Lorenzo Calvo de Rozas (1773-1850). Comerciante, patriota y político español clave en la Guerra de la Independencia y defensor del constitucionalismo

Lorenzo Calvo de Rozas (1773-1850). Comerciante, patriota y político español clave en la Guerra de la Independencia y defensor del constitucionalismo

Orígenes y primeros años en el comercio

Lorenzo Calvo de Rozas nació el 23 de junio de 1773 en el pequeño pueblo de Ranedo, en la provincia de Vizcaya, una región que, en el contexto de finales del siglo XVIII, comenzaba a transformarse a nivel económico y social. Su familia, aunque no pertenecía a la nobleza, disfrutaba de una posición cómoda dentro de la clase media. Este entorno sería crucial para que Calvo de Rozas pudiera emprender una carrera exitosa en el ámbito comercial y, posteriormente, político. En este entorno, la educación y la formación práctica serían fundamentales para sus futuros logros.

Desde joven, Calvo de Rozas mostró un gran interés por los negocios. Su carácter emprendedor lo llevó a trasladarse a Madrid a la edad de 25 años, alrededor de 1798. En la capital española, la economía experimentaba un crecimiento considerable, impulsado en parte por las reformas borbónicas y la apertura a nuevas ideas de mercado. Madrid, centro neurálgico del comercio y la política en el siglo XVIII, fue el lugar donde Lorenzo pudo aprovechar las oportunidades que la vida le ofrecía. Su trabajo en el comercio le permitió adquirir una considerable fortuna, lo que sería el cimiento de su futuro.

En 1800, su éxito comercial le permitió ingresar en círculos políticos y económicos importantes. Fue nombrado miembro de la Junta de Gobierno del Banco de San Carlos, una entidad financiera clave en la época. Este nombramiento no solo evidenció su capacidad para gestionar grandes sumas de dinero y coordinar proyectos de envergadura, sino que también reflejó su creciente influencia en los asuntos económicos del país. Durante esta etapa, Calvo de Rozas mostró gran habilidad para manejar situaciones complejas y asumir responsabilidades en instituciones de importancia nacional.

En 1804, su posición se consolidó aún más cuando fue designado primer director de la Sociedad de Comerciantes, una institución creada por orden de Carlos IV para enfrentar la grave carestía de ese año. La sociedad tenía como objetivo garantizar el abastecimiento de granos al Reino, una tarea fundamental en un contexto en el que la escasez de alimentos amenazaba la estabilidad social y política de España. La habilidad de Calvo de Rozas para gestionar esta crisis le permitió ganar la confianza de la corona y de otros sectores de la élite española.

La gestión de la Sociedad de Comerciantes no solo implicaba asegurar el suministro de productos básicos, sino también coordinar la distribución de recursos en todo el territorio nacional. Calvo de Rozas demostró su capacidad para afrontar estos desafíos con una visión estratégica que beneficiaba tanto a la economía como a la política del país. A través de su liderazgo, logró mantener un flujo constante de recursos en un momento crítico para el Reino de España.

A pesar de que Calvo de Rozas había nacido en una familia de clase media, su influencia en los círculos de poder creció rápidamente, lo que le permitió acceder a nuevas responsabilidades políticas. Además de su trabajo en el Banco de San Carlos y en la Sociedad de Comerciantes, también formó parte de la Comisión para organizar un Consulado General que se iba a establecer en Madrid. Esta institución tenía como finalidad regular el comercio exterior y promover el desarrollo económico del país, un ámbito en el que Calvo de Rozas demostraba una gran capacidad de influencia.

La participación de Calvo de Rozas en la organización de este Consulado General evidenció su habilidad para coordinar proyectos a gran escala y su conocimiento de los mecanismos económicos que regían en el ámbito comercial y financiero. Este tipo de nombramientos mostraba su capacidad para moverse con soltura en los círculos de poder de la España borbónica. En un país en el que la administración y la política estaban dominadas por una élite muy cerrada, Calvo de Rozas representaba un ejemplo de la movilidad social que, aunque difícil, era posible para aquellos con las habilidades y la visión adecuadas.

A lo largo de estos años, su vida personal también fue relevante. Calvo de Rozas se casó dos veces: la primera con María López de la Huesa, con quien tuvo un hijo, Juan Luis Calvo Pérez. La unión con María López, aunque no se detallan muchos aspectos de su relación, representó una etapa en la que Calvo de Rozas consolidó su estatus económico y social. Después de la muerte de su primera esposa, se casó con Catalina Pérez, aunque este segundo matrimonio parece haber tenido menos relevancia en su carrera política.

