Carrillo Colina, Braulio (1800-1845).
Abogado y político costarricense, presidente de la República de Costa Rica (1835-1837) y dictador del país (1838-1842). Nacido el 20 de marzo de 1800, en Cartago (Costa Rica), y muerto el 15 de mayo de 1845, en San Miguel (El Salvador), asesinado en un bosque próximo a la ciudad. Hijo de Benito Carrillo Vidamartel y de María de Jesús Colina.
Licenciado en Derecho por la Universidad de León (Nicaragua), nada más regresar a su país, en el año 1830, ingresó en la carrera judicial como fiscal general del Tribunal Supremo. Ocupó al poco tiempo la presidencia, cargo que obtuvo por elección popular y en el que demostró poseer unos vastos conocimientos jurídicos, además de una honradez exquisita, cualidades que le hicieron merecedor de un gran prestigio. En el año 1834, Carrillo dio comienzo a su carrera política al ser elegido miembro del Congreso Federal Centroamericano, desde donde ejerció una destacada labor como jefe de oposición a la política del presidente costarricense Juan Mora.
De vuelta en Costa Rica, en el año 1835 se celebraron elecciones presidenciales, que Carrillo ganó con un amplio margen. Durante todo su mandato presidencial, Carrillo gobernó con una excesiva dureza. Sobrepasó muchas veces los límites constitucionales impuestos, con un afán por controlar todos los resortes del poder, circunstancia que no impidió varias intentonas golpistas contra su forma de hacer política, personalista y autoritaria, ni el surgimiento de la Liga (unión del Partido Republicano Nacional y del Partido de Unión Nacional, ambos progresistas), que pudo sofocar a duras penas, no sin utilizar una inusitada violencia. Carrillo trasladó la capitalidad permanente del Estado a San José. Los grupos oligárquicos y cafeteros aglutinaron todo el poder de facto del país con la aquiescencia del propio Carrillo.
Debido a su política interna represiva, Carrillo fue derrotado en las elecciones del año 1837, por el candidato progresista Aguilar. Llevado de una ambición sin límites, Carrillo no aceptó el resultado de las elecciones, por lo que, en mayo del año siguiente, se puso al frente de un golpe de Estado que acabó derrocando al presidente electo. Inmediatamente se proclamó presidente de la nación e inauguró un periodo de cuatro años, en el que gobernó como un auténtico tirano.
Sus tendencias absolutistas, la excesiva crueldad utilizada Carrillo para sofocar cualquier intento por derrocarle o acallar cualquier voz disidente contra su Gobierno, no fueron óbice para la implantación de una serie de reformas políticas positivas y necesarias para la integración de Costa Rica en la economía de mercado y en el concierto de las naciones sudamericanas en vías de desarrollo.
La política de Carrillo tendió a separar a Costa Rica de la Federación Centroamericana. Introdujo favorables reformas en el sistema legislativo y dictó leyes que perduraron en el país hasta bien entrado el siglo XX. Carrillo canceló la deuda exterior del país y reorganizó la administración de justicia y el Erario Público, sobre todo en el aspecto del cobro de impuestos. En cuanto a las infraestructuras, Carrillo también desplegó una gran actividad con la construcción de numerosos edificios oficiales y de una red de carreteras que se extendió por todo el país. A él se debió el despegue definitivo del cultivo del café costarricense, el cual, si por una parte sólo benefició a los grandes plantadores de dicho producto, por otra sirvió para atraer un gran número de divisas gracias a su exportación masiva debido a la excelente calidad del café costarricense.
El 8 de marzo de 1841, Carrillo llevó todavía más lejos sus tendencias absolutistas mediante la aprobación de la Ley de Bases y Garantías, por la que se autoproclamó jefe perpetuo de Costa Rica y derogó la Constitución del año 1825, proyecto que no pudo llevar a cabo debido a la invasión del país por las tropas del general hondureño Francisco Morazánen el año 1842, quien penetró en Costa Rica al frente de un gran contingente de tropas reclutadas en varios países vecinos y que contó con la colaboración de un amplio sector de los propios militares costarricenses, cansados de las continuas arbitrariedades de Carrillo.
Obligado por la fuerza a dejar el poder, Carrillo se exilió en El Salvador. Se instaló en la ciudad de San Miguel, donde abrió su propio bufete y se dedicó al negocio de la explotación minera. Pero, en vista del peligro que representaba para el régimen democrático de su país, sus enemigos resolvieron eliminarlo. Fue asesinado mientras descansaba en un bosque próximo a San Miguel, en el año 1845. Sus restos mortales fueron trasladados a Costa Rica, donde se le dispensó un funeral acorde con su rango. Fue enterrado en un mausoleo costeado por el propio Estado.
Bibliografía
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BETHELL, Leslie: Historia de América Latina: América Latina independiente (1820-1870). (Barcelona: Crítica, 1991).
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CASTAÑEDA DELGADO, Paulino: Diccionario temático abreviado iberoamericano. (Sevilla: Editorial Castillejo, 1989).
Carlos Herráiz García