Henry Moore (1898–1986): El Maestro Británico que Redefinió la Escultura Moderna
Henry Moore (1898–1986): El Maestro Británico que Redefinió la Escultura Moderna
Orígenes y primeros años
Henry Moore nació el 30 de julio de 1898 en Castleford, un pequeño pueblo en Yorkshire, Inglaterra. En una familia de clase trabajadora, su padre era minero, y su madre, hija de un agricultor, compartía con él una profunda admiración por el arte, a pesar de las limitaciones económicas. Desde joven, Moore mostró un gran interés por el arte y, en particular, por la escultura. A los diez años decidió que quería ser escultor, y aunque la idea parecía lejana dada su situación, la pasión por el arte comenzó a definir su camino.
A pesar de la falta de recursos, Moore logró ingresar a la Leeds School of Art en 1919. Era el único estudiante de escultura de la escuela en ese momento, lo que lo colocaba en una posición singular. Durante su tiempo en la escuela, tuvo la oportunidad de conocer a Sir Michael Sadler, un destacado educador y coleccionista de arte que tenía en su poder una importante colección de obras de Cézanne, Gauguin y Matisse. Estas piezas fueron sus primeros contactos con el arte moderno, algo que dejó una profunda huella en su visión del arte y la escultura.
Formación académica y primeras influencias
En 1920, Moore recibió una beca para estudiar en el Royal College of Art de Londres. Este fue un paso crucial en su desarrollo artístico, donde tuvo la oportunidad de profundizar en su técnica y conocimientos. Durante sus años de formación en Londres, Moore comenzó a estudiar con más seriedad las esculturas de la antigüedad, particularmente las que se encuentran en el Museo Británico, un lugar que frecuentaba para estudiar las formas de esculturas griegas, egipcias y de otras civilizaciones antiguas. De hecho, más tarde afirmaría que «Picasso y el Museo Británico son las únicas fuentes que necesité», una declaración que subraya la influencia profunda que estos elementos tuvieron en su arte.
A lo largo de su formación, Moore se sintió atraído por la forma en que los artistas trataban el material en su estado más auténtico. En lugar de seguir las prácticas de modelado popularizadas por Rodin, Moore adoptó un enfoque más directo con el material, inspirado por artistas como Jacob Epstein. La talla directa y la conexión visceral con la piedra y la madera se convertirían en la base de su estilo. Durante sus primeros años de formación, Moore también comenzó a interesarse por el arte precolombino, que le ofreció una perspectiva única sobre la relación entre la escultura y la naturaleza.
Primeros trabajos y exploración de técnicas
En los años veinte, Moore comenzó a producir una serie de esculturas que reflejaban su deseo de ir más allá del estilo clásico tradicional. En sus obras iniciales, como «Mother and Child» (1922), la representación de la figura humana se caracteriza por una austeridad simbólica que, aunque menos detallada, está llena de vitalidad y poder. Moore no seguía los ideales de belleza clásica; en su lugar, priorizaba la energía y la fuerza de las formas. En estas primeras esculturas, como la «Madre y Niño», los volúmenes adquieren un carácter monumental, sin buscar la simetría perfecta, sino explorando el equilibrio y la sensación de dinamismo.
La escultura mexicana fue una de las grandes influencias de Moore durante este período. A partir de 1928, Moore comenzó a experimentar con formas inspiradas en las figuras reclinadas que se encuentran en las esculturas de las culturas precolombinas, lo que le permitió explorar una relación más profunda entre la figura humana y el paisaje. Para Moore, los pechos y las rodillas de las figuras femeninas se transformaron en colinas, y los huecos en los cuerpos, en cavernas. Esta exploración de la figura femenina, que a menudo aparece en sus esculturas recostadas, le permitió experimentar con variaciones de forma, desarrollando una visión única que sería central a lo largo de su carrera.
Reconocimiento y primeros encargos públicos
A pesar de los inicios modestos, en 1928, Moore consiguió su primer encargo público importante: una escultura para las oficinas centrales del metropolitano de Londres. Este encargo, aunque controversial en su momento, marcó el inicio de su carrera pública. La obra despertó opiniones encontradas, pero a partir de allí, Moore no dejó de ganar notoriedad. Ese mismo año, realizó su primera exposición individual en la galería Warren en Londres, un evento que consolidó su lugar en la escena artística británica.