Sin embargo, la vida de Lorenzo Calvo de Rozas iba a cambiar drásticamente en 1808. Con la llegada de las tropas francesas a España, el país se vio arrastrado a una guerra de independencia que afectó a todos los niveles de la sociedad, incluidos los comerciantes y la clase media. En mayo de 1808, cuando las tropas francesas comenzaban a avanzar por la península, Calvo de Rozas se vio forzado a tomar decisiones cruciales que cambiarían el curso de su vida y la de España. En esta época, su fortuna personal era considerable: se le calculaba una riqueza aproximada de 4.500.000 reales, una cifra significativa que le permitió tomar decisiones que, de otro modo, habrían sido impensables para muchos.

La llegada de las tropas francesas supuso un punto de inflexión en su vida. Mientras la familia de Calvo de Rozas se trasladaba hacia Aragón, él permaneció en Madrid hasta el 25 de mayo, cuando decidió seguir los pasos de su mujer y dirigirse hacia Zaragoza, en busca de seguridad. Fue en este momento que el destino de Calvo de Rozas tomó un giro decisivo. Al llegar a Zaragoza, fue detenido por el general José de Palafox, quien, reconociendo la importancia de este comerciante y hombre de negocios, lo nombró Intendente General interino del Ejército y Corregidor de Zaragoza. Esta detención no fue un simple arresto, sino el inicio de un papel crucial en la lucha contra los invasores franceses.

En los días siguientes, Calvo de Rozas se convirtió en una figura central en la defensa de Zaragoza. Su papel como líder y organizador de la resistencia se consolidó rápidamente, y su influencia sobre Palafox fue determinante para que éste decidiera organizar la defensa de la ciudad. Con su conocimiento de los recursos disponibles y su capacidad para gestionar situaciones de crisis, Calvo de Rozas fue esencial en la organización de la resistencia frente a las tropas francesas que cercaban Zaragoza. En los días siguientes, su intervención fue decisiva para que Zaragoza resistiera, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la independencia.

El 15 de junio de 1808, cuando las fuerzas francesas estaban a punto de asediar Zaragoza, Calvo de Rozas organizó la defensa de la ciudad, manteniendo la moral de los combatientes y reforzando las estructuras de resistencia. Esta fase de la vida de Lorenzo Calvo de Rozas marcó su transición de un próspero comerciante a un líder político y militar clave en la Guerra de la Independencia. Su influencia en los eventos que siguieron, como el primer y segundo Sitio de Zaragoza, consolidó su lugar en la historia como uno de los patriotas más comprometidos con la lucha contra la invasión francesa.

La Guerra de la Independencia y el ascenso político

La Guerra de la Independencia marcó un antes y un después en la vida de Lorenzo Calvo de Rozas. Tras su llegada a Zaragoza en mayo de 1808, se encontraba en una situación que pocos podrían haber anticipado. El asedio francés a Zaragoza era inminente, y la ciudad se encontraba al borde de la desesperación. Sin embargo, este escenario de caos sería el punto de inflexión que definiría su carrera política y militar.

Al ser detenido por José de Palafox, el líder aragonés, Calvo de Rozas no se limitó a aceptar su arresto pasivamente. Palafox, al reconocer la experiencia de Calvo de Rozas en la gestión y la organización, lo nombró Intendente General interino del Ejército y Corregidor de Zaragoza. Este nombramiento no solo reflejaba la confianza de Palafox en su capacidad, sino que también señalaba el comienzo de un proceso de involucramiento activo de Calvo de Rozas en la política y en los aspectos militares de la guerra. A partir de este momento, las decisiones de Calvo de Rozas influirían en el curso de los acontecimientos, desde la defensa de Zaragoza hasta las más altas esferas de la Junta Central.

La primera gran contribución de Calvo de Rozas a la resistencia española fue su actuación durante el primer Sitio de Zaragoza. La ciudad estaba bajo el asedio de las tropas francesas desde el 15 de junio de 1808. Mientras la situación en el frente militar se volvía cada vez más desesperada, Calvo de Rozas no solo mostró una habilidad táctica admirable, sino que también fue fundamental para mantener el espíritu de lucha entre los habitantes de Zaragoza. Aunque las fuerzas de Palafox no lograron frenar el avance francés en el campo de batalla, la ciudad resistió durante un periodo crucial gracias en parte a la determinación y liderazgo de Calvo de Rozas.

