Manuela Vargas (1944-2007). La flamenca sevillana que conquistó el mundo con su arte y pasión
Manuela Vargas, nacida en Sevilla en 1944, se consolidó como una de las figuras más destacadas del flamenco durante el siglo XX. Con una trayectoria repleta de reconocimientos y colaboraciones memorables, supo conjugar la tradición andaluza con una visión artística innovadora que la llevó a los escenarios más prestigiosos del mundo. Su fuerza expresiva, carácter escénico y técnica depurada la convirtieron en una referencia indiscutible dentro del universo del baile flamenco.
Orígenes y contexto histórico
Nacida el 17 de septiembre de 1944 como Manuela Hermoso Vargas, creció en una Sevilla profundamente vinculada a la tradición flamenca. Desde muy joven se sintió atraída por el arte del baile y dio sus primeros pasos en el mundo del flamenco bajo la tutela del maestro Enrique El Cojo, una figura clave en la formación de numerosas bailaoras destacadas.
En aquellos años, Sevilla y el resto de Andalucía vivían una ebullición cultural en la que el flamenco se consolidaba como seña de identidad y patrimonio cultural, no solo en los tablaos locales, sino también en escenarios internacionales. Este entorno facilitó que jóvenes talentos como Manuela Vargas encontraran espacios para desarrollar y mostrar su arte.
Su debut artístico tuvo lugar en el tablao El Guajiro, uno de los espacios emblemáticos de la escena flamenca sevillana. Allí comenzó a forjar un estilo propio, caracterizado por su intensidad dramática, el dominio técnico del zapateado y una presencia escénica inconfundible.
Logros y contribuciones
Uno de los momentos más trascendentales de su carrera fue su presentación en París en 1964 con el espectáculo Antología Dramática del Flamenco, dirigido por José Monleón. Este montaje le otorgó una gran visibilidad internacional y marcó el inicio de una carrera meteórica. Ese mismo año, fundó su primera compañía de baile y estrenó el espectáculo Flamenco de Manuela Vargas en Madrid, un proyecto que reunía a destacados bailarines y mostraba una visión personal del arte flamenco.
En 1981, participó con el Ballet Nacional de España en el estreno de Retrato de Mujer, una obra del coreógrafo Rafael Aguilar, que apostaba por un lenguaje escénico de gran sofisticación, fusionando flamenco, danza española y elementos teatrales. Esta colaboración se repitió en 1984 con Medea, dirigida por José Granero, otra producción emblemática del repertorio del Ballet Nacional.
En 1986 volvió a formar su propia compañía, con la que creó El Sur y la Petenera, un espectáculo con el que recorrió diversos escenarios internacionales y en el que se reflejaba su visión madura del flamenco, integrando elementos líricos y teatrales que ampliaban los límites del género.
Además de su trabajo como bailaora, Manuela Vargas colaboró estrechamente con el director de escena Miguel Narros. Con él trabajó en obras teatrales de gran relevancia como Don Juan Tenorio (1983), donde encarnó el papel simbólico de La Sombra, y especialmente en Fedra (1990), donde interpretó el rol titular con coreografía de Manolo Marín, fusionando teatro clásico y danza flamenca con una potencia escénica memorable.
Momentos clave
A lo largo de su vida artística, Manuela Vargas protagonizó momentos decisivos que definieron su trayectoria y su impacto en el mundo de la danza:
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1964: Presentación en París con Antología Dramática del Flamenco y estreno en Madrid de Flamenco de Manuela Vargas.
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1964: Ganadora del Premio Internacional de Danza del Teatro de las Naciones en París.
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1968: Participación en la película España, Otra Vez, que llevó su arte a la gran pantalla.
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1969: Recepción del Premio Nacional de Baile otorgado por la Cátedra de Flamencología y Estudios Folclóricos Andaluces de Jerez.
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1970 y 1971: Condecorada con los Premios Nacionales de Teatro.
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1981: Participación en Retrato de Mujer con el Ballet Nacional de España.
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1983: Colaboración teatral con Miguel Narros en Don Juan Tenorio.
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1984: Participación en Medea con el Ballet Nacional.
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1986: Fundación de una nueva compañía con el estreno de El Sur y la Petenera.
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1990: Interpretación estelar de Fedra, dirigida por Miguel Narros.
Este recorrido pone de manifiesto no solo su prolífica actividad artística, sino también su papel pionero en la profesionalización del flamenco y su apertura hacia nuevos lenguajes escénicos.
Relevancia actual
La figura de Manuela Vargas sigue siendo una referencia obligada en el mundo del flamenco. Su legado ha quedado impreso no solo en grabaciones y documentos audiovisuales, sino también en la memoria colectiva del arte español. Fue una artista que rompió moldes y supo integrar la esencia tradicional del flamenco con elementos teatrales y contemporáneos, anticipándose a muchas de las fusiones escénicas que serían habituales en décadas posteriores.
En los círculos académicos y especializados, su nombre sigue siendo citado como modelo de expresividad escénica, ejemplo de disciplina artística y símbolo de una época dorada del flamenco español. Su trabajo contribuyó significativamente a elevar el flamenco a los grandes escenarios del mundo, dotándolo de una dimensión artística y cultural más allá de lo puramente folklórico.
Manuela Vargas no solo fue una bailaora; fue una embajadora del arte flamenco, una artista total que dejó una huella profunda en cada escenario que pisó. Su impacto se mide no solo en premios y reconocimientos, sino en la influencia que aún ejerce sobre nuevas generaciones de bailarinas y coreógrafas que ven en ella un modelo de integridad artística y pasión por el arte.
El flamenco de hoy no sería el mismo sin la contribución de figuras como ella. Su paso por la historia no fue fugaz, sino firme y resonante, marcando una época y consolidando un legado que permanece vigente.
MCN Biografías, 2025. "Manuela Vargas (1944-2007). La flamenca sevillana que conquistó el mundo con su arte y pasión". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/vargas-manuela [consulta: 18 de julio de 2025].