Éluard, Paul (1895-1952).
Poeta y narrador francés, nacido en Saint-Denis (en el departamento de Seine, región de Île de France) el 14 de diciembre de 1895 y fallecido en Charenton-le-Pont (Bosque de Vincennes, París) el 18 de noviembre de 1952. Aunque su verdadero nombre era el de Eugène Grindel, es universalmente conocido por su pseudónimo literario de Paul Éluard, que adoptó a partir del apellido de su madre (Éluard). Autor de una extensa y deslumbrante producción poética que parte de la simpleza y sencillez de un tono impersonal para adentrarse luego en los postulados estéticos del Surrealismo y acabar asumiendo un firme compromiso político, está considerado como una de las figuras cimeras de la poesía francesa del siglo XX y, sin lugar a dudas, uno de los poetas mayores de la Literatura universal.
Vida
Nacido en el seno de una familia de clase media -era hijo de un contable-, su infancia transcurrió en diferentes lugares del norte de Francia (como Aulnay-sus-Bois y Charleville-Mésières), hasta que sus padres se asentaron en París cuando él contaba doce años de edad (1907). En la capital gala cursó estudios en la Escuela Primaria Superior, y pasó luego a recibir una formación secundaria que quedó interrumpida en 1912, cuando, por culpa de una grave afección pulmonar, hubo de trasladarse a Suiza para quedar internado en un sanatorio de tuberculosos, donde conoció a Helena Diakonova -inmortalizada más tarde en los cuadros de Salvador Dalí (1904-1989) con el nombre de Gala, apodo afectivo que le había dado Éluard-, con la que habría de contraer matrimonio en 1917.
Su precoz inclinación hacia el cultivo de la creación poética le impulsó a dar a conocer sus primeros poemas en 1913, escritos durante su internamiento en Suiza y enviados para su publicación a diferentes revistas literarias francesas. Repuesto de su dolencia, regresó a París en 1914 y al año siguiente fue movilizado y enviado al frente durante la Primera Guerra Mundial, en la que combatió desde 1915 hasta 1917, no sin dejar de escribir nuevos versos que quedaron impresos en su primer poemario, titulado Le devoir et l’inquiétude (El deber y la inquietud, 1917). El mismo año en que dio a la imprenta su opera prima, Paul Éluard se casó con la citada Gala y comenzó a integrarse plenamente en los foros y cenáculos artísticos e intelectuales de la capital francesa, a la sazón fuertemente agitados por la eclosión de múltiples corrientes vanguardistas. La dura experiencia acumulada en el frente le inspiró su segunda colección de versos, Poèmes pour la paix (Poemas para la paz, 1918), caracterizada -en lo formal- por un lenguaje sencillo y directo, y basada -en lo que a sus contenidos se refiere- en sus firmes convicciones antibelicistas.
En el transcurso de aquel mismo año de 1918 se asoció con el escritor nimeño Jean Paulhan (1884-1968), que por aquel entonces editaba la revista Le Spectateur (El Espectador), y al lado de él y de otros compañeros de andadura literaria tomó parte activa en el movimiento dadaísta, corriente de Vanguardia con la que se identificó por aquellos años hasta el extremo de fundar, en 1921, la revista Proverbe, en la que publicaron sus poemas y colaboraciones las figuras más sobresalientes del Dadaísmo. Poco después, se dejó seducir por el avasallador empuje de los surrealistas y llegó a co-dirigir, junto a Breton (1896-1966), Soupault (1897-1990) y Aragon (1897-1982), la prestigiosa revista Litterature, el principal órgano portavoz de los postulados estéticos de este vigoroso movimiento de Vanguardia.