Uno de los elementos que destacó en su desempeño durante el Sitio fue su capacidad para organizar la defensa de la ciudad. A pesar de no ser un militar de formación, Calvo de Rozas se convirtió en una figura clave en la coordinación de las estrategias de resistencia. Sabía cómo aprovechar los recursos limitados disponibles y cómo maximizar el impacto de cada esfuerzo de los defensores. Su influencia fue tal que Palafox llegó a confiar en él no solo para organizar la resistencia dentro de Zaragoza, sino también para articular la respuesta política frente a la invasión.

Cuando los franceses levantaron el primer Sitio el 24 de junio, Calvo de Rozas consideró que su misión había sido cumplida, y solicitó permiso a Palafox para retirarse a su casa en Madrid. Sin embargo, Palafox, al percatarse de la importancia de su figura, decidió nombrarlo en propiedad como Intendente General del Ejército y Corregidor de Zaragoza, e incluso le otorgó un papel destacado dentro de las autoridades locales. A partir de ese momento, la figura de Calvo de Rozas se consolidó no solo en la política local de Zaragoza, sino también en el ámbito nacional, al convertirse en un miembro de la Junta Central.

La Junta Central Suprema de Gobierno había sido creada para coordinar la resistencia española contra la ocupación francesa, y Calvo de Rozas fue nombrado miembro en agosto de 1808. En su rol, trabajó junto a otros destacados patriotas, como el conde de Sástago y el brigadier Francisco de Palafox y Melzi. Aunque el número de representantes de Aragón en la Junta Central era reducido, Calvo de Rozas se destacó por su habilidad para manejar los asuntos políticos y estratégicos. Su participación en la Junta Central no fue simplemente una formalidad; de hecho, él desempeñó un papel activo en la gestión de los recursos, la organización de las fuerzas militares y la formulación de estrategias.

Uno de los momentos más relevantes de su carrera en la Junta fue su intervención en la convocatoria de una magna suscripción para los supervivientes del Sitio de Zaragoza. En agosto de 1808, Calvo de Rozas redactó una circular dirigida a los arzobispos y obispos de España e Indias, en la que solicitaba una suscripción en apoyo a los patriotas que habían defendido la ciudad. Este gesto no solo fue un acto de solidaridad, sino que también reflejó el sentido de unidad que Calvo de Rozas intentaba fomentar en toda España, así como su visión de la guerra como una lucha nacional y no solo local.

A lo largo de su participación en la Junta Central, Calvo de Rozas defendió con firmeza los intereses de Aragón, subrayando la importancia de su resistencia en la lucha por la independencia. De hecho, fue uno de los principales opositores a las actitudes conciliadoras de algunos miembros de la Junta que, según él, se inclinaban hacia los intereses de la monarquía borbónica en lugar de abrazar plenamente la causa de la independencia española. En sus intervenciones, destacó por su defensa de la legalidad y el orden constitucional, así como por su enérgico rechazo a cualquier intento de pactar con los franceses.

En ese mismo contexto, Calvo de Rozas se enfrentó a una creciente oposición dentro de la Junta Central. A pesar de su dedicación a la causa, fue atacado por quienes consideraban que su actitud era demasiado rígida o excesivamente crítica con la dirección de la guerra. El 24 de noviembre de 1808, tras la firma de un manifiesto en favor de la creación de una Junta Militar, Calvo de Rozas se vio envuelto en un conflicto con otros miembros de la Junta, como el marqués de la Romana, a quienes acusaba de ser demasiado conservadores o de tener inclinaciones afrancesadas. En sus escritos, Calvo de Rozas denunció la traición de ciertos sectores de la Junta que, a su juicio, habían perdido el rumbo de la lucha patriótica.

Sin embargo, a pesar de las tensiones internas, su voz dentro de la Junta siguió siendo influyente. Fue uno de los comisionados por la Junta Central en diciembre de 1808 para la organización del ejército que debía reunirse en Almaraz, Cáceres, con el fin de garantizar la defensa de las zonas claves del país. La comisión también tenía como objetivo reforzar las fortificaciones y asegurar el suministro de víveres para las tropas, una tarea crucial para mantener la moral de los combatientes.

En su labor como comisionado, Calvo de Rozas mostró una vez más su capacidad organizativa y su pragmatismo. A pesar de las dificultades que enfrentaba, fue capaz de movilizar recursos y coordinar esfuerzos entre diferentes regiones del país. Este carácter y su habilidad para gestionar situaciones complejas le ganaron el respeto de muchos, aunque también le atrajeron la hostilidad de quienes no compartían su enfoque.

