William Howard Taft (1857–1930): Un Presidente en la Sombra de Roosevelt
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Estados Unidos vivió un período de profundas transformaciones. Tras la Guerra Civil y la Reconstrucción, el país experimentaba una expansión económica vertiginosa y una creciente industrialización. El panorama político estaba dominado por una feroz competencia entre las dos grandes fuerzas: los demócratas y los republicanos. Además, los Estados Unidos emergían como una potencia mundial, comenzando a extender su influencia más allá de sus fronteras. En este contexto, William Howard Taft nació el 15 de septiembre de 1857 en Cincinnati, Ohio, en el seno de una familia políticamente influyente.
La era progresista, que abogaba por reformas sociales y políticas, se estaba consolidando bajo el liderazgo de Theodore Roosevelt. La figura de Roosevelt, un presidente dinámico y reformista, marcó fuertemente el camino hacia el siglo XX. A pesar de que Taft sería elegido como su sucesor, la relación entre ambos estaba destinada a ser conflictiva, ya que Taft no compartía el mismo enfoque audaz y revolucionario de Roosevelt, lo que desencadenaría tensiones dentro del Partido Republicano.
Orígenes familiares y primeros años
La familia de William Howard Taft jugó un papel esencial en su formación. Su padre, Alphonso Taft, fue una figura prominente en la política estadounidense, habiendo servido como fiscal general y secretario de Guerra bajo el mandato del presidente Ulysses S. Grant. La influencia de su padre fue clave para que Taft creciera en un ambiente en el que la política y el servicio público estaban a la orden del día. Desde pequeño, Taft se vio inmerso en un mundo de compromisos políticos y aspiraciones profesionales, lo que moldeó su carácter y sus ambiciones.
Su madre, Louise Torrey, también tuvo un impacto significativo en su vida. Aunque su figura no estuvo tan directamente vinculada a la política, sus enseñanzas sobre la importancia de la educación y el servicio público dejaron una huella en Taft.
A lo largo de su juventud, Taft mostró una dedicación constante hacia el estudio. En la escuela secundaria Woodward de Cincinnati, destacó como un estudiante brillante. Fue un joven disciplinado que se enfocó en sus estudios, sin que la vida social de la adolescencia tuviera un gran impacto en su rendimiento académico. Su enfoque serio y meticuloso lo preparó para la próxima etapa en su vida: la universidad.
Formación académica y primeros logros
Taft ingresó a la Universidad de Yale en 1874, donde demostró ser un estudiante excepcional. En Yale, destacó no solo por sus habilidades académicas, sino también por su capacidad de liderazgo. Se graduó en 1878 con el segundo puesto de su clase. Durante su tiempo en Yale, se inclinó por el Derecho, y después de su graduación, decidió continuar su formación en la prestigiosa Cincinnati Law School. En 1880, se aprobó como abogado, y así comenzó su carrera profesional.
A pesar de su joven edad, Taft ya había establecido una reputación en el campo jurídico, siendo conocido por su integridad y su profundo entendimiento de las leyes. A los 23 años, comenzó a ejercer la abogacía en Cincinnati, donde rápidamente ganó experiencia y respeto. Sin embargo, sus ambiciones iban más allá del ámbito privado. Según sus propias palabras, su sueño era ser parte del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Este deseo se mantendría presente a lo largo de su carrera y definiría su destino político y profesional.
Primeros pasos en la vida política y profesional
En 1881, Taft dio un giro hacia la política cuando fue nombrado ayudante del fiscal del condado de Hamilton, en Ohio. Este cargo fue solo el inicio de su carrera pública, pues, en el mismo año, el presidente Chester A. Arthur lo nombró recaudador federal de impuestos. Aunque este puesto no le resultó tan atractivo, fue clave para que adquiriera experiencia en la administración pública. Sin embargo, en 1883, decidió abandonar este cargo para regresar a su próspero bufete de abogados en Cincinnati, donde se dedicó a la abogacía con gran éxito.
El presidente de Ohio, Joseph B. Foraker, lo reclutó en 1887 para un cargo en la Corte Suprema de Ohio. La reputación de Taft como abogado lo llevó a ser considerado para funciones de mayor envergadura dentro del sistema judicial. En 1890, fue nombrado fiscal general de Estados Unidos por el presidente Benjamin Harrison, un puesto de gran responsabilidad que consolidó su imagen como un defensor de la ley. Dos años después, en 1892, fue nombrado juez del Sexto Tribunal de apelaciones, donde permaneció hasta 1900.
