Salvador Allende Gossens (1908–1973): El Presidente que Soñó con una Chile Socialista

Orígenes y Formación

Contexto Histórico y Social de Chile a principios del Siglo XX

El Chile de principios del siglo XX se encontraba inmerso en un proceso de transformaciones sociales, políticas y económicas que marcarían su historia durante todo el siglo. Era un país que, a pesar de haber alcanzado cierta estabilidad política bajo el liderazgo de la élite oligárquica, se encontraba con una creciente polarización social. Las tensiones entre las clases más acomodadas y los sectores populares, que en muchos casos vivían en condiciones precarias, eran cada vez más evidentes. En este contexto, se forjaron las ideas que más tarde guiarían a Salvador Allende Gossens en su lucha por un Chile más equitativo.

Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908 en Valparaíso, una de las principales ciudades portuarias de Chile, en el seno de una familia de clase media acomodada. Su padre, Salvador Allende, fue un médico que murió cuando Salvador tenía solo dos años, lo que dejó a la familia con algunas dificultades económicas. A pesar de estos desafíos, la familia Allende pudo brindar a Salvador una educación de calidad, y el joven Allende se formó en el ambiente urbano y progresista de la ciudad.

Primeros Años de Allende: Familia y Educación

Allende comenzó su educación primaria en Valparaíso, y más tarde se trasladó a Santiago, donde asistió al Colegio San Ignacio, una institución de prestigio de la capital chilena. Desde joven mostró una gran inteligencia, destacándose en diversas áreas académicas. Su inclinación hacia la medicina fue evidente desde sus años de formación, lo que le permitió ingresar a la Universidad de Chile en 1927, donde comenzó su carrera como estudiante de medicina.

Durante su tiempo en la universidad, Allende se fue acercando a los ideales socialistas. Chile, como gran parte de América Latina, estaba en una época de convulsión política, con movimientos laborales y reivindicatorios que sacudían las bases de la sociedad. Aunque comenzó su carrera en la medicina, fue en la política donde encontró su verdadera vocación. A lo largo de su vida universitaria, Allende se unió a grupos de izquierda que abogaban por una transformación social profunda, orientada a la justicia económica y social para las clases más desfavorecidas.

Compromiso Político Temprano

A partir de su tiempo en la universidad, Allende fue activamente involucrado en la política. En sus primeros años, participó en movimientos estudiantiles y en la creación de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH). La influencia de sus compañeros de izquierda fue crucial en su formación ideológica. Estos grupos compartían un profundo descontento con el orden social establecido, marcado por la fuerte concentración de la riqueza en unas pocas manos, la explotación de los trabajadores y las limitadas oportunidades para las clases populares.

Fue en esta etapa de su vida cuando Allende comenzó a definir sus creencias socialistas. Ya no solo defendía la mejora de las condiciones de los trabajadores, sino que buscaba una transformación estructural de la sociedad chilena. A lo largo de la década de 1930, Chile vivía bajo un régimen conservador, pero la crisis económica y la agitación social estaban comenzando a cambiar la dirección del país. En este marco, Allende se alió con otros jóvenes progresistas para fundar, en 1933, el Partido Socialista de Chile, que se convertiría en uno de los principales vehículos de sus ideales políticos en los años venideros.

El Primer Escarceo Electoral: Diputado por Valparaíso (1937)

El primer gran paso de Allende en el ámbito político fue su elección como diputado por Valparaíso en 1937. A pesar de que su candidatura no estaba asegurada, logró el apoyo de importantes sectores de la izquierda chilena y de su partido, lo que le permitió salir victorioso. Fue en ese momento cuando comenzó a consolidarse como una de las figuras más relevantes del socialismo chileno. Durante su tiempo en el Congreso, Allende se destacó por su oposición a las políticas de la élite gobernante y por su apoyo a los movimientos obreros y campesinos.

En sus primeros años como político, Allende no solo se centró en la política legislativa, sino que también se unió a luchas laborales y agrarias, buscando mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y campesinos, que eran las grandes mayorías excluidas del poder político y económico del país. Esta etapa de su vida marcó un hito en su carrera, ya que consolidó su reputación como un líder progresista dispuesto a luchar por los más desfavorecidos.

