Elio Adriano, Publio: (76-138). El emperador que dejó una huella indeleble en Roma
El emperador Elio Adriano, Publio (76-138 d.C.), uno de los gobernantes más complejos y fascinantes de la historia del Imperio Romano, no solo destacó por su habilidad política, sino también por su interés en la cultura, la filosofía y el arte. Nacido en Italica, cerca de la actual Sevilla, España, Adriano se convirtió en uno de los emperadores más influyentes de la dinastía de los Antoninos, al impulsar reformas significativas en diversos aspectos del gobierno romano. A lo largo de su reinado, dejó un legado perdurable, tanto en términos de política interna como en su enfoque hacia la expansión y consolidación del Imperio Romano.
Orígenes y contexto histórico
Adriano nació el 24 de enero de 76 d.C. en Italica, una ciudad de la provincia romana de Bética, situada en lo que hoy conocemos como España. Desde temprana edad, mostró aptitudes fuera de lo común, especialmente en áreas como la literatura y la cultura griega, lo que le valió el sobrenombre de graeculus (pequeño griego). A los diez años, tras la muerte de sus padres, Adriano fue adoptado por su tío Trajano, quien también fue emperador, lo que marcó el comienzo de su carrera política.
Su educación se desarrolló en Roma, donde se cultivó una profunda admiración por la civilización helénica. La figura de su tío, Trajano, fue crucial en su vida, no solo como mentor, sino también como impulsor de su ascenso político. Tras ingresar en el cursus honorum (la carrera política romana), Adriano ocupó cargos relevantes como el de cónsul en 91 d.C. y tribuno en las legiones romanas. Su carrera continuó brillando con importantes ascensos, hasta que en el año 117 d.C., después de la muerte de Trajano, fue adoptado oficialmente por él y proclamado emperador.
Logros y contribuciones
Adriano fue un emperador que no solo consolidó el poder del Imperio Romano, sino que también llevó a cabo una serie de reformas trascendentales. Una de sus primeras decisiones como emperador fue establecer una paz exterior con los partos. Abandonó las conquistas recientes más allá del Éufrates, incluyendo la retirada de Mesopotamia, y renunció a la anexión de Armenia, estableciendo un equilibrio que favorecía la estabilidad en las fronteras del Imperio Romano. Esta política exterior, aunque exitosa en términos de pacificación, generó tensiones con un sector del Senado romano, que veía la renuncia a las conquistas como una debilidad. La conspiración contra Adriano, encabezada por Cornelio Palma y Lusio Quieto, fue rápidamente abortada en 118 d.C., demostrando el control efectivo que Adriano mantenía sobre el poder.
Adriano dedicó gran parte de su tiempo a fortalecer las fronteras del Imperio. Realizó un largo viaje a través de las provincias entre 121 y 125 d.C., donde observó de cerca las defensas del Imperio, especialmente en las regiones de Agri Decumates y el norte de Britania. Como resultado de estos viajes, mandó construir el famoso Muro de Adriano, una impresionante fortificación de piedra de 100 kilómetros de largo que se extendía desde la desembocadura del río Tyne hasta el golfo de Solway First, en lo que hoy es el norte de Inglaterra. Este muro no solo reforzó las defensas de Roma, sino que se convirtió en un símbolo del poder imperial.
Además de sus logros militares, Adriano llevó a cabo reformas legislativas significativas. Bajo su gobierno, se promulgó el Edictum Perpetuum en 131 d.C., que unificó y sistematizó los edictos romanos, proporcionando una base legal más coherente y efectiva. También promovió leyes que favorecían a los pequeños propietarios, como la lex Hadriana de rudibus agris, que incentivaba la explotación de tierras incultas y garantizaba exenciones fiscales a aquellos campesinos que trabajaran esas tierras. Estas reformas reflejan su interés por la justicia social y la consolidación de la propiedad y la estabilidad económica en las provincias del Imperio.
Momentos clave
-
La adopción por parte de Trajano (117 d.C.): La muerte de Trajano abrió el camino para que Adriano fuera proclamado emperador, un momento clave que marcó el inicio de su largo y trascendental reinado.
-
La pacificación de los partos (117-118 d.C.): Su decisión de firmar un acuerdo de paz con los partos, aunque polémica, evitó un conflicto prolongado y consolidó su imagen como un líder pacificador.
-
La construcción del Muro de Adriano (122 d.C.): Esta fortificación, emblemática de su mandato, sirvió para proteger las fronteras del norte de Britania y marcó un hito en la ingeniería militar romana.
-
La revuelta judía y la destrucción de Jerusalén (132-135 d.C.): La represión de la revuelta judía bajo el liderazgo de Bar Kochba fue uno de los eventos más oscuros de su reinado, con miles de muertos y la devastación de Jerusalén, que fue reconstruida como la colonia romana Aelia Capitolina.
-
La adopción de Antonino Pío (138 d.C.): En sus últimos años, Adriano adoptó a Antonino Pío como su sucesor, asegurando la estabilidad del Imperio para las generaciones futuras. Antonino Pío, a su vez, adoptó a Lucio Vero y Marco Anio Vero, quienes serían figuras clave en la historia posterior de Roma.
Relevancia actual
Adriano es recordado hoy en día no solo como un emperador militar, sino también como un hombre de vastos intereses intelectuales y culturales. Fue un gran amante del arte, la filosofía y las ciencias. Fundó el Athenaeum, una institución dedicada a la enseñanza de diversas disciplinas y un centro de saber en la Roma imperial. Además, su afición por la cultura griega influyó notablemente en su gobierno y en la política cultural del Imperio. Tertuliano lo describió como un «explorador de todas las curiosidades», subrayando su insaciable sed de conocimiento.
No obstante, su legado no estuvo exento de controversia. La muerte de su joven favorito, Antinoo, quien fue objeto de un culto tras su fallecimiento, así como las supersticiones que envolvieron este episodio, mancharon parcialmente su imagen. No obstante, Adriano sigue siendo una figura fundamental en la historia de Roma, tanto por sus reformas legislativas como por sus esfuerzos para preservar y consolidar las fronteras del Imperio.
Bibliografía
-
CHIC, G. La dinastía de los Antoninos. Madrid; Akal, 1990.
-
GONZÁLEZ-CONDE, M. P. La guerra y la paz bajo Trajano y Adriano. Madrid; UCM, 1989.
-
PEROWNE, S. Hadrian. London; Croom Helm, 1986.
-
YOURCENAR, M. Memorias de Adriano. Barcelona; Edhasa, 1998.
MCN Biografías, 2025. "Elio Adriano, Publio: (76-138). El emperador que dejó una huella indeleble en Roma". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/elio-adriano-publio-emperador-de-roma [consulta: 29 de septiembre de 2025].