José Luis Palomar Romero (1952-VVVV): El Torero Soriano que Triunfó en la Arena

José Luis Palomar Romero (1952-VVVV): El Torero Soriano que Triunfó en la Arena

Orígenes y Primeros Pasos en el Toreo

Infancia y Vocación Taurina

José Luis Palomar Romero nació en Soria el 22 de noviembre de 1952, en una familia de origen humilde. Desde una edad temprana, el joven Palomar mostró una profunda fascinación por el mundo de los toros. Criado en una ciudad con una gran tradición taurina, no es sorprendente que su inclinación por el toreo fuera evidente desde muy joven. En su entorno, los relatos de las gestas de los grandes toreros de la época alimentaron su pasión, lo que le llevó a decidir que su futuro estaría en la arena.

A pesar de la escasa vinculación familiar con el mundo taurino, la vocación de Palomar fue tan intensa que a los catorce años ya comenzaba a tomar lecciones de tauromaquia. En aquellos años, las calles de Soria y sus alrededores se convirtieron en su escuela, donde, a falta de maestros establecidos, él mismo se entrenaba con la ayuda de otros jóvenes que compartían su amor por el Arte de Cúchares.

Los Primeros Pasos: La Debutante Carrera de Novillero

Antes de cumplir los dieciocho años, José Luis Palomar ya estaba dispuesto a dar el paso definitivo en su carrera taurina. El 10 de julio de 1970, un joven de apenas 17 años se presentó por primera vez en la plaza de toros de Soria, vistiendo el tradicional terno de alamares. Este fue su debut como novillero, el primer escalón en su ascendente carrera. Aunque sus comienzos fueron modestos, en los que destacaba su entrega y las ganas de aprender, no pasó desapercibido para los aficionados locales.

Poco a poco, fue acumulando experiencias en distintas plazas de menor renombre, lo que le permitió seguir puliendo su técnica. Sin embargo, a pesar de estos primeros logros, Palomar no lograba conectar de manera plena con los grandes círculos taurinos de la época, lo que le relegó, en un principio, a un papel secundario entre los novilleros. Esto no le impidió continuar su labor y desarrollar una imagen de torero serio, con una técnica depurada y una disposición incansable en el ruedo.

Ascenso en la Novillería y Primeros Triunfos

La Presentación en Las Ventas

Uno de los primeros grandes hitos en la carrera de Palomar fue su presentación en la monumental plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, en 1976. Este cartel estaba compuesto por otros tres jóvenes aspirantes a matadores de toros, entre ellos Luis Miguel Moro, «Chinito de Francia», y Juan Ramos, quienes también se encontraban en el proceso de transición entre novilleros y matadores. La oportunidad de pisar este coliseo, que para muchos es considerado el «templo del toreo», representó una prueba definitiva para Palomar. Si bien no fue una tarde para la historia en cuanto a su faena, su actitud y disposición fueron aplaudidas por la crítica y el público, lo que le permitió seguir consolidándose como un novillero a tener en cuenta.

Triunfos y Progresión en el Escalafón Novilleril

Durante los años siguientes, Palomar continuó acumulando éxitos como novillero. Su faena más destacada de esta etapa fue en la temporada de 1977, cuando toreó en 36 ocasiones. En ese año, su figura comenzó a despuntar, consolidándose como un novillero que merecía ser considerado para un futuro como matador de toros. Sin embargo, su ascenso no fue tan rápido como el de otros compañeros de generación, lo que le obligó a seguir luchando con tesón y paciencia, conscientes de que el toreo es, en muchos casos, una carrera de resistencia tanto física como psicológica.