En 1929, presentó una de sus obras más significativas de los años veinte: «Reclining Figure». Esta pieza no solo marcó un hito en su carrera, sino que también reflejó la profunda influencia que el arte mexicano tenía en su obra. La figura recostada se convirtió en un tema recurrente en su trabajo, y a través de ella, Moore comenzó a experimentar con la abstracción y las formas fluidas que caracterizarían su estilo. A lo largo de los años, las figuras reclinadas se transformarían en metáforas del paisaje y de la naturaleza, con las formas corporales fusionándose con el entorno.
La influencia del arte mexicano y el uso de la figura humana como medio de expresión no solo definieron su estilo, sino que también abrieron las puertas a nuevas formas de explorar la escultura, especialmente en relación con la figura femenina y el simbolismo naturalista.
Avances y consolidación artística
A medida que Moore avanzaba en su carrera, su arte se fue consolidando tanto a nivel nacional como internacional. Entre 1930 y 1932, fue miembro de la Seven and Five Society, una agrupación de artistas de vanguardia que incluía a figuras como Ben Nicholson y Barbara Hepworth. Además, en 1933, fue uno de los fundadores de Unit One, un grupo que promovía el arte moderno y que tendría una gran influencia en el desarrollo de la escultura británica. Estas conexiones le permitieron experimentar con nuevos estilos y técnicas, ampliando su repertorio artístico.
El período de los años treinta también vio la creciente influencia del surrealismo en el trabajo de Moore, especialmente después de su participación en la Exposición Surrealista Internacional de 1936. En este momento, Moore comenzó a explorar formas más abstractas y biomórficas, acercándose a la iconografía de artistas como Joan Miró y Pablo Picasso. Sin embargo, aún conservaba un fuerte interés por la figura humana, utilizando el surrealismo como medio para explorar los temas de la naturaleza, el cuerpo y la mente.
La Segunda Guerra Mundial y su impacto en la obra de Moore
El estallido de la Segunda Guerra Mundial marcó un cambio significativo en la obra de Henry Moore. Durante este período, se unió al War Artist’s Scheme (Programa de Artistas de Guerra), un esfuerzo del gobierno británico para documentar la experiencia de la guerra a través del arte. En su caso, esto se tradujo en una serie de dibujos que capturaban la vida en los refugios antiaéreos de Londres. Moore visitaba estos refugios, ubicados en las estaciones de metro, con el fin de dibujar las escenas que presenciaba, llenas de personas buscando protección durante los bombardeos. Estos trabajos reflejan la humanización de la guerra, mostrando las emociones y tensiones de las personas en momentos de miedo y desesperación. Moore, con su talento para captar las formas humanas en situaciones extremas, transmitió un sentido de vulnerabilidad y resistencia a través de su arte.
A lo largo de los años cuarenta, el trabajo de Moore se volvió más introspectivo y humanista, centrado en la experiencia del ser humano en tiempos de conflicto. Este cambio también se refleja en algunos de sus encargos religiosos de la época, como la Virgen con Niño que talló en 1943 para la iglesia de St. Matthew’s en Northampton. Esta escultura, con una composición hierática, se inspira en las figuras clásicas de la escultura griega antigua, pero con una sensibilidad moderna que le otorga una profundidad emocional. En sus obras de estos años, Moore mostró su capacidad para mezclar lo clásico y lo moderno, utilizando la figura humana como un medio para explorar temas universales.
Reconocimiento internacional y producción en los años cuarenta y cincuenta
Tras la Segunda Guerra Mundial, la carrera de Henry Moore dio un salto exponencial en reconocimiento. En 1946, el Museo de Arte Moderno de Nueva York organizó su primera gran retrospectiva, un evento que consolidó su reputación como uno de los más grandes escultores de su tiempo. A este evento le siguió la Bienal de Venecia en 1948, donde Moore recibió el Premio Internacional de Escultura, un reconocimiento internacional que catapultó su carrera aún más.
