Isabel Barreto (ca. 1567–1610): La única mujer que ostentó el título de Adelantada del Mar Océano
Orígenes y primeros años de Isabel Barreto
Isabel Barreto nació en Galicia hacia 1567, aunque los detalles exactos sobre su lugar de nacimiento permanecen desconocidos. Pese a la escasez de información sobre su infancia y primeros años, se sabe que se trasladó a Perú en su juventud, probablemente acompañada de varios de sus hermanos. Durante su estancia en el virreinato del Perú, Isabel se asentó en ciudades como Trujillo o Saña, aunque no hay registros precisos sobre el tiempo que pasó en estas localidades. De este modo, poco se sabe sobre su vida temprana, lo que hace aún más enigmática la figura de una mujer que, a pesar de su anonimato inicial, acabó dejando una huella indeleble en la historia de las expediciones colonizadoras españolas.
El matrimonio con Álvaro de Mendaña
En 1586, Isabel contrajo matrimonio con el navegante y explorador español Álvaro de Mendaña, quien había sido nombrado Adelantado y Gobernador de las islas del Mar Océano en 1574. El matrimonio se celebró en Perú, donde ambos compartían un vínculo con el mundo de la navegación y las expediciones colonizadoras. Mendaña, conocido por sus expediciones en el Pacífico, ya había alcanzado notoriedad por haber descubierto las islas Salomón durante una expedición entre 1567 y 1569. La capitulación firmada con el rey de España le otorgaba ciertos privilegios, entre ellos el derecho a acuñar moneda y a ejercer el gobierno en las islas que descubriese, lo que le permitía también nombrar a su sucesor.
El matrimonio con Isabel, por lo tanto, no fue solo una unión personal, sino también una alianza que vinculaba a la joven gallega con el mundo de la exploración y la política colonial. Fue una relación que marcaría el destino de Isabel y que la llevaría a asumir, en una inesperada vuelta del destino, el liderazgo de una expedición que cambiaría su vida y la historia de las exploraciones españolas en el Pacífico.
La expedición de 1595 hacia las islas Salomón
En abril de 1595, Isabel y su esposo, Álvaro de Mendaña, participaron en la expedición de mayor envergadura emprendida por Mendaña, cuyo objetivo era colonizar las islas del Pacífico, en particular las islas Salomón, que él había descubierto años antes. La expedición partió desde El Callao, el puerto principal del virreinato del Perú, el 9 de abril de 1595, con una flota de seis barcos y 378 personas a bordo, que incluían a soldados, colonos y marineros, además de Isabel, quien viajaba acompañada de tres de sus hermanos.
La expedición comenzó bajo el liderazgo de Mendaña, quien ostentaba el título de Adelantado, y contaba con figuras destacadas, como Lope de Venga, cuñado de Mendaña, como Almirante, y Pedro Fernández de Quirós, quien era el Piloto Mayor de la flota. El viaje tenía como primer destino las islas Marquesas, que fueron avistadas el 21 de julio de 1595. Estas islas fueron bautizadas en honor al Virrey del Perú, el Marqués de Mendoza. Sin embargo, el verdadero objetivo de la expedición era localizar las islas Salomón, pero la travesía se complicó por diversos problemas, incluido un mal cálculo de la ruta y la escasez de provisiones.
La expedición continuó con la búsqueda infructuosa de las islas Salomón, lo que llevó a la flota a llegar, finalmente, a las islas de Santa Cruz el 7 de septiembre de 1595. Durante este tiempo, las tensiones comenzaron a aumentar a bordo debido a la falta de recursos, y algunos marineros acusaron a Isabel de haber malgastado parte de las provisiones en su propio ajuar. La situación se volvió aún más tensa cuando se produjo un enfrentamiento entre Isabel y el Maestre de Campo, Pedro Merino Manrique, lo que desembocó en una insubordinación que Mendaña cortó de raíz al ordenar la ejecución de Merino. Estos conflictos internos fueron solo el preludio de las tragedias que marcarían el curso de la expedición.
El 18 de octubre de 1595, Álvaro de Mendaña murió debido a una epidemia que comenzó a afectar a la tripulación. Antes de su muerte, Mendaña hizo testamento, dejando todos sus bienes a su esposa Isabel. Según las palabras de Fernández de Quirós, cronista de la expedición, Mendaña también nombró a Isabel como su heredera y la nombró gobernadora de las islas, gracias a una cédula real que le otorgaba autoridad para designar a su sucesor. Esta inesperada circunstancia llevaría a Isabel a tomar las riendas de la expedición y del liderazgo de la flota en los momentos más difíciles.
La muerte de Álvaro de Mendaña y el ascenso de Isabel al poder
La muerte de Álvaro de Mendaña dejó a Isabel Barreto con una carga monumental: no solo era viuda, sino que también se encontraba al mando de una expedición que se había visto marcada por la tragedia y la desorganización. Al morir Mendaña el 18 de octubre de 1595, Isabel reclamó el título de Adelantada y Gobernadora de las islas, un derecho que le correspondía según las disposiciones del testamento de su esposo y la cédula real que le otorgaba la autoridad para elegir a su sucesor. A pesar de la incredulidad inicial entre algunos miembros de la tripulación, Isabel fue aceptada como líder. Se convirtió en la única mujer en la historia de España en ostentar el título de Adelantada, lo que, sin duda, marcó un hito en la historia de la exploración y la colonización.
