Duarte o Eduardo, Rey de Portugal (1391–1438): Un Monarca de Reformas y Fracasos

Orígenes y primeros años de Duarte

Duarte o Eduardo, rey de Portugal, nació el 31 de octubre de 1391 en la ciudad de Viseu, hijo de Juan I de Portugal, primer rey de la dinastía de Avís, y Felipa de Lancaster, hija del duque de Lancaster y hermana del rey Enrique IV de Inglaterra. Su nacimiento se dio en un periodo crucial para el reino portugués, que atravesaba una consolidación interna luego de la victoria en la batalla de Aljubarrota (1385) contra los castellanos. Duarte fue criado en un contexto de gran estabilidad política y militar gracias a las victorias de su padre, lo que permitió que la dinastía de Avís afianzara su poder en Portugal.

Desde su infancia, Duarte estuvo destinado a un papel importante en el gobierno del reino. Fue asociado al trono por su padre desde 1411, lo que le permitió involucrarse tempranamente en las decisiones del reino. Junto con sus hermanos Enrique y Pedro, Duarte participó activamente en la vida política y militar, siendo parte del círculo cercano a Juan I. Su formación estuvo marcada por la educación clásica, el aprendizaje de la lengua latina y un profundo conocimiento de las costumbres caballerescas, elementos que más tarde influirían en su propio estilo de gobierno.

En el ámbito personal, Duarte contrajo matrimonio el 4 de noviembre de 1428 con Leonor de Aragón, hija de Fernando I de Antequera, rey de Aragón, y de Leonor de Castilla, condesa de Albuquerque. El matrimonio fue una maniobra política que buscaba reforzar las relaciones con la corona aragonesa y asegurar la estabilidad dinástica de Portugal. De este matrimonio nació Alfonso, su primogénito, quien en 1433 fue proclamado heredero al trono de Portugal, y cuya custodia fue encomendada a los hermanos del rey, especialmente a Pedro y Enrique.

Los primeros años del reinado de Duarte

Duarte ascendió al trono en 1433 tras la muerte de su padre, Juan I, quien había sido un monarca clave para el inicio de la dinastía de los Avis. A sus 42 años, Duarte no solo era un hombre experimentado en el gobierno, sino que también tenía una fuerte inclinación por las cuestiones intelectuales y la administración. Su reinado comenzó en un contexto relativamente pacífico, aunque lleno de desafíos internos y externos.

En cuanto a la política interna, Duarte heredó un reino que había sido consolidado por su padre. A pesar de ello, se enfrentó a varios problemas, especialmente en el ámbito de la administración y la justicia. Uno de sus primeros actos como monarca fue convocar Cortes en Lisboa, que debido a una epidemia de peste se trasladaron a Cintra y luego a Santarem. Estas cortes fueron fundamentales para abordar temas cruciales como la unificación del derecho y la consolidación del poder real. Duarte se apoyó en juristas como Juan das Regras, quien ya había trabajado con su padre, para continuar con el proceso de unificación legal que culminaría en las Ordenações Alfonsinas, que establecerían un sistema legal más coherente en el reino.

Además de su labor legislativa, Duarte prestó atención a la administración del reino, buscando reforzar el poder central. Promulgó leyes para regular la economía, la sociedad y el ejército, como la Lei Mental (1434), que permitía a la corona recuperar tierras otorgadas sin herederos, y otras que limitaban el lujo de la corte, controlaban la vagancia y promovían la acuñación de nueva moneda. A pesar de su juventud, Duarte mostró un notable interés por las cuestiones de justicia y la moralidad en la vida cortesana, lo que le permitió ganar el respeto de los sectores más humildes de la sociedad portuguesa.

La política exterior y las expediciones marítimas

Uno de los aspectos más destacados de su reinado fue su apoyo a las expediciones marítimas organizadas por su hermano Enrique el Navegante, quien se encargó de las exploraciones a lo largo de la costa africana. En 1434, bajo el patrocinio de Duarte, el navegante Gil Eanes alcanzó por primera vez el Cabo Bojador, abriendo la ruta hacia el Río de Oro (actual Sahara Occidental). Estas expediciones fueron fundamentales para el posterior auge de la navegación portuguesa, que marcaría una era de exploraciones y descubrimientos que definirían el futuro imperial de Portugal.

Aunque Duarte mostró un gran interés por la expansión atlántica, su política exterior también estuvo marcada por los intentos de continuar la conquista de Marruecos. Después de la exitosa toma de Ceuta en 1415 por su padre, Duarte, con el apoyo de Enrique y otros miembros de la nobleza, decidió lanzar una nueva campaña hacia el norte de África. La estrategia de Duarte era conseguir el control de más territorios marroquíes para consolidar el poder portugués en la región, pero también para adelantarse a las ambiciones de Castilla, que competía por la hegemonía en el estrecho de Gibraltar.

