Acosta, Cecilio (1818-1881).


Escritor, periodista y humanista, nacido en San Diego de los Altos, estado de Miranda, el 3 de febrero de 1818 y fallecido en Caracas el 8 de julio de 1881.

De familia humilde, Cecilio Acosta recibió su primera formación del presbítero Mariano Fernández Fortique. Junto a Juan Vicente González, Rafael María Baralt y Fermín Toro, Acosta pertenece a la generación intelectual de la independencia y la república. En 1831, en búsqueda de una mejor formación, se trasladó a Caracas donde ingresó al Seminario Tridentino de Santa Rosa. Allí inició la carrera sacerdotal, que le aportó sólidos conocimientos en los clásicos y la lengua latina. Es indudable que esta formación marcó de forma definitiva el desarrollo de su pensamiento.

En 1840 abandonó los estudios eclesiásticos y se matriculó en Filosofía y Derecho en la Universidad Central de Venezuela. Se dio a conocer a través de sus artículos publicados en los periódicos: La Época y El Federal, en los cuales reflexionaba sobre la difícil situación por la cual transitaba el país. Así, inició Acosta la construcción de su pensamiento humanista y liberal que alimentó hasta su muerte.

En 1848 culminó sus estudios en la Universidad, sin que por ello mejorara su situación económica. En ese mismo año fue nombrado secretario de la Facultad de Humanidades de la Universidad. Ejerció durante algunos años como docente dictando las cátedras de Economía Política en el año 1848 y la de Legislación Universal y Criminal en 1853. Sin embargo, aun participando en la esfera de opinión del país, se mantuvo siempre alejado de la política.

En 1856, publicó uno de sus trabajos más importantes sobre educación: Cosas sabidas y cosas por saberse. Especialmente su obra se centró en la idea de progreso y civilización, puntos que abordó a través de temas específicos tales como: la industria, la inmigración, la electricidad, la propiedad, historia, educación y sistema jurídico, entre otros.

Durante el gobierno de Guzmán Blanco, Acosta se mantuvo como referencia para las nuevas generaciones estableciendo un canal de comunicación entre el humanismo de Andrés Bello y las nuevas doctrinas positivistas y deterministas. A pesar de su importancia, murió en la pobreza. Su obra fue recopilada y divulgada en 1940 a través de diversas antologías.