Alexis, Jacques-Stéphen (1922-1961).


Narrador, ensayista, médico y activista político haitiano, nacido en Gonaïves el 22 de abril de 1922 y fallecido en 1961, en paradero desconocido. A pesar de que dedicó a la acción política una gran parte de su corta vida -pereció, víctima de la brutal represión del dictador Duvalier, antes de haber cumplido los cuarenta años de edad-, dejó una espléndida producción literaria que anticipa, junto a la obra del cubano Alejo Carpentier, la presencia de lo real maravilloso en la literatura hispanoamericana.

Hijo del periodista, escritor e historiador Stéphen Alexis -autor de la novela Le Nègre masqué, tranche de vie haïtianne (1933)-, heredó de su padre el amor por las Letras y la vocación humanística. Debido a las obligaciones diplomáticas contraídas por su progenitor, pasó los primeros años de su infancia en Europa y recibió una espléndida formación básica en el Collège Stanislas de París.

En 1930, a los ocho años de edad, el pequeño Jacques Stéphen Alexis regresó a Haití y se matriculó en el Collège Saint-Louis-de-Gonzague, de Puerto Príncipe, donde completó con gran brillantez sus estudios primarios y secundarios. Durante el período del bachillerato, sintió el despertar de la conciencia política y se afilió, con tan sólo dieciséis años de edad, al Partido Comunista haitiano, recientemente fundado por el escritor Jacques Roumain. Declarada ilegal por las autoridades del país en 1936, esta agrupación comunista llevaba dos años funcionando en la clandestinidad cuando el joven y comprometido Alexis se sumó a sus filas.

Poco después, el futuro escritor ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Haití, donde cursó con extraordinario provecho los cursos necesarios para obtener el título de licenciado en dicha materia. Compañero inseparable, por aquel tiempo, del ya citado Roumain, entabló amistad también con el genial poeta cubano Nicolás Guillén, quien, invitado por el siempre activo y bullicioso Roumain -a la sazón, Director del Instituto de Etnología de Haití-, visitó durante algún tiempo el bello país antillano. Guillén acababa de llegar a su Cuba natal procedente de España, donde se había mostrado firmemente comprometido con el Partido Comunista, la resistencia antifascista y el gobierno republicano. De nuevo en su lugar de origen, continuó abanderando la causa antifascista en el Caribe, por lo que, a su llegada a Haití, tanto por sus escritos como por su valiente actividad política era un claro referente intelectual e ideológico para el joven Alexis.

Con ejemplos como los de Roumain y Guillén en su entorno inmediato, Jacques Stéphen Alexis decidió pasar también a la acción directa y, en 1942, fundó la publicación progresista La Ruche, un enconado órgano de oposición al régimen autoritario del presidente Elie Lescot. El combativo papel desempeñado por Alexis al frente de este periódico influyó de forma decisiva en la Revolución de 1946 y la subsecuente caída del gobierno de Lescot, derrocamiento en el que, paradójicamente, también fue determinante la acción de François Duvalier, llamado a convertirse próximamente en Presidente de la República y, a la postre, en el principal responsable de los asesinatos de cientos de miles de haitianos, entre ellos el malogrado Alexis. François Duvalier, que compartía con Alexis la profesión de médico, había adquirido un gran prestigio popular al combatir con éxito una plaga de pián que asolaba el país a comienzos de los años cuarenta; tras esta afortunada intervención en la salud pública de su pueblo, marchó a los Estados Unidos para ampliar sus conocimientos de medicina en la Universidad de Michigan, y a su regreso a Haití decidió aprovechar el respeto y la admiración que le tributaban las clases populares para ponerse al frente del Movimiento de Obreros y Campesinos (MOP) y marchar contra Lescot en la Revolución de 1946.

La sustitución del depuesto Lescot por Dumarsais Estimé -que incluyó en su gobierno a Duvalier en calidad de Director del Servicio de Salud, dando así inicio a la terrorífica carrera política de quien pronto habría de ser conocido y temido por el siniestro apelativo de «Papa Doc»- disgustó profundamente a Jacques Stéphen Alexis, quien decidió alejarse momentáneamente de la actividad política para cursar sus estudios de doctorado. Ya con el título de doctor en Medicina en su brillante expediente académico, el humanista de Gonaïves marchó por segunda vez a Francia y se afincó en París, donde ejerció su profesión de galeno y se convirtió en una autoridad en las especialidades de neurología y neuropsiquiatría.