Sin embargo, su creciente poder e influencia no pasaron desapercibidos para aquellos que se oponían a sus ideas. En 1809, fue uno de los primeros en manifestarse en contra de la creación de una regencia que, a su juicio, no cumplía con los principios republicanos que había defendido durante la guerra. La cuestión del gobierno central en tiempos de guerra era un tema polémico, y Calvo de Rozas insistió en que solo las Cortes, debidamente convocadas, podían asumir la autoridad necesaria para resolver los problemas del país.

A lo largo de estos primeros años de la Guerra de la Independencia, la figura de Lorenzo Calvo de Rozas se consolidó como un líder crucial en la resistencia contra los franceses. Su capacidad para organizar, su compromiso con la causa nacional y su defensa de los principios constitucionales lo hicieron destacar, pero también lo pusieron en el centro de las tensiones políticas que definirían los años posteriores del conflicto.

La lucha política en tiempos de la Junta Central y las Cortes

A medida que avanzaba la Guerra de la Independencia, Lorenzo Calvo de Rozas se consolidaba como uno de los patriotas más influyentes en la resistencia española contra la ocupación francesa. Su participación activa en la Junta Central y su defensa constante de los intereses de Aragón y la causa patriota lo situaron en una posición clave dentro de la lucha por la independencia. En este contexto, Calvo de Rozas no solo mostró sus habilidades como organizador y estratega, sino también como un líder político que luchaba por una España libre de la influencia francesa.

La Junta Central y el fortalecimiento de la resistencia

La creación de la Junta Central Suprema de Gobierno en 1808, encargada de coordinar la lucha contra los invasores franceses, fue un punto de inflexión en la historia de España. Calvo de Rozas fue nombrado miembro de esta Junta en agosto del mismo año, junto con otros destacados patriotas. La Junta Central estaba destinada a ser el órgano soberano que representaría los intereses de España en su conjunto, con el objetivo de coordinar la resistencia frente a los franceses y mantener el orden en las regiones libres de la invasión.

Desde el principio, Calvo de Rozas se distinguió por su firmeza en sus convicciones y su habilidad para manejar los asuntos políticos y militares con gran destreza. Su principal preocupación era que la Junta Central no cayera bajo la influencia de elementos moderados o conciliadores que pudieran comprometer los principios fundamentales de la resistencia. En sus intervenciones dentro de la Junta, defendió enérgicamente la independencia total de España respecto de las ambiciones francesas y, al mismo tiempo, promovió una organización eficiente del esfuerzo bélico, lo que incluyó el fortalecimiento de las fuerzas armadas y la gestión de los recursos financieros.

Una de las principales características de la actuación de Calvo de Rozas en la Junta Central fue su enfoque en la centralización del poder en un órgano ejecutivo fuerte y eficaz. En sus propuestas, abogó por la creación de una Junta Militar, que tendría un papel crucial en la coordinación de las acciones militares en todo el país. Calvo de Rozas fue un firme defensor de la necesidad de un gobierno centralizado que pudiera tomar decisiones rápidas y eficaces para enfrentar la amenaza francesa, y para garantizar la unidad en tiempos de crisis. En sus propuestas, mencionó la urgencia de establecer una estructura militar eficiente que pudiera responder a las exigencias de la guerra sin las trabas de la burocracia.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no todos en la Junta compartían su visión. Algunos miembros de la Junta Central eran más cautelosos y estaban dispuestos a hacer concesiones políticas que Calvo de Rozas consideraba inaceptables. La tensión entre los distintos grupos dentro de la Junta Central se fue intensificando, y la oposición a las ideas de Calvo de Rozas fue en aumento, especialmente por parte de los sectores que defendían una mayor moderación y las reformas más gradualistas.

La confrontación con la Regencia y el llamado a la apertura de las Cortes

La relación de Calvo de Rozas con la Regencia que se instauró tras la abdicación de Carlos IV y la ocupación francesa fue, por decirlo suavemente, tensa. Desde sus primeros días en la Junta Central, Calvo de Rozas manifestó su desconfianza hacia los miembros de la Regencia, que en su opinión estaban demasiado dispuestos a negociar con los franceses o, en el peor de los casos, cedían ante sus intereses. De hecho, Calvo de Rozas fue uno de los primeros en criticar la postura conciliadora de la Regencia y a denunciar lo que él consideraba traiciones dentro de los altos círculos del poder.

En su lucha por mantener la resistencia contra los franceses en su forma más firme, Calvo de Rozas se opuso a las propuestas de aquellos que abogaban por una paz con los invasores. Consideraba que España debía mantener su lucha hasta lograr la total expulsión de las fuerzas francesas y la restauración de su soberanía. La política de la Regencia, que en muchos casos parecía dispuesta a hacer concesiones, no era vista con buenos ojos por Calvo de Rozas, quien temía que ello condujera a la fragmentación del país y a la pérdida de la independencia nacional.

