Van der Elsken, Ed (1925-1990).
Fotógrafo holandés nacido en Amsterdam en 1925 y fallecido en Edam en 1990. Realizó estudios de Arte en su ciudad natal y se trasladó después a París para trabajar como fotógrafo independiente y corresponsal de un periódico holandés.
En la década de los años cuarenta realizó multitud de documentales acompañados de un gran número de fotografías tomadas con ocasión de un largo viaje alrededor del mundo. Sus imágenes querían ser una muestra crítica de la actividad social y política que emergía de las complejas situaciones sociales que “posaban” frente a su ácido objetivo. Un objetivo que se tornó más dulce cuando, entre 1955 y 1961, retrató con singular maestría el mundo del jazz en una serie que resulta impresionante. Si bien realizó imágenes en color, Elsken es en verdad un maestro del blanco y negro, técnica con la que refleja fielmente la atmósfera pesada y cargada de los bares de ambiente jazzístico, al tiempo que transmite la emoción del momento al conservar las condiciones de iluminación propias de estos lugares (en esta ocasión evitó el uso de flash).
Tras este paréntesis, el objetivo crítico y mordaz de Elsken reapareció en la década de los años sesenta para describir diversas situaciones de injusticia social: desde el apartheid sudafricano a las tensas relaciones sociopolíticas en China. Estas fotografías fueron publicadas en 1963, en obras como Dulce vida o álbumes sobre Amsterdam, Japón y China. Son auténticos estudios de los ambientes y sus gentes, tal y como se manifiesta en la fotografía “La Refugiada” (1960), retrato de las condiciones miserables que se viven en un barrio marginal de Hong Kong. En blanco y negro, se dibuja en el centro del encuadre la figura de una niña vestida con harapos que porta un cubo. Esta académica y sencilla composición posee, no obstante, la fuerza de la crítica conseguida gracias al propio lenguaje fotográfico: el gran contraste, el punto de vista ligeramente contrapicado y el uso del gran angular convierten a la niña en víctima del espacio que protagoniza. Ese mismo año, en Durban (Sudáfrica), realizó una imagen en la que, si bien el lenguaje fotográfico es similar -contraste, angular, punto de vista-, la crítica se hace más explícita: sobre un banco en el que se sientan cuatro personajes, una inscripción, “europeans-blankes”. El mar en el horizonte, el apartheid en la línea de éste.
En definitiva, sus imágenes son retratos de la marginación, del rechazo, de la subcultura. Sus fotografías testimonian su interés por esos seres más desamparados, los ignorados por la sociedad, para siempre impresionados por el objetivo de Elsken para su contemplación por parte de esa misma sociedad que los anula.
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