Eamon de Valera (1882–1975): El Padre de la Irlanda Independiente
Orígenes, formación y primeros pasos políticos
A finales del siglo XIX y principios del XX, Irlanda vivía una situación política compleja y marcada por un largo proceso de lucha por la independencia del dominio británico. Tras la Acta de Unión de 1800, Irlanda fue formalmente unida al Reino Unido, y los irlandeses comenzaron a enfrentar una creciente opresión política, social y económica. La mayoría católica, de origen gaélico, se veía subordinada a los protestantes unionistas, que tenían raíces principalmente británicas, y dominaban especialmente en la región de Ulster (Irlanda del Norte).
Los movimientos nacionalistas irlandeses comenzaron a ganar fuerza en el siglo XIX, buscando restaurar la soberanía del país. La Ley de Home Rule, que proponía la creación de una asamblea autónoma para Irlanda dentro del Reino Unido, se convirtió en el principal punto de conflicto. A pesar de los esfuerzos por establecer un autogobierno, la oposición unionista y las tensiones con Gran Bretaña creaban un entorno cada vez más polarizado. La situación se agravó a medida que avanzaba el siglo XX, con un creciente rechazo al dominio británico y la búsqueda de la independencia total.
Dentro de este contexto político tenso, Eamon de Valera nació en Nueva York el 14 de octubre de 1882, en una Irlanda que aún luchaba por liberarse del yugo británico. Este entorno de creciente lucha por la independencia influyó profundamente en su vida y en su visión de la política y la identidad irlandesa.
Infancia y orígenes familiares de Eamon de Valera
Eamon de Valera nació en Nueva York en el seno de una familia con una compleja identidad cultural. Su padre, Juan de Valera, era español, mientras que su madre, Catherine Coll, era irlandesa. Poco después de su nacimiento, su padre falleció, lo que obligó a su madre a regresar a Irlanda con él. A la edad de dos años, Eamon y su madre se instalaron en el condado de Limerick, donde el joven De Valera fue criado en un entorno imbuido de las tradiciones irlandesas.
Desde temprana edad, Eamon adoptó el gaélico como su lengua y fue educado en un ambiente fuertemente marcado por el nacionalismo irlandés. Creció en un hogar que promovía las costumbres y valores del país, un punto clave que formaría su identidad política y personal. Fue en este ambiente, rodeado de influencias irlandesas y de una madre profundamente patriota, donde De Valera empezó a desarrollar un sentido de pertenencia a la nación irlandesa y un deseo ardiente de luchar por la independencia.
Formación académica y profesional
De Valera comenzó su formación académica en Irlanda en la escuela primaria de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, situada en Charleville, un pequeño pueblo en el condado de Limerick. Durante sus años en la escuela, destacó por su aptitud académica, particularmente en el área de los idiomas y las matemáticas, lo que lo impulsó a continuar su educación en la Universidad de Dublín. Allí completó sus estudios en 1904, obteniendo su grado en idiomas y matemáticas.
Tras finalizar sus estudios universitarios, De Valera comenzó a trabajar como profesor de matemáticas en la escuela de Maynooth y, más tarde, como profesor agregado en la Universidad de Dublín. Estos años de docencia le permitieron forjar una visión más clara del sistema educativo irlandés y de la importancia de la cultura irlandesa en la formación de una identidad nacional, que resultaría ser fundamental en su futura carrera política.
Primeras decisiones y activismo político
Durante sus años de formación, De Valera no solo cultivó su intelecto, sino que también comenzó a involucrarse en actividades políticas y culturales que le conectarían con el nacionalismo irlandés. En 1908, se unió a la Liga Gaélica, una organización que promovía el uso del idioma gaélico y el renacimiento de las costumbres irlandesas tradicionales, lo que le permitió entrar en contacto con otros jóvenes nacionalistas irlandeses. Esta conexión le abrió las puertas a su posterior participación activa en la política irlandesa.
En 1913, se unió al Sinn Féin, un partido político que defendía la independencia de Irlanda y la abolición del dominio británico. En ese contexto, las tensiones entre los unionistas protestantes del norte y los nacionalistas católicos del sur se intensificaron, lo que llevó a una serie de enfrentamientos violentos. Fue entonces cuando De Valera pasó de ser un simple activista cultural a un líder revolucionario.
