Alfaro Delgado, Eloy (1842-1912).
Militar y político ecuatoriano, máximo representante del liberalismo radical, presidente de la república en los períodos 1895-1901 y 1906-1911. Hijo de padre español y de madre ecuatoriana, nació en Montecristi, el 15 de junio de 1842 y murió en Quito, asesinado por la multitud, el 28 de enero de 1912. Recibió la primera formación en su ciudad natal, orientada principalmente hacia el comercio. Desde muy niño destacó por su espíritu luchador y por sus cualidades de líder. A los trece años encabezó una pandilla que se enfrentó a la policía, a la que hizo huir a pedradas. Su padre se trasladó a Lima y luego a Centroamérica donde instalaron un negocio de sombreros. En 1864 volvió al Perú como agente confidencial del liberal Manuel Albán para entrevistarse con el ex-presidente general Urbina y organizar una revolución. El general le aconsejó esperar, pero vuelto a Manabí, Alfaro se insubordinó, y el gobernador ordenó su captura. Alfaro asaltó un destacamento en Montecristi y apresó al gobernador, obligándole a garantizarle su fuga a Panamá. En este país se afilió a la masonería y logró hacer una gran fortuna; aquí contrajo matrimonio con la panameña Ana Paredes Arosemena, que le dio nueve hijos. Desde 1869 ayudó económicamente a Juan Montalvo (en Panamá financió en 1874 la publicación de la obra La Dictadura Perpetua, con la que el escritor incitó a los jóvenes al asesinato de García Moreno), y sostuvo a su familia, ayudando a sus hermanos y a su padre. En 1870-71 financió, desde Panamá, un alzamiento en Montecristi contra García Moreno. En mayo de 1876 planeó de nuevo un golpe contra el presidente Borrero, pero, descubierto, huyó de nuevo a Panamá. Finalmente, cuando Veintemilla derrocó a Borrero, Alfaro fue nombrado jefe político de Portoviejo y encargado del ferrocarril del Sur, que había sido comenzado por García Moreno. Pero Alfaro conspirará también contra Veintemilla desde el momento en que éste se negó a reconocerle su sueldo de coronel. Fueron descubiertos sus dos intentos de golpe, en una ocasión escapó a Panamá, y en la otra fue encarcelado y torturado. Por dos veces más conspiró, sin éxito, contra el dictador, hasta que por fin, en 1883, comenzó su campaña «regeneradora» desde Esmeraldas, la cual concluyó con el derrocamiento de Veintemilla, gracias a la transitoria unión con las fuerzas conservadoras.
Habiendo perdido las elecciones de 1884 frente a su contrincante José María Plácido Caamaño, entabló una guerra de guerrillas contra él; fue vencido en Jaramijó (provincia de Manabí) y se vio obligado a huir a Colombia y a peregrinar como exiliado por toda América. En 1890, y ayudado por sus amigos liberales del continente, realizó una gira triunfal por Chile, Argentina, Brasil y Venezuela. Se había convertido en una personalidad de fama legendaria.
Residente en Nicaragua, en 1895 fue llamado para ponerse al frente del levantamiento de Guayaquil contra el régimen del «progresismo» (acuerdo entre el conservadurismo garciano y el liberalismo católico). A su llegada fue recibido apoteósicamente en Guayaquil, mientras que en el país se entabló una larga y violenta guerra civil que concluyó con el desmoronamiento del gobierno de Salazar. Durante dos años gobernó Alfaro dictatorialmente, hasta que la Asamblea Constituyente de 1897 lo eligió presidente constitucional. Durante su primer período presidencial se proclamó la Constitución de 1896, que suprimía la tradicional invocación a Dios, y derogaba el Concordato con la Santa Sede. Alfaro se mostró intransigente frente a las manifestaciones religiosas, en medio de graves atropellos y arbitrariedades contra la iglesia católica. En 1901 le sucedió Leónidas Plaza Gutiérrez, uno de sus generales.
De nuevo Alfaro se hizo con el poder en 1906, derrocando a Lizardo García. Una nueva Constitución, la segunda alfarista, instauró las medidas típicas del liberalismo radical: laicismo oficial, separación de Iglesia y Estado, libertad de cultos, confiscación de bienes eclesiásticos y divorcio matrimonial. Durante su segundo mandato terminó el ferrocarril a Guayaquil (lo cual le devolvió en parte la confianza del pueblo) y logró establecer un importante consenso nacional frente a las amenazas del Perú en 1910. Finalmente, en agosto de 1911, un pronunciamiento militar le obligó a renunciar, y se refugió de nuevo en Panamá. En ese mismo año el general Pedro J. Montero dio un golpe en Guayaquil en favor de Alfaro, el cual volvió de su exilio. De nuevo se encendió la guerra civil, esta vez entre los dos bandos liberales: el alfarista y el placista. Alfaro cayó prisionero con sus principales colaboradores y fue conducido al Panóptico de Quito, donde una furiosa turba se ensañó contra él y sus compañeros, les dio muerte el 28 de enero de 1912, y arrastró luego sus cadáveres por las calles. Este trágico acontecimiento inspiró, años después, a Alfredo Pareja Diezcanseco el título de la biografía de Alfaro: La hoguera bárbara. La obra de Alfaro, apelado el viejo Luchador, es una de las más notables de los gobernantes del Ecuador, tanto por las transformaciones ideológicas que logró, como por las obras que realizó. Fueron también numerosas sus intervenciones en el campo social: exoneró del tributo territorial a los indios de la Sierra y a los montuvios de la Costa; suprimió la prisión por deudas; permitió la participación de la mujer en cargos administrativos; promovió escuelas y centros de educación. En el campo internacional promovió una reunión de representantes hispanoamericanos en México para la formación de un Derecho Público Americano; intervino ante la reina María Cristina en favor de la independencia de Cuba y luchó por resucitar la idea bolivariana de la Gran Colombia; en torno a él se unió el pueblo frente al Perú, pero no lo respaldó en su idea de alquilar a Estados Unidos las islas Galápagos. Alfaro es una de las más fuertes personalidades que han guiado al pueblo ecuatoriano. Poseedor en varias oportunidades de considerable fortuna, otras tantas la gastó en aras del ideal liberal masónico. Considerado, por unos, paladín de las libertades e instaurador de la democracia en su país, es, para otros, la encarnación del anticlericalismo y del despotismo político. Su militarismo, prepotencia y carácter dictatorial lo llevaron a conculcar los derechos de sus adversarios en nombre de la ideología radical de su partido, y le ganó la airada protesta de los intelectuales del país y el rechazo, y el odio incluso, de muchos de sus copartidarios. Para el partido liberal ecuatoriano -e incluso de otros países-, Alfaro ha pasado a la historia como el arquetipo y mártir de las ideas libertarias. A juicio del historiador Jorge Salvador Lara «Alfaro llevó a cabo en la República del Ecuador la única auténtica revolución, aparte de la independentista, en el sentido de transformación profunda, polémica y sangrienta, basado en un discutido cambio doctrinario«.
Bibliografía
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LOOR, W. Eloy Alfaro, 3 vols. Quito, 1947
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PAREJA DIEZCANSECO, Alfredo, La hoguera bárbara (vida de Eloy Alfaro). México, 1944
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GUARDERAS, F. El viejo de Montecristi. Quito, 1953
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ROSALINO, L., Eloy Alfaro. Quito, 1968
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TRONCOSO, J. Vida anecdótica del General Eloy Alfaro, Quito, 1968.