Marinello, Juan (1898-1977).


Poeta, ensayista, periodista, crítico literario y político cubano, nacido en Jicotea en 1898 y fallecido en La Habana en 1977. Autor de una fecunda y variada producción literaria en la que sobresalen su defensa de las libertades individuales y su lucha en favor de la emancipación cubana, está considerado como uno de los más destacados artistas e intelectuales hispanoamericanos del siglo XX.

Vida

Nacido en un entorno agrario, pasó su infancia en una explotación azucarera que habría de marcar toda su vida y buena parte de su obra, sobre todo en lo relativo al reflejo de ciertas estructuras sociales que dominaban el ambiente en el que creció: la posesión de la tierra expresada en vivas reminiscencias de los señoríos feudales, la pervivencia de la esclavitud entre los trabajadores, y el sometimiento a las poderosas compañías internacionales dueñas de la explotación. Este entorno hostil propició, andando el tiempo, la orientación ideológica del joven Juan Marinello hacia los postulados socialistas, así como sus constantes preocupaciones sociales y su firme deseo de conseguir la emancipación de Cuba respecto al neocolonialismo estadounidense.

Tras completar con asombrosa brillantez sus estudios primarios y secundarios, el futuro escritor acrecentó sus méritos académicos en la Universidad de La Habana, de donde egresó con tres titulaciones de doctor (en Derecho Civil, en Derecho Público y en Filosofía y Letras), y con la distinción honorífica de «Alumno Eminente», que le permitió acceder a una beca de viaje para trasladarse a España y ampliar aún más sus estudios en la Universidad Central de Madrid.

A su regreso a Cuba (1922), se integró activamente en las revueltas universitarias que, propagadas por toda Hispanoamérica desde la Universidad de Córdoba (Argentina), habían llegado hasta la isla antillana y cobrado carta de naturaleza en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, celebrado en La Habana en octubre de 1922. El fruto más significativo de esta feliz convocatoria fue la Universidad Popular José Martí, en la que Juan Marinello intervino de forma entusiasta, en compañía de otros grandes escritores como el poeta y ensayista Rubén Martínez Villena.

Ya conocido en los principales foros políticos y culturales de su país, pasó a formar parte del denominado Grupo Minorista, en cuya fundación había intervenido de forma decisiva al poco tiempo de haber regresado de Europa. Tuvo lugar este acto el día 18 de marzo de 1923, cuando un grupo de quince intelectuales que habían participado en un banquete-homenaje se dirigió a la sede de la Academia de Ciencias para interrumpir airadamente una conferencia y recriminar con dureza al entonces secretario de justicia del gobierno de Alfredo Zayas (1921-1925) su complicidad en la malversación de los fondos estatales, puesta de manifiesto en su autorización del decreto de compra de una de las joyas más preciadas de la arquitectura colonial, el convento de Santa Clara. Poco después, los quince intelectuales -entre los que se contaba Juan Marinello- se dirigieron a la redacción del rotativo Heraldo de Cuba, donde el susodicho Rubén Martínez Villena redactó un brioso manifiesto que, a la postre, rubricaron trece de ellos; a este escrito, conocido como la «Protesta de los Trece», se adhirieron después numerosos artistas e intelectuales cubanos que quedaron englobados en el citado Grupo Minorista.

Como firmante de la «Protesta de los Trece», Marinello se convirtió en uno de los más bulliciosos animadores de esta agrupación de intelectuales, de la que salieron a su vez la Falange de Acción Cubana y la Agrupación de Veteranos y Patriotas, colectivos en cuyas respectivas nóminas figuró el nombre del escritor de Jicotea. Cada vez más destacado por sus constantes iniciativas en pro del desarrollo cultural de su pueblo y de la liberación del sometimiento imperialista norteamericano, en 1927 suscribió también la famosa «Declaración del Grupo Minorista», uno de los acontecimientos culturales más sobresalientes de la moderna historia hispanoamericana. Por medio de esta rotunda afirmación de la soberanía y la identidad cubanas, treinta y un intelectuales hicieron públicas sus enérgicas protestas contra el hostigamiento político a que estaba siendo sometido México por parte de los Estados Unidos de América, contra la agresión sufrida por el pueblo nicaragüense, y contra la falta de regímenes verdaderamente democráticos en todo el ámbito hispanoamericano; y, simultáneamente, reclamaron con dureza la imperiosa necesidad de poner en marcha la reforma educativa, la conveniencia de fomentar el desarrollo del arte nacional y, desde luego, el derecho de Cuba a gozar de una auténtica independencia (falseada, desde 1902, por la tristemente célebre Enmienda Platt, que vino a someter la isla antillana a la sujeción de los Estados Unidos).

