Jehú, rey de Israel (842-816 a.C.): El ascenso sangriento y la reforma religiosa que transformó el reino

Jehú, el décimo rey de Israel, es una figura central en la historia del reino del norte en la época bíblica, marcado por su audaz ascenso al trono y sus drásticas reformas religiosas. Su reinado (842-816 a.C.) se caracteriza por una serie de decisiones políticas y militares que cambiaron el curso de la historia de Israel, tanto a nivel interno como externo. Durante su gobierno, Jehú no solo consolidó su poder mediante la violencia y la eliminación de sus enemigos, sino que también inició una serie de cambios significativos en la religión israelita, persiguiendo con determinación la eliminación del culto a Baal.

Orígenes y contexto histórico

Jehú nació en un período de inestabilidad en el Reino de Israel. Durante las últimas décadas del siglo IX a.C., el reino del norte había sufrido una serie de luchas internas y externas. Los reyes de la dinastía de Omrí, como Acab, habían establecido un reino relativamente fuerte, pero con una creciente influencia extranjera y una inclinación hacia la adoración de Baal. Este periodo de conflicto fue también testigo de la lucha constante contra los arameos de Damasco, quienes amenazaban las fronteras del norte de Israel.

Jehú era hijo de Josafat, y en sus primeros años, se desempeñó como jefe de tropa de los reyes Acab de Israel y Joram de Judá. Esta cercanía al poder real lo colocó en una posición estratégica que le permitió aprovechar una debilidad temporal de la dinastía de Omrí, específicamente cuando Joram de Israel fue gravemente herido en su enfrentamiento contra los arameos.

Logros y contribuciones

La toma del trono

El ascenso de Jehú al trono fue tanto dramático como sangriento. Aprovechando la herida de Joram, Jehú lideró una rebelión exitosa y asesinó a Joram en Jizreel, un acto que le permitió apoderarse del trono. Este asesinato no fue el único, ya que también ordenó la ejecución de Ocozías, el rey de Judá, y de Jezabel, la esposa de Acab, buscando así eliminar cualquier vestigio de la dinastía de Omrí y afianzar su propio poder.

Una de las decisiones más emblemáticas de su reinado fue su reforma religiosa, que consistió en un esfuerzo sistemático por erradicar el culto a Baal, una religión extranjera que había ganado popularidad bajo los gobiernos anteriores. Jehú destruyó el templo de Baal y sus santuarios, así como ejecutó a todos los sacerdotes de esta deidad. Esta medida radical consolidó su papel como defensor del yahvismo, la adoración exclusiva de Yahvé, el dios de Israel.

La relación con Eliseo y la unción real

El profeta Eliseo desempeñó un papel fundamental en la consagración de Jehú como rey de Israel. En una de sus misiones proféticas, Eliseo envió a uno de sus discípulos para ungir a Jehú como rey, señalando que debía ser el instrumento de la justicia divina, que implicaba el castigo y la eliminación de la casa de Omrí. Esta unción fue crucial no solo para legitimar el ascenso de Jehú al poder, sino también para fortalecer su propósito divino de purificar el reino de la corrupción idolátrica.

Momentos clave en el reinado de Jehú

Durante su reinado, Jehú tomó una serie de decisiones militares y políticas que definieron su legado. A continuación, se destacan algunos de los eventos más importantes:

  1. El asesinato de Joram: La eliminación de Joram de Israel en Jizreel marcó el inicio de su ascenso al poder.

  2. La ejecución de Ocozías y Jezabel: Para consolidar su poder, Jehú no dudó en asesinar al rey de Judá y a la reina madre, eliminando a los principales miembros de la dinastía de Omrí.

  3. La reforma religiosa y la destrucción del culto a Baal: Jehú implementó una reforma que destruyó los santuarios de Baal y mató a los sacerdotes de esta deidad, reafirmando la supremacía del yahvismo en Israel.

  4. La sumisión a los asirios: Para asegurar su posición frente a la amenaza de Damasco, Jehú pagó tributo a los asirios, entregándoles metales, armas y objetos preciosos, tal como se documenta en el Obelisco negro de Salmanasar III.

Relevancia actual

A pesar de los métodos brutales y despiadados que Jehú utilizó para consolidar su poder, su figura sigue siendo relevante en la historia de Israel y en la tradición bíblica. Su reforma religiosa marcó un hito en la lucha por mantener la pureza de la adoración a Yahvé, a pesar de la oposición interna y las relaciones tensas con otros reinos. La importancia de su figura también se refleja en su relación con los profetas, especialmente con Eliseo, quien desempeñó un papel crucial en la unción de Jehú como rey.

La influencia de Jehú en la política internacional también es significativa, especialmente en relación con las relaciones con los asirios y su sumisión temporal a Salmanasar III. A pesar de que su enfrentamiento con Damasco no resultó en victorias definitivas para Israel, su capacidad para navegar en un contexto geopolítico tan complejo es un testamento a su habilidad política.

El legado de Jehú

El legado de Jehú perduró a través de su hijo Joacaz, quien continuó con las reformas iniciadas por su padre. Aunque Jehú no logró un éxito duradero contra los arameos de Damasco, su influencia sobre el reino de Israel y su contribución a la centralización del culto de Yahvé son indiscutibles. A lo largo de la historia, Jehú ha sido recordado tanto por sus logros como por sus métodos sanguinarios, lo que le ha asegurado un lugar significativo en los relatos bíblicos y en el estudio de la historia de Israel.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Jehú, rey de Israel (842-816 a.C.): El ascenso sangriento y la reforma religiosa que transformó el reino". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/jehu [consulta: 19 de octubre de 2025].