Miguel Primo de Rivera (1870–1930): Militar, dictador y figura clave en la historia de España
Miguel Primo de Rivera (1870–1930): Militar, dictador y figura clave en la historia de España
Contexto histórico, orígenes y carrera militar
Introducción a la figura de Miguel Primo de Rivera
Miguel Primo de Rivera, uno de los personajes más controvertidos de la historia de España, marcó un antes y un después en el devenir del país durante las primeras décadas del siglo XX. Nacido en Jerez de la Frontera, Cádiz, en 1870, su vida estuvo profundamente entrelazada con los destinos militares y políticos de España. Conocido principalmente por su dictadura tras un golpe de Estado en 1923, su figura sigue siendo objeto de debate entre historiadores y políticos. En esta primera parte exploraremos los orígenes de Primo de Rivera, su formación militar y sus primeras experiencias en el ámbito político y militar, las cuales sentaron las bases de su futura carrera.
La familia y su tradición militar
Miguel Primo de Rivera nació en el seno de una familia de larga tradición militar. Su padre, un coronel, y su abuelo, también militar, cimentaron una herencia que no solo marcó la carrera de Miguel, sino que también influyó profundamente en sus valores y visiones sobre la vida y el deber. La familia Primo de Rivera era originaria de Cádiz, una ciudad con fuerte presencia militar debido a su proximidad con el Estrecho de Gibraltar y a su situación estratégica durante los siglos XIX y XX.
Desde joven, Miguel recibió una educación que lo orientó hacia la carrera militar. El contexto en el que nació y creció le permitió conocer de primera mano las exigencias de la vida castrense, pero también las tensiones inherentes a las guerras coloniales en las que España seguía involucrada, particularmente en Marruecos y Cuba. El ambiente familiar y social le ofreció una formación sólida, que junto con su determinación, le permitió entrar en la Academia de Infantería de Toledo a los catorce años, en 1884.
Formación militar y primeros destinos
Primo de Rivera demostró desde temprano gran aptitud para la vida militar. En 1884, a los 14 años, ingresó en la Academia de Infantería, donde recibió una formación rigurosa. Su ascenso en el ejército fue rápido, destacándose por su disciplina y por el respeto que mostraba hacia las jerarquías y la estructura del ejército. Tras finalizar su formación, fue destinado a Melilla, en el norte de África, un destino clave para muchos oficiales de la época, ya que Marruecos representaba el principal frente de las campañas militares españolas.
En Melilla, Primo de Rivera fue testigo directo de las duras condiciones del ejército español en África. Durante esta época, mostró su valentía y capacidad para liderar a sus hombres en condiciones extremas. En 1893, su valentía fue premiada con la Medalla Laureada de San Fernando, la más alta distinción militar, lo que lo catapultó a la consideración de sus superiores. Esta primera condecoración fue un indicio de su capacidad estratégica y de su determinación para avanzar en el ejército.
Primeros años de carrera y participación en conflictos
La guerra de Marruecos y sus ascensos
La Guerra de Marruecos fue un factor decisivo en la formación de Miguel Primo de Rivera, tanto profesional como ideológicamente. La presencia española en el Rif y otros territorios del norte de África fue objeto de polémica y conflicto, sobre todo debido a la falta de recursos y a la escasa preparación del ejército español para enfrentar a las fuerzas locales, como las de Abd el-Krim, líder de la resistencia rifeña.
Primo de Rivera participó activamente en la guerra y se distinguió por su valentía y por su capacidad para organizar y liderar las tropas en condiciones difíciles. Su experiencia en el norte de África fue clave en su carrera militar, ya que fue ascendiendo rápidamente gracias a sus méritos de combate. En 1908, fue ascendido a coronel, un puesto que ratificaba su ascendente trayectoria.
La guerra en Cuba y Filipinas
En 1895, Primo de Rivera fue destinado a Cuba, donde luchó en la última etapa de la guerra de independencia contra las fuerzas cubanas que buscaban la autonomía de España. Su participación en este conflicto le permitió ver de cerca la debilidad del imperio español en sus últimas colonias de ultramar. A pesar de las dificultades y las derrotas sufridas por el ejército español, Primo de Rivera ascendió al rango de comandante debido a su desempeño en el campo de batalla.
Posteriormente, en 1897, Miguel fue enviado a Filipinas, donde su tío, Fernando Primo de Rivera, había sido nombrado capitán general. Allí, Primo de Rivera tuvo la oportunidad de conocer las tensiones del Imperio español en el Pacífico, y de reflexionar sobre las políticas coloniales de España. Fue en este contexto donde se consolidó su visión del colonialismo como una empresa fallida para España, que marcaría su comportamiento en el futuro.
Su paso por estos destinos le permitió no solo acumular experiencia, sino también comprender los errores del Imperio español y el futuro incierto de las colonias. Estos primeros años de carrera, marcados por el contacto con la guerra y la descomposición del Imperio español, influyeron de manera determinante en sus decisiones y en la dirección que tomaría más adelante.