Su primera gran participación en la lucha por la independencia fue en el Levantamiento del Lunes de Pascua de 1916, un evento clave en la historia de Irlanda. Aunque De Valera no fue uno de los principales organizadores del levantamiento, lideró un batallón de insurgentes durante los enfrentamientos contra las fuerzas británicas. El levantamiento fue duramente reprimido y, tras la derrota, De Valera fue arrestado y condenado a muerte. Sin embargo, su condición de posible ciudadano estadounidense le permitió conmutar la pena de muerte por cadena perpetua, lo que le permitió evitar la ejecución, aunque fue encarcelado en la prisión de Lewes, en Inglaterra.
Su tiempo en prisión fue fundamental para la consolidación de su figura como líder del movimiento independentista. Mientras estaba encarcelado, De Valera se convirtió en un símbolo de la resistencia irlandesa, y tras su liberación en 1917, gracias a una amnistía general, su popularidad creció enormemente. La lucha por la independencia de Irlanda, que durante años había sido liderada por figuras como Michael Collins, encontró en De Valera un nuevo referente ideológico que, a partir de 1919, buscaría consolidar la soberanía irlandesa, enfrentándose a la ocupación británica y a los propios líderes del Sinn Féin que preferían soluciones negociadas.
Lucha por la independencia y consolidación del poder
La lucha por la independencia de Irlanda
A partir de 1919, Irlanda vivió uno de los periodos más intensos de su historia moderna. Enfrentándose a las fuerzas británicas en una guerra de guerrillas, el país se sumió en un conflicto sin cuartel que buscaba finalmente lograr la independencia de Gran Bretaña. Eamon de Valera, como líder del Sinn Féin y Presidente de la República Irlandesa Provisional, desempeñó un papel central en la organización de la resistencia armada, el Ejército Republicano Irlandés (IRA), y en la defensa de la soberanía irlandesa.
En 1921, las negociaciones con Gran Bretaña se intensificaron, y varios representantes irlandeses, incluidos Michael Collins y Arthur Griffith, viajaron a Londres para discutir los términos de un acuerdo. El Tratado Anglo-Irlandés que resultó de estas negociaciones estableció la separación de Irlanda del Reino Unido, pero no otorgaba una verdadera independencia, ya que Irlanda seguiría siendo un estado libre dentro de la Commonwealth británica. Este tratado fue un punto de quiebre en el movimiento por la independencia, ya que no todos los miembros del Sinn Féin y del IRA aceptaron las condiciones del acuerdo.
De Valera, fiel a su ideología de una independencia total y plena, rechazó el Tratado, considerándolo una traición a los ideales por los que se había luchado. Su postura radical provocó la división dentro del movimiento independentista, llevando a una guerra civil que se desató entre aquellos que aceptaron el tratado, liderados por Collins, y aquellos que lo rechazaron, como De Valera.
Rechazo al Tratado Anglo-Irlandés y la Guerra Civil
La guerra civil irlandesa (1922-1923) fue una consecuencia directa del rechazo al Tratado. De Valera y sus seguidores, conocidos como los republicanos, se enfrentaron a los “pro-tratados” en una lucha que dejó una profunda marca en la política y la sociedad irlandesa. La postura de De Valera en esta guerra fue clara: rechazaba cualquier acuerdo que no garantizara la independencia absoluta de Irlanda y la salida definitiva del dominio británico.
Durante los enfrentamientos, De Valera continuó siendo una figura clave para los republicanos, pero la guerra no favoreció a su causa. La superioridad del ejército del Estado Libre de Irlanda, el nuevo gobierno irlandés establecido bajo el Tratado, fue evidente, y De Valera, tras la derrota republicana, fue obligado a retirarse. A pesar de su derrota en el campo de batalla, su influencia como líder del movimiento nacionalista irlandés seguía siendo fuerte, y su figura se consolidó como símbolo de la resistencia y la independencia irlandesa.
Fundación del Fianna Fáil y ascenso político
Tras la guerra civil, De Valera se distanció del Sinn Féin, que se había dividido entre los que aceptaban el Tratado y los que lo rechazaban. En 1926, fundó su propio partido político, el Fianna Fáil, un movimiento que abogaba por la unidad de Irlanda, la independencia plena y la justicia social. La creación del Fianna Fáil marcó el inicio de una nueva etapa en la política irlandesa, con De Valera como su líder indiscutido.
