Frank, Ilia Mijáilovich (1908-1990).


Físico ruso, nacido en San Petersburgo el 23 de octubre de 1908 y fallecido en su ciudad natal el 22 de junio de 1990. Fue galardonado con el Premio Nobel de Física -que compartió con sus compatriotas Pavel Alexéievich Cherenkov (1904-1990) e Igor Yevguenievich Tamm (1895-1971)- en 1958, por el descubrimiento del efecto o radiación Cherenkov. Se trata de una radiación de tipo electromagnético producida por el paso de partículas en un medio a velocidades superiores a las de la luz en dicho medio.

Fue el hijo menor de un matrimonio formado por dos ilustres miembros de la comunidad académica petersburguesa: el profesor de Matemáticas Mijail Lyudvigovic Frank y la doctora en Medicina Yelizaveta Mijailovna Gratsianova. Con estos antecedentes familiares, no es de extrañar que pronto decidiera orientar su futuro profesional por los derroteros de la Ciencia, en los que demostró una excelente preparación durante sus estudios primarios y secundarios.

Ya en plena juventud, marchó a Moscú para matricularse en la Universidad Estatal de la capital de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En dicho Centro de estudios, donde realizó la carrera de Ciencias Físicas, tuvo la fortuna de contar con el magisterio de Sergei Vavilov (1891-1951), otro egregio sabio que, al cabo de unos años, habría de supervisar el trabajo del joven Pavel Alexéievich Cherenkov en el Instituto de Física Lebedev. Éste descubrió allí el efecto que lleva su nombre, por el que habría de compartir el Nobel con Frank y Tamm (quienes, por su parte, hallaron en 1937 las claves que explicaban satisfactoriamente este fenómeno).

Licenciado en 1930, Ilya Mijáilovich Frank se incorporó, al año siguiente, al Instituto Estatal de Óptica «Profesor A. N. Terenin», de Leningrado -nombre que había adoptado, tras la Revolución Rusa (1917), su ciudad natal-. Allí comenzó a desplegar una brillante carrera como investigador que le condujo en 1934 al ya citado Instituto de Física Lebedev, organismo dependiente de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Pronto tuvo noticia de los trabajos realizados en dicho Centro por su colega Cherenkov, y tanto se interesó por ellos que acabó siendo uno de los científicos que mejor supo explicarlos.

Frank ascendió vertiginosamente en el organigrama del Instituto Lebedev, donde pronto alcanzó el rango de oficial científico mayor, así como el título académico de Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas (1935). Sus investigaciones eran tan brillantes que le granjearon el cargo de profesor y director del Departamento de Física Nuclear de la Universidad de Moscú (1944), un puesto de suma relevancia tanto en el ámbito científico como en el político, habida cuenta de que las principales potencias del planeta andaban, a la sazón, enfrentadas en la II Guerra Mundial (1939-1945).

Poco después de la conclusión de la guerra, Frank, Tamm y Cherenkov fueron galardonados con el prestigioso premio Stalin (1946), reconocimiento que se anticipó en doce años a la concesión del Nobel. También en 1946, el científico petersburgués fue admitido en la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, en calidad de miembro correspondiente; y en 1957 se incorporó, en calidad de Director, al Laboratorio del Neutrón del Instituto Nuclear de Investigaciones. Allí fueron relevadores los experimentos que hizo con haces de neutrones.

Casado en 1937 con la destacada historiadora Elia Abramovna Beilikhis -con la que fue padre de un hijo-, Ilya Mijáilovich Frank alcanzó finalmente el reconocimiento internacional en 1958, cuando le fue otorgado el Premio Nobel.

Aportaciones científicas de Frank

Sus primeros trabajos como investigador le llevaron a interesarse por el campo de la fotoquímica y la fotoluminiscencia. A partir de 1934, coincidiendo con su llegada al Instituto Lebedev de Moscú, Frank se ocupó de la física nuclear; fue así como, en 1937, trabajando en colaboración con Igor Tamm, logró dar una explicación satisfactoria al efecto Cherenkov, una radiación azulada que se presenta cuando las partículas elementales se desplazan a una velocidad superior que la de la luz en el interior de un líquido.

Tras este hallazgo de Pavel A. Cherenkov -que, en realidad, ya habían detectado en su día Pierre (1859-1906) y Marie Curie (1867-1934), así como el científico francés Lucien Mallet (1885-1981)-, Tamm y Frank se enfrascaron en el estudio del movimiento y la detención de esas partículas materiales fuertemente cargadas, y llegaron a la conclusión de que, si bien es cierto que la velocidad de la luz en el vacío es un límite inalcanzable para una partícula material, no lo es menos que, en un medio diferente al vacío, esa velocidad puede ser mucho menor.

Así, v. gr., el índice de refracción del agua es 1’33, por lo que la luz se desplaza a través de ella con una velocidad aproximada de doscientos veinticinco mil kilómetros por segundo, velocidad que puede ser alcanzada y rebasada por muchas partículas elementales.

Más adelante, Frank investigó en profundidad los rayos gamma (radiación electromagnética de carga energética muy elevada) y logró transformar dicha energía en un electrón y su correspondiente antipartícula (es decir, un positrón); Frank descubrió que ambas partículas se desintegraban mutuamente y daban así lugar a un nuevo rayo gamma.

JRF