Gaudí i Cornet, Antonio (1852-1926).
Arquitecto español, nacido el 25 de junio de 1852 en Reus y fallecido el 10 de junio de 1926 en Barcelona. Tras diez años de estudios en el Colegio de los Padres Escolapios de Reus y en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona (1863-1873), inició, en 1873, su formación como arquitecto en la Escuela Provincial de Barcelona, obteniendo el título en 1878. El carácter aislado e inconformista de Gaudí le valió a menudo malos resultados académicos, interesándose más por el estudio de las culturas primitivas, cuya fuente de inspiración se encontraba en el folklore y en una alianza con la naturaleza. Antes de finalizar sus estudios de Arquitectura colaboró en el estudio del arquitecto Josep Fontseré, con el que trabajó en la construcción de la iglesia de Montserrat y de la Cascada del Parque de la Ciudadela de Barcelona.
En 1878, abrió su propio estudio en Barcelona y sus primeros trabajos como arquitecto independiente consistieron en el diseño de unas farolas para la Plaza Real, de carácter completamente organicista, así como el proyecto de iluminación de la Muralla de Mar y el proyecto de edificación para la Cooperativa Obrera Mataronense, en Mataró.
Su primera construcción importante, la Casa Vicens, realizada entre 1883 y 1885 y de clara inspiración islámica, dejó observar su preferencia por la piedra de mampostería y los azulejos multicolores de cerámica. Partes prismáticas, escalonadas, diseños orgánicos en las rejas y plazas de cerámica, y una modulación de la luz en los interiores caracterizaron esta obra, creadora de las bases para su propia arquitectura y ajena a las normas académicas. La influencia de la arquitectura musulmana también se hizo notar en el diseño de una vivienda en Comillas, Santander: «El capricho», construida entre 1883 y 1885, y llevada a término por el arquitecto Critóbal Cascante, compañero de Gaudí.
Entre 1884 y 1887, se encargó del diseño y la realización de los Pabellones de la finca Güell; el edificio de la portería y las caballerizas. Para Eusebi Güell, fiel amigo y mecenas de Gaudí, también llevó a cabo durante estos años el diseño de una mansión urbana, el Palacio Güell (1885-1889), de carácter medievalista y con una importante labor en la decoración, características contrapuestas a la austeridad y fluidez espacial de su siguiente obra: el Colegio Teresiano (1888-1889). En ambas obras utilizó, por primera vez, los arcos en forma de parábolas. Este tipo de arco, inusual entre los arquitectos en el curso de la historia, era considerado por Gaudí como el más racional y mecánico, defendiendo a ultranza los tratados de Rondelet y Mikkington, en los cuales se describía el arco parabólico como el más equilibrado y el único que adoptaba la línea de presión.
El desarrollo de sus siguientes proyectos se llevó a cabo fuera de Cataluña, concretamente en León: el Palacio Episcopal de Astorga (1887-1894) y la Casa de los Botines (1892-1893). Ambas cuentan con una importante influencia goticista. El Gótico catalán y las conclusiones estructurales goticistas de Viollet-le-Duc ejercieron una influencia decisiva sobre toda la obra gaudiniana.
Con la Casa Calvet, realizada entre 1898-1900 y dotada de un cierto aire barroco, obtuvo el primer premio otorgado por el Ayuntamiento de Barcelona al mejor edificio de la ciudad (1904). En la torre de Bellesguard (1900-1909), resurgió de nuevo el sentimiento medievalista del maestro, contraponiéndose a la riqueza constructiva de las severas líneas que soportan las distintas plantas de la misma. Esta constante alusión a los estilos históricos en este primer período de la obra de Gaudí, se verá superado en sus obras más maduras, fruto de su incipiente necesidad de encontrar un estilo propio con una supervaloración del trabajo artesano y una fuerte voluntad racionalista.