Durante este período, Moore empezó a trabajar en proyectos más grandes y en diversos materiales, especialmente el bronce, lo que permitió que sus esculturas alcanzaran una monumentalidad impresionante. Esculturas como Family Group (1948) marcaron un cambio importante en su trabajo, ya que, por primera vez, introdujo figuras masculinas en su obra. Esta escultura, que representa a una figura femenina acompañada de un niño y un hombre, simboliza la unidad familiar, un tema recurrente en el trabajo de Moore. El uso del bronce le permitió trabajar de manera más experimental y libre, lo que resultó en obras más complejas y dinámicas.
En 1951, Moore creó una de sus obras más emblemáticas, Reclining Figure (Figura Reclinada), para el Festival de Bretaña, un evento cultural que celebraba el arte moderno. Esta escultura fue un claro ejemplo de su habilidad para transformar la figura humana en una forma abstracta que se fusionaba con el paisaje. A lo largo de los años cincuenta, Moore continuó utilizando la figura reclinada como una metáfora visual del cuerpo humano y su relación con la tierra, desarrollando su enfoque único en la escultura.
Últimos años y legado de Henry Moore
En la década de 1960, Moore comenzó a recibir una creciente demanda por sus obras en bronce, lo que le permitió expandir su trabajo a escala monumental. Entre 1963 y 1965, ejecutó una gran escultura en bronce para el Lincoln Center de Nueva York, un encargo que consolidó su reputación a nivel mundial. A lo largo de su carrera, Moore también continuó su trabajo como dibujante. En particular, los dibujos del Sheep Album y la escultura monumental Sheep Piece (1972), una de sus obras más importantes de los últimos años, destacan su constante experimentación con el cuerpo humano y la naturaleza.
A medida que avanzaba en su carrera, Moore se interesó más por el dibujo como una actividad independiente. Entre 1960 y 1970, realizó más de doscientas sesenta litografías y grabados. Estas obras permitieron al escultor explorar sus ideas desde una perspectiva diferente, continuando con su enfoque experimental en la forma y la representación.
En 1972, el artista organizó una gran exposición en el Forte di Belvedere en Florencia, Italia, un evento que mostró la madurez de su estilo y su continua capacidad para reinventarse. Un año más tarde, en 1973, se celebró una exposición de su obra en la Serpentine Gallery de Londres y en los Kensington Gardens, con motivo de su ochenta cumpleaños. Fue un reconocimiento de su impacto en la historia del arte. En ese mismo año, Moore hizo una donación significativa de sus obras a la Tate Gallery de Londres, asegurando que su legado perdurara en las instituciones más importantes del mundo.
Moore continuó trabajando hasta sus últimos años, recibiendo honores y premios por su contribución al arte. Su impacto en la escultura moderna y contemporánea es incuestionable, y su obra sigue siendo un referente de la exploración de la forma humana y su relación con el espacio.
El robo de «Una figura tumbada» y el legado perdurable
A pesar de su fallecimiento en 1986, el legado de Henry Moore sigue vivo, y su obra continúa siendo una fuente de inspiración. Sin embargo, en diciembre de 2005, un robo espectacular sacudió el mundo del arte cuando una de sus esculturas más famosas, Una Figura Tumbada, fue robada en la ciudad de Much Hadham, al norte de Londres. La escultura, que tenía 3,5 metros de longitud y pesaba dos toneladas, fue robada utilizando un camión y una grúa. Se cree que los ladrones se llevaron la obra no por su valor artístico, sino por el valor del bronce, que rondaba los 7.500 euros. A pesar de este desafortunado suceso, el arte de Moore sigue siendo admirado y preservado en galerías y museos de todo el mundo.
Henry Moore dejó una marca indeleble en el mundo del arte. Su trabajo trascendió las barreras del tiempo y el espacio, y su enfoque innovador sobre la forma humana y su capacidad para fusionar lo clásico con lo moderno siguen siendo una inspiración para artistas y escultores de todo el mundo.
MCN Biografías, 2025. "Henry Moore (1898–1986): El Maestro Británico que Redefinió la Escultura Moderna". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/moore-henry [consulta: 18 de octubre de 2025].