Medina Angarita, Isaías (1897-1953).
Militar y político venezolano, nacido en San Cristóbal (Táchira) el 6 de julio de 1897 y fallecido en Caracas el 15 de septiembre de 1953. Fue ministro de Guerra y Marina (1936-1940) y presidente de la República (1941-1945).
Era hijo del general José Rosendo Medina, muerto en la batalla de Tocuyito (1899). Estudió en su ciudad natal y a los quince años ingresó en la Escuela Militar de Caracas, de la que salió en 1914 con el grado de subteniente. Ejerció en un regimiento de infantería, y al año siguiente fue ascendido a teniente y a capitán en 1917. En 1919 volvió a la Escuela Militar como profesor y comandante de la compañía de cadetes de dicha institución. En 1927 recibió el rango de teniente coronel y trabajó como profesor de español y educación física en la Escuela de Aspirantes a Oficiales, en las Escuelas Federales y en otras instituciones educativas de la capital. Durante sus años de docencia entró en contacto con los grupos liberales que surgieron por entonces en la universidad venezolana. Se relacionó con intelectuales liberales en torno al Grupo Atenas y al Club de los Siete, de los que fue miembro. Posteriormente fue designado Jefe de Servicio de la Dirección de Guerra del Ministerio de Guerra y Marina, donde inició su colaboración en el general Eleazar López Contreras. En 1930 participó en la Comisión de Reglamentos Militares y Navales y, al año siguiente, desempeñó el cargo de ayudante interino de la Jefatura de Estado Mayor y jefe y secretario del gabinete del Ministerio de Guerra y Marina, cargos que ocupó hasta 1935, cuando fue ascendido a general. En 1940 obtuvo el rango de general de brigada.
El 1 de marzo de 1936 ocupó la cartera de Guerra y Marina en el gobierno de Eleazar López Contreras. Durante sus años como ministro (1936-1940), Medina fue acusado de filofascista y hecho responsable de todos aquellos actos antidemocráticos que perpetraba el gobierno de López Contreras. Por el contrario, cuando éste ponía en práctica alguna medida respetuosa con el estado de derecho, se decía que lo hacía «a pesar de Medina». Por ello, cuando en marzo de 1941 presentó su candidatura a la Presidencia de la República por el Partido Popular, Medina arrastraba una ominosa fama de antidemócrata. Su principal rival en el camino hacia la presidencia era el independiente Rómulo Gallegos, apoyado por el Partido Demócrata Nacional en la clandestinidad. Aunque los comicios no eran directos, ambos candidatos emprendieron una ardua carrera electoral. El 28 de abril de 1941, el Congreso eligió presidente a Medina para un mandato de cinco años por una abrumadora mayoría. Dos días después, Medina contrajo matrimonio con Irma Felizola. Tomó posesión del cargo el 5 de mayo siguiente.
Su elección fue acogida con gran recelo por la opinión pública venezolana, que temía el inicio de una nueva etapa de dictadura militar. Sin embargo, su mandato se caracterizó por la profundización en la apertura democrática iniciada durante el gobierno de su predecesor. Los partidos políticos fueron legalizados: entre ellos, Acción Democrática (anterior Partido Democrático Nacional), que comenzó a liderar la oposición, y el Partido Comunista, legalizado en octubre de 1945. El gobierno de Medina respetó las libertades fundamentales y permitió un intenso juego electoral, tanto local como federal. Se aprobó una reforma electoral que concedió el sufragio femenino y permitió la elección directa de diputados.
La liberalización del régimen constitucional hizo posible la legalización de nuevos sindicatos y la consolidación de los ya existentes. Ello provocó una lucha política por el control de las uniones obreras entre Acción Democrática y el Partido Comunista. El gobierno se vio forzado a intervenir en la cuestión sindical cuando, en 1944, se celebró en Caracas el Congreso de Trabajadores de Venezuela, con una fuerte presencia comunista. Ante las presiones de la oposición anticomunista, el gobierno decretó, en cumplimiento de la legalidad constitucional, la disolución del Congreso por participar en él numerosos grupos sindicales vinculados orgánicamente a partidos políticos. A ello siguió, aplicando este mismo criterio, la ilegalización de 93 sindicatos y de tres centrales obreras. Ante las protestas que provocaron estas decisiones, Medina se comprometió a reformar la Constitución para permitir el reagrupamiento de las organizaciones disueltas.