La cerca de la finca Millares en Barcelona, coincidiendo con el cambio de siglo, propiciará un cambio de actitud en la obra gaudiniana, eludiendo los estilos históricos y adoptando una forma completamente libre. Esta nueva actitud, libre y arriesgada, confirmará su madurez como arquitecto en el Parque Güell (1900-1914), ejemplo de implantación urbana. Se construyeron dos casas vivienda, la terraza, la entrada y una red de caminos, construcciones en las que además de su elevada apariencia formal no se dejó de lado la funcionalidad. Las notas dominantes del conjunto fueron las formas blandas inspiradas en la naturaleza, los contornos irregulares, los pilares inclinados y las expresivas composiciones abstractas de mosaicos de cerámica y vidrio. La falta de una serie de viviendas unifamiliares, proyectadas pero no construidas, destinadas a constituir una comunidad en las parcelas del parque, restaron grandiosidad al proyecto y frustraron la idea de ciudad-jardín concebida por Gaudí.
La Casa Batlló (1905-1907), remodelación de un antiguo edificio barcelonés, incluyó los elementos de diseño orgánico no ya como ornamentación sino como partes integrantes del edificio: columnas con forma de huesos, plástica fachada ondulada y tejado cubierto con escamas emulando el dorso de un armadillo. La Casa Milá, denominada «La Pedrera» y realizada en Barcelona entre 1906 y 1910, se convirtió en su obra más provocativa. Vista como forma plástica, el edificio representa una formación rocosa de formas orgánicas y bordes horizontales suavemente ondulados. Con una ruptura total de los ritmos, la azotea centra toda la atención del espectador, actuando el resto de la vivienda como un gran zócalo que soporta la gran plataforma blanca en continuo movimiento. Una confusión expresa de los conceptos ya insinuada en su obra anterior, la Casa Batlló.
El diseño de la Cripta de la Colonia Güell (1908-1916), emplazada en Santa Coloma de Cervelló, obligó a Gaudí a realizar un sinfín de pruebas en la búsqueda de un nuevo sistema estructural. Para hacer visible el reparto de tensiones, hizo una maqueta con cuerdas y sacos de arena, de modo que los polígonos formados por los cordeles dieran, por inversión del modelo, la inclinación de los pilares, capaces de resistir el empuje de las bóvedas y muros construidos con paraboloides hiperbólicos. Siguiendo este esquema, Gaudí proyectó las naves de la que sería la gran obra de su vida: la Sagrada Familia.
La realización del proyecto más ambicioso de Gaudí, sin duda alguna la iglesia de la Sagrada Familia (1883-1926) en Barcelona, ocupó toda la vida profesional del arquitecto. En 1883, recibió el encargo de continuar las obras de la iglesia, retomando la labor iniciada por Villar, cuyo proyecto neogótico no aceptó y varió radicalmente. A pesar de su extrema juventud, la idea global del proyecto quedó perfectamente definida desde un principio. Los trabajos en la Sagrada Familia continuaron con la fachada de la Natividad en el ala oriental del transepto. Cuatro espectaculares torres coronadas a 107 metros con vértices cubiertos de mosaicos y, entre ellas, tres portales abiertos con decoraciones en la línea del resto de su producción arquitectónica: un conjunto de formas inspiradas en la naturaleza. Los remates, con tallados emulando la nieve, representan la infancia de Jesús. Más tarde, se llevó a cabo la parte construida más importante: la fachada del Nacimiento, con sus dos caras. La cara exterior, recargada y con una gran simbología religiosa y escultórica, dispone un violento contraste con la cara interior, caracterizada por la pureza de líneas, el rigor constructivo y una inusual composición absolutamente simétrica. Las escuelas adosadas a la Sagrada Familia, concluidas en 1909 y de suma importancia constructiva en su cubierta, también fueron diseñadas por Gaudí.
El conjunto arquitectónico de la Sagrada Familia -todavía hoy sin concluir- es el fiel reflejo de la trayectoria arquitectónica de Antoni Gaudí. Trayectoria que, a pesar de su tradicional vinculación con el Modernismo, presenta una dirección aislada, en la que todos sus trabajos obtendrán un sello especial, completamente novedoso, original y, en la mayoría de los casos, difícil de calificar.
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