Abu l-Hazm Yahwar, Rey de la taifa de Córdoba (ca. 1000-1043)

Abu l-Hazm Yahwar fue una de las figuras más notables del período posterior al colapso del califato de Córdoba, un hombre que, en su calidad de rey de la taifa de Córdoba, logró mantener el orden y la estabilidad en tiempos de gran inestabilidad política. Nació alrededor del año 1000 y murió el 6 de agosto de 1043. Su reinado estuvo marcado por su sabiduría política, su profundo sentido del servicio a la comunidad y su habilidad para gobernar sin adoptar el título de califa o rey, algo que lo distingue de otros líderes de su época. A pesar de vivir en una época de grandes conflictos, Yahwar es recordado por sus contribuciones al mantenimiento de la paz y la prosperidad en su ciudad.

Orígenes y contexto histórico

Abu l-Hazm Yahwar pertenecía a la nobleza cordobesa de finales del califato omeya. Era miembro de los Banu Yahwar, una influyente familia que se encontraba bajo la protección de los omeyas de Damasco desde el siglo VIII. Esta familia había desempeñado importantes roles dentro de la corte omeya de Córdoba, y Yahwar no fue la excepción. Fue hijo de Muhammad, quien había servido como secretario del famoso político y militar Al-Manzor. Esta posición le permitió a Yahwar acceder a un puesto importante en la corte de Abd al-Rahman Sanchuelo, donde desempeñó funciones como secretario y visir de Sulayman al-Musta’in, hasta que la ascensión de Ali Ibn Hammud lo llevó a la cárcel.

La crisis del califato y el ascenso de Yahwar

Tras ser encarcelado por Ali Ibn Hammud, Yahwar se convirtió en un líder destacado durante un periodo de decadencia del califato omeya de Córdoba. La falta de unidad y la fragmentación del poder en el califato fueron causas principales del colapso del gobierno central. En 1031, tras la deposición de Hisam III, el último califa omeya, Córdoba se convirtió en una taifa, una especie de reino independiente gobernado por un líder local. Los notables de la ciudad, que buscaban un liderazgo estable, designaron a Yahwar como el gobernante de la nueva taifa, sin recurrir al título de califa ni de rey. Yahwar entendía el gobierno como un servicio a la comunidad, y no como un derecho o una regalía, lo que reflejaba su actitud política y su enfoque práctico del liderazgo.

Logros y contribuciones

Una de las principales características del gobierno de Yahwar fue su enfoque en la consolidación de un sistema político estable en una ciudad que atravesaba momentos de gran tensión. Optó por un modelo de gobernanza que podría describirse como «republicano», rechazando los títulos tradicionales de califa o rey y adoptando un sistema en el que el poder era ejercido de manera colectiva por él y dos allegados, Muhammad Ibn Abbas y Abd al-Aziz Ibn Hasan. A este sistema se le llamó triunvirato.

En su gestión, Yahwar promovió una serie de reformas que fueron fundamentales para la estabilidad de la taifa. Entre sus logros destacan la regularización de los impuestos, lo que permitió una mejor organización económica, y la creación de una milicia ciudadana en lugar de depender de las tropas beréberes, lo que permitió un mayor control de la situación interna. Esta política interna fue muy alabada por las fuentes musulmanas de la época, que destacaron su capacidad para evitar los problemas que habían aquejado a los gobiernos anteriores.

Además de su habilidad administrativa, Yahwar también demostró un alto nivel de destreza diplomática. Intervino en varios conflictos entre las taifas vecinas, como el caso de los almerienses prisioneros de Badis Ibn Habbus de Granada. Yahwar también fue mediador en la lucha entre los reinos de Badajoz y Sevilla, ayudando a forjar la paz entre estos territorios ante la amenaza de los cristianos.

El tema del califato y la diplomacia

Un aspecto destacado de su reinado fue su postura respecto al califato. En 1035, el cadí de Sevilla, Abul Qasim Muhammad I, proclamó la reaparición del califa Hisham II, a pesar de que este califa había muerto en 1023. Aunque Yahwar probablemente sabía que se trataba de una farsa, no se opuso directamente al restablecimiento de un califa, ya que la existencia de un pretendiente Hammudí en Carmona dificultaba la situación. Sin embargo, en 1039, después de recibir una embajada que le confirmó la falsedad de la proclamación, Yahwar retiró su apoyo a Hisham II y suprimió su nombre en las oraciones oficiales, lo que provocó un ataque contra Córdoba por parte de los seguidores de Muhammad I. En las monedas de la época se dejó de mencionar el nombre del califa, utilizando en su lugar el nombre genérico «Abd Allah».

Momentos clave de su gobierno

  1. 1031: Caída del califato y ascenso al poder. Tras la deposición de Hisam III, Córdoba se convirtió en una taifa, y Yahwar asumió el liderazgo de la ciudad en un sistema de gobierno cooperativo con dos de sus allegados.

  2. 1035: Reconocimiento de Hisham II. Yahwar, aunque consciente de la muerte del califa, reconoció a Hisham II como parte de una política diplomática para evitar conflictos con otros pretendientes al trono califal.

  3. 1039: Retiro del reconocimiento a Hisham II. Después de recibir confirmaciones de la falsedad de la proclamación, Yahwar suprimió el nombre del califa en las oraciones y enfrentó un ataque por parte de los seguidores de Muhammad I.

  4. Conflictos diplomáticos con otras taifas. Yahwar jugó un papel crucial como mediador en los conflictos entre las taifas de Granada, Almería, Sevilla y Badajoz, buscando siempre la paz y la cooperación entre los reinos musulmanes.

Relevancia actual

El legado de Yahwar ha sido estudiado principalmente a través de las crónicas musulmanas, que destacan su religiosidad, su rectitud y su dedicación a la comunidad. Su gobierno es visto como un modelo de moderación en una época de fragmentación política. Su habilidad para evitar revueltas y mantener la paz en Córdoba durante su reinado, a pesar de la tensión política entre las taifas, es uno de los aspectos más valorados de su figura. Su carácter apacible y su cercanía con su pueblo, a quien visitaba en sus momentos de enfermedad y a cuyos funerales asistía, lo han convertido en una figura admirada tanto por contemporáneos como por historiadores posteriores.

En cuanto a su vida personal, Yahwar mostró una notable humildad al negarse a vivir en los lujosos alcázares de Córdoba, prefiriendo continuar residenciado en su propia casa. Este gesto refleja su visión de un gobierno basado en el servicio público, y no en el lujo o el poder personal.

El legado de Abu l-Hazm Yahwar

Abu l-Hazm Yahwar no designó un sucesor, lo que permitió que su hijo, Abu l-Walid, asumiera el poder tras su muerte. Aunque su reinado no perduró mucho tiempo, el impacto de Yahwar en la historia de Córdoba sigue siendo significativo. Es recordado como un gobernante que antepuso el bienestar de su gente a los intereses personales o dinásticos, y cuya diplomacia logró mantener la estabilidad en una región marcada por los conflictos internos y las amenazas externas.

Hoy, su figura sigue siendo un símbolo de liderazgo modesto y eficaz en un periodo de gran turbulencia política, y su historia es un recordatorio de cómo una gobernanza centrada en el servicio público y el respeto a la comunidad puede lograr grandes logros incluso en tiempos de crisis.