Emprendió importantes medidas de bienestar social, como la promulgación de una legislación de seguros sociales, la fijación de salarios mínimos o la reforma de la legislación laboral. Una de sus medidas más significativas fue la firma de un convenio colectivo de la industria petrolera, que intentaba compensar a los trabajadores de este sector por la eliminación de sus sindicatos. Promulgó una ley de reforma fiscal tendente a garantizar una distribución más equitativa de las cargas impositivas, y emprendió la reforma del sector petrolífero (Ley de Hidrocarburos,1943), así como una tímida reforma agraria (1945). Asimismo, trató de modernizar el sistema educativo venezolano, extendiendo la enseñanza obligatoria, creando nuevas escuelas y facultades universitarias (durante su mandato se inició la construcción de la Ciudad Universitaria caraqueña) y aplicando programas de alfabetización que redujeron de manera espectacular el analfabetismo. Aunque todas estas medidas tendrían consecuencias de largo alcance en el desarrollo de la Venezuela contemporánea, su puesta en marcha durante el mandato de Medina quedó truncada por el golpe de Estado que le depuso.
A pesar de estas medidas de liberalización, Medina mantuvo un régimen marcadamente personalista y preservó el dominio de los grandes latifundistas y financieros sobre los recursos económicos del país, al igual que la corrupción que dominaba su administración. La riqueza generada por la exportación de crudo a partir de 1940 sirvió para alimentar una exuberante burocracia que anquilosó las estructuras administrativas de la democracia venezolana y permitió a Medina emprender grandes obras suntuarias.
Medina inició una nueva etapa en las relaciones de Venezuela con los países de su entorno. Fue el primer jefe de Estado constitucional en viajar al exterior en misión oficial. En 1943 llevó a cabo una ronda por las naciones bolivarianas (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá), con el objetivo de establecer nuevos lazos de cooperación y desarrollo. En enero de 1944 visitó al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en Washington para tratar acerca de la soberanía de Aruba y Curaçao. Sin embargo, sus relaciones con Estados Unidos fueron poco fluidas, debido a la promulgación de la Ley de Hidrocarburos de 1943, que estableció un mayor control del Estado venezolano sobre la explotación de los recursos petrolíferos del país, y a las buenas relaciones que mantenía con los comunistas tanto en Venezuela como en el ámbito internacional (en 1943 su gobierno entabló relaciones diplomáticas con China y, dos años después, con la Unión Soviética). Medina asistió también a la reunión de cancilleres iberoamericanos de Río de Janeiro (1942), de Chapultepec (1945), así como a la Conferencia de las Naciones Unidas de San Francisco (1945).
Obtuvo el triunfo del Partido Popular Venezolano en las elecciones municipales de 1944, pero el 18 de octubre de1945, en vísperas de las elecciones presidenciales, fue derrocado por un golpe de Estado encabezado por los jóvenes militares del grupo Unión Patriótica Militar, apoyados por el partido Acción Democrática. Esta formación política justificó el derrocamiento del presidente constitucional por las restricciones a la libertad política y por la negativa de Medina a promulgar el sufragio universal, directo y secreto. Sin embargo, los intereses económicos de las grandes compañías petrolíferas y del departamento de estado norteamericano estuvieron estrechamente relacionados con la caída del presidente. El nuevo gobierno decretó su expatriación y Medina se estableció en Nueva York (Estados Unidos). Rómulo Betancourt lo sustituyó al frente de la presidencia.
El 8 de mayo de 1952 sufrió una trombosis que le produjo una hemiplejia lateral. Pocas semanas después se le permitió regresar a Venezuela, donde murió al año siguiente a consecuencia de un aneurisma cerebral.
Bibliografía
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