Al tiempo que progresaba en todas estas iniciativas político-sociales, no descuidaba Juan Marinello su labor creativa e intelectual, manifiesta, durante aquel mismo año de 1927, en la fundación de la prestigiosa publicación cultural Revista de Avance, así como en la entrega a la imprenta de su primer -y, -a la postre, único- libro de poemas, titulado Liberación (1927). Su vida personal también quedó jalonada ese año con uno de sus hitos más importantes: su matrimonio con María J. Vidaurreta.

Sin embargo, su activa implicación en los acontecimientos políticos de Cuba durante toda la década de los años veinte le ocasionó, a la vez que le deparaba sus mejores momentos de notoriedad pública y fecundidad creativa, graves enfrentamientos con las autoridades del país, sobre todo a raíz de la reelección como presidente, en 1929, del dictador Gerardo Machado, a cuyo régimen totalitario se opuso siempre con firmeza Juan Marinello. Así las cosas, en 1930 fue condenado a presidio en el Castillo del Príncipe, institución penitencia a la que volvería en varias ocasiones a lo largo de su activa vida política (1935, 1951 y 1954). Además, también sufrió privación de libertad en 1932, en la Isla de Pinos, y condena al exilio en 1933 y 1936, años en los que se instaló en México.

Todas estos obstáculos impuestos por las autoridades conservadoras no bastaron para impedir que Juan Marinello se convirtiera, entre condena y condena, en el principal promotor de cuantas iniciativas sociales, culturales y políticas florecieron en Cuba durante el segundo tercio del siglo XX: fue miembro de la Sociedad de Folklore, vicepresidente del Instituto Hispanoamericano de Cultura, tesorero de la Junta Cubana Pro-Independencia de Puerto Rico, presidente de la Liga Antiimperialista de Cuba, directivo de la Sociedad Económica de Amigos del País, presidente del Partido Socialista Popular, delegado en la Asamblea Constituyente (1940), senador, vicepresidente del Congreso, ministro e, incluso, candidato a la Presidencia de la República.

En justa coherencia con sus actuaciones dentro de su isla natal, el escritor de Jicotea desempeñó una labor infatigable en multitud de foros internacionales, principalmente en los relacionados con los movimientos en pro de la paz. Así, en 1934 presidió el Primer Congreso contra la Guerra, la Intervención y el Fascismo; en 1937, en plena Guerra Civil Española, asistió en Valencia al Congreso de Intelectuales por la Defensa de la Cultura, para intervenir también después en las reediciones de este encuentro antifascista en Madrid, Barcelona y París; asimismo, participó en el Primer Congreso Mundial por la Paz, presidió el Movimiento por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, y fue miembro de la Directiva Internacional del Consejo Mundial de la Paz.

Tras la Revolución Cubana de 1959, Juan Marinello colaboró estrechamente con el gobierno de Fidel Castro, en quien vio realizadas sus expectativas de traer el socialismo a la isla antillana. Después de haber sido nombrad miembro del Comité Central del Partido Comunista, fue elegido diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, para incorporarse finalmente al Consejo de Estado. Su ingente producción intelectual propició, asimismo, su nombramiento como rector de la Universidad de La Habana (1962-1963), cargo que abandonó para incorporarse la UNESCO en calidad de embajador permanente de Cuba (1963-1974).

En reconocimiento a esta ingente labor intelectual puesta al servicio de las causas sociales, Juan Marinello fue objeto de numerosos premios, honores y distinciones, entre los que destacan su nombramiento, por parte del gobierno mejicano, como Caballero del Águila Azteca. Asimismo, fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Carolina de Praga, y condecorado en Cuba con la Orden de la Revolución de Octubre. También se hizo acreedor a la Medalla de Oro Joliot-Curie, entregada por el Consejo Mundial de la Paz, así como a la Medalla de Lenin, recibida por su participación como miembro del Jurado Internacional de los Premios Lenin en pro de la paz mundial. Su muerte, considerada como una gran pérdida por parte del gobierno cubano, propició que el Consejo de Estado de la República de Cuba creara una Orden que lleva su nombre. En La Habana, la casa en donde vivió el escritor de Jicotea fue convertida en la Biblioteca Memorial Juan Marinello.

Obra

En su condición de periodista especializado en temas culturales, Juan Marinello fundó, junto a la ya mencionada Revista de Avance, la publicación Masas. Además, fue editor de Venezuela Libre, colaborador de Social y director de Política. También dirigió durante varios años el diario La Palabra, y publicó sus artículos y colaboraciones en la práctica totalidad de los medios de comunicación cubanos, así como en numerosos rotativos y revistas extranjeros.

