Fernández de Hinestrosa, Juan (ca.1320-1359).
Aristócrata castellano nacido hacia el año 1320 y muerto el 22 de septiembre de 1359, debido a las heridas recibidas en la batalla de Araviana.
Miembro de un linaje castellano de la Plena Edad Media, los Hinestrosa adoptaron como apellido el antropónimo de su lugar de origen, la villa burgalesa de Fenestrosa, sita en la antigua merindad de Castrojeriz. El padre de Juan Fernández de Hinestrosa, Fernán González de Hinestrosa, descendía de hidalgos que habían acompañado a Fernando III el Santo a las conquistas de Baeza y Sevilla. En 1351, Juan Fernández de Hinestrosa sucedió a su padre como titular del señorío, pese a que algunos años antes, concretamente en 1340, ya aparece una mención suya en un documento, mediante el cual el rey Alfonso XI le donaba las martiniegas de Castrojeriz por juro de heredad, supuestamente por servicios militares prestados bien por el propio caballero o bien (y mucho más probable) por su linaje.
No se conoce demasiado bien su evolución en el entorno cortesano de Alfonso XI, pero lo que sí puede asegurarse con certeza es que a partir de la entronización de Pedro I, en el año 1350, Juan Fernández de Hinestrosa era uno de los caballeros de la confianza del nuevo monarca. Por aquella época, el principal consejero del rey era Juan Alfonso de Alburquerque, pero las tensiones provocadas por la ambición de éste alcanzarían a todos los miembros de la nobleza. En esta tesitura, Juan Fernández de Hinestrosa intentó hacerse con un hueco privilegiado; para ello, además de su valía como caballero, contó con un arma excepcional: ser tío de María de Padilla, la bella dama que, andando el tiempo, se convertiría en amante de Pedro I. El canciller López de Ayala, fuente primaria para el conocimiento de esta época, narra cómo fue Juan Fernández de Hinestrosa el responsable directo de que el rey conociese a doña María:
E en este tiempo, yendo el rey a Gijón, tomó a doña María de Padilla, que era una doncella muy fermosa, e andaba en casa de doña Isabel de Meneses, muger de don Juan Alfonso de Alburquerque, que la criaba, e traxógela a Sant Fagund Juan Ferrández de Henestrosa, su tío, hermano de doña María González, su madre.(López de Ayala, Crónica de Pedro I, ed. cit., p. 60).
Tal como solía ser frecuente en la Edad Media, desde el momento en que María de Padilla se convirtió en amante del rey, sus familiares más directos conocieron un incremento de su patrimonio y se vieron recompensados con diversos oficios palaciegos. En el caso concreto de Juan Fernández de Hinestrosa, en el mismo año 1352 recibió el puesto de Canciller Mayor del Sello de la Poridad y el de Alcaide de los Hidalgos. En 1353 se había convertido en el privado de Pedro I, haciendo valer también su inteligencia para aprovecharse de los problemas entre el monarca y Juan Alfonso de Alburquerque. En 1354 accedió al oficio de Camarero Mayor, tal vez el oficio medieval que más relación directa tenía con el rey.
Su devenir en la corte fue asimismo paralelo al proceso de enfrentamiento entre Pedro I y su hermano bastardo, Enrique de Trastámara, que acabaría derivando en guerra civil. Durante los años centrales del siglo XIV, Juan Fernández de Hinestrosa se halló presente en las diferentes entrevistas nobiliarias mediante las que los partidarios de uno y otro bando pretendían hallar una solución negociada, como fue el caso de las vistas de Tejadillo (1354). No obstante, y aprovechando el conflicto abierto entre Castilla y Aragón (conocido como Guerra de los Dos Pedros), los enemigos de Pedro I realizaron diversas purgas internas en Castilla que tenían como objetivo debilitar al monarca y sentar las bases de un hipotético asalto al trono por parte de Enrique de Trastámara. Fue así cómo el infante Fernando de Aragón (aliado de Enrique de Trastámara) y Tello de Trastámara (hermano de Enrique) apresaron durante el año 1355 en el monasterio de Santo Domingo (Toro) a los dos personajes más importantes del entramado de Pedro I: Juan Fernández de Hinestrosa y Samuel Leví, el hebreo que tenía el oficio de tesorero del reino. El hecho suponía una afrenta sin precedentes y fue uno de los primeros síntomas de que lo que en principio era una guera entre dos reinos, Castilla y Aragón, se convertiría en un enfrentamiento interno de grandes magnitudes: la Guerra Civil Castellana.