Ascenso Político y Carrera Presidencial

Liderazgo en el Partido Socialista

A medida que Salvador Allende avanzaba en su carrera política, su figura se consolidaba como el líder indiscutido del Partido Socialista de Chile. En los años posteriores a su elección como diputado, Allende continuó construyendo su reputación dentro del Partido Socialista, organizando y fortaleciendo las estructuras partidarias, y dirigiendo campañas en defensa de la clase trabajadora. Además de su trabajo como legislador, Allende asumió un papel de liderazgo en diversas luchas sociales, tales como la mejora de las condiciones laborales y el acceso a la salud y la educación para los sectores populares.

En 1939, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, Allende fue nombrado ministro de Salud Pública, un cargo que ocupó hasta 1942. Durante su gestión, impulsó una serie de reformas que buscaban mejorar la salud pública y la calidad de vida de los sectores más desfavorecidos, una muestra temprana de su enfoque social y progresista. Su trabajo en el ministerio fue altamente valorado, y le permitió ganar reconocimiento a nivel nacional como un político comprometido con el bienestar de la población.

Sin embargo, su verdadera consolidación política llegaría en la década de 1950, cuando Allende comenzó a pensar en la posibilidad de llegar a la presidencia de Chile. El Partido Socialista, con Allende a la cabeza, estaba decidido a hacer de Chile un país más justo, donde el Estado tuviera un papel activo en la redistribución de la riqueza. Para ello, Allende sabía que debía desafiar a las estructuras tradicionales de poder, particularmente las de la derecha y el centro político, quienes veían sus propuestas como una amenaza.

Candidaturas Presidenciales: 1952, 1958, y 1964

El primer intento de Allende por alcanzar la presidencia ocurrió en 1952, cuando se postuló como candidato del Partido Socialista. En aquella ocasión, su candidatura fue apoyada por la alianza con el Partido Comunista, a pesar de las tensiones que existían entre ambos. El apoyo del Partido Comunista resultó en su temporal expulsión del Partido Socialista, ya que los comunistas eran en ese momento una fuerza política ilegal debido a la guerra fría. Allende obtuvo el cuarto lugar en esa elección, pero su presencia en la contienda electoral demostró que había una base de apoyo popular que podría ser clave en futuras elecciones.

En las elecciones de 1958, Allende volvió a ser candidato presidencial, esta vez con el apoyo de socialistas y comunistas, y logró un segundo lugar, pero nuevamente no pudo acceder a la presidencia. La victoria fue para Jorge Alessandri, un candidato conservador que representaba los intereses de la oligarquía chilena. A pesar de no ganar, Allende aumentó significativamente su popularidad y mostró que la izquierda tenía un peso electoral creciente en Chile. Sin embargo, su oportunidad real llegó en 1964.

En las elecciones presidenciales de 1964, Allende se presentó una vez más como candidato por el Frente de Acción Popular (FRAP), que representaba la coalición de socialistas y comunistas. Sin embargo, fue derrotado por Eduardo Frei Montalva, quien se presentó con un programa de «revolución en libertad» que incluía reformas sociales, como la reforma agraria, el establecimiento de un programa de educación popular y la nacionalización parcial del cobre. Allende y el FRAP, por su parte, proponían un enfoque más radical, con la nacionalización total de las minas de cobre y una reforma agraria de mayor envergadura. En este sentido, las diferencias entre Frei y Allende no solo eran ideológicas, sino también en el ritmo y la magnitud de las reformas que ambos proponían.

La Polarización en Chile: La Elección de 1964 y la “Revolución en Libertad”

Las elecciones de 1964 marcaron un punto de inflexión en la política chilena. Aunque Frei Montalva ganó con un amplio margen, con el 56,9% de los votos, la campaña fue testigo de la creciente polarización en la sociedad chilena. A la izquierda, Allende y sus aliados denunciaron las reformas moderadas de Frei como insuficientes, mientras que los sectores conservadores vieron en las propuestas de Allende una amenaza directa a sus intereses. La candidatura de Allende se presentó como la de un hombre decidido a profundizar las reformas sociales, pero de manera radical, mucho más allá de lo propuesto por Frei. A lo largo de la campaña, la lucha ideológica entre un modelo reformista y otro socialista fue la característica principal del proceso electoral.