La dictadura de Primo de Rivera
El ascenso al poder y el golpe de Estado de 1923
A principios de la década de 1920, España vivía un período de gran inestabilidad política y social. Los estragos de la Primera Guerra Mundial, los desastres en Marruecos y el creciente malestar social, junto con una monarquía encabezada por Alfonso XIII percibida como incapaz de enfrentar los problemas del país, crearon un caldo de cultivo perfecto para que surgiera una alternativa autoritaria. En este contexto, Miguel Primo de Rivera se erigió como una figura que podía ofrecer estabilidad, aunque a costa de la democracia.
El golpe de Estado de 1923, que sería el punto de inflexión en la vida de Primo de Rivera, no surgió de la nada. A lo largo de los primeros años del siglo XX, las tensiones en el ejército español, especialmente entre los militares «africanistas» (como Primo de Rivera) y los «junteros» (oficiales de carrera que no habían participado en la guerra de Marruecos), se fueron agudizando. Las derrotas sufridas en el Rif, especialmente el desastre de Annual (1921), dejaron al ejército español en una situación de humillación y frustración, que en muchos sectores condujo a la búsqueda de una solución autoritaria.
El general Miguel Primo de Rivera era una figura destacada dentro del ejército, pero también era visto como una posible solución a los problemas nacionales. En 1923, tras el asesinato del presidente del gobierno, Eduardo Dato, y con el ambiente político en España cada vez más polarizado, los militares, industriales y sectores conservadores comenzaron a considerar la posibilidad de un golpe de Estado. Primo de Rivera, conocido por su postura crítica frente al gobierno y su incapacidad para tolerar la corrupción y la incompetencia de los políticos de la Restauración, no dudó en actuar.
El 13 de septiembre de 1923, con la aprobación tácita del rey Alfonso XIII, Miguel Primo de Rivera se sublevaría en Barcelona. La respuesta del gobierno fue tardía y, debido a la falta de apoyo entre los sectores militares, el golpe de Estado fue un éxito inmediato. En cuestión de horas, Primo de Rivera se proclamó jefe del gobierno y presidente del Directorio Militar. La dictadura había comenzado.
La dictadura: Directorio militar y civil
Una vez en el poder, la dictadura de Primo de Rivera adoptó una estructura de gobierno autoritaria que se dividió en dos períodos: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930). Ambos períodos, aunque distintos en términos de la composición del gobierno, compartían el mismo enfoque paternalista y centralista, en el que el poder era ejercido sin ningún tipo de oposición política.
El Directorio militar (1923-1925)
El Directorio Militar se caracterizó por la falta de un programa político claro y la ausencia de cualquier tipo de base ideológica. Primo de Rivera, como líder de este régimen, declaró la disolución de las Cortes y suspendió la Constitución de 1876. Su régimen no contaba con una justificación más allá del descontento popular y militar hacia la política de la Restauración, lo que lo convirtió en un sistema autocrático.
Durante los primeros años de la dictadura, Primo de Rivera adoptó una serie de medidas para intentar resolver los problemas que aquejaban a España, pero en gran medida fracasó en cumplir las expectativas de la sociedad. El control del gobierno por parte de militares con escasa preparación política y la represión de cualquier forma de oposición contribuyeron a la creciente insatisfacción.
El Directorio civil (1925-1930)
Tras el desembarco de Alhucemas en 1925, una operación militar franco-española que puso fin a la guerra de Marruecos, Primo de Rivera obtuvo un notable éxito. Esto consolidó su posición en el poder, pero también lo impulsó a realizar cambios significativos en la estructura de su gobierno. En diciembre de 1925, disolvió el Directorio Militar y lo sustituyó por el Directorio Civil, con el objetivo de incorporar a figuras más capacitadas políticamente.
Entre los nuevos ministros figuraron personajes de gran renombre, como José Calvo Sotelo y Martínez Anido, quienes intentaron dar un giro hacia la estabilización del régimen. A pesar de estas reformas, la dictadura continuó siendo percibida como un régimen autoritario que carecía de cualquier tipo de legitimidad democrática. Se creó una Asamblea Nacional Consultiva que, aunque intentó dotar al régimen de un carácter «democrático», nunca tuvo éxito.
En cuanto a la economía, Primo de Rivera intentó llevar a cabo una serie de reformas que, en algunos casos, lograron estabilizar la situación. La creación de monopolios económicos como Campsa permitió controlar sectores clave de la economía, y las inversiones en obras públicas, como la construcción de carreteras, puentes y regadíos, contribuyeron a una mejora relativa en la infraestructura del país.
La oposición al régimen y sus fracasos
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la dictadura de Primo de Rivera fue perdiendo apoyo rápidamente. Los primeros años de su régimen fueron marcados por la falta de libertades y por una creciente oposición interna. Intelectuales, estudiantes, liberales, sindicalistas y políticos de izquierda comenzaron a organizarse en contra del régimen, cuestionando su falta de democracia y la represión de la oposición.
La relación entre Primo de Rivera y el rey Alfonso XIII, que había sido uno de los principales apoyos de la dictadura, comenzó a deteriorarse a medida que el dictador se alejaba de las expectativas del monarca y de los sectores más moderados de la sociedad. En este contexto de creciente aislamiento político, el régimen perdió cada vez más apoyo y, en 1930, la situación se volvió insostenible.