A medida que la guerra avanzaba, Calvo de Rozas continuó presionando por la convocatoria de Cortes, que consideraba el único órgano legítimo capaz de tomar decisiones trascendentales para la nación. En 1809, tras las dificultades de la Regencia para estabilizar el país y coordinar una defensa efectiva, Calvo de Rozas formuló una propuesta ante la Junta Central en la que insistió en la necesidad de abrir un proceso constituyente que convocara unas Cortes para resolver el problema del gobierno y la organización del poder en España. Para él, solo las Cortes podrían legitimarse como la máxima autoridad en una nación que luchaba por su independencia.

Este llamado a la apertura de las Cortes se basaba en una serie de principios constitucionales que Calvo de Rozas consideraba fundamentales para la supervivencia del Estado español. Estaba convencido de que solo a través de un proceso democrático de representación nacional podría España superar sus divisiones internas y garantizar una resistencia eficaz frente a los invasores. En su propuesta, subrayó la necesidad de que se garantizara la libertad de imprenta, el derecho a la representación de todas las provincias y el establecimiento de un poder ejecutivo que pudiera actuar rápidamente en tiempos de guerra.

A lo largo de los meses que siguieron, la figura de Calvo de Rozas continuó siendo una de las más influyentes en los debates sobre la organización política de España. Su defensa de las Cortes y de un gobierno legítimo lo colocó en el centro de la política española, pero también lo puso en conflicto con los sectores más conservadores que veían sus propuestas como demasiado radicales. En este sentido, Calvo de Rozas no solo luchaba por la independencia de España frente a la ocupación francesa, sino también por un nuevo orden político que, en su opinión, debía basarse en los principios de la representación popular y la soberanía nacional.

Propuestas de reformas y enfrentamientos con los sectores moderados

La postura de Calvo de Rozas frente a la Regencia y su llamado a la apertura de las Cortes no fueron los únicos aspectos de su lucha por una España más democrática. Durante este periodo, también elaboró varias propuestas que reflejaban su visión de un sistema político más organizado y eficaz. Una de sus propuestas más destacadas fue la creación de una Junta Militar, que se encargaría de centralizar la dirección de las fuerzas armadas y coordinar los esfuerzos bélicos de una manera más eficiente.

La idea de Calvo de Rozas de centralizar la dirección militar no fue bien recibida por algunos de los altos mandos militares, que preferían una mayor autonomía para sus respectivas regiones. La confrontación entre los defensores de la centralización y los partidarios de un sistema más descentralizado fue una de las tensiones políticas clave en los primeros años de la guerra. Sin embargo, Calvo de Rozas persistió en su lucha por una organización militar coherente y eficiente, argumentando que la fragmentación solo perjudicaría los esfuerzos nacionales de resistencia.

Además de su trabajo en la Junta Central, Calvo de Rozas también mostró su preocupación por los aspectos financieros de la guerra. Sabía que la victoria solo sería posible si España podía movilizar los recursos necesarios para sostener el esfuerzo militar. Por ello, propuso una serie de reformas en la gestión de los recursos y la distribución de los fondos, buscando garantizar que las provincias más afectadas por la guerra pudieran recibir el apoyo necesario. De igual manera, insistió en la creación de un sistema financiero más equitativo y organizado, que permitiera a España no solo resistir la invasión, sino también reconstruir su economía tras la guerra.

Persecución, cárcel y enfrentamientos con la Regencia

Después de una etapa de ascenso político durante la Guerra de la Independencia y su participación activa en la Junta Central, Lorenzo Calvo de Rozas experimentó una reversión en su suerte a medida que la lucha por la independencia se trasladaba a un escenario más complejo de intrigas políticas y enfrentamientos internos. La creación de la Regencia, bajo la presidencia de Francisco de Saavedra, trajo consigo una nueva fase de confrontación en la que la figura de Calvo de Rozas se vio rodeada de conflictos tanto internos como externos. El conflicto no solo era con los franceses, sino también con las tensiones internas que marcarían el futuro de la España post-guerra.

La Regencia y el conflicto interno

Con el paso de los años, la Regencia, que asumió el poder tras la abdicación de Carlos IV y la invasión francesa, adoptó una postura más moderada en cuanto a las relaciones con las potencias extranjeras, lo que provocó el malestar de aquellos patriotas más radicales como Calvo de Rozas. Esta actitud de la Regencia era vista por muchos como una traición al pueblo español, que había luchado enérgicamente por la independencia de su país. Los moderados, encabezados por personajes como el marqués de la Romana, comenzaron a ganar terreno en la política española, favoreciendo acuerdos con los aliados o incluso cediendo ante los intereses de los franceses.

