Enrique VI, emperador del Sacro Imperio (1165-1197).


Emperador del Sacro Imperio nacido en Nimega en 1165 y muerto en Mesina (Italia) el 28 de septiembre de 1197. Bajo su reinado, la idea de dominación universal por parte del Imperio estuvo cerca de realizarse, gracias a una gran energía como gobernante y a una notable habilidad diplomática.

Hijo del emperador Federico I Barbarroja y de Beatriz de Borgoña, fue reconocido heredero del Imperio en la Dieta de Bamberga (1169), tras lo cual fue proclamado rey en Aquisgrán. En 1179 Federico quiso que el papa le coronase emperador, a lo cual se negó Lucio III, si no abdicaba Federico. Enrique ciñó las espuelas de caballero en 1184, durante la Dieta de Maguncia. Desde ese momento comenzó a participar en la política del Imperio y durante la ausencia del emperador (1184-1185) recibió la regencia del reino y se enfrentó con éxito al poderoso Felipe de Colonia. En 1184 comenzó a negociarse en Augsburgo su matrimonio con Constanza de Sicilia, hija de Roger I y tía y heredera de Guillermo II el Bueno, rey de Sicilia. Los esponsales fueron firmados el 29 de octubre, con la férrea desaprobación de Lucio III, a pesar de lo cual la boda se celebró en Milán el 27 de enero de 1186. La ceremonia terminó con la coronación de Enrique como rey de Italia, a la vez que Constanza recibía la corona de Alemania y Federico la de los burgundios. A efectos prácticos, Enrique era co-emperador junto con su padre. Recibió el título de César y cuando Federico regresó a Alemania el año siguiente, Enrique permanceció en Italia para ocuparse de la administración del reino.

En 1186 se produjeron revueltas ciudadanas en la Toscana, especialmente en Siena y Cremona, alentadas por el nuevo papa, Urbano III, que veía con preocupación el aumento del poder imperial en Italia. Enrique se alió con la nobleza toscana y puso rápido fin a la revuelta de Siena, mientra su padre se ocupaba de Cremona. Entonces Federico ordenó a su hijo que invadiese la Campagna; el país quedó desolado, Enrique recibió el juramento de fidelidad de los nobles y las ciudades de la Campagna y la Romaña y a finales de año casi todo el centro y el norte de Italia estaban bajo control imperial.

En abril de 1189 el papa Clemente III accedió a coronar emperador a Enrique, aunque ésto no sucedió hasta después de la muerte de su padre. En la Pascua de aquel año se hizo cargo de todos los negocios del Imperio, cuando Barbarroja marchó a la Cruzada. Y aunque la situación era favorable, con el reino pacificado y restauradas las relaciones con el Papado, en octubre de 1189 Enrique el León, desterrado en Inglaterra, regresó a Alemania e inició una rebelión, con el objetivo de recuperar el ducado de Sajonia. El joven rey reunió una dieta en Merseburg, donde se acordó una campaña contra el depuesto duque de Baviera, pero la inminencia del invierno detuvo las operaciones hasta la primavera siguiente. La paz se firmó, sin embargo, gracias a la mediación de los arzobispos de Maguncia y Colonia, en julio de 1190, en Fulda, y aunque Enrique el León no cumplió ninguna de las cláusulas pactadas, los asuntos de Sicilia hicieron que el rey pusiese allí su atención.

La muerte de Guillermo II de Sicilia (noviembre de 1189) hacía de Enrique, por los derechos de su esposa, heredero de la corona siciliana. Constanza había recibido el juramento de fidelidad probablemente en 1174, pero tras la muerte de Guillermo II solo unos pocos magnates respetaron dicho juramento. Al contrario, un partido antialemán presentó la candidatura de Tancredo di Lecce, que con el consentimiento de Roma, fue coronado en Palermo en enero de 1190. Para hacer valer los derechos de Constanza, un ejército imperial fue enviado desde Alemania (mayo de 1190) bajo el mando de Enrique de Kalden y se sumó a las tropas de otro rechazado candidato, el conde Roger de Andria, pero los alemanes fueron vencidos y el conde muerto.

Entretanto había llegado a Alemania la noticia de la muerte del emperador Federico. Desde el otoño de 1190 Enrique VI había estado reuniendo un ejército en Augsburgo para la campaña italiana. En marzo de 1191 consiguió la asistencia de la flota pisana para la conquista de Apulia. Aquel mismo mes negoció con Clemente III su coronación como emperador en Roma, pero la repentina muerte del papa hizo que Enrique tuviese que esperar mientras se elegía un nuevo pontífice (Celestino III), con quien además hubo que pactar unas nuevas condiciones para la coronación. Finalmente ésta tuvo lugar el 15 de abril y al día siguiente el emperador inició la campaña contra los normandos de Sicilia. Sitió Nápoles, defendida por el conde de Acerra, y recibió el juramento de fidelidad de algunos nobles del sur de Italia, que habían abandonado el bando de Tancredo. Enrique trató de incomunicar la ciudad por mar, pero la flota pisana fue derrotada por el almirante de Tancredo, Margaritus, y la ayuda genovesa, que había sido pactada a finales de mayo, llegó demasiado tarde. El verano llegó y las epidemias y las deserciones hicieron mella en el ejército imperial, hasta que finalmente, en agosto, Enrique tuvo que levantar el sitio de Nápoles y regresar a Alemania. Pero antes recibió la noticia de que durante el sitio de Nápoles, la emperatriz Constanza había sido capturada por lo burgueses de Salerno y trasladada a Palermo.