Este ascenso al poder no estuvo exento de dificultades. Los problemas de liderazgo, agravados por las tensiones a bordo, seguían presentes. Isabel, como nueva gobernadora, tomó decisiones difíciles. Bajo su mandato, la expedición abandonó la isla Graciosa, en la que se encontraban, para reorientar sus esfuerzos hacia la isla de San Cristóbal, en busca de la nao almiranta, que se había extraviado. Isabel también había decidido que, en caso de no encontrar la embarcación, se dirigiera hacia Filipinas para traer refuerzos y, de ser necesario, continuar con la exploración. Esta determinación fue crucial para el futuro de la expedición, ya que los tripulantes estaban al borde de la desesperación por la escasez de recursos.
Los desafíos en la expedición y la gestión del hambre y enfermedades
La travesía hacia Filipinas fue una de las más difíciles que enfrentó la expedición. A bordo, la escasez de alimentos se convirtió en un problema grave. Isabel, consciente de la situación, tomó medidas drásticas al ordenar racionar los recursos. La alimentación consistía en mínimas porciones de harina y agua, a menudo contaminada, lo que empeoró aún más las condiciones de salud de la tripulación. En este contexto, los marineros comenzaron a murmurar en contra de Isabel, acusándola de acumular provisiones para su propio beneficio y de no compartir adecuadamente con los demás. Algunos incluso llegaron a sugerir que la gobernadora debía ser reemplazada por un hombre, lo que generó más tensiones a bordo.
Según los relatos de Fernández de Quirós, los marineros estaban tan desesperados que pidieron que Isabel les vendiera los alimentos y otros suministros a cambio de trabajo o de dinero. Sin embargo, Isabel no cedió a sus demandas. En un momento, un grupo de marineros protestó por el hecho de que la gobernadora parecía estar guardando los recursos para sí misma. Isabel, al ser confrontada por Quirós, defendió sus acciones, argumentando que la administración de los suministros era su prerrogativa. La respuesta de la gobernadora fue firme, y dejó claro que, si el hambre y la sed apremiaban a los marineros, no debía ser su culpa. Esta situación generó un malestar creciente entre los tripulantes, aunque, a pesar de las dificultades, Isabel mantuvo el control de la situación.
Finalmente, la expedición llegó a las islas de los Ladrones (Guam) y, después de una difícil navegación, alcanzó Manila el 11 de febrero de 1596. Los marineros que desembarcaron de las naves, desnutridos y enfermos, fueron recibidos con sorpresa por los habitantes locales, quienes se alarmaron al ver las condiciones deplorables en las que llegaron los españoles. La situación fue tan grave que, en un momento de desesperación, los marineros pidieron que se sacrificaran animales, como puercas, para aliviar el hambre. Curiosamente, se supo que las puercas pertenecían a Isabel, quien no permitió que fueran sacrificadas hasta que la tripulación estuviera completamente desesperada.
La llegada a Manila y su vida posterior
Al llegar a Manila, Isabel hizo un giro en su vida. En lugar de regresar a las islas del Pacífico para continuar con la misión de colonización, Isabel decidió que ya no podía continuar. En Manila, se casó con su amante, Francisco de Castro, sobrino del gobernador de Filipinas, lo que sorprendió a muchos, ya que había tenido un liderazgo tan firme y comprometido con la expedición. Esta nueva unión no solo marcó el final de sus esfuerzos en el Pacífico, sino que también la alejó de su antiguo papel de líder en la exploración. Según los relatos de Quirós, el nuevo marido de Isabel asumió el control de los bienes de ella, tal como si fueran propios.
Isabel, ya convertida en una figura controvertida, avitualló una nave y regresó a la Nueva España en diciembre de 1597. Después de pasar un tiempo en la Nueva España y más tarde en el Perú, donde residió hasta 1608, Isabel regresó finalmente a España. Durante su tiempo en el Perú, su segundo esposo intentó sin éxito que se confirmaran las capitulaciones de Mendaña, lo que podría haberles otorgado un nuevo traspaso de poderes o privilegios. Sin embargo, este intento resultó infructuoso.
Isabel Barreto murió en España hacia 1610. Aunque su vida estuvo marcada por la controversia y las dificultades, su legado perdura como la única mujer en la historia de España que ostentó el título de Adelantada del Mar Océano. Su figura, tanto en el ámbito de la exploración como en el de la administración colonial, representa un capítulo único en la historia de las mujeres en la época de los grandes descubrimientos y la colonización.
MCN Biografías, 2025. "Isabel Barreto (ca. 1567–1610): La única mujer que ostentó el título de Adelantada del Mar Océano". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/barreto-isabel [consulta: 18 de octubre de 2025].