Calvo de Rozas, por su parte, siempre defendió la necesidad de una postura más firme contra cualquier negociación con los franceses y por la restauración total de la soberanía española. Fue crítico con los miembros de la Regencia, a los que acusaba de no ser lo suficientemente patriotas o de estar dispuestos a hacer concesiones que comprometerían la independencia. Esta postura le valió la enemistad de quienes, en sus ojos, no luchaban lo suficiente por la causa nacional.

Uno de los principales momentos de enfrentamiento con la Regencia llegó cuando Calvo de Rozas propuso que se convocaran las Cortes, para que el pueblo español pudiera decidir el futuro del país de forma legítima, lo que implicaba que el poder se trasladara a un órgano más representativo y democrático. En su opinión, las Cortes eran la única institución legítima capaz de tomar decisiones que representaran el verdadero deseo del pueblo español.

Sin embargo, la Regencia consideraba que la situación aún no era lo suficientemente estable como para convocar Cortes, y prefería mantener un control centralizado, una medida que fue vista como una forma de evitar el control de los radicales y de quienes cuestionaban su legitimidad. Este desacuerdo se tradujo en un enfrentamiento directo entre Calvo de Rozas y los miembros de la Regencia, que veían en sus propuestas una amenaza para el orden político que estaban intentando consolidar.

La persecución política y el encarcelamiento

El enfrentamiento entre Calvo de Rozas y la Regencia se intensificó cuando él comenzó a escribir y difundir una serie de manifiestos en los que denunciaba lo que consideraba la traición de la Regencia y sus aliados. En sus escritos, no solo atacaba la moderación de la Regencia, sino también a aquellos miembros de la Junta Central que, a su juicio, no habían sido lo suficientemente firmes en la lucha contra los invasores franceses. Denunciaba la tibieza con la que algunos sectores del gobierno habían tratado la guerra y la ocupación francesa, lo que, en su opinión, ponía en peligro la soberanía nacional.

Como respuesta a sus críticas, la Regencia optó por una medida de represalia: el arresto de Calvo de Rozas. El 6 de febrero de 1810, fue detenido bajo acusaciones de malversación de fondos públicos y de conspiración contra la estabilidad del gobierno. Esta acusación formaba parte de una serie de medidas represivas destinadas a sofocar cualquier disidencia contra la autoridad de la Regencia.

Calvo de Rozas fue encarcelado en el Castillo de San Sebastián, en Cádiz, mientras su esposa y varios de sus colaboradores fueron arrestados y enviados a la fragata Paz. La detención de Calvo de Rozas fue ampliamente criticada por aquellos que lo consideraban un patriota honesto, que había luchado incansablemente por la independencia de España. Entre ellos, se encontraba el político y escritor Antonio de Capmany, quien denunció su encarcelamiento y lo calificó de «arbitrario y político». La noticia de la prisión de Calvo de Rozas se extendió rápidamente, y se convirtió en un símbolo de la represión política que caracterizó a la Regencia.

A pesar de estar encarcelado, Calvo de Rozas no se rindió. Durante su tiempo en prisión, escribió varios manifiestos y cartas en los que denunciaba el abuso de poder de la Regencia y apelaba a la justicia. En uno de estos documentos, titulado El patriotismo perseguido a traición por la arbitrariedad y el egoísmo, Calvo de Rozas expresó su indignación por el trato recibido y solicitó la intervención de las Cortes para garantizar su libertad y la de sus colaboradores.

El encarcelamiento de Calvo de Rozas generó un amplio debate público. Muchos consideraban que su arresto era una estrategia para silenciar a uno de los patriotas más firmes y comprometidos con la causa de la independencia. La represión política se intensificó, y se convirtió en un tema central de discusión en los círculos liberales y republicanos de la época.

La liberación y la revuelta política

Después de meses de encarcelamiento, la situación política cambió. En octubre de 1810, la Audiencia de Sevilla dictó una orden de liberación para Calvo de Rozas, tras considerar que no había pruebas suficientes para mantenerlo bajo custodia. A pesar de ello, su liberación no fue inmediata, ya que las autoridades locales de Cádiz se negaron a cumplir la orden. No fue sino hasta el 19 de octubre de 1810 cuando Calvo de Rozas fue finalmente liberado, después de pasar más de ocho meses en prisión.