A pesar de esta plena integración en la vida cultural parisina del fructífero período posterior a la Primera Guerra Mundial, Paul Éluard desapareció de París sin dejar rastro en 1924, cuando ya era un autor sobradamente conocido merced a la publicación de otros poemarios como Les animaux et leurs hommes, les hommes et leurs animaux (Los animales y sus hombres, los hombres y sus animales, 1920), Les nécessités de la vie et les conséquences des rêves (Las necesidades de la vida y las consecuencias de los sueños, 1921), Répétitions (Repeticiones, 1922) y Les malheurs des inmortels (Las desgracias de los inmortales, 1922) -este último compuesto en colaboración con el pintor surrealista alemán Max Ernst (1891-1976), que, como el propio Éluard, había evolucionado desde el Dadaísmo hasta las propuestas surrealistas-. Comoquiera que casi todo el mundo ignoraba su paradero, se creyó que había fallecido y en algunos rotativos y revistas de París se llegaron a publicar artículos necrológicos que lloraban su prematura desaparición; pero el joven e impulsivo poeta de Saint-Denis se había embarcado secretamente en Marsella, en compañía del citado pintor alemán, para iniciar un largo periplo aventurero que le permitió conocer la India, Australia, Nueva Zelanda, la isla de Célebes, Java, Sumatra y parte del continente americano. Tras siete meses de vagabundeo invertidos en la ampliación de sus conocimientos culturales y sus horizontes vitales, recaló en el puerto de Marsella a bordo de un carguero holandés y regresó acto seguido a París, para volver a zambullirse íntegramente en su denso bullicio creativo.
Siempre entregado a su absorbente vocación poética, publicó a mediados de la década de los años veinte nuevos libros de versos como Mourir de ne pas mourir (Morir de no morir, 1924), Proverbes mis a goût de jour (Proverbios adaptados a los gustos actuales, 1925), y Au défaut du silence (En lugar del silencio, 1926), a los que siguió la primera recopilación de los volúmenes poéticos que había editado hasta entonces, publicada bajo el título de Capitale de la douleur (Capital del dolor, 1926) y considerada, desde el mismo momento de su aparición, como una de las obras mayores de la etapa inicial del Surrealismo. Consagrado, en fin, como una de las cabezas visibles de esta corriente vanguardista, evolucionó con la mayor parte de sus colegas surrealistas hacia el compromiso político y, tras afiliarse al Partido Comunista Francés en 1926, concentró todos sus esfuerzos en la dirección de revistas como La Révolution Surréaliste (La Revolución Surrealista) y Le Surréalisme au Service de la Révolution (El Socialismo al Servicio de la Revolución), así como en la redacción de una copiosa obra panfletaria y subversiva. Mas no abandonó por ello su febril actividad literaria, plasmada en nuevos poemarios como Les dessous d’une vie ou La Pyramide Humaine (1926) y Défense de savoir (1929), así como en la segunda muestra antológica de su quehacer poético, publicada bajo el elocuente título de L’amour la poésie (El amor la poesía, 1929). Por aquellos años postreros de la década de los veinte viajó en varias ocasiones a España, primero a Barcelona y Mallorca (1927) y posteriormente a Cadaqués (Gerona), en compañía de su mujer y su pequeña hija, invitado por Salvador Dalí, quien un año antes había citado la obra y la poética de Éluard en el Manifest Groc que había firmado con Sebastià Gasch y Lluis Montanyà (en el que, bajo el subtítulo de Manifest antiartístic catalá, se menospreciaba la cultura tradicional catalana en favor del esprit nouveau y la modernidad europea). Fruto de esta estancia en los lares del pintor de Figueras fue el acercamiento entre Gala y Dalí, con las subsiguientes desavenencias entre Paul Éluard y su esposa, que acabó por abandonarle en 1931 para unirse al artista plástico. Por su parte, el poeta de Saint-Denis había comenzado a intimar desde 1929 con Maria Benz (a la que bautizó como Nusch), que habría de convertirse en su segunda esposa en 1934.
Entretanto, seguía entregado a una intensa labor de difusión política y artística que le llevaba a participar en todo tipo de actos culturales, como la redacción y lectura de manifiestos, la presentación de libros, las exposiciones de arte, etc. A comienzos de los años treinta, junto a su joven discípulo René Char (1907-1988) -que había confesado públicamente el deslumbramiento que le produjo la lectura de Capital del dolor– y al gran «pope» del Surrealismo André Breton, publicó el poemario titulado Ralentir travaux (Marcha lenta, 1930), al que siguió otro libro colectivo -esta vez, sólo en colaboración con Breton- titulado L’Immaculée Conception (La Inmaculada Concepción, 1930), obra de capital importancia para comprender los fines estéticos e ideológicos que perseguían los surrealistas. Su fertilidad creativa le facilitó, durante el primer lustro de los años treinta, la publicación de otros poemarios como La vie inmédiate (La vida inmediata, 1932), Comme deux gouttes d’eau (Como dos gotas de agua, 1933) y La rose publique (La rosa pública, 1934), a los que siguieron Nuits partagées (Noches correspondidas, 1935) y Facile (Fácil, 1935).
