Glicerio (¿-474). El efímero Emperador de Occidente en los turbulentos últimos días del Imperio Romano
Glicerio, emperador romano de Occidente entre los años 473 y 474 d. C., encarna a la perfección el ocaso del Imperio Romano Occidental y la precariedad de un poder que ya no residía en el trono imperial, sino en las manos de los generales bárbaros. Su corto reinado, aunque breve, ofrece un retrato fascinante de las luchas de poder, las intrigas y las constantes invasiones que definieron los últimos días del Imperio.
Orígenes y contexto histórico
Poco se sabe de los orígenes de Glicerio. Ocupaba el cargo de comes domesticorum, una posición de confianza que le situaba entre los oficiales de mayor rango de la corte imperial. Fue nombrado emperador en marzo del 473 en Rávena, el centro político del Imperio Occidental en ese momento. Su ascenso al trono se produjo bajo el patrocinio de Gundebaldo, un general bárbaro y sobrino de Ricimero, el poderoso patricio y magister militum que había dominado la política imperial durante décadas.
El panorama político del Imperio Romano de Occidente estaba marcado por la fragmentación y la creciente injerencia de los generales bárbaros. Desde mediados del siglo V, el título imperial occidental había pasado a ser un mero instrumento en manos de estos caudillos militares. De hecho, Glicerio fue el séptimo emperador en menos de veinte años en acceder al poder bajo la tutela o coacción de un general bárbaro.
Logros y contribuciones
A pesar de su breve mandato, Glicerio intentó mantener un difícil equilibrio entre las facciones militares, los intereses de Roma y las exigencias de Constantinopla. Su reinado estuvo marcado por varios intentos de fortalecer su posición y asegurar la estabilidad del imperio, aunque su margen de maniobra era muy limitado.
Uno de sus principales logros fue su intento de congraciarse con el emperador de Oriente, León I. Aunque no fue reconocido por este como emperador legítimo, Glicerio se mostró deferente hacia la autoridad de Constantinopla. Una muestra de ello fue su decisión de no nombrar cónsul en el año 472 y aceptar al cónsul designado por León I para todo el imperio, su nieto, el futuro León II. Este gesto pretendía reforzar la legitimidad de su mandato y abrir un canal de entendimiento con la corte oriental.
Otro aspecto relevante de su gobierno fue su política defensiva frente a las amenazas externas. En el año 473, consiguió detener la invasión de Italia por parte de los ostrogodos liderados por Widimiro. A través de regalos y maniobras diplomáticas —incluso simulando una alianza con los visigodos—, logró disuadirlos de sus planes expansionistas y redirigirlos hacia la Galia.
Momentos clave
Durante el mandato de Glicerio, se sucedieron varios episodios determinantes que definieron su breve paso por el trono imperial:
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Marzo de 473: Glicerio es proclamado emperador en Rávena, patrocinado por Gundebaldo.
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Año 473: La invasión ostrogoda es contenida mediante artimañas diplomáticas y regalos.
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Año 474: Eurico, rey de los visigodos, ocupa Arlés y Marsella aprovechando la debilidad del Imperio Occidental.
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Primavera de 474: Julio Nepote, enviado por León I, llega a Italia con un ejército para destronar a Glicerio.
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Año 474: Glicerio se rinde en Roma a Julio Nepote sin presentar resistencia y es obligado a convertirse en obispo.
Este último punto marcó el fin de su carrera política y el inicio de su vida eclesiástica.
Relevancia actual
El reinado de Glicerio es un claro ejemplo de la profunda crisis que atravesaba el Imperio Romano de Occidente en sus últimos años. Su figura simboliza la incapacidad de los emperadores occidentales para ejercer una verdadera autoridad frente a los generales bárbaros que, desde las sombras, movían los hilos del poder. Aunque su gobierno fue breve y no dejó un legado de grandes reformas o conquistas, su historia ofrece valiosas lecciones sobre la fragilidad de las instituciones políticas y el impacto de las presiones externas en la descomposición de los imperios.
La historia de Glicerio, con su ascenso repentino y su caída sin apenas oposición, refleja también la falta de cohesión interna del Imperio Occidental. Mientras en Oriente el emperador León I consolidaba la autoridad de Constantinopla, en Occidente los emperadores eran marionetas en manos de generales como Ricimero y sus sucesores.
Listado de momentos relevantes en el reinado de Glicerio:
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Proclamación como emperador en Rávena en marzo de 473.
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Reconocimiento del cónsul nombrado por León I para el año 472.
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Detención de la invasión ostrogoda mediante alianzas diplomáticas.
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Pérdida de Arlés y Marsella ante la invasión de Eurico.
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Rendición pacífica a Julio Nepote y retiro forzoso a la vida eclesiástica.
Su final como obispo de Salona
Tras su deposición, Glicerio fue obligado a ordenarse como obispo. Fue designado obispo de Salona, una ciudad ubicada en la región de Panonia (hoy Croacia), donde residió hasta su muerte. Este destino, aunque forzado, era común en la época: muchos emperadores depuestos eran obligados a tomar los hábitos eclesiásticos para apartarlos de la vida política sin eliminarlos físicamente.
Glicerio murió en Salona apenas ocho meses después de su deposición. Su final tranquilo como obispo contrasta con las violentas muertes de otros emperadores de la época, evidenciando que, a pesar de las luchas internas y externas, todavía quedaba margen para soluciones menos sangrientas en la política imperial.
Legado y simbolismo
Aunque su figura pueda parecer secundaria en comparación con emperadores más conocidos, Glicerio representa un periodo clave en la transición entre la Antigüedad y la Edad Media. Su reinado es testimonio de un Imperio Occidental que ya no era capaz de defender sus fronteras ni de asegurar la sucesión legítima de sus gobernantes.
Además, su historia pone de relieve la importancia de los generales bárbaros en la política romana. Estos líderes militares, muchos de ellos de origen germánico, acabaron convirtiéndose en los auténticos amos de Occidente. El hecho de que Glicerio fuera impuesto y depuesto sin apenas resistencia muestra hasta qué punto el Imperio había perdido su cohesión interna y su capacidad de autogobierno.
En definitiva, Glicerio es una figura histórica que, a pesar de su fugaz paso por el trono, ilustra la compleja red de intereses políticos, militares y diplomáticos que caracterizó los últimos días del Imperio Romano de Occidente.
Bibliografía
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MCN Biografías, 2025. "Glicerio (¿-474). El efímero Emperador de Occidente en los turbulentos últimos días del Imperio Romano". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/glicerio-emperador-de-occidente [consulta: 28 de septiembre de 2025].