Desde su coronación, Celestino III había adoptado una posición cada vez más comprometida con los asuntos de Sicilia e hizo lo posible por lograr que Enrique renunciase a sus aspiraciones sobre el reino; desde la excomunión de los monjes de Monte Casino, por apoyar al emperador, o el reconocimiento a Tancredo como rey, hasta la iniciativa de liberar a Constanza, a la que quiso usar como moneda de cambio en las negociaciones. Enrique contestó las acciones del papa con medidas agresivas: la prisión del legado papal, el cardenal-obispo de Ostia, Octaviano; la prohibición de que el clero alemán viajase a Roma; esto supuso la ruptura de la diplomacia entre el Imperio y el Papado durante dos años.

Enrique llegó a Alemania antes de las Navidades de 1191 y tomó posesión de los territorios de Suabia heredados de su recientemente muerto tío, Güelfo VI. Por lo demás, la situación se presentaba desfavorable, con amplios disturbios en el noreste y una guerra abierta en Sajonia entre Enrique el León y Adolfo de Holstein, apoyado el primero por el papa, que no perdía ocasión de favorecer a los enemigo de los Hohenstaufen. En septiembre de 1192 se desató una gran rebelión contra el emperador, a propósito de la designación episcopal para la sede de Lieja: los dos candidatos, Alberto de Bravante, hermano del duque Enrique, y Balduíno de Hainault, solicitaron el arbitrio imperial, pero Enrique, en detrimento de los dos, presentó un tercer candidato, Lotario de Hochstadt, que fue consagrado en enero de 1192. Alberto no aceptó la decisión y acudió al papa, que ordenó su consagración en Reims en septiembre. Alberto fue acusado de alta traición y comenzó la guerra entre los dos bandos. El emperador ordenó confiscar las propiedades de los seguidores de Alberto en Lieja y en el distrito del Bajo Rin, y creyó haber vencido cuando Alberto fue asesinado el 24 de noviembre. Pero la muerte de Alberto, probablemente instigada por el propio emperador, causó una reacción que Fererico Barbarroja había tratado de evitar durante los últimos años de su reinado: la unión de los güelfos sajones con los elementos hostiles al Imperio en el Bajo Rin, es decir, los condes de Holanda. Por otra parte, la popularidad del emperador descendió cuando éste logró que el duque Leopoldo de Austria le entregase en Wüezburg (14 de febrero de 1193) a su reciente prisionero: Ricardo Corazón de León, un cruzado, cuya prisión fue considerada como un acto de impiedad. Con todo esto se produjo una rebelión general que englobó a magnates de todo el Imperio: el landgrave de Turingia, el margrave de Misnia, el arzobispo de Maguncia, el rey de Dinamarca, y los duques de Austria, Zähringen y Bohemia. Enrique VI pudo someter Bohemia por las armas y pacificó la región del Mosa a través de amplias concesiones. Pero su mayor triunfo fue la amenaza de entregar al rey de Inglaterra a Felipe Augusto, rey de Francia, y finalmente la liga se deshizo.

Había sido previsto que el monarca Capeto y el emperador tuviesen una entrevista el 25 de junio de 1193. Ésta nunca tuvo lugar y en su lugar se reunió una asamblea imperial en Worms en la que se trató principalmente el tema de la liberación del monarca inglés y la orientación de la política hacia Francia. Las condiciones hacia Ricardo fueron especialmente duras: debía infeudar su reino al emperador y convertirse así en su vasallo, dando además las suficientes garantías de que los güelfos no atacarían a los Hohenstaufen, y pagando también un elevado rescate. Ricardo Corazón de León fue liberado en Maguncia el 3 de febrero de 1194. Respecto a Francia hubo varios puntos que provocaron un viraje. Enrique abandonó la alianza con Felipe Augusto, cuyo reciente matrimonio con la hermana de Canuto VI de Dinamarca, Ingelburga, constituía una amenaza para el Imperio; además, Enrique, a través de las posesiones en Francia de su nuevo vasallo, Ricardo, pensó en dominar al propio Felipe Augusto. De hecho, el emperador dirigió la política del monarca inglés en el sentido de perjudicar al rey de Francia, por ejemplo, usando su poder como señor ligio, para evitar que Francia e Inglaterra firmasen la paz en 1195. Más allá, aún, Enrique quiso aumentar el poder imperial sobre Borgoña, transfiriendo su corona a Ricardo, que como duque de Aquitania gozaba de una posición de fuerza en el sur de Francia. No obstante, esta idea nunca se llevó a la práctica y fue abandonada apenas fue concebida.