Durante estos años, Taft fue cultivando relaciones clave que lo acompañarían a lo largo de su carrera política. Fue en este período cuando entabló amistades cercanas con figuras políticas influyentes, entre ellas los presidentes William McKinley y Theodore Roosevelt. A pesar de sus inclinaciones conservadoras, Taft era reconocido por su capacidad para dialogar y alcanzar acuerdos, lo que lo hizo popular dentro de su partido. La prudencia y moderación de Taft contrastaban con el estilo más dinámico y audaz de Roosevelt, pero fue precisamente esta capacidad de establecer un equilibrio lo que le permitió destacarse en el ámbito político.
En resumen, los primeros años de Taft estuvieron marcados por una sólida formación académica y profesional, así como por una integración gradual al ámbito político y judicial. Su carrera se desarrolló en un entorno lleno de desafíos y oportunidades, donde la política familiar, sus logros personales y su creciente interés en el derecho y la administración pública lo colocaron en el camino hacia el poder.
El Camino hacia la Presidencia
La experiencia en Filipinas y su ascenso al poder
El paso de William Howard Taft hacia la presidencia de los Estados Unidos no fue inmediato, sino que estuvo marcado por una serie de nombramientos y misiones diplomáticas que sentaron las bases de su carrera política. Su primera gran oportunidad en la arena internacional llegó cuando el presidente William McKinley lo nombró para liderar la Comisión Filipina, entre 1901 y 1905, después de que Estados Unidos adquiriera las islas Filipinas tras la Guerra Hispano-estadounidense.
En su papel de gobernador civil de Filipinas, Taft dejó una huella importante. Se encargó de establecer un gobierno local eficiente y organizó la administración pública en la isla. Taft supervisó el desarrollo de infraestructura básica, como carreteras, escuelas, y servicios postales. Además, promovió tratados de reparto de tierras con los dirigentes indígenas y la Iglesia Católica, buscando establecer una paz y una orden que favorecieran los intereses de Estados Unidos. A pesar de las dificultades, Taft fue capaz de crear un gobierno funcional en Filipinas, y su éxito en este campo aumentó su reputación como un administrador competente.
Su trabajo en Filipinas fue solo el inicio de una carrera internacional de alto perfil. En 1904, cuando Theodore Roosevelt era presidente, Taft fue nombrado secretario de Guerra, cargo que desempeñó hasta 1908. Desde esta posición, supervisó la construcción del Canal de Panamá y mediaba en asuntos internacionales de gran envergadura. En 1902, por ejemplo, viajó a Roma para negociar con el Papa León XIII sobre la compra de tierras de la Iglesia Católica en Filipinas, un asunto delicado que requería una diplomacia cuidadosa. Además, fue enviado a Tokio en 1905 para resolver las tensiones entre Japón y Estados Unidos debido a las restricciones impuestas a los inmigrantes asiáticos en el país.
Aunque Taft rechazó el ofrecimiento de Roosevelt de nombrarlo juez vitalicio de Panamá, su participación en estos asuntos diplomáticos y su destacada gestión del Canal de Panamá lo posicionaron como una figura clave en la administración de Roosevelt. Su capacidad para manejar situaciones complejas y su habilidad para resolver problemas internacionales le otorgaron un nivel de visibilidad y prestigio que le abriría las puertas para la candidatura presidencial.
Candidato republicano a la presidencia
En 1908, tras haber ganado una considerable popularidad, Taft fue elegido candidato republicano a la presidencia. El presidente Roosevelt, quien en su momento había sido un mentor para Taft, lo apoyó abiertamente en la Convención Nacional Republicana, confiando en que su sucesor continuaría con las políticas progresistas que él mismo había iniciado. Sin embargo, a medida que avanzaba la campaña, comenzaron a surgir tensiones entre ambos.
Taft, por su parte, se mostraba más conservador y cauteloso que Roosevelt. Mientras que Roosevelt había abrazado reformas audaces y políticas de acción directa, Taft prefería un enfoque más moderado y formal. A pesar de estas diferencias, Taft ganó las elecciones de 1908 con un amplio margen, derrotando al demócrata William Jennings Bryan, quien ya había sido derrotado por Roosevelt en 1900.
El triunfo de Taft consolidó su posición como una figura política respetada, pero también marcó el inicio de las fricciones que caracterizarían su presidencia. La relación entre Taft y Roosevelt, que inicialmente había sido de respeto mutuo, comenzó a deteriorarse a medida que Taft adoptaba políticas que se percibían como una reversión de las reformas progresistas implementadas por Roosevelt. A lo largo de su mandato, esta brecha se ampliaría, dividiendo al Partido Republicano y contribuyendo a su eventual debilitamiento.