En 1927, De Valera aceptó finalmente participar en las elecciones generales y ocupar un escaño en el Dáil (parlamento irlandés), lo que marcó un cambio en su estrategia política. A pesar de su rechazo inicial al gobierno del Estado Libre de Irlanda, De Valera comenzó a moderar su postura y a buscar una vía política que le permitiera lograr sus objetivos sin recurrir a la violencia. En 1932, el Fianna Fáil ganó las elecciones y De Valera asumió el cargo de Taoiseach (primer ministro), una posición que ocuparía en varios periodos a lo largo de su carrera.
Durante su primer mandato como Taoiseach, De Valera implementó una serie de reformas políticas y económicas que reflejaban su ideología nacionalista. Abolió el juramento de lealtad a la corona británica, eliminando uno de los símbolos de la dominación británica en la constitución irlandesa. Además, impulsó políticas que favorecían el desarrollo económico y la independencia de Irlanda, buscando una Irlanda más autosuficiente y menos dependiente de Gran Bretaña.
Política interna y nacionalismo
El nacionalismo irlandés fue el eje central de las políticas de De Valera. Durante su mandato, promovió la creación de una nueva Constitución de 1937, que fue ratificada por referéndum y estableció el nombre oficial de Irlanda como Éire. La constitución reflejaba su deseo de construir una nación irlandesa completamente independiente, aunque aún mantenía algunas conexiones con el Reino Unido, particularmente en lo que respecta a la Commonwealth. No obstante, este fue un paso significativo hacia la consolidación de la identidad nacional irlandesa.
De Valera también se mostró firme en su postura de neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la presión internacional, especialmente de los Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos por parte de Franklin D. Roosevelt para involucrar a Irlanda en la guerra, De Valera mantuvo a Irlanda al margen del conflicto, lo que le permitió consolidar la independencia política del país. Esta postura de neutralidad fue muy impopular en algunos sectores, pero De Valera insistió en que era un paso necesario para preservar la soberanía de Irlanda.
Sin embargo, la guerra no solo fue un reto internacional para Irlanda, sino también un periodo difícil a nivel interno. La economía irlandesa se vio afectada por los efectos de la guerra, y la falta de recursos y de mercados internacionales dificultó la recuperación. Además, la situación interna se complicó por la creciente violencia del IRA y la aparición de movimientos extremistas, como las Camisas Azules, que abogaban por una mayor cooperación con las potencias fascistas. De Valera logró mantener el control de la situación, desactivando a los grupos extremistas y manteniendo la paz en un país que seguía luchando por su identidad.
Últimos años y legado político
Declive y crisis económica en Irlanda
A medida que avanzaba la década de 1940, el poder de Eamon de Valera comenzó a enfrentar desafíos tanto a nivel interno como externo. La economía irlandesa sufría las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, con dificultades para acceder a mercados internacionales y una infraestructura aún en desarrollo. Aunque De Valera había mantenido una postura de neutralidad durante el conflicto, la guerra no dejó a Irlanda inmune a sus efectos, y el país atravesó un periodo de estancamiento económico.
Además, la situación política interna se complicó aún más con las acciones violentas del IRA y la aparición de nuevas fuerzas políticas como las Camisas Azules, un grupo fascista liderado por Eoin O’Duffy. Estos movimientos representaban una amenaza al orden público, pero De Valera se mostró firme en su decisión de mantener la ley y el orden, prohibiendo a las Camisas Azules y tomando medidas contra las facciones extremistas. A pesar de estos esfuerzos, la presión interna creció, y su administración se fue desgastando.
En 1948, la situación política de Irlanda cambió con la caída del Fianna Fáil en las elecciones generales. La coalición de Fine Gael, liderada por John Aloysius Costello, se hizo con el poder, lo que marcó el fin de un periodo largo de gobierno de De Valera. Aunque la derrota política fue significativa, De Valera no desapareció de la escena pública. A pesar de la creciente oposición, sus seguidores seguían considerando su figura como un símbolo del nacionalismo irlandés y un referente del proceso de independencia.