Plenamente integrado en los foros artísticos e intelectuales del panorama cultural parisino, Alexis comenzó a publicar artículos periodísticos en diferentes rotativos y revistas de Francia. Se relacionó con algunas de las figuras más notables de las Letras galas del momento, como el surrealista -y miembro activo del Partido Comunista Francés- Louis Aragon y gran parte de los autores hispanoamericanos afincados en la capital francesa; y trabó contacto también con los autores de color que, procedentes de diferentes lugares del mundo, comenzaban a dar forma, por aquel tiempo, a lo que pronto fue conocido como «literatura de la Negritud». Estas relaciones le permitieron establecer vínculos literarios con el prestigioso sello editorial Gallimard, que habría de publicar sus principales obras.

A pesar de esta infatigable labor en los campos de la medicina, el periodismo y la literatura, Jacques Stéphen Alexis no consiguió permanecer apartado durante mucho tiempo de la política, actividad que le venía apasionando desde su juventud. Durante aquel fructífero período en París, aceptó un encargo de las Juventudes Comunistas de la Federación de París para establecer contactos con diversas formaciones marxistas de todo el mundo (incluido el Partido Comunista Chino). Y así, a mediados de los años cincuenta, tras el éxito alcanzado por su primera novela, Compère général soleil (Mi compadre el General Sol, 1955), decidió resgresar a la isla antillana en la que había venido al mundo para reanudar allí su compromiso político con las causas de los más desfavorecidos.

Convertido en un autor de reconocido prestigio en Europa, Alexis no tardó en ser invitado a todos los foros políticos y culturales haitianos donde se combatía la tiranía de los gobernantes y la injusticia social. Las autoridades políticas, recelosas ante el creciente predicamento que estaba adquiriendo entre las clases populares y la intelectualidad progresista, comenzaron a hostigarle; pero Alexis respondió a estos ataques con el incremento de su prestigio intelectual dentro y fuera de las fronteras haitianas: en 1956, en el Premier Congrès des Écrivains et Artistes Noirs (Primer Congreso de Escritores y Artistas Negros) celebrado en París, divulgó su celebérrimo ensayo crítico titulado «Prolégomènes à un Manifeste du Réalisme Merveilleux des Haïtiens» («Prolegómenos a un manifiesto del realismo maravilloso de los haitianos»), espléndido análisis de una concepción global del quehacer creativo, entendido como método de interpretación capaz de generar una transformación artística no sólo de los hechos y los sucesos que conforman la obra, sino también de la propia realidad en la que se enmarca ésta y su autor. En este sentido, el «realismo maravilloso» -fórmula popularizada por el propio Alexis- está más cerca de lo «real maravilloso» de Carpentier que del «realismo mágico» puesto en boga, pocos años después, por las figuras precipuas del Boom hispanoamericano, en la medida en que la propuesta de Alexis va más allá del mero procedimiento estético practicado -con mayor o menor intención social- por los cultivadores del «realismo mágico», y persigue una capacidad de transformación coherente con el sentir ideológico y la visión del mundo del autor haitiano.

Este lúcido planteamiento crítico de una nueva concepción da la creación literaria -y, en general, artística- como procedimiento de transformación de la realidad, vino pronto refrendado por nuevas entregas narrativas de Alexis que le situaron entre las voces más originales y elocuentes de la prosa americana de mediados del siglo XX. Vieron la luz, en efecto, en París sus novelas Les arbres musiciens (Los árboles musicales, 1957) y L’espace d’un cillement (En un abrir y cerrar de ojos, 1959), así como su colección de narraciones breves Romancero aux étoiles (Romancero a las estrellas, 1960). Y, al mismo tiempo, Alexis iba pergeñando una lúcida y penetrante producción ensayística que, en una pequeña parte, quedó diseminada en publicaciones periódicas de París, si bien en su mayoría permaneció inédita, entre los papeles secretos del escritor haitiano, hasta muchos años después de su muerte. Entre los artículos ensayísticos que vio publicados en vida, cabe recordar los titulados «Papa Fleuve» (aparecido en la revistas La Nouvelle Revue Française en 1954), «Contribution à la Table-Ronde sur le folklore et le nationalisme» (publicado en Optique en junio de 1956), «La Culture haïtienne» (en Les lettres françaises, del 27 de septiembre al 3 de octubre de 1956), «Du Réalisme merveilleux chez les Haïtiens» (aparecido en Présence Africaine, entre junio y noviembre de 1956), «Modern Haïtian Thought» (en Books Abroad, primavera de 1956) y «Débat autour des conditions d’un roman national chez les peuples noirs: Où va le roman?» (en Présence Africaine, primavera de 1957). Y, entre los ensayos que vieron la luz con carácter póstumo -que revelaron la asombrosa fecundidad literaria del humanista de Gonaïves, capaz de producir sin descanso una densa producción crítica mientras estaba implicado en mil frentes políticos y sociales-, conviene recordar los titulados «Debate sobre el folklore» (en Casa de las Américas, La Habana, 1969), «La belle amour humaine 1957» (en Europe, enero de 1971), «Dieu Premier» (en La Nouvelle Revue Française, 1972) y «L’inspecteur des apparences» (en Anthologie du fantastique, de Roger Caillois [compilador], 1977). Asimismo, Alexis fue autor de los prólogos a los libros La Montagne ensorcelée (París, 1972), de Jacques Roumain, y Jacques Roumain, Oeuvres Choisies (París, 1964), de S. Pojarski.

