Gerald Arpino (1928-2008): El legado de un pionero en la danza estadounidense
Gerald Arpino, nacido el 14 de enero de 1928 en Staten Island, Nueva York, y fallecido el 29 de octubre de 2008, fue una de las figuras más influyentes en la danza moderna y en el ballet estadounidense. De ascendencia italiana, su nombre original era Gennaro Peter Arpino, pero el mundo lo conocería como uno de los grandes coreógrafos y directores artísticos del siglo XX. Su vida y carrera están profundamente vinculadas al Joffrey Ballet, compañía que cofundó y dirigió, dejando una marca indeleble en la historia de la danza.
Orígenes y contexto histórico
El recorrido artístico de Gerald Arpino comenzó durante su servicio militar entre 1945 y 1948, cuando inició sus estudios de danza con Mary Ann Wells en la ciudad de Seattle. Fue en este período cuando conoció al reconocido bailarín Robert Joffrey, con quien formaría una de las colaboraciones más destacadas en el mundo de la danza contemporánea.
Posteriormente, Arpino continuó su formación en la prestigiosa School of American Ballet en Nueva York, donde desarrolló sus habilidades y su propio estilo coreográfico. Fue en este ambiente de constante evolución y aprendizaje donde su talento floreció y dio paso a una carrera profesional que lo llevaría a ser uno de los grandes nombres de la danza clásica y moderna en Estados Unidos.
Logros y contribuciones
Gerald Arpino comenzó su carrera profesional como bailarín en 1949, cuando se unió al grupo de May O’Donnell. En paralelo, participó en varias producciones de Broadway, donde demostró su destreza y pasión por la danza. Sin embargo, su mayor contribución al mundo de la danza fue su labor como coreógrafo y director artístico del Joffrey Ballet.
En 1953, junto a Robert Joffrey, fundó el American Ballet Center, que con el tiempo se transformó en la Joffrey Ballet School. A través de esta institución, Arpino y Joffrey crearon el Robert Joffrey Theatre Dancers, que se convirtió en una de las compañías más influyentes de Estados Unidos. En 1961, esta compañía pasó a ser conocida como Robert Joffrey Ballet, y en 1966 adoptó el nombre de City Center Joffrey Ballet, el cual perduró durante varios años.
A lo largo de su carrera, Arpino creó más de 40 ballets, muchos de los cuales se convirtieron en piezas esenciales del repertorio de la compañía. Entre sus obras más destacadas se encuentran:
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Ropes (1961), con música de Ives
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Partita for Four (1961), con música de Rieti
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Sea Shadow (1962), con música de Ravel y Colgrass
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Viva Vivaldi! (1965), con música de Vivaldi
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Elegy (1967), con música de Panufnik
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The Clowns (1968), con música de Kay
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Trinity (1970), con música de Ralph y Holdridge
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Kettentanz (1971), con música de Strauss y Mayer
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Chabriesque (1972), con música de Chabrier
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Jackpot (1973), con música de Druckman
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Suite Saint-Säens (1978), con música de Saint-Saëns
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Light Rain (1981), con música de Adams
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Jamboree (1984), con música de Macero
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Birthday Variations (1986), con música de Verdi
Estas obras no solo consolidaron a Arpino como un coreógrafo innovador, sino que también ayudaron a transformar al Joffrey Ballet en una de las compañías más importantes del mundo. Su estilo distintivo, que combinaba la técnica clásica del ballet con influencias de la danza moderna, fue clave en la evolución de la danza en Estados Unidos.
Momentos clave
Uno de los momentos más significativos en la carrera de Arpino fue cuando asumió la dirección artística del Joffrey Ballet en 1988, tras la muerte de su compañero y amigo, Robert Joffrey. A pesar de una breve disputa con el consejo directivo en 1990, que lo apartó de la compañía por unos meses, Arpino continuó desempeñando un papel fundamental en la danza estadounidense. Su capacidad para liderar y guiar a la compañía durante este período de transición demuestra su profundo compromiso con el arte de la danza.
Además de su trabajo con el Joffrey Ballet, Arpino también estuvo involucrado en otras iniciativas, como su rol de asesor del Dance Notation Bureau y Dancers in Transition. Estos cargos le permitieron continuar contribuyendo al mundo de la danza desde una perspectiva educativa y de conservación del legado artístico.
Relevancia actual
Gerald Arpino dejó un legado que trasciende su tiempo como coreógrafo y director. Su enfoque en la danza, que fusionaba el ballet clásico con técnicas contemporáneas, influyó en una generación de bailarines y coreógrafos. Su trabajo ha sido interpretado y admirado por compañías de todo el mundo, incluyendo al Ballet Nacional de Canadá, el Australian Ballet y el Ballet de la Ópera de Viena.
Además de sus logros artísticos, Arpino fue reconocido con varios premios a lo largo de su carrera, entre ellos el prestigioso Premio Dance Magazine en 1973 y el Doctorado Honoris Causa del Wagner College de Staten Island, un reconocimiento a su impacto en la danza y su contribución a la cultura estadounidense.
Su legado perdura en el Joffrey Ballet, que continúa siendo una de las compañías más influyentes de la danza contemporánea. Las obras de Arpino siguen siendo interpretadas en escenarios de todo el mundo, y su influencia en la danza clásica y moderna sigue siendo una fuente de inspiración para bailarines y coreógrafos actuales.
En resumen, Gerald Arpino no solo fue un bailarín y coreógrafo excepcional, sino también un visionario que cambió para siempre el panorama de la danza en Estados Unidos y en el mundo entero. Su legado, tanto en términos artísticos como educativos, sigue siendo relevante y admirado por generaciones de artistas y públicos.
MCN Biografías, 2025. "Gerald Arpino (1928-2008): El legado de un pionero en la danza estadounidense". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/arpino-gerald [consulta: 28 de septiembre de 2025].