Hernández Guerra, José Domingo (1897-¿1937?). Un brillante médico español y sus aportes pioneros a la fisiología y la bioquímica

El nombre de José Domingo Hernández Guerra (1897-¿1937?) resuena con fuerza en la historia de la medicina española, gracias a su enorme contribución en el ámbito de la fisiología y la bioquímica. Este científico canario, cuya vida se desarrolló en una etapa de grandes transformaciones políticas y sociales, destacó no sólo por su labor investigadora, sino también por la trascendencia de sus enseñanzas y su impacto en la formación de destacados médicos y científicos. Su brillante trayectoria, marcada por una incesante curiosidad intelectual, quedó truncada prematuramente, pero su legado perdura en la historia de la ciencia.
Orígenes y contexto histórico
José Domingo Hernández Guerra nació el 16 de febrero de 1897 en Tejeda, un pintoresco municipio de Las Palmas de Gran Canaria. Su niñez transcurrió en un entorno insular que, a pesar de la distancia geográfica con la península, no fue obstáculo para sus inquietudes académicas. Tras completar el bachillerato en las Islas Canarias, decidió trasladarse a Madrid para iniciar sus estudios de Medicina en la prestigiosa Facultad de San Carlos de la Universidad Central.
La España de finales del siglo XIX y principios del XX era un país que, aunque convulsionado por las tensiones políticas y sociales, también era testigo de un renacer cultural y científico. Durante este tiempo, la figura de Santiago Ramón y Cajal se erigía como un referente de la neurociencia y la medicina, y la capital del reino se convertía en un hervidero de talento e innovación.
Logros y contribuciones
La etapa universitaria de Hernández Guerra fue particularmente fructífera. Estudió bajo la tutela de figuras ilustres de la medicina española como Teófilo Hernando, especialista en terapéutica, y Paulino Suárez, renombrado bacteriólogo. Sin embargo, fue con el fisiólogo Juan Negrín con quien tejió una relación profesional y científica decisiva para su carrera.
Una vez terminada su licenciatura con tan sólo 20 años, Hernández Guerra se embarcó en un viaje de formación en Europa, epicentro de la ciencia y la investigación en ese tiempo. Gracias a la mediación de Negrín, logró ingresar en el prestigioso Collège de France, donde tuvo la oportunidad de aprender de grandes maestros como Lapicque y Gley. Su sed de conocimiento le llevó más tarde al Institute Physiologique de Bruselas, donde compartió investigaciones con Zuntz, consolidando así su sólida formación en fisiología experimental.
Sus investigaciones y el impacto internacional
El regreso a España significó para Hernández Guerra una oportunidad de poner en práctica y enriquecer todo lo aprendido. Consiguió plaza como auxiliar de cátedra y se integró al Laboratorio de Fisiología de la Residencia de Estudiantes, un entorno privilegiado donde también existían laboratorios de Histología y Anatomía Microscópica, Patología, Bacteriología, Química General y Química Fisiológica.
Desde estas instalaciones, surgieron investigaciones de gran calibre que se publicaron en revistas científicas de renombre internacional como el Bioshemische Zeitschrift, el Zeitschrift für Biologie, los Archives de Physiologie y el Journal of Biological Chemistry. Este impulso a la investigación consolidó la Residencia de Estudiantes como uno de los núcleos de pensamiento y experimentación más destacados de la época.
Momentos clave
El recorrido profesional de Hernández Guerra estuvo marcado por varios hitos que merecen ser destacados:
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1926: Gana la cátedra de Fisiología en la Universidad de Salamanca. Sin embargo, demuestra su compromiso con la investigación al renunciar en 1929 a ese prestigioso cargo para dedicarse de lleno a sus proyectos científicos.
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1929: Asume la dirección de Farmacología del Instituto de Farmacobiología de la Junta de Ampliación de Estudios. En esta etapa, colabora activamente con Negrín, quien era también director ejecutivo de la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria, para el desarrollo del Laboratorio de Fisiología.
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Años 20: Desarrolla un innovador método para la determinación de vitaminas mediante procesos biológicos y químicos, que sería adoptado a nivel mundial durante décadas.
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1927 y 1929: Publica junto a Severo Ochoa los afamados Elementos de Bioquímica, que se convirtieron en textos de referencia para generaciones de médicos y científicos.
Influencia en destacados discípulos
Durante su estancia en la Residencia de Estudiantes, Hernández Guerra se rodeó de un grupo de jóvenes prometedores que luego se convertirían en referentes de la medicina y la investigación en España. Entre estos nombres figuran Severo Ochoa, premio Nobel de Fisiología o Medicina, García Valdecasas, Covián, Puche y Blas Cabrera. Su capacidad para estimular el pensamiento científico y compartir sus conocimientos hizo de Hernández Guerra no solo un brillante investigador, sino también un maestro de vocación.
Relevancia actual
Aunque la muerte prematura de José Domingo Hernández Guerra ocurrió mientras dormía en su habitación de la Residencia de Estudiantes, a causa de un aneurisma cerebral, su figura sigue siendo recordada y valorada. Su influencia quedó plasmada en la memoria de sus contemporáneos, en especial en Juan Negrín y Severo Ochoa, quienes lo evocaban con admiración y respeto en cada oportunidad.
En 1998, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria decidió rendirle un homenaje póstumo al crear el Instituto Universitario de Biomedicina Hernández Guerra, reafirmando así su importancia como pionero de la fisiología y la bioquímica en España. Esta institución simboliza el compromiso con la investigación biomédica que él impulsó, y mantiene viva su contribución a la ciencia.
Legado científico y humano
El legado de Hernández Guerra no se limita a sus investigaciones, sino también a su manera de entender la ciencia como un proceso colectivo y abierto. Su vida fue una demostración constante de que el avance científico depende del diálogo interdisciplinario, del intercambio internacional y del compromiso con la excelencia.
Entre sus contribuciones más destacadas podemos señalar:
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Desarrollo de métodos biológicos y químicos para la determinación de vitaminas.
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Consolidación del Laboratorio de Fisiología de la Ciudad Universitaria como referente científico.
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Formación de una generación de médicos e investigadores que transformaron la ciencia española en el siglo XX.
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Publicación de manuales de bioquímica que facilitaron el acceso al conocimiento de esta disciplina.
Hernández Guerra fue, en esencia, un hombre de ciencia con una curiosidad insaciable y un profundo compromiso con la investigación. Su paso por los más reputados centros europeos, su colaboración con figuras ilustres como Negrín y Ochoa, y su influencia en generaciones posteriores lo convierten en un ejemplo de dedicación y visión.
La memoria de este médico canario, que con tan solo 20 años ya estaba inmerso en las más vanguardistas investigaciones, sigue siendo una fuente de inspiración para quienes, como él, creen que la ciencia es la clave para el progreso y el bienestar de la humanidad.
MCN Biografías, 2025. "Hernández Guerra, José Domingo (1897-¿1937?). Un brillante médico español y sus aportes pioneros a la fisiología y la bioquímica". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/hernandez-guerra-jose-domingo [consulta: 29 de septiembre de 2025].