Treviño de Sobremonte, Tomás (1592-1649).
Marrano español, nacido en 1592 en Medina de Rioseco y muerto en 1649 en México, quemado en la hoguera.
Vida
Su padre provenía de un aristocrático linaje de cristianos viejos y su madre, Leonor Martínez de Villagómez, de una familia de judeoconversos. Tras concluir sus estudios con los jesuitas, marchó a aprender Leyes a Salamanca, y allí se empleó como escribano de un noble. Labró su desgracia cuando asesinó a uno de sus compañeros de estudios por haberle llamado «judío» y, perseguido por la justicia, tuvo que esconderse.
En 1612, Treviño decidió huir a Nueva España; en el virreinato se estableció como comerciante y emprendió una serie de prósperos negocios con los centros de Zacatecas, Guadalajara, Acapulco y Veracruz. Mientras tanto, en España, su madre y su hermano Jerónimo habían sido arrestados por la Inquisición y, en el encausamiento que siguió, revelaron tras crueles torturas la condición judaizante de Tomás. De resultas de esto, en noviembre de 1624 la Inquisición mejicana apresó a Treviño; no obstante, su destacada posición económica hizo posible que el temido tribunal le concediese el perdón y le readmitiese en el seno de la Iglesia al año siguiente, lo cual ocurrió tras haber expresado su arrepentimiento, arrepentimiento que, por otra parte, era fingido, como bien prueba el hecho de que Treviño no sólo no tenía intención de renunciar a la ley mosaica sino que, además, durante su tiempo de presidio se había hecho circuncidar por un compañero de celda.
En 1629 contrajo matrimonio con María Gómez, también de familia judeoconversa. A pesar de la prohibición inquisitorial, el matrimonio vestían lujosas ropas de seda, llevaban los brazos desnudos y montaban a caballo. Cuando su mujer y la familia de ésta fueron denunciados ante la Inquisición, Treviño pudo seguir en contacto con ellos, si bien rehusó llevar al hogar a su mujer hasta que el Santo Tribunal le concediera permiso para hacerlo. Viendo las penosas condiciones en que se encontraba, planeó huir a Holanda, país donde podría practicar libremente su fe judaica. Sus proyectos se vieron frustrados cuando, el 11 de octubre de 1644, se le arrestó de nuevo bajo la acusación de caer en la herejía. Tras un larguísimo juicio fue condenado a la hoguera. Tuvo un final terrible. Fue el único entre cientos de prisioneros en ser quemado vivo, en un auto de fe que tuvo lugar el 11 de abril de 1649. Hasta el último momento trataron los teólogos católicos de convertirle, cosa que no pudieron lograr porque, a pesar de estar moralmente destrozado por el penoso encarcelamiento y -al decir de algunas fuentes- las crueles torturas, su devoción al judaísmo bullía en él violentamente. El poeta Miguel de Barrios dedicó una sentida apología a Tomás Treviño de Sobremonte, pero resulta evidente que lo confunde con otro mártir marrano, Francisco Maldonado de Silva, muerto en la hoguera una década antes.