La paz entre el emperador y los güelfos fue favorecida por el matrimonio del primogénito de Enrique el León, Enrique de Brunswick con la prima de Enrique VI, Inés, hija de Conrado, conde palatino del Rin, en marzo de 1194. De esta manera Alemania quedó pacificada y el emperador pudo ocuparse de nuevo de los asuntos de Sicila. La posición de Tancredo se había reforzado en 1191 y 1192, pero después, sucesivos éxitos imperiales le llevaron a iniciar una campaña de rápidas victorias en la que conquistó la mayor parte de las fortalezas de la frontera. Sólo su enfermedad y su muerte le detuvieron (20 de febrero de 1194). Libre de su principal enemigo, Enrique VI proyectó la campaña siciliana, apoyado por los príncipes alemanes y financiado con el oro del rescate del rey Ricardo. La diplomacia había conseguido aislar a los aliados de Guillermo III, sucesor de Tancredo: el rey de Inglaterra, los güelfos y los lombardos, cuya lealtad había asegurado Enrique con el tratado de Vercelli (enero de 1194). Así que en mayo, Enrique inició la campaña y durante su viaje camino del sur aseguró la cooperación de las flotas pisana y genovesa. En esta ocasión Génova cayó rápidamente y Salerno fue arrasada después de vencer una pequeña resistencia. En octubre el emperador era dueño del sur de Italia, controlaba los estrechos de Mesina y se preparaba para conquistar la isla, pero antes de iniciar la ofensiva recibió, a través del mayordomo imperial, Markward de Anweiler, la rendición de Catania y Siracusa. Tras vencer la pequeña oposición ofrecida por la regente, la reina madre Sibila, el camino hacia Palermo quedó abierto y Enrique tomó posesión de la ciudad, después de que el almirante Margaritus rindiese el castillo. Enrique VI fue coronado rey de Sicilia en la catedral de Palermo el 25 de diciembre de 1194.

La primavera del año siguiente se reunió una gran dieta en Bari para establecer la administración del reino de Sicilia. La emperatriz Constanza recibió el gobierno, siendo la persona idónea, por su ascendencia normanda. Los grandes feudos y los principales oficios fueron entregados a los caudillos que habían cooperado en la campaña del emperador. La conquista de Sicilia abrió nuevos horizontes de expansión para el Imperio. Enrique VI recogió la tradiciónal aspiración del reino normando sobre la hegemonía en el Mediterráneo. En la dieta de Bari se publicó públicamente la Curzada (IV), que Enrique quiso usar, tanto para aumentar su influencia sobre el Imperio Bizantino, como para reanudar las relaciones con el Papado, detenidas durante la campaña de Sicilia.

Mientras que la corona de Sicilia era hereditaria, el Imperio era electivo. Enrique quiso unir Sicilia con el Imperio, haciendo del segundo una dignidad hereditaria en la familia de los Hohenstaufen. Recibió oposición cuando en 1195 quiso hacer coronar a su hijo de dos años, Federico, por lo que en la dieta de Würzburg (abril de 1196) trató de alterar la Constitución para hacer el reino hereditario y en el otoño de aquel año viajó a Roma para negociar con el papa Celestino III la coronación de Federico como Rey de Romanos. Para conseguir la cooperación del papa, Enrique ofreció una serie de concesiones que podrían aumentar enormemente las rentas y el poder real de Roma, pero renunciando a las aspiraciones del Papado como poder universal. La respuesta de Celestino no fue menos ambiciosa: quiso obtener de Enrique lo que sus antecesores no habían podido obtener de los emperadores Conrado III y Federico I, es decir el infeudamiento del Imperio hacia el Papado. Y mientras se desarrollaban las negociaciones, Enrique reunió una dieta en Erfurt (octubre de 1196) en la que volvió a plantear la transformación del Imperio en un reino hereditario. La oposición de una facción encabezada por el landgrave de Turingia dio al traste con esos planes, a la vez que el papa aplazaba su decisión hasta la siguiente epifanía, lo cual significó la ruptura de las negociaciones, que nunca fueron reanudadas. A pesar de ello, Enrique consiguió que Federico fuese elegido rey por unanimidad, en Frankfurt, en diciembre de 1196.

Después de reprimir cruelmente una conspiración contra su propia persona, que engolbó elementos sicilianos, lombardos y del centro de Italia, Enrique volvió su atención hacia la Cruzada. Pocos días antes de embarcar hacia el este, cayó enfermo de disentería en los bosques de Linari y sólo pudo llegar hasta Mesina, donde murió poco después. Fue sucedido en el Imperio por su hermano menor, Federico de Suabia.

Bibliografía

  • DIEGO HERNANDO, M. El Imperio en la Europa medieval. Madrid, 1996.

  • HALLER, J. y DANNENBAUER, H. De los Carolingios a los Staufen. Época antigua de los Emperadores alemanes (900-1250). México D. F, 1974.

  • THOMPSON, J.W. Feudal Germany. Chicago, 1928.

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