La Presidencia de William Howard Taft
Un gobierno conservador y los primeros conflictos con Roosevelt
Desde que asumió la presidencia en 1909, Taft demostró un enfoque conservador hacia la administración pública. En contraste con Roosevelt, quien había utilizado su popularidad para impulsar una agenda de reformas progresistas, Taft adoptó un estilo más prudente y burocrático. Su administración estuvo marcada por un intento de moderar las políticas económicas, especialmente en lo relacionado con los aranceles.
Una de las primeras controversias de su presidencia surgió cuando intentó revisar los aranceles protegidos, que se consideraban elevados e impopulares. En 1909, convocó una sesión especial del Congreso para discutir una reducción sustancial de los aranceles, con la esperanza de aliviar las tensiones comerciales y beneficiar a los consumidores. Sin embargo, el Congreso, dominado por republicanos progresistas y demócratas, obstaculizó su iniciativa. Finalmente, se aprobó la Payne-Aldrich Tariff Act, que, en lugar de reducir los aranceles, los aumentó en muchos casos. Este fracaso se convirtió en una de las primeras señales de descontento dentro del Partido Republicano, que ya comenzaba a dividirse entre los sectores más conservadores, leales a Taft, y los progresistas, que seguían el ejemplo de Roosevelt.
La situación empeoró cuando Taft, asesorado por su secretario de Interior Richard A. Ballinger, decidió abrir a la explotación económica ciertos parques nacionales y reservas forestales que Roosevelt había creado para proteger los recursos naturales del país. La medida suscitó la protesta de Gifford Pinchot, jefe de los Servicios Forestales de Estados Unidos y aliado cercano de Roosevelt. Pinchot acusó a Ballinger de corrupción y de estar utilizando su cargo para enriquecerse, lo que desató una lucha política interna. Taft, en lugar de mediar, destituyó a Pinchot por insubordinación, lo que agravó aún más la brecha entre los progresistas y los conservadores dentro del Partido Republicano.
La ruptura definitiva con los progresistas
El conflicto con Pinchot fue solo el comienzo de una serie de fricciones que deterioraron la relación entre Taft y los progresistas del partido. En las elecciones intermedias de 1910, los republicanos sufrieron una aplastante derrota, lo que permitió a los demócratas tomar el control de la Cámara de Representantes. Esta derrota se interpretó como una señal de que Taft no estaba logrando conectar con el pueblo ni con las expectativas de cambio que habían caracterizado la presidencia de Roosevelt.
El ex presidente Roosevelt, al ver que su sucesor se distanciaba de su visión política, comenzó a criticar abiertamente a Taft. En 1912, Roosevelt decidió presentarse como candidato a la presidencia nuevamente, lo que desató una lucha interna en el Partido Republicano. En la Convención Nacional Republicana, Taft logró mantener el control de la maquinaria del partido y fue reelegido como candidato, lo que provocó que Roosevelt abandonara el Partido Republicano y formara el Partido Progresista.
Las elecciones de 1912 fueron una de las contiendas más divisivas de la historia política estadounidense. En una feroz lucha, Taft y Roosevelt se enfrentaron al demócrata Woodrow Wilson, quien resultó vencedor. La división dentro del Partido Republicano entre los conservadores y los progresistas contribuyó directamente a la victoria de Wilson, lo que consolidó aún más la fractura que marcaría el futuro político de Taft y su legado.
Abandono de la presidencia y carrera posterior
La difícil transición tras la derrota
Tras su derrota en las elecciones de 1912, William Howard Taft abandonó la Casa Blanca con un sentimiento de frustración y desilusión. La escisión dentro del Partido Republicano y la inesperada derrota ante el demócrata Woodrow Wilson marcaron el fin de su carrera presidencial. Sin embargo, lejos de retirarse completamente de la vida pública, Taft regresó a su faceta profesional, demostrando una vez más su capacidad para reinventarse.
En lugar de sumergirse en las amargas secuelas de su mandato fallido, Taft optó por continuar con su carrera en el ámbito académico y judicial. Entre 1913 y 1920, trabajó como profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Yale, donde impartió clases y cultivó una nueva generación de abogados y líderes políticos. Durante estos años, también estuvo involucrado en varias iniciativas nacionales de reconstrucción tras la Primera Guerra Mundial, lo que le permitió mantener una presencia activa en la política y el pensamiento estadounidense.
