Maceo Grajales, Antonio (1845-1896).


Dirigente independentista cubano, nacido en Santiago de Cuba el 14 de junio de 1845 y muerto en Punta Brava el 7 de diciembre de 1896. Fue uno de los principales caudillos de la guerra de la independencia cubana, sin duda el más destacado desde el punto de vista militar por sus victorias frente a los españoles. Junto a José Martí, es considerado uno de los héroes nacionales de Cuba.

Perteneciente a una familia humilde, su padre, Marcos Maceo, era un emigrante oriundo de Venezuela; su madre, Mariana Grajales, era cubana de origen dominicano. Su infancia y su primera juventud transcurrieron en Santiago de Cuba y sus alrededores, donde, entre otros oficios, fue cuidador de caballos. En 1868 contrajo matrimonio con María Cabrales y, unos meses después, se unió al movimiento insurgente después de que Carlos Manuel Céspedes proclamara la independencia de Cuba en el célebre «grito de Yara». El 25 de octubre de 1868 se incorporó, junto a sus hermanos José y Justo, al grupo de rebeldes comandado por Juan Bautista Rondón en la finca La Delicia, donde luego le seguirían su padre y otros miembros varones de la familia Maceo.

Pronto se hizo célebre entre las tropas mambises por su valor y sus dotes como estratega. El 26 de enero de 1869 fue nombrado comandante y, al año siguiente, se convirtió en segundo de Máximo Gómez, líder militar del movimiento. En 1872, cuando desempeñaba el grado de coronel, fue nombrado general de división. Posteriormente combatió en las campañas de Camagüey y fue jefe de la región militar de Oriente. Resultó herido varias veces en combate, lo que aumentó su prestigio entre los revolucionarios, que comenzaron a llamarle el «titán de bronce». Sin embargo, algunos líderes nacionalistas blancos desconfiaban de su creciente influencia, ya que temían que el sector negro tomara las riendas del movimiento independentista.

Después de que Tomás Estrada Palma (presidente de la República en armas) y el general español Arsenio Martínez Campos firmaran en 1878 la paz del Zanjón, que puso fin a la primera guerra de la independencia o Guerra de los Diez Años, Maceo se puso al frente del sector independentista que se negó a asumir los acuerdos de paz, por considerar que éstos no se ajustaban a sus objetivos esenciales, es decir, la total independencia de Cuba y la abolición inmediata de la esclavitud. Tras entrevistarse con Martínez Campos en Baraguá para tratar de llegar a un acuerdo, Maceo tomó el camino del exilio, al igual que otros muchos independentistas. Recaló primero en Jamaica, para pasar en 1879 a Haití y luego a Santo Domingo, desde donde partió de nuevo hacia Cuba para unirse a la insurrección preparada por Calixto García y Guillermo Moncada. La intentona insurreccional -conocida como Guerra Chiquita- fracasó y Maceo tuvo que regresar a Jamaica.

Posteriormente se estableció en Honduras, donde ejerció como comandante del ejército hondureño en Tegucigalpa, Omoa y Puerto Cortés. En 1883, la caída de su protector, el presidente hondureño Marco Aurelio Soto, le forzó a marchar a Estados Unidos. Al año siguiente, Maceo se entrevistó en Nueva York con José Martí, quien pretendía aunar a los distintos grupos nacionalistas para organizar un movimiento de masas que acabara con la dominación española en Cuba. A partir de entonces, Maceo se entregó a una ardua campaña para recaudar fondos a fin de emprender una nueva insurrección. Finalmente, los exiliados consiguieron poner en marcha una expedición -conocida como fernandina– para invadir Cuba desde tres frentes distintos. Sin embargo, sus tropas fueron rápidamente derrotadas. Maceo se estableció entonces temporalmente en Panamá, donde trabajó en las obras del Canal y regentó un pequeño negocio comercial. En febrero de 1890 visitó clandestinamente Santiago de Cuba, para pasar luego a Jamaica y, de allí, a Costa Rica, donde existía una importante colonia cubana.