La Alternativa y Primeros Logros como Matador de Toros

El Gran Salto: La Alternativa en Castellón

En 1978, Palomar dio el gran paso que marcó un antes y un después en su carrera taurina: la toma de la alternativa. El 4 de marzo de 1978, en la plaza de toros de Castellón de la Plana, José Luis Palomar recibió la alternativa de manos de José María Dols Abellán («José Mari Manzanares»), con la presencia como testigo de Pedro Gutiérrez Moya («Niño de la Capea»). Esta fue una de las fechas clave en la historia del torero soriano. En esa ocasión, Palomar mostró toda su madurez como torero, enfrentándose con temple y seguridad a su primer toro de Baltasar Ibán. La tarde resultó exitosa para Palomar, quien consiguió cortar una oreja de cada uno de los dos toros que lidió esa tarde. Este éxito no solo le brindó un puesto en el escalafón de matadores de toros, sino también un reconocimiento por parte de la crítica y el público, que lo vieron como un torero con una gran proyección.

Confirmación en Madrid y Primeras Batallas

Con el espíritu de confirmar su alternativa en Madrid, José Luis Palomar se presentó en la plaza de Las Ventas el 17 de mayo de 1978, apadrinado por Dámaso González Carrasco. A pesar de que no logró la misma suerte que en Castellón, su paso por Madrid representó un paso necesario para consolidar su lugar en el ruedo. El toro que le tocó lidiar, un ejemplar de la ganadería de Ramón Sánchez, fue complicado, lo que dificultó la faena de Palomar, pero su entrega y profesionalismo le permitió completar la corrida con dignidad.

La temporada de 1978 no fue un camino fácil para el torero soriano, pero a lo largo del año logró presentarse en 39 ocasiones, lo que le permitió seguir consolidándose como un matador de toros con carácter y ganas de demostrar su valía en los ruedos de España.

La Puerta Grande de Madrid en 1982

La temporada de 1982 marcó el auge de la carrera de José Luis Palomar. En un año que sería recordado como uno de los más gloriosos para él, Palomar alcanzó la cumbre de su carrera con una actuación histórica en la plaza de toros de Madrid. El 1 de julio de 1982, se celebró una corrida inolvidable en la que el torero soriano demostró, de manera espléndida, su maestría en el toreo clásico. Ese día, Palomar se enfrentó a dos toros de la afamada ganadería de don Victorino Martín, un hierro que en ese entonces ya gozaba de gran prestigio.

Frente a los astados de Victorino, Palomar exhibió un toreo sobrio, elegante y sereno, un estilo que lo diferenciaba de otros toreros de su tiempo. Cada muletazo fue ejecutado con gran clase, controlando la embestida de los toros con una serenidad admirable. El público de la plaza de Las Ventas se entregó a su arte, y tras una faena sublime, Palomar salió por la Puerta Grande, una de las distinciones más codiciadas por los matadores, tras cortar una oreja de cada uno de los astados.

Este memorable triunfo fue compartido con sus compañeros de cartel, Luis Francisco Esplá y Francisco Ruiz Miguel, quienes también vivieron su propio momento de gloria esa tarde, mientras que el ganadero Victorino Martín celebraba el éxito de sus toros. Este evento no solo consolidó a Palomar como uno de los mejores toreros de su época, sino que también fue un punto de inflexión en su carrera, llevándolo a la élite del toreo.

La Corrida de Beneficencia y el Reconocimiento de la Afición

Apenas dos semanas después, el 16 de junio de 1982, José Luis Palomar volvió a demostrar su valía en la misma plaza de Las Ventas, esta vez en la tradicional corrida de Beneficencia, un evento de gran prestigio en el calendario taurino. El torero soriano, impulsado por el éxito de su actuación anterior, repitió faena sublime, esta vez con dos toros de Victorino Martín. Al igual que en su actuación isidril, Palomar cortó una oreja de cada toro y salió nuevamente por la Puerta Grande, ganándose una vez más el aplauso unánime del público madrileño.

El cartel de esa tarde incluía a los veteranos Antonio Chenel Albadalejo («Antoñete») y Francisco Ruiz Miguel, quienes también dejaron huella con sus respectivas faenas. Sin embargo, fue Palomar quien se llevó todos los honores y consiguió el reconocimiento definitivo de la afición madrileña, que lo aclamó como uno de los toreros más completos y comprometidos con el arte del toreo. Aquella tarde se convirtió en un hito en su carrera y, posiblemente, en la más memorable de todas sus actuaciones en la capital.

