Glenn Ford (1916–2006): La carrera de un actor de Hollywood
Glenn Ford (1916–2006): La carrera de un actor de Hollywood
Glenn Ford, nacido el 1 de mayo de 1916 en Sainte-Christine, Québec, y fallecido el 30 de agosto de 2006 en Los Ángeles, fue un actor canadiense-estadounidense que se destacó en la era dorada de Hollywood. A lo largo de su carrera, Ford pasó de ser un rostro prometedor en el cine a convertirse en una de las figuras más respetadas por su capacidad de interpretar una vasta gama de personajes, especialmente en géneros como el cine negro, el western y el drama. Aunque nunca alcanzó el estatus de superestrella, su versatilidad y habilidad para llevar personajes complejos lo convirtieron en un actor muy apreciado en su tiempo, y su legado perdura como uno de los pilares del cine clásico.
Primeros años y carrera temprana
Gwyllyn Samuel Newton Ford, conocido como Glenn Ford, nació en una familia de clase media. Su padre, un ejecutivo ferroviario, se trasladó con la familia a Santa Mónica, California, cuando Glenn tenía apenas ocho años. A pesar de sus orígenes modestos, Ford mostró desde joven un gran interés por las artes y, en particular, por el teatro. Durante sus años en la escuela secundaria, se unió a una compañía de teatro ambulante que realizó giras por la costa oeste de Estados Unidos. Este fue el primer paso de Ford hacia una carrera en la interpretación.
En 1939, tras varias pruebas en Hollywood, Ford firmó con la Columbia Pictures, aunque su debut en el cine se dio en la Fox, en la película Heaven Witch a Barbed Wire Fence (1940), dirigida por Ricardo Cortez. Aunque esta película no logró destacarse, sirvió como trampolín para la carrera de Ford, que pronto sería reclutado por Columbia Pictures, donde comenzó a labrar su camino en la industria cinematográfica. Durante los primeros años de su carrera, Ford participó en diversos papeles, generalmente secundarios, pero su potencial ya era evidente.
La Segunda Guerra Mundial y su regreso a Hollywood
El estallido de la Segunda Guerra Mundial interrumpió la carrera de muchos actores, y Ford no fue la excepción. Al igual que otros actores de su época, se enlistó en las Fuerzas Armadas, donde sirvió en la Armada de los Estados Unidos. Su paso por el ejército, si bien le restó tiempo a su carrera, también le permitió ganar madurez y experiencia, lo que le sería útil en sus futuras interpretaciones.
Una vez terminada la guerra, Ford regresó a Hollywood y rápidamente encontró un papel que lo catapultó a la fama. En 1946, participó en Gilda, dirigida por Charles Vidor, una de las películas más emblemáticas del cine clásico de Hollywood. En este film, Ford interpretó a Johnny Farrell, un hombre que se ve envuelto en un triángulo amoroso con Gilda, interpretada por Rita Hayworth. La película es famosa no solo por su trama intrigante, sino también por la icónica escena en la que Ford le propina una bofetada a Gilda, lo que quedó grabado en la memoria colectiva del cine. Esta escena se convirtió en una de las más reconocidas de la historia del cine.
Gilda no solo consolidó la popularidad de Ford, sino que también definió gran parte de su carrera, marcando su imagen como un hombre duro, un tipo serio y un tanto cínico, un estereotipo que lo acompañaría a lo largo de muchos años en su trayectoria. La relación en pantalla entre Ford y Hayworth fue un éxito rotundo, pero a pesar de su química en la pantalla, la pareja no volvió a trabajar junta con la misma frecuencia, aunque repitieron en Los amores de Carmen (1948) y La dama de Trinidad (1952), películas que intentaron emular el éxito de Gilda pero no alcanzaron la misma notoriedad.
El éxito con «Gilda» y su relación con Rita Hayworth
El éxito de Gilda fue crucial en la carrera de Glenn Ford, pero también fue un arma de doble filo. Si bien el filme lo catapultó al estrellato, el encasillamiento que vino con el papel de hombre rudo fue difícil de superar. Ford se convirtió rápidamente en el tipo de «hombre duro», el protagonista de cine negro que a menudo estaba envuelto en tramas de crimen, engaños y pasiones complicadas. Aunque tuvo éxito en este tipo de papeles, la necesidad de demostrar su versatilidad como actor lo llevó a tomar papeles en otros géneros.