En el transcurso de aquel mismo año de 1935 fue portavoz de Breton en el Congreso de Escritores Antifascistas, y al año siguiente viajó a España para impartir una serie de conferencias sobre una exposición retrospectiva de Picasso (1881-1973), desplazamiento que aprovechó para entablar amistad con algunas figuras cimeras de la literatura española del momento, como José Bergamín (1895-1983), Rafael Alberti (1902-1999) y Federico García Lorca (1898-1936). Durante aquel mismo año de 1936, de intensa actividad en la vida pública y literaria de Éluard, recorrió también algunos lugares de Inglaterra, tradujo al francés algunos poetas de Lorca -que contribuyeron decisivamente a la consagración del poeta granadino en Francia-, y vio cómo salían de la imprenta varias obras suyas: Notes sur la poésie (Notas sobre la poesía, 1936) -escrita también en colaboración con André Breton-, La barre d’appui (1936) -cuyo título alude a la barandilla que separa al tribunal del público-, Les yeux fertiles (Los ojos fértiles, 1936) -que contiene su famoso poema «Intimes», escrito durante su estancia en España- y la reedición de Les animaux et leurs hommes.
Tras la aparición, al año siguiente, de L’evidence poétique (La evidencia poética, 1937) y Les mains libres (Las manos libres, 1937), Paul Éluard comenzó a distanciarse abiertamente de los surrealistas y, de forma muy señalada, de su íntimo amigo y colaborador André Breton, cuya evolución radical hacia el trotskismo propició la definitiva ruptura de sus relaciones con Éluard en 1938, año en el que vieron la luz otras obras del poeta de Saint-Denis como Quelques-uns des mots qui jusqu’ici m’étaient mystérieusement interdits (Algunas de las palabras que hasta este momento me estaban misteriosamente prohibidas, 1938) y Cours naturel (Curso natural, 1938) -que contiene su celebérrimo poema «Guernica»-, cuyos títulos dejan bien patente el alejamiento de Éluard respecto a la estética surrealista y al comunismo pro-soviético. Un año después fundó, en colaboración con Georges Hugnet, la revista L’Usage de la Parole (El Uso de la Palabra, 1939), y publicó otros dos títulos que vinieron a engrosar su ya copiosa bibliografía: Chansons complètes (Canciones completas, 1939) y Donner à voir (1939).
El estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó su regreso a las filas del Partido Comunista, su segunda movilización militar (que le destinó, ahora, a una estación de la Sologne, al sur del río Loira) y, a raíz de la firma del armisticio entre Francia y Alemania, su entusiasta, arriesgada y productiva colaboración con la Resistencia, de la que fue uno de sus más sólidos pilares. Entregado de lleno a esta causa, se convirtió en el principal enlace de los escritores e intelectuales combatientes (estuvo a la cabeza del Comité Nacional de Escritores de la Zona Norte), difundió clandestinamente sus poemas de guerra y sus escritos subversivos, y se vio forzado a mudar continuamente de residencia, perseguido por la Gestapo. Refugiado, finalmente, en el hospital psiquiátrico de Lozère, su permanente agitación política no le impidió seguir dando a la imprenta numerosos títulos durante la conflagración bélica internacional, como Le livre ouvert I (El libro abierto I, 1940), Moralité du Sommeil (Moralidad del sueño, 1941), Sur les pentes inférieures (En las pendientes inferiores, 1941), Choix de poèmes 1914-1941 (Selección de poemas 1914-1941, 1941), Le livre ouvert II (El libro abierto II, 1942), Poésie involontaire et poésie intentionelle (Poesía involuntaria y poesía intencional, 1942), Poésie et verité 42 (Poesía y verdad 42, 1942) -que recoge uno de sus más célebres poemas de guerra, «Liberté»-, Les sept poèmes d’amour en guerre (Siete poemas de amor en guerra, 1943) -obra publicada bajo el pseudónimo de Jean du Hault-, Médieuses (1944), Le lit la table (La cama la mesa, 1944), Dignes de vivre (Dignos de vivir, 1944), Au rendez-vous, Allemand (Cita con los alemanes, 1944) y En avril 1944, Paris respirait encore (En abril de 1944, París respiraba todavía, 1945).