Maceo movilizó a sus compatriotas en Nicoya (Costa Rica) para organizar la explotación de una colonia agrícola, a la que dieron el nombre de La Mansión. En ella cultivaron tabaco, caña de azúcar, algodón, cacao y café, en régimen de cooperativa. En Costa Rica, Maceo volvió a encontrarse con José Martí, que trataba de coordinar las fuerzas de los distintos jefes independentistas en el exilio (Calixto García en Nueva York, Máximo Gómez en Santo Domingo) para emprender una nueva sublevación. Se acordó que Martí, desde Nueva York, señalaría el momento preciso en que Maceo partiría hacia Cuba para iniciar el ataque. El 24 de febrero de 1895 estallaron los primeros motines independentistas en la isla y, un mes después, Maceo partió de nuevo hacia su patria. Junto a otros veinticinco hombres, salió de Puerto Limón en un paquebote inglés que les desembarcó en Baracoa el 1 de abril, después de una grave disputa con la tripulación en la que resultó muerto el capitán del barco. Nada más pisar tierra, los rebeldes sufrieron el ataque de un destacamento español en las cercanías de Duaras, lo que les obligó a replegarse hacia Cuchillos Quibiján. El día 11 llegaron a Cuba Martí y Gómez, que se reunieron con Maceo el día 5 del mes siguiente en la finca La Mejorana para organizarse políticamente y establecer un plan de campaña. Éste consistía básicamente en conquistar Oriente para después invadir la parte occidental de la isla a través de la trocha o línea entre Morón y Júcaro. Ya en esta reunión se pusieron de manifiesto las importantes diferencias que separaban a Maceo y Martí. Éste deseaba reducir el poder de los generales para establecer un gobierno civil que se pusiera al frente del movimiento insurreccional, a lo que Maceo se resistía.

La sublevación sufrió un duro revés al morir Martí el 19 de mayo en un enfrentamiento con tropas españolas en Dos Ríos. El 19 de septiembre, Gómez y Maceo se reunieron en Jimaguayá. Maceo recibió el mando de las operaciones en occidente y ambos caudillos acordaron nombrar presidente de la República en armas a Salvador Cisneros y promulgar una constitución provisional, que fue redactada en este mismo encuentro. El 22 de octubre, Maceo inició en Las Mangas de Baraguá una marcha que habría de llevarle de un extremo a otro de la isla, en dirección este-oeste. El 22 de enero de 1896 llegó con sus hombres a la población de Mantua, en la provincia occidental de Pinar del Río, tras haber recorrido toda la isla en tres meses, con un ejército improvisado y escasamente armado, engrosado en el camino por multitud de patriotas. Las tropas de Maceo fueron hostigadas sin descanso por los españoles durante su avance, pero, tras realizar una maniobra de falsa retirada, Maceo consiguió desorganizar la defensa española y penetrar en la zona occidental. El éxito de la insurrección, que se extendía ya a todo el país, forzó la sustitución del gobernador Martínez Campos por el general Valeriano Weyler, quien emprendió una durísima represión contra el movimiento nacionalista. Weyler consiguió atajar el avance de Maceo y Gómez en las provincias occidentales mediante un ataque continuo de las fuerzas de caballería, las cuales lograron mantener separados a los dos cuerpos del ejército insurgente. Maceo se adentró en la provincia de Pinar del Río, mientras Gómez retrocedía hacia Camagüey. Weyler dirigió al grueso de su ejército contra el primero, intentando rechazarle hacia Oriente.

Hostigado sin descanso, Maceo tuvo que batirse continuamente en retirada, pero trató de reunirse con las fuerzas de Gómez en las inmediaciones de La Habana. El 4 de diciembre de 1896 consiguió pasar en un bote la trocha de Mariel-Majaná, guarnecida por 12.000 españoles, para internarse con un grupo reducido de hombres en la provincia de La Habana, donde sufrió una serie de reveses frente a los españoles, muy superiores en número. Al frente de unos dos mil hombres, se trasladó a Punta Brava, en un nuevo intento por reunirse con Gómez. Al atardecer del 7 de diciembre, su campamento fue atacado por sorpresa por una columna de 480 soldados españoles dirigida por el comandante Francisco Cirujeda. Tras varias horas de lucha, los españoles consiguieron ganar posiciones y Cirujeda lanzó un ataque frontal contra el centro de las fuerzas cubanas, donde se encontraban Maceo y su Estado Mayor. Maceo fue alcanzado por dos impactos de bala que le provocaron la muerte instantánea. Muchos de los oficiales cubanos resultaron heridos o muertos, pero los insurgentes lograron recuperar el cuerpo de Maceo y retirarse. Su desaparición significó un duro golpe para el independentismo cubano, pero la rebelión continuó al mando de Gómez.

Véase San Pedro de Abanto, Acción(1896).

Bibliografía

  • DIEGO, E. DE.: 1895: La guerra en Cuba y la España de la Restauración. Madrid. 1996.

  • MACEO, A.: Antonio Maceo, ideología política, cartas y otros documentos. La Habana. 1950-1952.

  • MARQUINA, R.: Antonio Maceo, héroe epónimo. La Habana. 1947.

  • PORTUONDO DEL PRADO, F.: Historia de Cuba. La Habana. 1965. vol. 1.