Su asociación con Rita Hayworth, aunque breve, marcó su carrera. Ambos regresaron a trabajar juntos en Los amores de Carmen (1948), que repetía el mismo esquema de pasión y drama que Gilda, pero el film no tuvo el mismo impacto. En La dama de Trinidad (1952), Ford y Hayworth se reencontraron para intentar revivir el éxito de sus primeros trabajos juntos, pero nuevamente, la fórmula no dio el resultado esperado. Esta relación laboral, aunque exitosa en términos de taquilla, no logró mantener el mismo nivel de popularidad que Gilda.
Versatilidad en los años 50 y el auge del western
A medida que avanzaba la década de los 50, Ford diversificó su carrera y se adentró en géneros variados, demostrando su capacidad para adaptarse a diferentes estilos de actuación. Durante esta época, Ford trabajó en una serie de películas, muchas de ellas en el género del western, que se encontraba en su apogeo en Hollywood. Entre las películas más destacadas de este período se encuentra Los sobornados (1953), dirigida por Fritz Lang, un duro policiaco que se convirtió en un clásico del cine estadounidense.
Dos años después, Ford participó en Semilla de maldad (1955), dirigida por Richard Brooks. Este film, que trata sobre la violencia juvenil y el crimen, se caracterizó por un estilo duro y realista, lo que permitió a Ford alejarse de su imagen tradicional como el hombre de acción para explorar personajes más complejos y matizados.
Además de estos papeles serios, Ford también demostró su habilidad para la comedia en La casa de té de la luna de agosto (1956), una película que le permitió explorar una faceta menos conocida de su talento actoral. También participó en El tren de las 3:10 (1957), un western clásico dirigido por Delmer Daves, que se destacó por su guion tenso y su enfoque en los dilemas morales de los personajes.
Cambio de productora y nuevos desafíos
A finales de la década de los 50, Ford dejó la Columbia Pictures para unirse a la Metro-Goldwyn-Mayer, donde pasó gran parte de los años 60. En este período, Ford experimentó tanto altibajos como éxitos notables. Un ejemplo de esto es Cimarrón (1960), un western dirigido por Anthony Mann que fue bien recibido por la crítica, pero que no alcanzó el impacto esperado en la taquilla.
Durante los años 60, Ford también trabajó en comedias como Un gánster para un milagro (1961), dirigida por Frank Capra, y Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1961), una adaptación de la famosa novela de Vicente Blasco Ibáñez. Estos trabajos demostraron que Ford no se limitaba solo a los papeles de acción o drama, sino que también podía brillar en géneros más ligeros.
En la próxima parte, exploraremos los últimos años de su carrera y su legado, así como su transición al cine y la televisión en las décadas posteriores.
Nuevas oportunidades en los años 60
A medida que avanzaba la década de los 60, Ford continuó diversificando su carrera y se enfrentó a un panorama cinematográfico en constante cambio. Aunque en esta etapa los grandes estudios de Hollywood estaban comenzando a declinar en influencia, él seguía siendo un actor relevante. En 1960, protagonizó Cimarrón, un western dirigido por Anthony Mann. Esta película, que adaptaba la famosa novela de Edna Ferber, fue un intento de capturar el espíritu clásico del género. Aunque no alcanzó el éxito esperado en taquilla, recibió elogios por su producción épica y el rendimiento de Ford, quien se mantenía firme en su estilo característico de interpretación. Su trabajo en este film muestra el talento de Ford para adaptarse a una narrativa más grandiosa sin perder la esencia de su carácter.
Un año después, en 1961, participó en Un gánster para un milagro, una comedia dirigida por el icónico Frank Capra. En este filme, Ford interpretó a un gánster que busca redimirse, una trama divertida y melancólica que reflejaba el estilo optimista y humanista de Capra, muy en línea con sus mejores trabajos. La película también contó con la presencia de la gran Bette Davis, con quien Ford compartió pantalla en una historia que contrastaba con su imagen anterior como héroe de acción o hombre de carácter firme.