Acabada la guerra, Paul Éluard empezó a ser reconocido y admirado en toda Europa como «embajador de la nueva poesía», y en calidad de tal emprendió una animosa gira de recitales y conferencias que le llevó a recorrer numerosos países del Viejo Continente (Reino Unido, Bélgica, Suiza, Bulgaria, Polonia, Albania, Hungría, etc.). Además, fue designado Delegado de Francia en el Congreso por la Paz celebrado en Wroclaw (Polonia), e invitado a impartir una serie de conferencias por diversas ciudades italianas en 1946, año en el que sufrió un duro golpe afectivo por la muerte de Maria Benz. Consagrado, en fin, como una de las figuras precipuas de la intelectualidad europea de mediados del siglo XX, su presencia fue requerida en cualquier lugar del mundo donde se celebraba un acto en defensa de la paz, la libertad, la justicia social y la independencia de los pueblos, causas a las que se entregó de lleno durante sus postreros años de existencia. En 1949 formó parte del comité francés enviado al Congreso de la Paz celebrado en México, donde conoció a Dominique, que en 1951 habría de convertirse en su tercera esposa. Transcurrido un año desde este nuevo enlace conyugal, viajó a Moscú en calidad de representante de Francia en los solemnes festejos dedicados a conmemorar el primer centenario de la muerte de Gogol (1809-1852) y el siglo y medio transcurrido desde el nacimiento de Víctor Hugo (1802-1885); a su regreso a Francia, siguió desplegando su infatigable actividad cívica y literaria hasta que, de forma tan repentina como inesperada, una angina de pecho segó su vida el 18 de noviembre de 1952, cuando se hallaba en su residencia parisina del Bosque de Vincennes.
Como venía siendo habitual en él, Paul Éluard compaginó durante estos últimos años de su vida sus intensas labores de representación con su siempre renovada capacidad creativa, que arrojó otros frutos tan sazonados como Lingères legères (Costureras frívolas, 1945), Doubles d’ombre (Dobles de sombra, 1945), Une longue réflexion amoureuse (Una larga reflexión amorosa, 1945), Poésie ininterrompue (Poesía ininterrumpida, 1946), Souvenirs de la Maison des Fous (Recuerdos de la Casa de los Locos, 1946), Le dur désir de durer (El difícil deseo de perdurar, 1946), Objet des mots y des images (Objeto de las palabras y las imágenes, 1946), Le livre ouvert 1938-1944 (El libro abierto 1938-1944, 1947), Le temps débordé (El tiempo pasado, 1947) -inspirado por el dolor que le produjo el fallecimiento de su amada Nusch-, Corps mémorable (Cuerpo memorable, 1947), Le meilleur choix de poèmes est celui que l’on fait pour soi (La mejor selección de poemas es la que uno hace para sí mismo, 1947), Picasso à Antibes (1948), Voir (Ver, 1948), Poèmes politiques (Poemas políticos, 1948), Perspectives (Perspectivas, 1948), Une leçon de morale (Una lección de moral, 1949), Leda (1949), Hommages (Homenajes, 1950), Pouvoir tout dire (Poder decirlo todo, 1951), Le Phénix (El Fénix, 1951), La jarre peut-elle être plus belle que l’eau? (¿Puede la jarra ser más bella que el agua?, 1951), Le visage de les sentiers et les routes de la poésie (El rostro de los senderos y las rutas de la poesía, 1952) y Poèmes pour touts (Poemas para todos, 1952).
Póstumamente aparecieron otros libros que recogían poemas y textos inéditos de Paul Éluard, como Sommes-nous deux ou suis je solitaire (Somos nosotros dos o soy yo solo, 1959), Sens de touts les instants (Sentido de todos los instantes, 1961), Lettres de la guerre 14-18 (Cartas de la guerra 14-18, 1962), Lettres de jeunesse, avec de poèmes inédits (Cartas de juventud, con poemas inéditos, 1962), Dit la force de l’amour (Llamada la fuerza del amor, 1962), Poèmes (Poemas, 1962), Derniers poèmes d’amour (Últimos poemas de amor, 1963), Le poète et son ombre (El poeta y su sombra, 1963) y Les frères voyants (Los profetas hermanos, 1966).