Su regreso al ámbito judicial fue una de las mayores sorpresas de su carrera. En 1921, el presidente Warren G. Harding, a quien Taft conocía desde su tiempo como secretario de Guerra, lo nombró presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Este nombramiento fue un reconocimiento a su profunda experiencia legal y administrativa, y le permitió finalmente cumplir una de sus mayores aspiraciones: formar parte de la corte más alta del país.
Presidente del Tribunal Supremo: El coronamiento de una carrera
El nombramiento de Taft como presidente del Tribunal Supremo fue un hito en su carrera, pues marcó el cumplimiento de su sueño de toda la vida. Durante su tiempo en la corte, Taft mostró un enfoque pragmático y una visión moderna del papel del sistema judicial en la sociedad estadounidense. A lo largo de su mandato, impulsó reformas para hacer más eficientes los procesos judiciales, promoviendo la modernización de la maquinaria judicial del país.
En esta nueva etapa, Taft se dedicó a imprimir rapidez y eficacia al Tribunal Supremo. Durante su tiempo como presidente del Tribunal, se produjeron importantes avances en la administración de justicia, y el mismo Taft desempeñó un papel crucial en la formación de una corte más dinámica. A pesar de las críticas que aún recibía debido a su mandato presidencial, su liderazgo en la corte le permitió dejar una marca más duradera en la historia de Estados Unidos.
En términos de decisiones judiciales, Taft fue reconocido por su enfoque conservador, pero también por su capacidad para mantener la independencia judicial en un período de creciente intervención del gobierno federal en los asuntos sociales y económicos. Bajo su liderazgo, el Tribunal Supremo resolvió varios casos importantes, algunos de los cuales aún tienen repercusiones hasta el día de hoy.
Impacto de su legado en la política y la justicia
El legado de William Howard Taft es complejo y multifacético. Si bien su presidencia estuvo marcada por divisiones internas, conflictos con su predecesor Roosevelt y una serie de políticas que no lograron consolidarse, su legado posterior, como presidente del Tribunal Supremo, es indiscutible. En el ámbito judicial, Taft dejó una huella profunda, pues su liderazgo reformó y agilizó el sistema judicial estadounidense.
Sin embargo, el impacto de su presidencia en la política estadounidense es más difícil de evaluar. Muchos historiadores lo ven como un presidente que no logró aprovechar plenamente las oportunidades de su mandato, especialmente en un período tan crucial para el país. La división dentro del Partido Republicano, producto de su enfrentamiento con los progresistas, tuvo consecuencias a largo plazo, debilitando la posición de los republicanos y abriendo el camino para el surgimiento de figuras políticas nuevas, como Woodrow Wilson.
A pesar de las críticas, Taft fue una figura respetada dentro de su partido, especialmente en los círculos judiciales. Su integridad, su capacidad para administrar y su amor por el derecho lo convirtieron en un hombre de prestigio que, aunque no dejó un legado político tan claro como otros presidentes, desempeñó un papel importante en la historia de Estados Unidos, tanto en la administración pública como en la judicatura.
Reinterpretaciones históricas y su influencia posterior
Tras su muerte el 8 de marzo de 1930, la figura de William Howard Taft pasó a ser objeto de análisis y reinterpretación histórica. En vida, muchos lo vieron como un hombre que no estuvo a la altura de las expectativas que había creado al principio de su mandato. Sin embargo, con el paso de los años, su presidencia comenzó a ser reevaluada, especialmente en términos de su capacidad administrativa y su enfoque conservador hacia la política interna.
A medida que se distanciaba de la política inmediata, el papel de Taft como presidente del Tribunal Supremo comenzó a ser visto como un componente esencial de su legado. Los expertos en derecho y los historiadores políticos reconocen que, en su función judicial, Taft logró tener un impacto mucho más duradero que durante su tiempo en la Casa Blanca. Su esfuerzo por modernizar el sistema judicial y hacer más eficiente la maquinaria judicial estadounidense lo convirtió en una figura clave en la evolución del sistema de justicia en el siglo XX.
A lo largo de las décadas siguientes, la figura de Taft fue reevaluada como una de las más complejas de la historia política de Estados Unidos. A pesar de sus fracasos en la presidencia, su contribución al sistema judicial y su influencia como educador y líder judicial siguen siendo aspectos fundamentales para comprender su legado.
MCN Biografías, 2025. "William Howard Taft (1857–1930): Un Presidente en la Sombra de Roosevelt". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/taft-william-howard [consulta: 28 de septiembre de 2025].