El declive de la dictadura y el legado de Primo de Rivera
Crisis económica y política: fin de la dictadura
A partir de 1928, la dictadura de Miguel Primo de Rivera comenzó a enfrentar su mayor desafío: el aislamiento político. A medida que los años pasaban, los fracasos del régimen se hicieron más evidentes y la relación con el rey Alfonso XIII se deterioró considerablemente. Aunque en sus primeros años en el poder se le reconoció por su capacidad para tomar decisiones rápidas y eficaces, la falta de una base ideológica sólida y la creciente corrupción dentro del propio régimen acabaron erosionando su legitimidad.
La crisis económica de 1929, provocada por el colapso de los mercados bursátiles internacionales, tuvo un impacto devastador en la dictadura de Primo de Rivera. España, que ya estaba luchando con una deuda pública creciente, sufrió gravemente los efectos de la Gran Depresión, lo que agravó la situación política y social. A pesar de los esfuerzos de algunos miembros del gobierno, como José Calvo Sotelo, por reducir la deuda y mantener la estabilidad, la crisis económica terminó por desterrar la esperanza de recuperación y profundizó el descontento general.
Los proyectos de obras públicas que habían caracterizado el régimen, como la construcción de infraestructuras, se vieron empañados por la falta de recursos. Mientras tanto, las tensiones sociales se intensificaron, especialmente entre los sectores obreros y la clase media, que veían cómo la situación empeoraba sin que se ofrecieran soluciones reales.
El aislamiento político y la pérdida de apoyos
El desmoronamiento de la dictadura no solo fue económico, sino también político. A medida que los años pasaban, la falta de apoyo de la monarquía y los sectores más moderados de la sociedad se convirtió en un problema insalvable para Primo de Rivera. Alfonso XIII, que en un principio había sido uno de sus mayores aliados, comenzó a desconfiar de su capacidad para mantener la estabilidad política en España.
Además, la falta de libertades y la creciente represión política, junto con el fracaso de las reformas propuestas por Primo de Rivera, provocaron el rechazo de diversos sectores de la sociedad. Intelectuales, estudiantes, políticos liberales, sindicalistas y algunos miembros del ejército se unieron en una oposición cada vez más fuerte y organizada contra la dictadura. La creciente polarización política y la falta de una salida para la crisis económica fueron los factores determinantes que llevaron a la caída del régimen.
La dimisión y el final de su carrera política
El 28 de enero de 1930, con la presión interna e internacional aumentando, y sin la capacidad de encontrar una solución a la crisis, Miguel Primo de Rivera presentó su dimisión irrevocable ante Alfonso XIII. Tras su dimisión, Primo de Rivera abandonó España y se trasladó a París, donde se estableció en un intento de huir del creciente malestar que acompañaba su salida del poder.
La dimisión de Primo de Rivera, aunque esperada por muchos, no fue recibida con gran entusiasmo en España. La dictadura había dejado una profunda huella en la sociedad española, pero también había sido incapaz de resolver los problemas que había prometido solucionar. El autoritarismo y la represión política fueron, sin duda, los aspectos más criticados de su régimen.
En París, donde vivió sus últimos meses, Primo de Rivera se alejó por completo de la vida política española. Su muerte, el 17 de marzo de 1930, pasó desapercibida en el ámbito político español. El régimen que él había encabezado ya había sido reemplazado por un clima de creciente desconfianza hacia el autoritarismo, y la transición hacia la Segunda República estaba comenzando a tomar forma.
Legado y revalorización histórica
A pesar de su fracaso político, el legado de Miguel Primo de Rivera ha sido objeto de múltiples reinterpretaciones a lo largo de los años. En su tiempo, su figura fue vista por muchos como la de un salvador de la patria, alguien que, mediante el uso de la fuerza, trató de poner orden en una nación sumida en el caos político y social. Para otros, fue un dictador que sacrificó las libertades democráticas en nombre de una estabilidad que nunca llegó.
Con el paso de los años, la figura de Primo de Rivera ha sido reinterpretada por diversas corrientes políticas. Durante la dictadura franquista, su figura fue reivindicada como un predecesor de Francisco Franco, debido a su enfoque autoritario y su rechazo a la democracia parlamentaria. Sin embargo, después de la transición a la democracia en España, muchos comenzaron a ver su régimen como un ejemplo de lo que no se debe hacer: un sistema que intentó resolver los problemas del país a través de la represión y el autoritarismo, pero que no logró establecer un modelo de gobierno sostenible.
Hoy en día, su figura sigue siendo objeto de debate. Mientras que algunos lo consideran un hombre de Estado que intentó lo mejor para su país en un contexto de crisis, otros lo ven como un símbolo del fracaso de las dictaduras militares en España y del abuso de poder. Su influencia en la política española es aún palpable, aunque su dictadura sea considerada por la mayoría como un periodo oscuro en la historia del país.
MCN Biografías, 2025. "Miguel Primo de Rivera (1870–1930): Militar, dictador y figura clave en la historia de España". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/primo-de-rivera-miguel [consulta: 5 de octubre de 2025].