Obra
En sus composiciones poéticas primerizas, Paul Éluard se sirve de un lenguaje sencillo y depurado que desprecia los oropeles de la retórica para subrayar la importancia de un eje temático que, a la larga, se convierte en una constante que da sentido y unidad a todo su corpus lírico. Dicho núcleo temático no es otro que la convicción, por parte del poeta de Saint-Denis, de que es posible alcanzar la felicidad si se sabe superar las barreras que limitan y condicionan al ser humano; y para rebasar estas limitaciones, Éluard no encuentra mejor impulso que la pureza de la pasión amorosa.
El amor es, en efecto, el tema fundamental y recurrente en sus primeros poemarios, que indagan con lucidez y sobriedad -en ocasiones, desde un distanciamiento acentuado por el tono impersonal del yo poético- en las posibilidades de perfeccionamiento propiciadas por el gozo de una relación afectiva. Poco a poco, a medida que Éluard se va adentrando en la estética surrealista, la búsqueda de la felicidad rebasa los límites de la relación en pareja para aspirar a la prosperidad, el bienestar y el júbilo de toda la colectividad, de tal manera que el surrealismo aparece en los versos de Éluard como una fuerza revolucionaria que, en su proclamación gozosa de la liberación estética e ideológica del hombre, avanza aceleradamente hacia la felicidad de toda la sociedad. De ahí a la aparición de una conciencia cívica y un compromiso político hay sólo un paso: con obras como Los ojos fértiles (1936), Éluard deja patente su activa participación en la vida pública y su deseo expreso de que esa búsqueda de la felicidad emprendida por su aventura poética pase necesariamente por la resolución de los problemas que afectan al hombre de la calle. A estas alturas de su obra, el yo poético ha perdido ya ese acento impersonal de sus comienzos para volverse cada vez más cercano e inmediato, más «comprometido» con la causa de esa revolución liberadora asumida por los surrealistas.
Los acontecimientos históricos de las décadas de los años treinta y cuarenta (auge de los totalitarismos en Europa, Guerra Civil Española, Segunda Guerra Mundial, invasión de Francia por parte del ejército nazi, etc.) acentuaron el compromiso político y social adquirido por la voz poética de Éluard y dejaron constancia, en sus versos, de la militancia activa del poeta en todas las causas defensoras de la libertad, ya fuesen ajenas -así, v. gr., en su célebre poema «Guernica», recogido en Curso natural (1938)- o propias -como bien puede apreciarse en los poemarios que testimonian su lucha clandestina al lado de la Resistencia, entre los que cabe recordar Libro abierto I y II (1940 y 1942), Poesía y verdad (1942) y Cita con los alemanes (1944)-. Es éste el momento en que la voz del poeta está más cerca que nunca de la voz del pueblo; el momento en que los poemas de Éluard claman indignados contra los horrores de la guerra y, en concreto, contra la ocupación alemana y la persecución, el encarcelamiento y el fusilamiento de los combatientes de la Resistencia.
En sus poemarios postreros, como si pretendiera cerrar el ciclo de su andadura poética en el mismo punto temático donde la había iniciado, Éluard retorna a la exaltación gozosa del amor, cuya fuerza y presencia -según el poeta- se hace visible en todos los seres humanos y en cuantas cosas les rodean. A lo largo de todo este extenso, fecundo y variado recorrido cíclico, el estilo de Éluard se mantuvo apegado a su predilección por el lenguaje directo e inmediato, basado en algunos recursos elementales de la poesía popular, como la exclamación y la reiteración. Su adscripción a los postulados surrealistas permitió que las mejores innovaciones de este movimiento –v. gr., la escritura automática- se pusieran al servicio, en la pluma de Éluard, de esa voz lírica empecinada en subrayar su cercanía al habla popular, unas veces desde la pureza y sencillez de su candor, y otras veces disfrazada de los mismos ropajes exaltados que revisten el delirio arrebatado y torrencial del pueblo.
Bibliografía
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DECAUNES, Luc. Paul Éluard (París: Subervie, 1965).
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EMMANUEL, Pierre. Le Je universal chez Paul Éluard (1946).
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MEURAUD, Maryvonne. L’image végétale dans la poésie d’Éluard (París: Lettres Modernes, 1966).
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PARROT, Louis. Paul Éluard (Gijón: Ediciones Júcar, 1973) [tr. de María Calonje].
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PERCHE, Louis. Éluard (París: Editions Universitaires, 1964).
J. R. Fernández de Cano.