El clima político de la época, con un panorama de creciente tensión social, también vio una reorganización en los partidos políticos, que dividieron el país en dos grandes bloques: la izquierda representada por el FRAP, y la derecha, que se mantenía firme en su apoyo a las políticas de mercado y a la propiedad privada.

La Unidad Popular y la Victoria en 1970

Tras su derrota en 1964, Allende continuó luchando por su visión de un Chile socialista. En 1970, se presentó nuevamente como candidato presidencial, esta vez con el apoyo de una nueva coalición política denominada «Unidad Popular». La Unidad Popular estaba compuesta por los partidos de izquierda más importantes, como el Partido Comunista, el Partido Radical y el Partido Socialista, al cual Allende pertenecía. A pesar de las enormes dificultades que enfrentaba, Allende logró aglutinar a los sectores más progresistas del país bajo una misma bandera.

Las elecciones de 1970 se presentaron como un duelo entre tres opciones políticas muy distintas: Allende, quien encabezaba la Unidad Popular con un programa de transformación socialista radical; Jorge Alessandri, el candidato de la derecha; y Radomiro Tomic, el candidato de la Democracia Cristiana. En una elección marcada por una enorme polarización, Allende logró obtener el 36,3% de los votos, un resultado ajustado que reflejó la creciente tensión entre las fuerzas políticas del país.

Su victoria no fue definitiva en términos numéricos, pero el Congreso, ante la falta de una mayoría clara, aprobó su elección. A partir de ahí, comenzó una difícil negociación política, que incluyó la firma de un Estatuto de Garantías Democráticas con el Partido Demócrata Cristiano, lo que permitió que Allende fuera finalmente proclamado presidente de Chile el 24 de octubre de 1970.

Gobierno, Crisis y Golpe de Estado

Las Primeras Medidas de Allende: Nacionalización del Cobre y Reforma Agraria

Cuando Salvador Allende asumió la presidencia de Chile el 3 de noviembre de 1970, su gobierno estaba destinado a ser una experiencia única en la historia del país. El desafío que enfrentaba era monumental. Durante años, Allende había defendido un modelo de gobierno socialista que transformara profundamente la estructura económica y social de Chile. Su propuesta de «Vía Chilena al Socialismo» planteaba un camino hacia el socialismo sin romper con las estructuras democráticas del país, algo que resultaba audaz y controversial. Los primeros pasos de su gobierno se orientaron principalmente hacia dos áreas clave: la reforma agraria y la nacionalización de las industrias más estratégicas, como las minas de cobre.

El cobre, vital para la economía chilena, fue uno de los sectores más representativos de la lucha entre la soberanía nacional y las grandes corporaciones extranjeras, especialmente estadounidenses. El gobierno de Allende tomó la decisión histórica de nacionalizar las minas de cobre, un movimiento que fue percibido como un acto de desafío hacia los intereses estadounidenses y un hito en el proceso de consolidación del socialismo en Chile. La nacionalización del cobre no se realizó a través de una indemnización a las empresas extranjeras, lo que aumentó la tensión con los Estados Unidos y significó un enfrentamiento directo con las multinacionales que operaban en el país.

En paralelo, se llevó a cabo una profunda reforma agraria que consistió en la expropiación de grandes tierras latifundistas, las cuales fueron entregadas a campesinos organizados en cooperativas. Esta reforma tenía como objetivo principal la redistribución de la tierra y la mejora de las condiciones de vida en el campo, donde predominaban las estructuras de propiedad concentradas en unas pocas manos. Sin embargo, la implementación de la reforma agraria no estuvo exenta de dificultades, ya que se encontró con la resistencia de los grandes terratenientes y con dificultades logísticas y organizativas en el campo.