Seguía, entretanto, desplegando una intensa actividad política que le llevó a apoyar públicamente, en 1957, la candidatura de Louis Dejoie, quien resultó derrotado por Duvalier en las elecciones presidenciales. Con el terrible «Papa Doc» en el poder, la vida de Alexis comenzó a correr un serio peligro, circunstancia que, lejos de arredrarle, le espoleó a crear una nueva formación política en 1959. Se trataba del Parti d’Entente Populaire, una especie de frente popular de ideología marxista-leninista, destinado a aglutinar en un mismo bloque todas las fuerzas izquierdistas de Haití, para ofrecer una oposición verdaderamente firme al régimen de Duvalier. Como era de esperar, la mayor parte de las actividades de esta formación tuvieron que llevarse a cabo en la clandestinidad.

Ante la falta de libertades civiles y garantías legales en su país natal, Jacques Stéphen Alexis optó por trasladar su lucha política a la palestra internacional. Participó en varios encuentros de los líderes mundiales de la Izquierda (incluido el Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos celebrado en 1959) y, ante la creciente amenaza de los sicarios de Duvalier, en 1961 aceptó una invitación del gobierno chino para trasladarse al gran país asiático, donde desarrolló un intenso trabajo diplomático tendente a fomentar la unión de las naciones comunistas, muchas ellas enemistadas entre sí por oscuras desavenencias particulares entre sus dirigentes.

Movido por el deseo de unificar el comunismo de todo el muno en un sólido y avasallador movimiento internacional, Alexis llegó a entrevistarse personalmente con líderes de la talla del vietnamita Ho Chi Minh y el chino Mao Tse-tung. En una decisión sumamente arriesgada, tras estas conversaciones tomó la resolución de regresar a Haití para organizar desde allí la resistencia clandestina al gobierno de Duvalier y, tal vez, con el secreto propósito de organizar en su patria un foco marxista tan poderoso como el que empezaba a cimentarse en Cuba.

Retornó, pues, al ámbito antillano entrando por Cuba -donde tenía garantizada su seguridad por el nuevo régimen castrista-, y desde allí se dirigió en barco a su país natal, acompañado por cuatro camaradas (Adrien-Georges, Guy Béliard, Hubert Dupuis-Nouillé y Max Monroe). A partir de aquí, las versiones acerca de la suerte corrida por el escritor de Gonaives y sus cuatro compañeros de embarcación difieren notablemente, aunque todas vienen a coincidir en el trágico final de todos ellos. Al parecer, alguien debió de denunciar su inminente desembarco en Haití, ya que los temidos tonton macoutes (miembros de la salvaje guardia pretoriana con que se había protegido Duvalier) les estaban aguardando en la playa aquel día de abril de 1961. Dos meses después, ante el silencio ominoso del gobierno haitiano, la prensa francesa se hizo eco de la desesperación de los familiares y amigos del Alexis -entre ellos, su anciano padre, que habría de fallecer al año siguiente-, quienes denunciaban la desaparición del escritor y sus cuatro camaradas. Oficialmente, la muerte de Jacques Stéphen Alexis no fue jamás reconocida, pero nadie duda que el desventurado autor de Compère général soleil y sus correligionarios fueron arrestados, torturados y, finalmente, asesinados por los despiadados tonton macoutes de «Papa Doc».

Bibliografía

  • BOADAS, Aurora Marina. «Jacques Stéphen Alexis, sus obras y sus intérpretes (bibliografía)», en rev. Caribbean Studies (Puerto Rico), nº 3-4 (1989), págs. 101-109.

  • ————– Lo barroco en la obra de Jacques Stéphen Alexis (Caracas: Fundación CELARG [Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos], 1992).

  • ————– «Representaciones del extranjero en la novelistica de Jacques Roumain, Jacques Stephen Alexis y Jean Metellus», en Actas del XVII Simposio Anual de la Asociación Venezolana de Estudios del Caribe (AVECA), (1999).

  • DASH, J. Michael. Jacques-Stephen Alexis (Toronto: Black Images, 1975).

J. R. Fernández de Cano