Entre su vasta obra literaria -constituida, en su mayor parte, por escritos de escasa extensión, pero de gran rigor y profundidad intelectual-, destaca en primer lugar su ya citado poemario Liberación (1927), constituido por veintiún poemas de marcado acento modernista que merecieron los elogios de los lectores y la crítica especializada. En el mismo año de la muerte de Marinello (y medio siglo después de que viera la luz por vez primera), este poemario fue reeditado, junto con las composiciones sueltas del poeta cubano, bajo el título genérico de Poesías (La Habana: Ed. Arte y Literatura, 1977).

Una de sus obras ensayísticas más sobresalientes es la titulada Literatura hispanoamericana: hombres, meditaciones (México: Universidad Nacional de México, 1937), libro que, como anuncia claramente su epígrafe, aparece dividido en dos secciones: la dedicada a la vida y obra de algunos escritores fundamentales en la evolución de las Letras hispanoamericanas (titulada «Hombres»), y la centrada en las divagaciones filológicas del propio autor (denominada «Meditaciones»). En la primera parte, Juan Marinello enfoca su aguda lente crítica sobre las figuras de los cubanos José Martí, Enrique José de Varona, Luis Felipe Rodríguez y Nicolás Guillén, además de acercarse a otros grandes escritores hispanoamericanos como el peruano José Carlos Mariáteguiy el chileno Pablo Neruda. En la última parte de Literatura hispanoamericana, Marinello imprime cinco extraordinarios ensayos sobre dicha materia: «Americanismo y cubanismo literario» (centrado en el estudio del cuento «Marcos Antilla, relatos de cañaveral», del recientemente citado Luis Felipe Rodríguez); «Veinticinco años de poesía cubana» (acerca del libro La poesía moderna en Cuba, de Félix Lizaso y José A. Fernández de Castro); «Tres novelas ejemplares» (referido a Don Segundo Sombra, del argentino Ricardo Güiraldes; La vorágine, del colombiano José Eustasio Rivera; y Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos); «Una novela cubana» (relativo a ¡Ecue-Yamba-O!, del novelista y musicólogo Alejo Carpentier); y, como broche de oro, el discurso con el que el propio autor inauguró, en México, el Primer Congreso de Escritores y Artistas Revolucionarios.

Otra de sus obras cimeras es la titulada José Martí, escritor americano (México: Ed. Grijalbo, 1958), libro que convirtió a Juan Marinello en uno de los más destacados especialistas en la figura y la obra del patriota cubano. Aquí, el escritor de Jicotea ofrece una amplia visión crítica del movimiento modernista en Hispanoamérica, y expone a continuación las razones que impulsaron a Martí a encarar la superación de esta feraz corriente estética.

El resto de la interesante producción ensayística de Juan Marinello se compone de títulos tan relevantes para el estudio de la Historia y las Letras hispanoamericanas como Creación y revolución (La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1973) -donde, además, analiza la obra de Lenin-; Contemporáneos, noticia y memoria (La Habana: UNEAC, 1975) -en el que ofrece veinticinco retratos magistrales de otras tantas personalidades de su época, con la excepción de Tolstoi-; Ensayos (La Habana: Ed. Arte y Literatura, 1977) -último libro que publicó en vida Marinello-; y Dieciocho ensayos martianos (La Habana: Editora Política, 1981) -selección póstuma de los mejores escritos del autor sobre el patriota cubano, al que presenta como el gran anticipador de la Revolución de 1959-. Otros títulos suyos son Españolidad literaria de José Martí; Sobre la inquietud cubana (1930); Picasso sin tiempo (1942); Actualidad americana de José Martí (1945); Imagen de Silvestre Revueltas (1966); y Poesía mayor de José Martí (1973).

Bibliografía

  • – ANTUÑA, María Luisa. Bibliografía de Juan Marinello (La Habana: Ed. Orbe, 1975).

– ANTUÑA, Vicentina. «Juan Marinello: Maestro emérito de la cultura cubana», en Revista de la Biblioteca Nacional José Martí (La Habana), XVI, 3, págs. 9-23.

– ARMAS, Emilio de. «Proceso y evolución de la obra poética de Juan Marinello», en Universidad de La Habana (La Habana), 201 (1974), págs. 36-43.

– VITIER, Cintio. «Juan Marinello», en Cincuenta años de poesía cubana (La Habana: Ministerio de Educación, 1952), pág. 153.

– VVAA. «Marinello a los setenta y cinco años», en CdA (La Habana), XIV, 79. (Especial monográfico dedicado a Juan Marinello).

J. R. Fernández de Cano.