Dificultades y Altibajos en la Carrera

Lesiones y un Declive Progresivo

Como ocurre en la carrera de muchos toreros, el éxito de José Luis Palomar fue seguido por una serie de altibajos que marcaron la segunda mitad de su trayectoria. A pesar de sus espléndidas actuaciones, la suerte no siempre estuvo de su lado, y las lesiones comenzaron a hacer mella en su rendimiento.

En 1983, Palomar sufrió una serie de percances que mermaron su actividad. A pesar de ello, se presentó en 39 ocasiones esa temporada. Sin embargo, las lesiones fueron un factor que ya comenzaba a influir en la calidad y cantidad de su trabajo. En 1984, sufrió una grave cornada en su ciudad natal, Soria, cuando un toro le seccionó la vena safena. Esta lesión le obligó a reducir su número de actuaciones, y las complicaciones derivadas de la misma le hicieron bajar al puesto número 26 en el escalafón de toreros.

A pesar de estos obstáculos, Palomar continuó demostrando su determinación y profesionalismo. En 1985, participó en 25 corridas, pero la falta de contratos y los problemas físicos lo dejaron fuera de los primeros puestos del ranking. Su carrera estaba ya marcada por una alternancia de buenos y malos momentos, aunque su arte nunca dejó de brillar en los momentos de lucidez.

El Regreso a la Afición en la Década de los 80

En 1988, José Luis Palomar vivió una especie de resurgimiento en su carrera. En la Feria de San Isidro de ese año, logró recuperar parte de la gloria que había perdido en temporadas anteriores. El 29 de mayo, en la plaza de Las Ventas, cortó una oreja a un excelente toro de la ganadería lusa de Murteira Grave. Este ejemplar fue destacado como el toro más bravo de la feria, y Palomar demostró en esta corrida que su toreo seguía siendo altamente técnico y lleno de arte.

Este éxito fue significativo para su carrera, pues parecía que su nombre comenzaba a sonar nuevamente con fuerza en el mundo taurino. Sin embargo, la trayectoria de Palomar ya no fue tan constante como en sus primeros años, y su paso por las plazas de toros de España se fue reduciendo progresivamente.

El Final de una Era y el Retiro

La Decadencia de la Carrera y el Último Paseíllo

Después de un 1988 prometedor, la suerte de Palomar volvió a virar en su contra. En 1989, sufrió dos graves percances que afectaron definitivamente su carrera. El primero ocurrió el 13 de agosto en Tarragona, donde un toro de la ganadería de Javier Moreno le alcanzó gravemente en el abdomen. El segundo percance tuvo lugar el 2 de septiembre en Alcalá de Henares, cuando un toro de la ganadería de Peñajara le infligió otra grave cornada. Estos dos incidentes marcaron el final de su actividad como matador de toros, aunque Palomar siguió toreando de manera esporádica hasta su retirada definitiva en 1995.

Reflexión Final sobre su Trayectoria Taurina

José Luis Palomar Romero tuvo una carrera marcada por la irregularidad, pero también por la brillantez. Desde su primer terno de alamares hasta sus inolvidables salidas por la Puerta Grande de Madrid, Palomar dejó una huella imborrable en la historia del toreo. A pesar de las dificultades, su arte, su determinación y su capacidad para superar los obstáculos lo convirtieron en un torero admirado tanto por su público como por sus compañeros.

Aunque nunca toreó en la Real Maestranza de Sevilla, un hecho que siempre fue objeto de especulación, su nombre perdura en el recuerdo de los aficionados que vivieron las tardes de gloria en las que demostró la pureza y elegancia de su toreo. José Luis Palomar será recordado como un torero clásico, serio y lleno de talento, cuya carrera estuvo marcada por la pasión y el amor por el arte de la tauromaquia.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "José Luis Palomar Romero (1952-VVVV): El Torero Soriano que Triunfó en la Arena". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/palomar-romero-jose-luis [consulta: 19 de octubre de 2025].