La primera fase de esta expansión hacia Marruecos culminó en 1437 con la campaña fallida para conquistar Tánger. A pesar de que Duarte había reunido un ejército de 7.000 hombres, mal dirigidos y escasamente apoyados, la expedición fracasó estrepitosamente, y los portugueses sufrieron una grave derrota ante las tropas del sultán de Fez. La retirada fue costosa y, para asegurar la paz, el infante Fernando, hermano de Duarte, fue dejado como rehén, lo que resultaría en su trágica muerte en prisión. La derrota en Tánger tuvo repercusiones duraderas en el reino, provocando un malestar generalizado y una crisis política interna, agravada por el rechazo de las condiciones de paz propuestas por los sultanes.

El rey Duarte, hombre de letras

A pesar de las dificultades políticas y militares que afrontó, Duarte destacó también como un hombre de cultura y letras. Fue apodado O Eloquente, debido a su habilidad para la escritura y su profundo interés por la filosofía y la administración. Sus escritos no solo incluyeron tratados jurídicos sobre el buen gobierno, sino también reflexiones sobre equitación y deportes, áreas que también le apasionaban.

Su obra más influyente fue el Leal Conselheiro, un tratado sobre el buen gobierno, escrito en los últimos años de su vida, que muestra su visión sobre la moralidad, la justicia y el papel del monarca como protector de la paz y el orden. Además, Duarte escribió Livro dos Conselhos, un conjunto de consejos dirigidos a su hijo Alfonso, en los que plasmaba sus ideas sobre la política, la educación y la virtud. Otros de sus escritos más importantes fueron aquellos dedicados a los deportes y la equitación, como el Livro de Enssyanança de Bem Cavalgar Toda a Sela, una de las primeras obras europeas sobre el tema.

Muerte y legado de Duarte

Duarte murió el 9 de septiembre de 1438 en Tomar, víctima de una epidemia de peste que azotó el reino en ese periodo. A sus 46 años, su reinado de apenas cinco años fue marcado por logros legislativos, pero también por fracasos militares y una crisis política interna que dejó un vacío de poder. La regencia fue asumida por su esposa Leonor de Aragón hasta que su hermano Pedro tomó el control en 1439.

A pesar de la breve duración de su reinado, Duarte dejó un legado importante. Su reinado fue clave en la consolidación de la dinastía de los Avis y en el desarrollo de una administración más eficiente, aunque su incapacidad para asegurar la expansión territorial en Marruecos y su fracaso en las campañas militares frenaron sus ambiciones. Sin embargo, su influencia en la cultura portuguesa, especialmente a través de sus escritos, perduró mucho después de su muerte.

Desarrollo de la política interna de Duarte

Las reformas legislativas

Uno de los logros más significativos del reinado de Duarte fue su capacidad para consolidar la legislación y dar una mayor estabilidad administrativa al reino. A pesar de las dificultades derivadas de las tensiones políticas y sociales, Duarte centró sus esfuerzos en crear una estructura legal sólida y coherente. Un aspecto clave fue la unificación del derecho, proceso que había comenzado su padre, Juan I, y que Duarte continuó. En sus primeros años como monarca, convocó Cortes para tratar varios temas cruciales, entre los que se encontraba la unificación del derecho, una tarea de gran envergadura que involucraba la creación de un código legal que pusiera orden en las leyes dispersas.

La Lei Mental, promulgada en 1434, fue una de las leyes más destacadas de su reinado. Esta disposición legal permitía que las tierras que la Corona había cedido como pago por servicios volviesen a manos del monarca si no existían herederos legítimos. Esta medida era una forma de fortalecer la autoridad real sobre las tierras y propiedades del reino. Duarte también hizo esfuerzos por estabilizar la economía, instaurando reformas monetarias y luchando contra el lujo excesivo en la corte, buscando así una mayor austeridad en tiempos de crisis. Las Lei das Sesmarias, que regulaban la distribución de tierras y los derechos de cultivo, fueron otro ejemplo de su intento de fortalecer la estructura agraria del reino y asegurar que los recursos se utilizaran de manera eficiente.

En cuanto a la administración del ejército, Duarte también promulgó leyes que buscaban dotar de mayor solidez a la defensa del reino. Así, su reinado estuvo marcado por la implementación de medidas que afectaron tanto a la estructura social como a la organización del aparato estatal.

La administración del reino

A nivel administrativo, Duarte se mostró como un monarca preocupado por la eficiencia de los gobiernos locales y la correcta distribución de las responsabilidades dentro del reino. Su interés por la justicia lo llevó a crear una serie de reformas para mejorar el sistema judicial, hacerlo más equitativo y garantizar el bienestar del pueblo llano. Además de su trabajo con las leyes, también fortaleció la presencia de la monarquía en las regiones más alejadas del reino, aunque nunca pudo visitar el norte de Portugal, debido a su corta vida.

La implementación de una administración centralizada permitió a Duarte consolidar su poder y fomentar un sentido de unidad en el reino. Su labor como gestor de la justicia, así como su preocupación por la moralidad pública, le granjearon el respeto de la nobleza y de los sectores populares. Sin embargo, los desafíos de gobernar un reino que aún luchaba por mantener su independencia frente a las presiones externas fueron constantes.