Las siguientes noticias relacionadas con Juan Fernández de Hinestrosa datan del año 1357, en el que (sin saber muy bien cómo) había recuperado la libertad y combatía a favor de Pedro I en la guerra que éste mantenía en la frontera de Aragón. Que el monarca continuaba depositando su confianza en él lo prueba el hecho de que en el mismo año de 1357 fuera nombrado alcaide de Tarazona, ciudad de la Corona de Aragón que había sido apresada por el rey castellano. Durante esta campaña militar en la frontera aragonesa debió de conocer Juan Fernández de Hinestrosa al otro gran consejero de Pedro I: Martín López de Córdoba, maestre de las órdenes de Santiago y Calatrava. Y también debió de ser aproximadamente por estas fechas cuando ambos nobles, situados en la cúspide de su poder aristocrático, decidieron unir sus familias pensando en el devenir futuro: mediante el pacto matrimonial efectuado por ambos, el primogénito del matrimonio entre don Juan y Sancha González Villegas, Ruy Fernández de Hinestrosa, se casaría con la hija del maestre y de doña Sancha Carrillo, Leonor López de Córdoba. Mediante este acuerdo, quedaba configurado el que, de no ser por el destino de la guerra civil castellana, se hubiese convertido en el más poderoso linaje de la Castilla bajomedieval.
En 1358 don Juan fue de nuevo requerido por Pedro I para una delicada misión: dirigir una embajada al monarca luso, Pedro I de Portugal, a quien su homólogo castellano solicitaba firmar una alianza marítima con el vecino reino ibérico para acabar con el poderío aragonés. La misión no tuvo el éxito esperado y, además, al regreso de Juan Fernández de Hinestrosa, de nuevo los agentes de los Trastámara lo apresaron en Sevilla, aunque la Crónica del canciller Ayala parece aludir a una orden enviada por Pedro I que fue confundida por sus oficiales. Sea como fuera, el hecho es que poco duró esta nueva prisión de don Juan, ya que en 1358 participó en otro de los truculentos episodios (narrado con detalle por el canciller Ayala, Crónica de Pedro I, ed. cit., p. 194) que anticipaban la guerra civil: el asesinato en Bilbao del infante Juan, hermanastro de Pedro I y, como los Trastámara, enemigo acérrimos del monarca legítimo. La reacción de los Trastámara no se hizo esperar y, junto a mercenarios aragoneses, tejieron un ejército que fue a encontrarse con el castellano en las cercanías de Araviana. Allí, en la batalla acontecida el 22 de septiembre de 1359, los capitanes castellanos, Juan Fernández de Hinestrosa y Fernando de Castro, sufrieron una estrepitosa derrota que, en el caso del primero, le costó también la vida. Su cadáver fue sepultado en el burgalés monasterio de San Torcado (Castrojeriz), donde su linaje había patrocinado una capilla, la de San Salvador, como lugar de enterramiento. Su muerte, unida a la derrota de Pedro I en Montiel diez años más tarde, supuso el inicio del declive de una de las grandes familias de la nobleza petrista y su postergación a un segundo plano en la Castilla tardomedieval dominada por los Trastámara.
Bibliografía
-
CABRERA SÁNCHEZ, M. «El destino de la nobleza petrista: la familia del Maestre Martín López de Córdoba». (En la España Medieval, 24 [2001], pp. 195-238).
-
DÍAZ MARTÍN, L. V. Los oficiales de Pedro I de Castilla. (Valladolid, Universidad, 1987).
-
LÓPEZ DE AYALA, P. Crónicas. (Ed. J. L. Martín, Barcelona, Planeta, 1991).