La Polarización Social y Política

A pesar de que las primeras medidas de Allende contaron con el apoyo de amplios sectores populares, especialmente los trabajadores y los campesinos, las tensiones políticas en el país comenzaron a agudizarse. En el Congreso, las fuerzas de derecha y de centro comenzaron a unirse para oponerse a los avances del gobierno socialista. La polarización alcanzó niveles extremos: los sectores de la derecha acusaban a Allende de intentar imponer un régimen comunista en el país, mientras que los sectores más radicales de la izquierda consideraban que sus reformas no iban lo suficientemente lejos.

La oposición también se manifestó en la calle, con huelgas y protestas organizadas tanto por grupos de derecha como por algunos sectores de izquierda que consideraban que el gobierno de Allende no estaba cumpliendo con las expectativas. En 1972, la situación política y social se tornó aún más complicada cuando los grupos más radicales dentro de la Unidad Popular comenzaron a exigir reformas más profundas y la creación de estructuras paralelas de poder, conocidas como el «Poder Popular». Este fenómeno fue interpretado como un intento de construir un sistema socialista paralelo, lo que incrementó la tensión entre las diferentes facciones políticas.

El clima económico también se deterioró rápidamente. La inflación alcanzó niveles alarmantes, y las políticas de aumento de salarios y control de precios financiadas por el gobierno a través de la emisión de dinero no fueron suficientes para mantener la estabilidad económica. La escasez de bienes básicos como alimentos, medicinas y productos de consumo se convirtió en un problema recurrente, exacerbado por el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos. A medida que los sectores de la derecha y de la oposición reaccionaban con mayor dureza, Allende enfrentaba una presión política interna creciente.

Golpe de Estado y Últimos Días

La creciente polarización, la crisis económica y las tensiones internas llevaron a un punto de quiebre a mediados de 1973. En el mes de septiembre, la oposición política, liderada por sectores de la derecha y algunos miembros de la Democracia Cristiana, consideraba que el gobierno de Allende era insostenible. En este clima, se gestó el golpe de estado que el 11 de septiembre de 1973 derrocaría al presidente. El golpe fue encabezado por el general Augusto Pinochet, quien contaba con el apoyo de otros altos mandos militares y con la colaboración de los Estados Unidos, que habían mostrado su descontento con las políticas de Allende, especialmente la nacionalización del cobre.

Ese día, el Palacio de la Moneda, sede del gobierno de Allende, fue asaltado por las fuerzas militares. En medio de los ataques, Salvador Allende pronunció un discurso emotivo en el que dejó claro su compromiso con la democracia y con los ideales que habían guiado su gobierno. Frente a la inminente derrota, Allende optó por quitarse la vida, convirtiéndose en un símbolo de resistencia para muchas generaciones futuras.

La muerte de Allende marcó el fin de un proyecto socialista en Chile, pero también el inicio de una dictadura militar que duraría 17 años, bajo el liderazgo de Augusto Pinochet. Durante esos años, miles de chilenos fueron perseguidos, torturados y asesinados, y el país vivió bajo un régimen de represión y censura.

Legado y Reinterpretación

A pesar de la tragedia de su muerte y la dictadura que siguió, el legado de Salvador Allende sigue siendo un tema de debate y reflexión en Chile y en el mundo. Para muchos, Allende representó la lucha por un mundo más justo, la posibilidad de construir una sociedad socialista dentro de un marco democrático. Su visión de una «Vía Chilena al Socialismo» dejó una marca indeleble en la historia política de América Latina y en los movimientos progresistas de todo el mundo.

En los años posteriores, el cuerpo de Allende fue exhumado en 1990 y enterrado nuevamente en una ceremonia oficial en Santiago, como un reconocimiento de su importancia histórica. Sin embargo, la figura de Allende ha sido objeto de reinterpretaciones tanto en Chile como en el extranjero, y la historia de su gobierno y su trágica muerte sigue siendo un tema de controversia, especialmente en el contexto de la dictadura de Pinochet.

Allende dejó una huella profunda en la historia de Chile y en la memoria colectiva de América Latina. Su gobierno y su lucha por un modelo socialista democrático continúan siendo fuente de inspiración para aquellos que sueñan con un mundo más justo y equitativo.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Salvador Allende Gossens (1908–1973): El Presidente que Soñó con una Chile Socialista". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/allende-gossens-salvador [consulta: 18 de octubre de 2025].