Victorio Macho (1887-1966). El escultor que capturó el alma española a través del mármol y el bronce

Victorio Macho fue uno de los escultores españoles más representativos del siglo XX. Su obra, marcada por un profundo compromiso con la identidad hispana y una búsqueda incansable de la esencia de lo nacional, se convirtió en un símbolo del realismo expresivo y la modernidad formal. Nacido en Palencia y fallecido en Toledo, su legado perdura tanto en sus esculturas monumentales como en su visión estética plasmada en escritos y reflexiones que lo consagraron como un verdadero pensador del arte.

Orígenes y contexto histórico

Victorio Macho nació en Palencia en 1887, en una familia que alentó su inclinación artística desde la infancia. Su primer contacto con el arte se dio a través de la pintura, animado por su padre, aunque pronto la escultura se convertiría en su verdadera vocación. Esta pasión se despertó especialmente tras conocer la obra de Alonso de Berruguete en el Museo de Valladolid, una influencia decisiva que lo conectó con las raíces más profundas del arte español.

En 1897, su familia se trasladó a Santander, ciudad que desempeñó un papel crucial en su formación. Allí ingresó en la Escuela de Artes y Oficios, y más adelante, en el Taller de José Quintana. En 1900, su camino lo llevó a Madrid, donde se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, un entorno que moldearía su técnica pero del cual acabaría distanciándose por su rechazo a los cánones academicistas tradicionales.

Durante su etapa en Santander, participó activamente en círculos intelectuales y artísticos donde conoció a figuras destacadas como Solana y Victor de la Serna, con quienes compartía la inquietud por una expresión artística más auténtica, vinculada a las tradiciones y valores españoles. Este entorno propició su acercamiento al escultor Julio Antonio, quien se convertiría en su maestro e impulsor de su interés por representar los rasgos raciales y la esencia del alma hispánica a través de la escultura.

Logros y contribuciones

Victorio Macho comenzó su carrera con bustos-retratos de personalidades de la sociedad santanderina, en los que ya se advertía su capacidad para captar la psicología y la nobleza del rostro humano. No obstante, el punto de inflexión de su carrera fue el encargo del monumento a Pérez Galdós, situado en el madrileño parque del Retiro. Esta obra, realizada con un realismo firme y sereno, le otorgó notoriedad nacional y confirmó su talento como escultor público.

A lo largo de su trayectoria, Macho desarrolló una evolución estilística marcada por tres etapas fundamentales:

  1. Etapa realista inicial: Caracterizada por un realismo austero, influido por Julio Antonio y por la ideología regeneracionista de la Generación del 98. En este periodo retrató con fuerza los tipos populares españoles, especialmente del ámbito castellano.

  2. Depuración formal: Una búsqueda de formas más sobrias, robustas y esenciales, en lo que él mismo denominó un estilo “arquitectónico y musical”.

  3. Etapa americana: Durante su exilio en América, introdujo un componente simbólico y barroquizante, sin abandonar su sello personal.

Uno de sus mayores legados fue la creación del Cristo del Otero, monumental escultura que domina la ciudad de Palencia desde una colina y que se convirtió en uno de los iconos más representativos del arte religioso del siglo XX en España.

Momentos clave

La vida de Victorio Macho estuvo marcada por numerosos hitos que definieron su trayectoria y consolidaron su prestigio internacional:

  • 1900: Ingreso al Taller de José Quintana.

  • 1915: Instalación en Madrid y primeras obras de retratos públicos.

  • 1919: Culmina el monumento a Pérez Galdós.

  • 1920: Viaje a París, donde entra en contacto con movimientos vanguardistas.

  • 1931: Firma del manifiesto contra la burocratización del arte, promovido por la agrupación gremial de artistas plásticos.

  • 1936: Al estallar la Guerra Civil, se exilia primero en Valencia, luego en París y finalmente se establece en Colombia.

  • 1940: Se traslada a Perú, ampliando su influencia en el ámbito artístico latinoamericano.

  • 1952: Regresa definitivamente a España y fija su residencia en Toledo.

  • 1966: Muere en Toledo, dejando un inmenso legado escultórico y cultural.

Relevancia actual

El pensamiento y la obra de Victorio Macho siguen siendo de gran importancia para el estudio del arte español del siglo XX. Su enfoque humanista y su apuesta por una identidad hispana esculpida en mármol y bronce lo distinguen como uno de los pocos artistas capaces de transmitir un mensaje espiritual y nacionalista sin caer en lo panfletario.

Uno de sus mayores aportes fue su capacidad para fundir tradición e innovación, recuperando la imaginería barroca española y adaptándola a las exigencias expresivas de su tiempo. Este equilibrio lo convierte en un referente para generaciones posteriores de escultores que buscaban en el pasado las claves para un arte auténticamente nacional.

En Toledo, su legado se perpetúa en Roca Tarpeya, un enclave privilegiado donde construyó su casa-museo y donde hoy se exhiben 60 de sus esculturas más emblemáticas. El museo, abierto en 1967 y rehabilitado en 1999 tras un acuerdo entre la Fundación Victorio Macho y la Real Fundación de Toledo, es un centro de peregrinaje artístico y cultural para quienes desean comprender la evolución del arte escultórico moderno en España.

Además de su obra escultórica, Macho también destacó por sus escritos. Publicó libros como Berruguete, editado en Palencia en 1956, y Memorias, aparecido póstumamente en Madrid en 1972. En ellos, reflexionó sobre la escultura española y reivindicó el valor de lo autóctono frente a las corrientes cosmopolitas que, según él, desnaturalizaban el arte.

Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran también artículos como:

  • “El monumento a Cajal. Dos cuartillas de Victorio Macho” (Mundial, 2 de diciembre de 1922).

  • “El monumento del Otero palentino. Unas cuartillas de Victorio Macho”, publicado en El Norte de Castilla y El Día de Palencia (28 de septiembre de 1927).

El museo de Roca Tarpeya y la inmortalidad de su obra

El amor de Victorio Macho por Toledo culminó en la creación de su casa-taller en Roca Tarpeya, a escasos metros de la sinagoga del Tránsito. Tras su fallecimiento, donó la mayor parte de su obra a esta ciudad. Este espacio fue inaugurado como museo en 1967 y, tras un periodo de cierre, fue rehabilitado en 1999, convirtiéndose en un referente museístico de escultura contemporánea en España.

Allí, los visitantes pueden admirar de cerca su destreza técnica, su sensibilidad artística y su constante diálogo entre el pasado y el presente. La figura de Victorio Macho, tanto por su vida como por su obra, sigue siendo un símbolo de la identidad castellana y de la vocación universal del arte español.

Bibliografía

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VV.AA.: El Cristo de Victorio Macho de los corrales de Buelna, Santander, 1951.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Victorio Macho (1887-1966). El escultor que capturó el alma española a través del mármol y el bronce". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/macho-victorio [consulta: 29 de septiembre de 2025].