fecha en la que ya había cuatro importantes ciudades españolas en el Yucatán: Campeche, Mérida, Valladolid de Yucatán y Salamanca de Becalar. Ese mismo año, Francisco Montejo padre tomó el gobierno efectivo del Yucatán de manos de su hijo.
Con todo el poder para él solo y con la región conquistada por completo, Montejo prosiguió con su labor legisladora y de ordenación. Favoreció sobremanera la instalación de varias misiones y también se preocupó por introducir en el país ganado y plantas nuevas, fomentar el lucrativo negocio del cultivo del algodón y dar a conocer a los indios nuevos oficios, ingente labor que pronto dio los frutos deseados, ya que Yucatán se convirtió en una de las regiones más españolizadas del Nuevo Mundo.
Pero debido a sus continuas arbitrariedades, a la práctica de un nepotismo descarado (repartió más del 75% de las tierras entre parientes y amigos e hizo colocar el Yucatán bajo la jurisdicción de la Audiencia de los Confines, presidida por su yerno) y a la brutalidad con la que trataba y explotaba a los indios, en 1550 Montejo fue sometido a un juicio de residencia promovido por la orden franciscana. El tribunal, presidido por Diego de Santillán, le halló culpable de todas las acusaciones que se le imputaron, por lo que Montejo acabó perdiendo todos sus cargos, prebendas y encomiendas, además de pasar el Yucatán a depender de la Audiencia de Nuevo México. Arruinado, Montejo se trasladó a España con la esperanza de apelar en la Corte, donde se le rescindieron las capitulaciones que había firmado en Granada. Murió al poco tiempo en Sevilla, desilusionado y en la indigencia.
Bibliografía
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BLANCO FONFONA, Rufino. El conquistador español del siglo XVI. (Caracas: Ed. Monte Ávila, 1993)
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OROZCO, Fernando. La conquista de México desde la llegada de la primera expedición a las costas del Yucatán hasta el fin del Imperio Azteca. (México D.F: Ed. Panorama, 1986).
CHG