El cargo presidencial y su simbolismo
En 1951, De Valera regresó al poder, nuevamente como Taoiseach (primer ministro), tras la ruptura de la coalición encabezada por Costello. Su retorno al gobierno se produjo en un momento de profunda crisis económica y con un clima político polarizado. Durante su segundo mandato como Taoiseach (1951-1954), De Valera intentó estabilizar la situación económica del país y resolver algunas de las disputas internas más críticas, como la ley de salud pública que provocó tensiones con la Iglesia Católica. Sin embargo, la situación económica siguió siendo difícil y la crisis no se resolvió por completo.
A pesar de los desafíos, De Valera comenzó a pensar en su futuro político. En 1959, tras décadas de liderazgo político, decidió que era el momento de dar un paso atrás y aceptar el cargo de Presidente de la República de Irlanda, un puesto ceremonial que, aunque con menos poder ejecutivo, simbolizaba su ascenso a un estatus más representativo de la nación irlandesa.
A lo largo de su mandato presidencial, que duró hasta 1973, De Valera desempeñó un papel más simbólico que político. Su presidencia, aunque mayormente ceremonial, fue vista como el cierre de una era en la política irlandesa, marcando el fin de su reinado en el gobierno y su transición a una figura que representaba los valores fundacionales de la independencia de Irlanda. Reelegido en 1966, su presencia en el puesto presidencial sirvió como un recordatorio del camino recorrido por Irlanda hacia la independencia, aunque, a medida que los años pasaban, su influencia política se iba reduciendo.
Impacto y legado de Eamon de Valera
La figura de Eamon de Valera sigue siendo una de las más controvertidas y respetadas de la historia irlandesa. Para muchos, su papel como líder en la lucha por la independencia de Irlanda y su contribución a la creación de un estado soberano le confiere un lugar preeminente en la historia. Como «Padre de Irlanda», De Valera es recordado por haber sido una figura clave en la construcción de la identidad nacional irlandesa.
Su influencia en la política irlandesa fue profunda y duradera. Desde su participación en el Levantamiento del Lunes de Pascua hasta su liderazgo en el Sinn Féin, su rol en la guerra de guerrillas contra los británicos, y su contribución en la formación de la República Irlandesa, De Valera dejó una huella imborrable. Su lucha por una independencia plena y su rechazo a cualquier forma de subyugación británica lo convirtieron en el arquitecto del futuro de Irlanda como nación soberana.
De Valera también dejó una marca en la estructura política y legal de Irlanda. Su impulso para la creación de la nueva Constitución de 1937 cambió el rostro de la nación, adoptando una nueva identidad que reflejaba la independencia irlandesa. En este sentido, su legado no solo es el de un líder revolucionario, sino también el de un arquitecto constitucional que moldeó los cimientos de la Irlanda moderna.
Sin embargo, su figura también fue objeto de críticas. Durante su tiempo como Taoiseach, De Valera adoptó políticas económicas que, aunque nacionalistas, no lograron resolver completamente los problemas estructurales de la economía irlandesa. Además, su postura de neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial fue vista por algunos como un obstáculo para que Irlanda tuviera una postura más activa en la arena internacional.
A nivel personal, De Valera era un hombre de principios firmes y convicciones inquebrantables. Su relación con su país y su gente fue una de dedicación absoluta a la causa nacionalista. Estaba profundamente comprometido con la idea de que Irlanda debía ser libre y soberana, y luchó durante toda su vida para lograr este objetivo, a menudo tomando decisiones que priorizaban los intereses de la nación por encima de los suyos propios.
Muerte y retiro de la vida pública
Eamon de Valera murió el 29 de agosto de 1975, a los 92 años, en una residencia de ancianos en Dublín. Con su muerte, Irlanda perdió a uno de sus líderes más emblemáticos, cuya vida estuvo estrechamente ligada a la historia moderna del país. Su legado perdura no solo en los libros de historia, sino también en la identidad colectiva de Irlanda, que lo recuerda como uno de los padres fundadores de la independencia irlandesa.
Su muerte cerró un capítulo crucial en la historia de Irlanda, pero su influencia perduró en las generaciones que lo sucedieron, tanto en el ámbito político como en el cultural. De Valera fue una figura compleja y a menudo divisiva, pero indiscutiblemente fue un hombre cuya vida estuvo marcada por un compromiso absoluto con la libertad y la independencia de Irlanda.
MCN Biografías, 2025. "Eamon de Valera (1882–1975): El Padre de la Irlanda Independiente". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/valera-eamon-de [consulta: 29 de septiembre de 2025].