Castillo, Jorge (1933-VVVV).


Escultor y pintor español, nacido en Pontevedra en 1933.

Procedía de una familia de marcadas ideas republicanas, motivo por el cual su infancia transcurrió en el exilio en la ciudad de Buenos Aires, donde hizo los primeros estudios. Sus inicios en el mundo de las artes fueron bastante violentos; estuvo en la Escuela de Bellas Artes de la capital porteña tan sólo un día, debido a un agria discusión con uno de sus profesores que había roto el primer dibujo de Jorge. Sin embargo, no despreció el mundo de la estética, incluso hizo una incursión en la literatura, con una extensa novela inacabada que se titulaba Sonia y el gato (1950), después de lo cual continuó escribiendo poesía, ensayos y algún que otro texto teórico.

En 1955 se encontraba en París, después de haber pasado por España para realizar el servicio militar. Durante esta etapa española trabó contacto con personalidades del mundo artístico e intelectual como Manuel Viola, a quien habían interesado mucho sus trabajos. En el 61 se estableció en Barcelona y, a partir de ese momento, comenzaron sus andazas en la escultura, aunque no abandonó la pintura; antes al contrario, la muerte de su esposa le hizo abocarse de tal forma en el trabajo, que llegó a pintar en tan sólo un año alrededor de cuatrocientos cuadros. Fue entonces cuando se definió realmente su estilo, caracterizado por cierto gusto por el absurdo, muy teatral, y por mostrar las típicas preferencias por los colores planos en consonancia con las tendencias imperantes. No obstante, no consiguió integrarse realmente en el ambiente barcelonés, así que volvió de nuevo a París, de donde no regresaría hasta 1975.

En 1964 ganó el Premio Internacional de dibujo de la ciudad de Darmstad (Alemania), por el que se batía con artistas tan conocidos como Moore, Hockney, Giacometti, lo que significó el espaldarazo definitivo a su carrera. Después marchó a Ginebra e Italia, y su estilo viró hacia un mayor figurativismo, temática que le haría famoso, al igual que sus «paisajes interiores». En 1968 expuso en la prestigiosa Documenta de Kassel el tríptico Palomares, una sus obras más conocidas, por cuya posesión disputó el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York.

Entre 1969 y 1975 estuvo se estableció en Berlín; allí conoció el cine y la escenografía teatral, y realizó varios figurines y decorados para estos campos. En 1976 fue procesado por haber realizado una serie de dieciséis cuadros sobre un asunto escabroso: la muerte a tiros por la autoridad de un hombre que hacía una pintada en la calle. Gracias a sus contactos, consiguió salir indultado, si bien las obras causantes de este percance permanecen en paradero desconocido.

Poco después se instaló en Nueva York y, aunque vuelve de cuando en cuando a Barcelona, en la actualidad ha establecido su residencia definitiva en la ciudad de los rascacielos. En esta ciudad trabaja y expone con gran éxito de crítica y público, hasta el punto de que es uno de los pocos artistas españoles contratado en exclusiva por las galerías internacionales. Su estilo se ha ido definiendo a través del color y del dibujo, dentro del surrealismo, pero sin desplazarse de los temas de lo cotidiano. En 1979 decidió exponer en Madrid con una individual en la Galería Biosca, pero no fue hasta 1990 cuando se le concedió el reconocimiento popular, a raíz de una antológica que recorrió las principales capitales europeas, que se inició en el Palacio Virreina de Barcelona y terminó en Berlín.

Obras

Además del Monumento al ciclista (1986), que se admira en la Plaza de Sants en Barcelona, cabe destacar otras composiciones suyas, muchas de las cuales formaron parte de la antes citada exposición, como Desnudo de Marienza (1966), Jovencilla (1957), La celestina (1961), Hombre sentado (1967), Marienza con amigos (1966), Taggio en su habitación (1977), Taggio y la bola negra (1974), Cabeza de Taggio (1982), El parque (1988), Marienza a la luz (1977) o Payaso blanco (1962).