La liberación de Calvo de Rozas no marcó el fin de su lucha política. En los años siguientes, continuó enfrentándose a la Regencia y a los sectores moderados que gobernaban España. Su figura se convirtió en un símbolo de resistencia y lucha por la libertad, pero también en un foco de tensión política. A pesar de sus esfuerzos por volver a la vida pública, su reputación quedó marcada por las acusaciones de traición y las constantes persecuciones políticas.

Durante el tiempo que pasó fuera de prisión, Calvo de Rozas continuó escribiendo y participando en la vida política. En 1812, después de la disolución de la Regencia y el regreso de las Cortes, Calvo de Rozas presentó una serie de peticiones para recuperar su honor y los derechos que había perdido durante su encarcelamiento. Su relación con las Cortes fue siempre ambigua: si bien buscaba obtener justicia, también criticaba las decisiones de la nueva administración.

En 1813, Calvo de Rozas fue nuevamente arrestado, acusado de conspiración y de intentar influir en los procesos políticos de manera ilegal. Fue un periodo de inestabilidad política en España, marcado por las tensiones entre los sectores liberales y absolutistas, que veían en las figuras como Calvo de Rozas una amenaza para sus intereses. Sin embargo, a pesar de las dificultades y las detenciones, nunca dejó de luchar por la independencia de su país.

El legado de Calvo de Rozas

A lo largo de su vida, Lorenzo Calvo de Rozas se mantuvo firme en su convicción de que España debía ser un Estado libre y soberano, sin la intervención de potencias extranjeras. Su lucha en la Guerra de la Independencia y sus propuestas políticas marcaron un antes y un después en la historia de España. Aunque su vida estuvo plagada de persecuciones y encarcelamientos, su figura se consolidó como la de un hombre comprometido con la independencia y la justicia.

Su legado no solo se encuentra en las páginas de la historia, sino también en las ideas que promovió sobre la organización del Estado y la necesidad de un gobierno legítimo que representara los intereses del pueblo. A pesar de las dificultades, su vida refleja la perseverancia de aquellos patriotas que, a pesar de la adversidad, nunca dejaron de luchar por la causa de la libertad.

Recuperación política, contribuciones a la vida pública y legado

Tras su liberación en 1810, Lorenzo Calvo de Rozas continuó siendo una figura relevante en los acontecimientos políticos de España, pero a pesar de sus esfuerzos por recuperar su influencia, se vio atrapado en una lucha constante con el sistema político que surgió de la Guerra de la Independencia. Aunque la lucha por la independencia había sido ganada, los años posteriores al conflicto no trajeron consigo la estabilidad que muchos habían esperado. La España que surgió de la guerra estaba marcada por divisiones profundas, que iban desde las tensiones entre liberales y absolutistas hasta los conflictos entre los defensores de una constitución moderada y los que abogaban por un régimen más radical.

El regreso a la política en tiempos de la Constitución de Cádiz

Con la disolución de la Regencia y el establecimiento de la Constitución de Cádiz en 1812, España parecía entrar en una nueva era política. Las Cortes de Cádiz, encargadas de redactar la Constitución, se consideraban la encarnación del nuevo orden liberal. En ese contexto, la figura de Calvo de Rozas, aunque marcada por sus enfrentamientos con la Regencia y las tensiones con los sectores moderados, intentó posicionarse como un defensor de la soberanía popular y de los principios republicanos.

Aunque sus intentos de influir en la política de la época fueron limitados, Calvo de Rozas siguió siendo un firme defensor de los principios constitucionales que se habían establecido. A lo largo de los años, continuó luchando por la implementación plena de la Constitución de Cádiz y la consolidación de un gobierno republicano que representara las necesidades del pueblo. Sin embargo, las divisiones internas entre liberales y absolutistas, sumadas a las interferencias de las potencias extranjeras, complicaron sus esfuerzos.

En 1814, con la restauración de Fernando VII, España retrocedió a un régimen absolutista. La noticia de la restauración de la monarquía absolutista fue un golpe devastador para los liberales, que habían apostado por una España más democrática y constitucional. Calvo de Rozas, como muchos otros patriotas, se encontró en una situación política y personal delicada. La restauración significaba no solo el retroceso de las libertades constitucionales, sino también una nueva persecución para aquellos que se habían opuesto al absolutismo.

Nuevas persecuciones y conflictos con el absolutismo

Con el regreso al poder de Fernando VII, las fuerzas absolutistas comenzaron a ejercer su autoridad de forma despiadada. Los opositores al régimen, incluidos los liberales, los republicanos y aquellos que habían apoyado las reformas constitucionales, fueron perseguidos y arrestados. En este contexto, la figura de Calvo de Rozas se vio de nuevo atrapada en las redes de la represión política. Su oposición al régimen absolutista lo colocó en el punto de mira del nuevo gobierno, que consideraba a estos patriotas como una amenaza para el orden monárquico.