La política exterior y la expansión marítima

Expediciones atlánticas y conquistas africanas

Uno de los aspectos más destacados del reinado de Duarte fue su apoyo a las exploraciones marítimas dirigidas por su hermano, Enrique el Navegante, quien organizó varias expediciones que, con el tiempo, serían fundamentales para el futuro imperial de Portugal. Bajo el auspicio del rey Duarte, Gil Eanes fue el primero en atravesar el temido Cabo Bojador en 1434, lo que permitió a los portugueses adentrarse en territorios desconocidos de África. Este avance fue un hito importante en la historia de la navegación, abriendo nuevas rutas hacia el Río de Oro (Sahara Occidental) y marcando el inicio de la expansión portuguesa en el continente africano.

Aunque Duarte no participó directamente en las expediciones, su apoyo financiero y político fue crucial. En este sentido, su reinado consolidó el camino hacia la exploración de nuevas tierras, un proyecto que su hermano Enrique continuó con gran éxito. Sin embargo, la ambición de Duarte por expandir más allá de los límites de África también se tradujo en un intento de conquista en el norte de África.

La derrota en Tánger y sus repercusiones

A pesar de los avances realizados en las expediciones de exploración, Duarte también estuvo involucrado en una de las mayores tragedias de su reinado: la campaña de Tánger. Con el fin de consolidar las conquistas territoriales portuguesas en el norte de África, Duarte decidió enviar un ejército para tomar la ciudad de Tánger, en lo que hoy es Marruecos. A pesar de que los preparativos para la campaña fueron exhaustivos y contaron con el apoyo de la nobleza y el clero, la expedición resultó ser un fracaso rotundo.

La tropa portuguesa, compuesta por alrededor de 7.000 hombres, fue derrotada por las fuerzas del sultán de Fez, y los portugueses se vieron obligados a retirarse. Para asegurar la paz, los portugueses acordaron entregar la ciudad de Ceuta como garantía, pero durante la retirada, Fernando, el hermano de Duarte, fue capturado y mantenido como rehén. Esta derrota causó una grave crisis política en Portugal y minó la autoridad del rey. En las Cortes de Leiría de 1438, se rechazaron las condiciones propuestas por los sultanes de Fez, y Duarte se vio en la obligación de tomar medidas para rescatar a su hermano, aunque su muerte en prisión en 1438 dejó una herida profunda en el reino.

El rey Duarte, hombre de letras

La faceta literaria del rey Duarte

A pesar de los fracasos militares y los desafíos políticos, el rey Duarte también es recordado por su faceta intelectual. Apodado «O Eloquente», Duarte fue un monarca profundamente interesado en la cultura y las artes. Su amor por la literatura y las humanidades le llevó a escribir varios tratados sobre diversos temas, que van desde la política hasta la equitación.

Su obra más conocida es el Leal Conselheiro («El consejero leal»), en la que ofrece consejos sobre el buen gobierno, la moralidad y la justicia. Duarte abordó el papel del monarca como protector del reino y de la justicia, defendiendo la idea de que el rey debía ser un reflejo de las virtudes cívicas y éticas. Además, el rey escribió sobre temas como la equitación, un tema que le apasionaba profundamente. Su Livro de Enssyanança de Bem Cavalgar Toda a Sela fue uno de los primeros tratados sobre equitación en Europa y refleja su interés en el arte de la caballería.

Duarte también dejó varios escritos religiosos, como el Livro de Misericórdia y De como se tira o demonio, que muestran su implicación en la vida eclesiástica y su visión sobre la moralidad cristiana.

Muerte y legado de Duarte

Duarte murió el 9 de septiembre de 1438 a causa de una epidemia de peste que asoló Portugal. Su muerte prematura, a los 46 años, marcó el fin de un reinado que, a pesar de sus logros en la legislación y la cultura, también estuvo plagado de fracasos militares y crisis internas. Su hijo Alfonso V, quien era aún un niño de seis años en el momento de su muerte, lo sucedió en el trono. La regencia de Alfonso fue inicialmente asumida por su madre, Leonor de Aragón, pero las luchas internas en la nobleza portuguese desembocaron en el ascenso de Pedro, hermano de Duarte, quien se encargó de la administración del reino tras los eventos de Alfarrobeira.

A pesar de que Duarte no logró los grandes éxitos territoriales que había planeado, su legado en la cultura y las reformas legislativas perduró. Su apoyo a la exploración marítima de su hermano Enrique y su visión del monarca como una figura moral y cultivada dejaron una huella indeleble en la historia de Portugal. La dinastía de los Avis se consolidó durante su reinado, y su hijo Alfonso V continuó con las políticas de expansión y exploración que Duarte había iniciado.

La muerte prematura de Duarte dejó una sensación de lo que pudo haber sido un reinado más largo y fructífero, pero su figura sigue siendo clave para comprender el proceso de consolidación del reino portugués en el siglo XV.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Duarte o Eduardo, Rey de Portugal (1391–1438): Un Monarca de Reformas y Fracasos". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/duarte-o-eduardo-rey-de-portugal [consulta: 16 de octubre de 2025].