En 1961, Ford también participó en Los cuatro jinetes del Apocalipsis, dirigida por Vincente Minnelli, una adaptación de la célebre novela de Vicente Blasco Ibáñez. El filme estaba inspirado en la tragedia de la Primera Guerra Mundial, y Ford interpretó a uno de los personajes principales, mientras se le daba vida a una historia sobre las luchas familiares y los destinos cruzados. Aunque el filme no alcanzó la popularidad de su predecesor de 1921, protagonizado por Rodolfo Valentino, la interpretación de Ford destacó por su profesionalismo y entrega emocional.
Declive en los años 70 y su incursión en la televisión
A medida que los años 70 avanzaban, la carrera de Ford experimentó un declive notable en el cine. Hollywood había cambiado, y el actor que en sus primeros años había sido una figura central en los géneros de cine negro y western ya no encajaba en el nuevo molde de estrellas del cine. Sin embargo, su legado en la gran pantalla nunca desapareció, y en lugar de retirarse, Ford encontró una nueva vía para mantenerse relevante: la televisión.
A partir de la década de 1970, Glenn Ford comenzó a trabajar en varias series y películas para televisión, que le permitieron seguir activo en el mundo del entretenimiento. En 1971, apareció en The Brotherhood of the Bell, una miniserie de suspenso que fue bien recibida por la crítica y le permitió mantenerse en el radar del público. A lo largo de los años 70, Ford participó en otros proyectos televisivos como Cade’s County (1971), Santee (1973), y The Disappearance of Flight 412 (1974), lo que evidenció que aunque el cine ya no le ofrecía los mismos papeles estelares, su nombre seguía siendo un reclamo.
En 1979, participó en The Sacketts, una miniserie de televisión basada en las novelas de Louis L’Amour. El proyecto tuvo un gran éxito en su momento y resultó ser una de las mejores oportunidades de Ford en la pantalla pequeña. Además, en los años posteriores, continuó trabajando en proyectos televisivos como Evening in Byzantium (1978) y The Gift (1979), aunque estas producciones no lograron el mismo impacto que sus trabajos en el cine.
Últimos años y legado
Durante los años 80, Ford continuó su carrera cinematográfica en papeles secundarios y, de vez en cuando, trabajó en proyectos que resaltaban su estatus como una figura veterana del cine clásico. Participó en películas como Superman (1977), donde interpretó al padre adoptivo de Clark Kent, y Exterminio (1980), un thriller de acción. Aunque no eran papeles principales, estas películas ofrecieron a Ford la oportunidad de seguir trabajando y de ser parte de un nuevo tipo de cine, menos glamuroso pero aún muy rentable.
Sin embargo, la salud de Ford comenzó a decaer, y a medida que envejecía, su presencia en la pantalla se fue reduciendo. En 2006, con motivo de su 90º cumpleaños, Hollywood rindió homenaje a su carrera en un evento organizado por la American Cinematheque. Ford, sin embargo, no pudo asistir debido a sus problemas de salud, lo que marcó de forma simbólica el fin de una era. En ese momento, su legado en el cine era innegable, a pesar de no haber sido uno de los grandes premiados del cine estadounidense.
Ford fue un actor cuya vida y carrera fueron testigos de la evolución de Hollywood desde su edad de oro hasta el cine moderno. A pesar de las dificultades de encontrar papeles estelares tras su fama inicial, su habilidad para interpretar con seguridad y eficiencia lo mantuvo en la industria durante décadas. Fue un hombre de cine que nunca aspiró a la gloria máxima, pero cuyas actuaciones siempre fueron apreciadas por su profesionalismo. Glenn Ford sigue siendo recordado como uno de los grandes nombres del cine clásico, un actor capaz de asumir papeles que iban desde el hombre rudo del cine negro hasta personajes más ligeros y simpáticos, lo que le permitió dejar una huella indeleble en la historia del cine.
Su carrera fue una prueba de constancia y adaptabilidad, y aunque no tuvo el reconocimiento de otras estrellas más grandes, el respeto que cosechó por parte de sus colegas y la audiencia es un testimonio de su habilidad para transformar cada papel en una interpretación memorable. La vida de Glenn Ford, en sus altibajos, es la de un actor cuya versatilidad lo convirtió en un verdadero pilar del cine de su época.
MCN Biografías, 2025. "Glenn Ford (1916–2006): La carrera de un actor de Hollywood". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/ford-glenn [consulta: 18 de octubre de 2025].