En 1815, Calvo de Rozas fue detenido nuevamente, bajo la acusación de conspirar contra la estabilidad del nuevo régimen. Esta detención fue un reflejo de las tensiones políticas del momento, en las que cualquier intento de resistencia o de volver a las ideas liberales y republicanas era considerado un acto de subversión. La persecución fue brutal, y muchos de los líderes políticos que habían luchado por la independencia o que se habían pronunciado en favor de la Constitución de Cádiz se vieron obligados a vivir en el exilio o a enfrentarse a largas condenas de prisión.

Tras su detención, Calvo de Rozas fue trasladado a diversas localidades como Coria y Plasencia, donde fue confinado durante varios años. La represión del absolutismo fue tan dura que incluso en esos lugares remotos, los opositores al régimen vivían bajo estrictas condiciones de control y vigilancia. Durante este periodo, Calvo de Rozas vivió en un limbo político y personal, incapaz de influir en los acontecimientos de su país pero manteniendo siempre su firme postura a favor de la libertad y la democracia.

El regreso a la política y los intentos de influencia en la década de 1820

Con la caída del régimen absolutista en 1820, debido a las presiones internas y externas, España vivió una breve etapa de apertura política conocida como el Trienio Liberal. Durante este periodo, Calvo de Rozas, junto con otros antiguos liberales y republicanos, intentó recuperar su influencia en la política española. Fue en este contexto que se le permitió regresar a Madrid, donde se unió a varios grupos políticos que luchaban por una restauración de las ideas constitucionales.

En 1821, Calvo de Rozas fue nombrado Director General de Rentas, un cargo crucial en un momento en el que las finanzas del país estaban en crisis debido a los efectos de la guerra y la inestabilidad política. A lo largo de su gestión, intentó poner en marcha una serie de reformas fiscales que, a su juicio, permitirían una mejor organización y mayor eficiencia en la administración pública. Sin embargo, su propuesta de reformas encontró obstáculos en la administración, y sus intentos de reformar el sistema financiero se vieron frenados por las tensiones políticas que marcaban la vida de la España liberal.

A pesar de los esfuerzos de Calvo de Rozas por recuperar su lugar en la política, el regreso del absolutismo con el “pronunciamiento” de Fernando VII en 1823 significó el fin de su breve etapa en el poder. El régimen absolutista restaurado, respaldado por la intervención extranjera de la Santa Alianza, volvió a imponer una estricta represión política, y Calvo de Rozas, al igual que otros liberales, se vio nuevamente marginado y perseguido.

Últimos años y legado político

En los últimos años de su vida, Calvo de Rozas continuó luchando por sus ideales, aunque su influencia en la política española fue limitada. Su figura pasó a un segundo plano mientras las tensiones internas del país, ahora divididas entre liberales y absolutistas, se agudizaban. En 1831, Calvo de Rozas fue nombrado Presidente de la Sociedad Patriótica de Madrid, una organización política destinada a promover los ideales republicanos y democráticos en un país que todavía vivía bajo la sombra de la monarquía absoluta.

A pesar de los continuos reveses, su dedicación a la causa de la libertad y su constante lucha por un gobierno que representara al pueblo español se mantuvieron firmes hasta el final de su vida. En 1834, durante la Guerra Carlista, Calvo de Rozas volvió a ser detenido en el marco de las purgas políticas del momento. Fue puesto en libertad en 1835, pero nunca logró recuperar completamente su influencia en el ámbito político.

Lorenzo Calvo de Rozas falleció el 6 de mayo de 1850 en Madrid. A pesar de que su vida estuvo marcada por las persecuciones y las dificultades, su legado perdura en los principios constitucionales y democráticos que defendió incansablemente durante toda su vida. A lo largo de los años, su figura se consolidó como un símbolo de la resistencia española ante la opresión, tanto extranjera como interna, y su lucha por la libertad y la independencia sigue siendo un referente para aquellos que defienden los derechos fundamentales y la soberanía popular.

Su legado no solo reside en sus escritos y en su activismo político, sino también en la influencia que tuvo en la construcción de un sistema político más democrático para España, un sistema que, aunque aún en desarrollo, reflejaba las ideas de quienes como él lucharon por un país más libre y justo.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Lorenzo Calvo de Rozas (1773-1850). Comerciante, patriota y político español clave en la Guerra de la Independencia y defensor del constitucionalismo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/calvo-de-rozas-lorenzo [consulta: 29 de septiembre de 2025].